¡Amor y paz!
Reanudo hoy lunes la actualización diaria del blog del
Movimiento Fratres, luego de unas vacaciones. En el Evangelio de hoy leemos varias recomendaciones de Jesús, dentro
de lo que se ha dado en llamar el “Sermón del Monte”. Esta vez, sobre el no
juzgar al hermano.
Jesús no sólo quiere que no juzguemos mal, injustamente,
sino que definitivamente no juzguemos. En
fin de cuentas, todos tenemos la tendencia a juzgar apresurada y severamente,
con base en la información a nuestro alcance y resulta que no sabemos todas las
circunstancias ni tenemos todos los elementos para hacer un juicio justo.
Pidámosle al Señor que nos dé la gracia de ser sinceros y
veraces en la mirada que proyectamos sobre los demás y sobre nosotros mismos, y
que tratemos con comprensión y amor fraterno las debilidades humanas. Que no
seamos comprendidos, sino comprender, complementa la oración de la paz, de San
Francisco de Asís:
Señor,
haznos instrumentos de tu paz.
Donde haya odio, sembremos amor;
donde haya ofensa, perdón;
donde haya discordia, unión;
donde haya duda, fe;
donde haya desesperación, esperanza;
donde haya tinieblas, luz;
donde haya tristeza, gozo.
Concede que no busquemos ser consolados, sino consolar;
ser comprendidos, sino comprender;
ser amados, sino amar.
Porque dado, es como recibimos;
perdonando, es como somos perdonados;
y muriendo, es como nacemos a la vida entera.
Donde haya odio, sembremos amor;
donde haya ofensa, perdón;
donde haya discordia, unión;
donde haya duda, fe;
donde haya desesperación, esperanza;
donde haya tinieblas, luz;
donde haya tristeza, gozo.
Concede que no busquemos ser consolados, sino consolar;
ser comprendidos, sino comprender;
ser amados, sino amar.
Porque dado, es como recibimos;
perdonando, es como somos perdonados;
y muriendo, es como nacemos a la vida entera.
Los invito, hermanos, a leer y meditar
el evangelio y el comentario, en este lunes de la 12ª. Semana del tiempo ordinario.
Dios los bendiga…,
Evangelio según San Mateo 7,1-5.
No juzguen, para no ser juzgados. Porque con el criterio con que ustedes juzguen se los juzgará, y la medida con que midan se usará para ustedes. ¿Por qué te fijas en la paja que está en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: 'Deja que te saque la paja de tu ojo', si hay una viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano.
Comentario
Este capítulo contiene una serie de advertencias de Jesús
a sus discípulos. La primera de ellas es la de no juzgar, que no es simplemente
tener una opinión, situación que difícilmente se puede evitar; la palabra significa
juzgar duramente, actuar de juez, condenar. Jesús quiere impedir, por parte de
sus discípulos, una actitud de orgullo, menosprecio y superioridad frente a los
demás, que lleve a una postura farisea de condena y recriminación del pecado de
los demás.
El ejemplo de la viga en el ojo propio es ilustrativo del
no juzgar para no ser juzgados. Puede tratarse de un proverbio popular aplicado
al evangelio. La aguda observancia de las faltas de los demás, combinada con la
complacencia hacia el propio carácter, es el tema común de muchos proverbios en
todas las culturas. Estos versículos no afirman, en modo alguno, que el
principio de no juzgar signifique únicamente la invitación a ver la viga propia
en el trato con los demás. Juzgar al prójimo significa hablar mal de él o
juzgar mal; esto equivale a despreciar la ley del amor. Debemos ver, y a veces
decir, lo que es condenable en una acción; pero no debemos juzgar la
responsabilidad del otro ni sus intenciones, que sólo Dios conoce. De esta
manera, el contenido del texto está puesto para resaltar que el que juzga pasa
a ser juzgado, porque sólo a Dios corresponde juzgar a los hombres. El hombre,
al hacerlo, se atribuye un poder que no es suyo.
En la práctica, esto puede plantear muchos problemas. ¿No
nos llevaría a una tolerancia excesiva? ¿No podríamos corregir las fallas de
los demás por no tener la suficiente autoridad moral para hacerlo? El tema no
se puede resolver sólo con estas palabras que nos transmite Mateo, porque Jesús
plantea a lo largo de todo el evangelio, la corrección fraterna como algo
posible y obligatoria al interior de la vida cristiana. Lo que sí queda claro
es que Jesús no admitiría nunca que una persona corrija a otra considerándose
perfecta; con orgullo y dureza.
Servicio Bíblico Latinoamericano