¡Amor y paz!
En un magnánimo gesto de compasión y misericordia con los hombres de todos los tiempos, Jesús se ofrece a aliviar las cargas de los que están afligidos y agobiados.
¡Cuántos hermanos nuestros necesitan con urgencia ser consolados! ¡Cuántos padecen grandes dolores! ¡Cuántos se hunden en la incomprensión y la soledad! ¡Cuántos buscan donde jamás encontrarán el verdadero alivio para sus penas! ¡Cuántos de los que se dicen cristianos están dispuestos a actuar como Cristo con los hermanos que sufren!
En este jueves de la 15a. semana del tiempo ordinario, también celebramos la fiesta de la Virgen del Carmen, a quien pedimos su maternal bendición…
Evangelio según San Mateo 11,28-30.
"Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana".
COMENTARIO
Escuchando este Evangelio, pienso en los judíos muertos en las cámaras de gas durante la segunda guerra mundial, en los millones de esclavos a quienes no se les ha permitido ser libres, en tantos obreros de la industria moderna que son explotados injustamente, en los indígenas maltratados y marginados en sus propios países, en las gentes que llenan tantos campos de refugiados a lo largo y ancho del mundo, en los que sufren y mueren en soledad en los hospitales, en los niños y niñas que son explotados sexualmente, en los drogadictos que han encontrado su infierno particular huyendo posiblemente de otros infiernos.
Todos estos y muchos más, tienen el derecho a sentir estas palabras de Jesús como dirigidas a ellos. Ellos son los últimos de nuestro mundo. Ellos son aquellos a los que ha tocado la peor parte en la herencia. Ellos realmente merecen encontrar consuelo y descanso en el Reino de Dios. Ellos tienen que ser los primeros en entrar en la casa del Padre. ¿Qué podría hacer para que estas palabras llegasen a sus destinatarios?
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