¡Amor y paz!
Jesús, recién nacido, es víctima con sus padres de la intolerancia humana. Una dramática situación que nos hace reflexionar acerca de la relación del hombre con Dios y de éste con sus hermanos.
Como dice J. Marti Ball, de acuerdo con la filosofía del Movimiento Fratres: nos horroriza el estado del mundo actual. En el fondo de todo, el odio, la soberbia, la envidia, la venganza, la crueldad, la intolerancia. Caín en acción: "¿Dónde está tu hermano? - No sé. ¿Soy yo el guardián de mi hermano? La sangre de tu hermano me está gritando desde la tierra hasta mí" (Gn 4,9). ¿Ha progresado el género humano? En ciencia, en técnica, en confort, ciertamente sí. En humanidad, en civilización, en ética, permanece en la edad de piedra.
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este domingo en que celebramos la Fiesta de la Sagrada Familia: Jesús, José y María.
Dios los bendiga….
Evangelio según San Mateo 2,13-15.19-23.
Después de la partida de los magos, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo". José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto. Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del Profeta: Desde Egipto llamé a mi hijo. Cuando murió Herodes, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José, que estaba en Egipto, y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre, y regresa a la tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño". José se levantó, tomó al niño y a su madre, y entró en la tierra de Israel. Pero al saber que Arquelao reinaba en Judea, en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí y, advertido en sueños, se retiró a la región de Galilea, donde se estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo que había sido anunciado por los profetas: Será llamado Nazareno.
Comentario
En nuestra sociedad son muchas las voces que se levantan para defender los derechos de las personas y las reivindicaciones de los diferentes grupos, pero apenas nadie defiende los derechos del niño.
Con mucha frecuencia, las violencias físicas y síquicas contra los niños son toleradas e incluso aprobadas por la sociedad. No se persigue las agresiones al niño en el seno de la familia, a no ser que alcance grados extremos, pues se considera a los padres dueños absolutos de ese hijo al que han dado la vida.
Se acepta socialmente que los hijos son propiedad privada de los padres y, en consecuencia, se olvidan los derechos de ese niño como persona intocable que es. Pero no se trata sólo de malos tratos y violencia física. Es todavía mucho más elevado el número de padres que rechaza y menosprecia a sus hijos no deseados y que no les ofrece la seguridad, atención y cuidado que necesitan para crecer dignamente.
Otras veces, son madres agobiadas por el trabajo, la soledad y la depresión que descargan su inestabilidad emocional en sus pequeños.
Con frecuencia, padres que proyectan en sus hijos sus propias frustraciones y exigen violentamente al niño ser según sus propios deseos para castigarlo cuando no responde a sus expectativas.
Cuántos niños sufren en silencio, víctimas de malos tratos, sin la posibilidad de defenderse de la violencia de los adultos y sin que nadie reconozca su derecho a ser ellos mismos.
Es un signo más de una sociedad egoísta e hipócrita donde defendemos los derechos que nos interesan y donde seguimos olvidando los derechos de los más débiles y pequeños.
En esta fiesta de la Sagrada Familia, hemos de revisar los cristianos cuál es nuestra actitud en el seno de nuestras familias. ¿Qué acogida encuentran nuestros hijos en nuestros hogares? ¿Qué ternura reciben? ¿Con qué respeto nos acercamos a ellos? ¿Qué dedicación les prestamos?
No hemos de olvidar que el futuro de nuestro pueblo se está haciendo, en gran parte, en nuestros hogares. Estos niños que sufren carencias afectivas tan graves son los hombres violentos del futuro. Estos jóvenes que no han conocido lo que es la ternura son los que aumentarán la agresividad social en nuestra sociedad.
Entonces, nosotros condenaremos a esa juventud pero nos habremos de preguntar de dónde han surgido. Por eso, desde ahora tenemos que cuestionarnos seriamente: ¿Son nuestros hogares escuelas de paz o germen de futura violencia?
José Antonio Pagola
Buenas noticias
Navarra 1985.Pág. 25 s.
Buenas noticias
Navarra 1985.Pág. 25 s.