sábado, 21 de mayo de 2016

“El Reino de Dios pertenece a los que son como niños”

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado de la 7ª. Semana del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice...

Evangelio según San Marcos 10,13-16. 
Le trajeron entonces a unos niños para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron. Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: "Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él". Después los abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos.  

Comentario

-Presentáronle unos niños para que los tocase; pero los discípulos los reprendían.

Viéndolo Jesús se enojó... y abrazándolos, los bendijo imponiéndoles las manos.

Marcos, Mateo y Lucas cuentan esta escena. Pero es interesante comparar los tres relatos: solamente Marcos ha notado que Jesús se enojó... sólo Marcos dijo que los abrazaba... (Mt 19, 13-15; Lc 18, 15-17).

Esto nos revela un Jesús muy "humano", próximo a nosotros... un Jesús que se enoja cuando no está de acuerdo... un Jesús tierno, amoroso, sensible, un Jesús que abraza...

¡Esto pone más en evidencia el contraste entre su actitud y la actitud de los apóstoles, "que regañaban a los niños! ¡Cuando se acaricia a un niño, cuando se besa a un niño, cuando se defiende a los niños... se continúa una actitud profunda de Jesús! Para Jesús ningún ser es insignificante: el mas pequeño, el más débil, el más indefenso, es el más sagrado.

-"Dejad que vengan a mí los niños, y no se lo estorbéis, porque de ellos y de los que se semejan a ellos es el Reino de Dios".

No se trata pues tan sólo de un amor natural, encantador, es una toma de posición teológica, como diríamos hoy: para Jesús, el Reino de Dios no está reservado exclusivamente a los adultos. Los niños son capaces de entrar en relación con Dios de un modo muy auténtico.

Las comunidades primitivas, a las que Marcos se dirigía conocían ya la controversia que subsiste aún en nuestros días: ¿hay que bautizar a los niños pequeños, hay que integrarles a la vida de la comunidad litúrgica, hay que hacerles participar de la eucaristía? Ahora bien, el Judaísmo tendía a considerar al niño como cantidad desdeñable durante su tierna edad: la entrada verdadera en la Sinagoga se hacía alrededor de los doce años. Y en la sociedad romana en tiempo de san Marcos, era todavía más rotundo: el niño estaba en una situación de total dependencia de los adultos.

Las tomas de posición de Jesús "en favor de los niños", en este contexto tienen una resonancia capital: el niño no es insignificante, ¡es una persona! Y delante de Dios tiene un valor infinito. Múltiples palabras de Jesús lo prueban.

-En verdad os digo: "quien no acoge el Reino de Dios como lo hace un niño, no entrará en él.

No solamente el niño es capaz de una verdadera relación con Dios... sino que, en este punto preciso se da como ejemplo a los adultos.

Tratemos de comprender bien la profundidad de este texto capital: no es una exhortación a cualquier infantilismo, ni siquiera una nostalgia de la inocencia y del frescor puro de nuestros años jóvenes... Es una invitación a ponernos en relación con Dios en una total "dependencia" de El: el niño es aquí el símbolo de la disponibilidad, de la dependencia, de la obediencia. El niño no calcula, se da todo él, de una pieza, sin discutir, sin hacer comentarios... mientras que el adulto tiende a perderse en el análisis complicado de sus razonamientos.

El niño dado como ejemplo a los adultos es el que se echa en brazos de su madre y ¡que confía plenamente en ella... para todo! El niño no puede vivir si no es amado. Vive de este amor. Depende vitalmente de este amor. Es para él una cuestión de vida o muerte.

Pues bien, Jesús nos dice: sed así ante vuestro Padre del cielo. Es también una cuestión de vida o muerte: "¡el que no acepta el Reino como lo hace un niño, no entrará en él!" Hay toda una concepción teológica sobre la "gracia", sobre la vida sobrenatural, en esta fórmula aparentemente tan benigna y tan sencilla.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 1
EVANG. DE ADVIENTO A PENTECOSTÉS
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 344 s.