¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra
de Dios y el comentario, en este Domingo 1º de
Cuaresma - Ciclo B.
Dios nos bendice...
Primera lectura
Lectura del libro del Génesis (9,8-15):
Dios dijo a Noé y a sus hijos: «Yo hago un pacto con vosotros y con vuestros descendientes, con todos los animales que os acompañaron: aves, ganado y fieras; con todos los que salieron del arca y ahora viven en la tierra. Hago un pacto con vosotros: el diluvio no volverá a destruir la vida, ni habrá otro diluvio que devaste la tierra.»
Y Dios añadió: «Ésta es la señal del pacto que hago con vosotros y con todo lo que vive con vosotros, para todas las edades: pondré mi arco en el cielo, como señal de mi pacto con la tierra. Cuando traiga nubes sobre la tierra, aparecerá en las nubes el arco, y recordaré mi pacto con vosotros y con todos los animales, y el diluvio no volverá a destruir los vivientes.»
Palabra de Dios
Dios dijo a Noé y a sus hijos: «Yo hago un pacto con vosotros y con vuestros descendientes, con todos los animales que os acompañaron: aves, ganado y fieras; con todos los que salieron del arca y ahora viven en la tierra. Hago un pacto con vosotros: el diluvio no volverá a destruir la vida, ni habrá otro diluvio que devaste la tierra.»
Y Dios añadió: «Ésta es la señal del pacto que hago con vosotros y con todo lo que vive con vosotros, para todas las edades: pondré mi arco en el cielo, como señal de mi pacto con la tierra. Cuando traiga nubes sobre la tierra, aparecerá en las nubes el arco, y recordaré mi pacto con vosotros y con todos los animales, y el diluvio no volverá a destruir los vivientes.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 24,4bc-5ab.6-7bc.8-9
R/. Tus sendas, Señor, son misericordia y lealtad
para los que guardan tu alianza
Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R/.
Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas.
Acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor. R/.
El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R/.
R/. Tus sendas, Señor, son misericordia y lealtad
para los que guardan tu alianza
Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R/.
Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas.
Acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor. R/.
El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R/.
Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (3,18-22):
Cristo murió por los pecados una vez para siempre: el inocente por los culpables, para conduciros a Dios. Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida. Con este Espíritu, fue a proclamar su mensaje a los espíritus encarcelados que en un tiempo habían sido rebeldes, cuando la paciencia de Dios aguardaba en tiempos de Noé, mientras se construía el arca, en la que unos pocos, ocho personas, se salvaron cruzando las aguas. Aquello fue un símbolo del bautismo que actualmente os salva: que no consiste en limpiar una suciedad corporal, sino en impetrar de Dios una conciencia pura, por la resurrección de Jesucristo, que llegó al cielo, se le sometieron ángeles, autoridades y poderes, y está a la derecha de Dios.
Palabra de Dios
Cristo murió por los pecados una vez para siempre: el inocente por los culpables, para conduciros a Dios. Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida. Con este Espíritu, fue a proclamar su mensaje a los espíritus encarcelados que en un tiempo habían sido rebeldes, cuando la paciencia de Dios aguardaba en tiempos de Noé, mientras se construía el arca, en la que unos pocos, ocho personas, se salvaron cruzando las aguas. Aquello fue un símbolo del bautismo que actualmente os salva: que no consiste en limpiar una suciedad corporal, sino en impetrar de Dios una conciencia pura, por la resurrección de Jesucristo, que llegó al cielo, se le sometieron ángeles, autoridades y poderes, y está a la derecha de Dios.
Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,12-15):
En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios.
Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»
Palabra del Señor
En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios.
Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»
Palabra del Señor
Comentario
Desde el “miércoles de ceniza”, con la señal de la santa cruz
marcada sobre nuestra frente y con la frase “conviértete y cree en el
Evangelio” –la misma dicha por Jesús al iniciar su predicación–, hemos sido
exhortados a reorientarnos hacia Dios y renovar nuestra fe en su buena noticia
de salvación. El Evangelio de hoy termina con la misma exhortación, y las tres
lecturas bíblicas nos plantean tres temas de reflexión: la alianza del Creador
con la humanidad (Génesis 9, 8-15), las tentaciones que tuvo Jesús para
enseñarnos a vencerlas (Marcos 1, 12-13), y la renovación de la gracia que
recibimos en el bautismo (1 Pedro 3, 18-22).
1. Dios quiere establecer una alianza con la humanidad
Los relatos de los primeros nueve capítulos del libro del Génesis,
desde la creación del universo y del ser humano, pasando por el “pecado
original” y sus consecuencias inmediatas, hasta el diluvio del cual fueron
salvados Noé con su familia y un resto de las demás criaturas, son narraciones
simbólicas que nos muestran a un Dios compasivo que no quiere la destrucción
del ser humano sino su renovación.
Para ello establece con Noé y sus descendientes –es decir, con
toda la humanidad– un pacto cuyo signo es el arco iris (Génesis 9, 8-15). Más
adelante en el mismo libro del Génesis, Dios mismo insistirá en su voluntad
inquebrantable de alianza con el ser humano al revelarse a los patriarcas
Abraham, Isaac y Jacob (siglo XVIII a.C.), y en los libros del Éxodo y del
Deuteronomio al manifestársele al pueblo de Israel por medio de Moisés con la
promulgación de los diez mandamientos (siglo XII a.C.).
Posteriormente, a través de los profetas, el Señor recordará el
sentido de esa alianza que Él quiere mantener, buscando siempre caminos para el
logro de una plena reconciliación de sus criaturas con Él y entre ellas. Así
deberíamos también actuar nosotros: nunca darnos por vencidos en la búsqueda de
una sociedad reconciliada, en la que se respete la vida y sepamos todos
convivir como hermanos, hijos de un mismo Creador.
2. Jesús es sometido a la tentación para enseñarnos a vencer las
fuerzas del mal
Después de ser proclamado como el “Hijo amado” de Dios en el
bautismo recibido de Juan, y luego del encarcelamiento de éste por orden del
rey Herodes, encontramos a Jesús en el desierto de Judea, dedicado a un retiro
espiritual de 40 días. Este número 40, de donde se deriva el nombre de la
“Cuaresma”, que es el tiempo litúrgico iniciado el miércoles de ceniza, evoca
los 40 años de la duración del diluvio según el libro del Génesis (7, 17), como
también los 40 días que estuvo Moisés en el monte Sinaí comunicándose con Dios
(Éxodo 24, 18), los 40 años que duró la peregrinación del pueblo hebreo por el
desierto hacia la tierra prometida (Éxodo y Deuteronomio), y los 40 días de
camino del profeta Elías por el mismo desierto hacia el monte Horeb -otro
nombre del Sinaí- para encontrarse con Dios (1 Reyes 19, 8 14).
Los tres evangelistas que narran tanto el bautismo de Jesús como
su retiro al desierto, Marcos, Mateo y Lucas, indican que Jesús fue al desierto
impulsado por el Espíritu. Lucas agrega el adjetivo “Santo”. Fue un retiro motivado
por el aliento vital de Dios, al que luego reconocería la Iglesia como la
tercera persona de la Santísima Trinidad. Y es precisamente con el poder del
mismo Espíritu Santo como Jesús vence la tentación que proviene de “Satanás”,
palabra que significa “adversario” y con la que es denominado en los Evangelios
el poder del mal que se opone al Reino de Dios y pretende destruirlo. El relato
de Marcos es el más breve. No precisa cómo fue tentado Jesús, como sí lo hacen
Mateo y Lucas narrando tres tipos de tentación, pero incluye un detalle
significativo: estuvo “viviendo entre las fieras”. Así presenta a Jesús como un
nuevo Adán, capaz de triunfar sobre la tentación original: la del egoísmo que
lleva al ser humano a dejar de reconocerse como criatura para pretender “ser
como Dios”.
También nosotros, especialmente en este tiempo de la Cuaresma,
somos invitados a dejarnos mover por el Espíritu Santo hacia espacios de
“desierto”, es decir, de silencio interior y desapego de todo cuanto nos impide
comunicarnos con Dios, con el fin de hacer una revisión a fondo de nuestras
vidas y recibir la fuerza divina requerida para resistir y vencer las
tentaciones, y reorientar nuestra vida hacia Él.
3. Dispongámonos a ser renovados con la gracia de Dios recibida en
el bautismo
Jesús proclamó la cercanía del Reino de Dios, es decir, el poder
del Amor, disponible para nosotros si nos dejamos impulsar por el Espíritu
Santo. Es Cristo mismo, quien “murió por nuestros pecados una vez para
siempre (…) para conducirnos a Dios” , como dice la primera carta de
Pedro en la segunda lectura, el que con la misma paciencia que Dios siempre ha
tenido “desde los tiempos de Noé” para ofrecer a toda la humanidad su
misericordia infinita, nos invita a reconocer nuestra necesidad de salvación.
Expresemos pues nuestra sincera voluntad de conversión dándole un
sentido auténtico a la Cuaresma: revisando en qué tenemos que cambiar para
reorientar nuestra existencia al cumplimiento de la voluntad de Dios (hágase
tu voluntad así en la tierra como en el cielo) , implorando su
misericordia con la intención de ser también nosotros compasivos con los
demás (perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos…),
pidiendo la fuerza de su Espíritu para vencer todo cuanto se oponga al plan de
Dios en nuestra vida (no nos dejes caer en la tentación y líbranos del
mal) , y disponiéndonos a compartir solidariamente con los necesitados
aquello de lo que podemos privarnos, para realizar efectivamente la
comunicación de bienes a la que se nos invita en este tiempo de preparación
para celebrar la Semana Santa, en la cual conmemoraremos de manera especial los
acontecimientos de la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor
Jesucristo.
El mensaje del Domingo
Gabriel Jaime Pérez Montoya, S.J