domingo, 6 de junio de 2010

LA EUCARISTÍA, SACRAMENTO DE LA FRATERNIDAD

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Domingo en que celebramos la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 9, 11 - 17

11Pero las gentes lo supieron, y le siguieron; y él, acogiéndolas, les hablaba acerca del Reino de Dios, y curaba a los que tenían necesidad de ser curados. 12Pero el día había comenzado a declinar, y acercándose los Doce, le dijeron: Despide a la gente para que vayan a los pueblos y aldeas del contorno y busquen alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar deshabitado.
13El les dijo: Dadles vosotros de comer. Pero ellos respondieron: No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente. 14Pues había como 5.000 hombres. El dijo a sus discípulos: Haced que se acomoden por grupos de unos cincuenta. 15Lo hicieron así, e hicieron acomodarse a todos. 16Tomó entonces los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición y los partió, y los iba dando a los discípulos para que los fueran sirviendo a la gente. 17Comieron todos hasta saciarse. Se recogieron los trozos que les habían sobrado: doce canastos.

Comentario

Hoy la liturgia nos regala la oportunidad de reconocer a Jesús vivo y presente en el pan eucarístico, es la fiesta de su Cuerpo y de su Sangre, el alimento de vida eterna que los cristianos debemos recibir y adorar con profundo cariño.

El Evangelio de Lucas nos ayuda a tomar conciencia de este maravilloso don, pues la multiplicación de los panes que se reparten a la gente es reflejo de la Eucaristía donde la comunidad cristiana anuncia la muerte y resurrección del Señor y asume un compromiso solidario en el compartir el pan, la vida y el amor.

El pan es repartido a los pobres de Dios y a los necesitados del mundo pero en fraternidad. Del gesto del Señor debemos sacar como lección que la Eucaristía nos debe llevar a un compromiso por los pobres, por tanto, debe ser asumido por toda la comunidad cristiana que celebra la Cena del Señor.

Nosotros no podemos realizar el prodigio de multiplicar los panes, pero sí podemos repartir lo nuestro con los demás, tenemos tanto amor, tanto cariño que multiplicar, practicando la solidaridad con los más desheredados. Cada uno desde sus posibilidades y quizá hasta de su propia pobreza; ihay tanta necesidad!: de alimento, de vivienda, de trabajo, de cultura, de religión, de dignidad personal y derechos humanos, del calor familiar, de una mano amiga...

Si no fuera así hemos caído en la rutina de la misa dominical; hagámonos conscientes: hoy en el "Día de la Caridad" Dios nos ha amado tanto que se ha quedado en el pan eucarístico para que descubramos cuánto nos ama y cómo debemos amar a los hermanos.

Hoy al decir Amén, después de comulgar "El Cuerpo de Cristo" recordemos que nuestra respuesta debe ser un sí rotundo al amor fraterno del cual la eucaristía debe ser ante los demás un signo visible y eficaz.

C. E. de Liturgia
Perú
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