Jesús alerta a los suyos
acerca del tipo de disposición con que se debe llegar al Padre, en el momento
de la oración. En esos instantes se hace preciso un profundo recogimiento, para
que esta comunión se convierta en una verdadera toma de conciencia y no en un
acto de exhibición, donde sean más importantes los rituales que la
transparencia espiritual. Es precisamente esta transparencia espiritual la que
dispone a hacer la voluntad de Dios.
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario,. En este martes de la I Semana de Cuaresma.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Mateo
6,7-15.Jesús dijo a sus discípulos: Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan. Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido. No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal. Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.
Comentario
Para los judíos entregados
al legalismo, el mayor de los absolutos era el cumplimiento de la Ley. La Ley
era la mediación entre Dios y los hombres. Si ésta no se guardaba, era
imposible pensar en la salvación. Esto comenzó a establecer distancias entre
Jesús y la oficialidad judía del Templo. Eran dos visiones contradictorias en
la manera de ver y sentir al ser humano. Para Jesús la Ley debía estar al
servicio del ser humano y no viceversa.
Jesús trató de situar a su
comunidad en el corazón del Reino, estableciendo en ella valores de justicia
que reflejaran la voluntad del Padre. En la medida en que la justicia fuera
siendo aceptada, el Padre sería más plenamente santificado y se cumpliría mejor
su voluntad. Para Jesús el acontecimiento del Reino no está pensado en el más
allá si no que tiene que comenzar aquí. Por eso hay que pensar en cómo obtener
el pan cotidiano y en cómo dar y obtener el perdón de toda deuda, para que así
pueda haber fraternidad y nivelación social.
Así mismo, hay que pedirle
a Dios nos ayude a destruir el egoísmo, que nos lleva a entregarnos en manos
del Maligno, fuerza negativa que se afianza en el poder y que destruye toda
fraternidad.
Servicio
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