¡Amor
y paz!
Los
invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, con el método de la lectio
divina, en este jueves después de la Epifanía.
Dios
nos bendice...
Lectio
Divina: Lucas 4,14-22a
Lectio
Jueves
9 de enero de 2020
1)Oración inicial
¡Oh
Dios, que por medio de tu Hijo has hecho clarear para todos los pueblos la
aurora de tu eternidad!, concede a tu pueblo reconocer la gloria de su Redentor
y llegar un día a la luz eterna. Por nuestro Señor. Amén
2)
Lectura
Del
santo Evangelio según Lucas 4,14-22a
Jesús
volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu y su fama se extendió por toda la
región. Iba enseñando en sus sinagogas, alabado por todos.
Vino a Nazaret, donde se había criado, entró, según su costumbre, en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías, desenrolló el volumen y halló el pasaje donde estaba escrito:
El Espíritu del Señor sobre mí,
porque me ha ungido
para anunciar a los pobres la Buena Nueva,
me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos
y la vista a los ciegos,
para dar la libertad a los oprimidos
y proclamar un año de gracia del Señor.
Enrolló el volumen, lo devolvió al ministro y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él. Comenzó, pues, a decirles: «Esta Escritura que acabáis de oír se ha cumplido hoy.» Y todos daban testimonio de él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca.
Vino a Nazaret, donde se había criado, entró, según su costumbre, en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías, desenrolló el volumen y halló el pasaje donde estaba escrito:
El Espíritu del Señor sobre mí,
porque me ha ungido
para anunciar a los pobres la Buena Nueva,
me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos
y la vista a los ciegos,
para dar la libertad a los oprimidos
y proclamar un año de gracia del Señor.
Enrolló el volumen, lo devolvió al ministro y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él. Comenzó, pues, a decirles: «Esta Escritura que acabáis de oír se ha cumplido hoy.» Y todos daban testimonio de él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca.
3)
Reflexión
•
Animado por el Espíritu Santo, Jesús vuelve a Galilea e inicia a anunciar la
Buena Noticia del Reino de Dios. Yendo por las comunidades y enseñando en las
sinagogas llega a Nazaret, donde se había criado. Volvía a la comunidad en la
que, desde pequeño, había participado en las celebraciones durante treinta
años. El sábado siguiente, según acostumbraba, va a la sinagoga para estar con
la gente y participar en la celebración.
•
Jesús se levanta para hacer la lectura. Escoge el texto de Isaías que habla de
los pobres, de los presos, de los ciegos y de los oprimidos. El texto refleja
la situación de la gente de Galilea en el tiempo de Jesús. En nombre de Dios,
Jesús toma postura en defensa de su pueblo y, usando las palabras de Isaías,
define su misión: anunciar la Buena Nueva a los pobres, proclamar la libertad a
los cautivos y a los ciegos que pronto van a ver, despedir libres a los
oprimidos. Retomando la antigua tradición de los profetas, proclama “un año de
gracia del Señor”. Proclama un año de jubileo. Jesús quiere reconstruir la
comunidad, el clan, para que fuera de nuevo expresión de su fe en Dios. Así que
si Dios es Padre/Madre, todos y todas debemos ser hermanos y hermanas unos de
otros.
•
En el antiguo Israel, la gran familia o el clan o la comunidad,
era la base de la convivencia social. Era la protección de las familias y de
las personas, la garantía de la posesión de la tierra, el cauce principal de la
tradición y de la defensa de la identidad del pueblo. Era la forma concreta en
que el amor de Dios se encarnaba en el amor del prójimo. Defender el clan, la
comunidad, era lo mismo que defender la Alianza con Dios. En la Galilea del
tiempo de Jesús, un doble cautiverio marcaba la vida de la gente y estaba
contribuyendo en la desintegración del clan, de la comunidad: el
cautiverio de la política del gobierno de Herodes Antipas (4 aC a 39 dC) y el
cautiverio de la religión oficial. A causa del sistema de explotación y de
represión de la política de Herodes Antipas, apoyada por el Imperio Romano,
muchas personas eran excluidas, quedaban sin hogar y sin empleo (Lc 14,21; Mt
20,3.5-6). El clan, la comunidad, se quedó debilitada. Las
familias y las personas quedaron sin ayuda, sin defensa. Y la religión oficial,
mantenida por las autoridades religiosas de la época, en vez de fortalecer la
comunidad, para que pudiera acoger a los excluidos, reforzó aún más ese
cautiverio. La Ley de Dios se usaba para legitimar la exclusión de mucha gente:
mujeres, niños, samaritanos, extranjeros, leprosos, poseídos, publicanos,
enfermos, mutilados, parapléjicos. Era el contrario de la fraternidad que Dios
¡soñó para todos! Así que, tanto la coyuntura política y económica como la
ideología religiosa, todo conspiraba para debilitar la comunidad local e
impedir la manifestación del Reino de Dios. El programa de Jesús, basado en el
profeta Isaías, ofrecía una alternativa.
•
Terminada la lectura, Jesús actualiza el texto y lo enlaza con la vida del
pueblo diciendo:“¡Hoy se cumplen estas profecías que acaban de
escuchar!” Su manera de enlazar la Biblia con la vida de la gente, produce una
doble reacción. Algunos creen y quedan admirados. Otros tienen una reacción de
descrédito. Quedan escandalizados y no quieren saber nada de él. Dicen: “¿No es
éste el hijo de José?” (Lc 4,22) ¿Por qué se quedan escandalizados? Porque
Jesús habla de acoger a los pobres, a los ciegos, a los oprimidos. Pero ellos
no aceptan su propuesta. Y así, cuando Jesús presenta su proyecto de acoger a
los excluidos, ¡él mismo es excluido!
4)
Para la reflexión personal
•
Jesús enlaza la fe en Dios con la situación social de su pueblo. Y yo, ¿cómo
vivo mi fe en Dios?
• ¿En el lugar donde vivo hay ciegos, presos, oprimidos? ¿Qué hago yo?
• ¿En el lugar donde vivo hay ciegos, presos, oprimidos? ¿Qué hago yo?
5)
Oración final
¡Que
su fama sea perpetua,
que dure tanto como el sol!
¡Que sirva de bendición a las naciones,
y todas lo proclamen dichoso! (Sal 72,17).
que dure tanto como el sol!
¡Que sirva de bendición a las naciones,
y todas lo proclamen dichoso! (Sal 72,17).
Orden
de los Carmelitas