viernes, 4 de junio de 2010

¿SI JESÚS ES HIJO DE DAVID, POR QUÉ ÉSTE LO LLAMA ‘SEÑOR’?

¡Amor y paz!

Cuarta discusión de Jesús con los representantes de las sectas judías, que esta vez son los
fariseos. Inmediatamente toma la iniciativa y orienta el tema hacia los orígenes del Mesías.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Viernes de la IX Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 12,35-37.

Jesús se puso a enseñar en el Templo y preguntaba: "¿Cómo pueden decir los escribas que el Mesías es hijo de David? El mismo David ha dicho, movido por el Espíritu Santo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies. Si el mismo David lo llama 'Señor', ¿Cómo puede ser hijo suyo?". La multitud escuchaba a Jesús con agrado.

Comentario

a) Jesús también sabe hacer preguntas comprometidas. Esta vez es él el que pone en apuros a sus interlocutores.

Al rey David se le prometió que de su casa, de su descendencia, vendría el Mesías. Pero en el Salmo 109 («Oráculo del Señor a mi señor»), que se atribuía a David, éste le llama «Señor» a su descendiente y Mesías. ¿Cómo puede ser hijo y a la vez señor de David?

La respuesta hubiera podido ser sencilla por parte de los letrados: el Mesías, además de ser descendiente de la familia de David, sería también el Hijo de Dios, sentado a la derecha de Dios. Pero eso no lo podían reconocer. Sus ojos estaban cegados para ver tanta luz.

b) Jesús de Nazaret, el Mesías, el hijo de David, es el Señor, el Hijo de Dios. En todo el evangelio de Marcos estaba resonando esta pregunta: ¿quién es en realidad Jesús?

Nosotros respondemos fácilmente: Jesús es el Señor y el Hijo de Dios. El mismo nos ha dicho que él es la luz, el camino, la verdad, la vida, el maestro, el pastor. No sólo sabemos responder eso, sino que hemos programado nuestra vida para seguirle fielmente, y aceptar su proyecto de vida, vivir y pensar como él.

En eso consiste sobre todo nuestra fe en Cristo. No sólo en saber cosas de él. Sino en seguirle: o sea, hacer nuestros los valores que él aprecia, imitar sus grandes actitudes vitales, su amor de hijo a Dios, su libertad interior, su entrega por los demás, su esperanza optimista en las personas y en la vida...

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 256-259
www.mercaba.org