martes, 23 de noviembre de 2010

Alegrémonos: ¡vendrá el reinado eterno de Dios!

¡Amor y paz!

A partir de hoy, y hasta el sábado, leemos el "discurso escatológico" de Jesús, que nos habla de los acontecimientos futuros y los relativos al fin del mundo. Lo que es coherente con esta semana, la última del Año Litúrgico, que hemos iniciado con la solemnidad de Cristo Rey del Universo.

Jesús nos habla hoy de falsos mesías, guerras y revoluciones, terremotos, peste y hambre en diversos lugares, cosas espantosas y grandes señales en el cielo. Sin embargo, el mensaje de Jesús es claro: no tengan miedo, no se alarmen, estén tranquilos. Jamás puede ser catastrófico el triunfo de Dios sobre la muerte

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la XXXIV Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 21,5-11.
Y como algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: "De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido". Ellos le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?". Jesús respondió: "Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: 'Soy yo', y también: 'El tiempo está cerca'. No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin". Después les dijo: "Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo. 
Comentario
Las palabras que Jesús pronuncia en el evangelio de hoy introducen el discurso escatológico de Lucas, con el que -al igual que Mateo y Marcos- Lucas concluye la predicación de Jesús en Jerusalén. El comienzo alude a la destrucción del templo que, en la tradición profética, es siempre consecuencia de la ruptura de la alianza por parte del pueblo (cf Ez 10,18). Viene luego un mensaje de alerta sobre los signos que acompañarán el final. Hay algunos signos claramente engañosos: la aparición de falsos mesías, la indicación precisa del tiempo. Frente a estos signos, el mensaje de Lucas es neto: el fin no vendrá inmediatamente. De esta forma el evangelista pretendía corregir la fiebre mesiánica que dominaba en algunos sectores de las iglesias de su tiempo.

Las palabras relativas al destino que aguarda al templo sintetizan el material procedente de Marcos. Por otra parte, el Jesús de Lucas no está sentado en el monte de los Olivos, frente al templo, sino que permanece dentro de él. La perícopa referida a los signos antes del fin establece un claro contraste entre lo que tiene que ocurrir "primero" y el "final". De esta manera, a diferencia de Mateo, Lucas no se refiere al final del mundo sino a la destrucción del templo de Jerusalén.

Hoy podemos detenernos en la consideración de los "signos engañosos". Hay muchas personas angustiadas por causa de personas y grupos que se aprovechan de la religiosidad (y, con frecuencia, de la credulidad) de muchas gentes sencillas. No faltan en algunos medios de comunicación mensajes aterradores que interpretan algunos acontecimientos actuales como signos de la cólera divina y anticipo del final del mundo. Hace algunos años se hablaba del SIDA como castigo de Dios. Calificativos parecidos han recibido el fenómeno meteorológico del "Niño" y otros sucesos llamativos. La necesidad de verse libres de estas amenazas provoca una fiebre de fenómenos pseudomilagrosos: falsas apariciones marianas, proliferación de líderes carismáticos con propuestas estrafalarias, ritos de desagravio... Estos "terrores", inducidos a veces de manera diabólica, no responden a una lectura cristiana de la Palabra de Dios.

El final es un acontecimiento de gracia, un triunfo del Dios de la Vida sobre todas las fuerzas de muerte. Los verdaderos signos son aquellos que nos ayudan a despertarnos, a tomar conciencia de la gracia del Señor que ya está entre nosotros y a disponernos a acogerla con alegría y confianza.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)