lunes, 31 de mayo de 2010

QUIEN TENGA A DIOS CONSIGO QUE LO COMUNIQUE A LOS DEMÁS

¡Amor y paz!

Concluye el mes de mayo y hoy contemplamos el hecho de la Visitación de la Virgen María a su prima Isabel. Tan pronto como le ha sido comunicado que ha sido escogida por Dios Padre para ser la Madre del Hijo de Dios y que su prima Isabel ha recibido también el don de la maternidad, marcha decididamente hacia la montaña para felicitar a su prima, para compartir con ella el gozo de haber sido agraciadas con el don de la maternidad y para servirla.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este lunes en que celebramos la fiesta de la Visitación de la Virgen María.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 1,39-56.

En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá.
Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor". María dijo entonces: "Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen.
Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre". María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.

Comentario

Terminamos el mes de mayo con la fiesta de la Visitación de la Virgen. Sobre este episodio, relatado con sobriedad en el evangelio de Lucas, se han hecho todo tipo de consideraciones. Yo quisiera fijarme sólo en dos palabras, que en el original griego suenan así: "metà spoudés". Las Biblias suelen traducir: "de prisa", "con prontitud". La palabra griega "spoudé" tiene muchos otros significados: celo, diligencia, empeño, cuidado, seriedad, dignidad. Ya sé que, desde un punto de vista exegético, éste no es el vértice del relato lucano, pero quisiera contemplar hoy a María como la mujer que se pone en camino con dignidad, con cuidado, con prontitud. No lo hace por satisfacer una necesidad personal (la de sentirse útil, la de quedar bien, la de ser alabada) sino por responder a una necesidad que, en cierto modo, rompe sus planes. Y lo hace con dignidad (no como una esclava sino como una hermana), con cuidado (no de cualquier manera sino poniendo atención en los detalles), con prontitud (no de mala gana sino con espíritu alegre y bien dispuesto).

¿No es un poco pobre reducir la fiesta de hoy a una silueta que nos enseña cómo ser mejores? ¡No! Es que contemplando a María de este modo, entendemos hasta dónde puede fructificar en los seres humanos la gracia de Dios, qué tipo de humanidad surge cuando Dios "agracia" a una persona dispuesta a acoger su don.

"Señor, a veces hago algunas cosas por los demás, pero no siempre con "spoudé". Me parezco poco a tu Madre. Y, sin embargo, ¡deseo tanto ser como ella! Gracias por ayudarme a mantener vivo mi deseo".

Gonzalo Fernández, cmf
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domingo, 30 de mayo de 2010

LA SANTÍSIMA TRINIDAD ES UNA COMUNIDAD DE AMOR

¡Amor y paz!

Desde que fuimos bautizados "en el nombre el Padre y del Hijo y del Espíritu Santo", vivimos en comunión personal, de relación e intercambio, con el Padre, con el Hijo, con el Espíritu Santo. ¿Qué significa esto para nuestra vida de cada día?

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Domingo en que celebramos la solemnidad de la Santísima Trinidad.

Pidámosle a Dios, Uno y Trino, que bendiga y oriente a Colombia y a los colombianos en este día en que se realizan las elecciones presidenciales.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Juan 16,12-15.

Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora.
Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo. Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes. Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: 'Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes'.


Comentario

La teología considera los dos últimos versículos de este texto evangélico como uno de los más claros de la Escritura sobre la unidad de naturaleza y la distinción de personas en la Trinidad, y sobre la procedencia del Espíritu, del Padre y del Hijo. La frase "todo lo que es del Padre es mío" se refiere, directamente, sólo a la verdad revelada por Dios, pero indirectamente se puede entender también en relación con la naturaleza divina, ya que la unidad de naturaleza es la razón última para que el Padre, el Hijo y el Espíritu posean la verdad en común.

Es preciso buscar en el Nuevo Testamento qué significa creer en la Trinidad, qué representa en concreto para la vida de los hombres. Porque no podemos olvidar que toda verdad de nuestra fe, toda afirmación del credo, son realidades de vida.

Todos los hombres tenemos la experiencia de ser individuos que no se confunden con nada ni con nadie, irrepetibles. Nuestra propia intimidad es como una isla inabordable, que nos hace ser diversos, inconfundibles. Pero, a la vez, sentimos una irresistible tendencia al amor, a la amistad, a relacionarnos. Sentimos la necesidad de los demás para ser nosotros mismos. Somos diversos, pero sentimos la llamada a vivir en comunión. Estas tendencias de las personas se repiten en los pueblos y en toda la creación.

Conforme avanza la ciencia y la técnica, se va descubriendo cada vez mejor la tendencia a la unidad que existe en el universo. Nuestro mundo y nosotros somos así, porque somos creación de un Dios trino. ¿No deja el artista parte de su propio ser en su obra?

Hemos sido creados para compartir, para complementarnos unos a otros. Nada podemos hacer solos. Todo se explica y se realiza por la comunicación y la colaboración de unos hombres con otros. No podemos vivir ni un solo día de nuestra existencia sin la ayuda de los demás. ¿Cuántas personas colaboran constantemente para que podamos alimentarnos, vestirnos...? Es necesario que nos hagamos conscientes de ello para intuir algo de esa vida trinitaria presente en lo más profundo de la creación. En la raíz del ser humano existe la añoranza de una realidad trinitaria -comunitaria-. Nuestra intimidad personal incluye unas aspiraciones inagotables a la común-unión, porque cada ser humano es la imagen viva de Dios (Gn 1,26-27).

El misterio más profundo de Dios, el dogma más vital, está presente en las aspiraciones y esperanzas más hondas y auténticas del ser humano. Toda la humanidad está implicada en la realidad trinitaria. Dios nos ha creado semejantes a Él y quiere que seamos, por opción libre nuestra, fieles a esa semejanza. La Trinidad es la raíz, la fuente y la meta de nuestra fraternidad humana.

Dios vive una vida semejante a como debería ser la nuestra: vida de familia, de comunicación, de entrega de la propia vida.

El misterio -realidad llena de vida- de la Trinidad nos tiene que ayudar para rechazar ese Dios que nos hemos imaginado tantas veces: un ser autosuficiente, dominador de todo, totalmente solitario en su cielo, rico...

El Dios trino es un Dios cercano, que se comunica, que se da. Una realidad de vida que intentamos describir con nuestro lenguaje, siempre limitado y deficiente, aproximativo, y que es el núcleo fundamental del cristianismo. Es verdad que el ser de Dios supera nuestra comprensión, que no lo podemos demostrar ni definir, pero sí podemos vivir inmersos en él.

Nos equivocamos cuando pretendemos reducir la Trinidad a fríos razonamientos. Lo que debemos hacer es vivir atentos a su existencia dentro de nosotros (Jn 14,23). Creer en Dios como Padre, Hijo y Espíritu, no es saber unas fórmulas, sino vivir en comunión con ellos. Un Padre, un Hijo y un Espíritu que se nos revelan en continua relación de amor, de comunicación, de fecundidad, de diálogo... Manifestamos nuestra fe en la Trinidad a través del amor, de la comunicación, de la fecundidad, del diálogo... que mantengamos unos con otros. El hombre que vive como hijo de Dios y hermano de todos los hombres, fruto de su libertad interior, ha encontrado la razón de su vida; experimenta la Trinidad al vivir como hijo del Padre, siguiendo al Hijo, guiado por el Espíritu .

FRANCISCO BARTOLOMÉ GONZÁLEZ
ACERCAMIENTO A JESÚS DE NAZARET- 4 PAULINAS/MADRID 1986.Págs. 217-222
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sábado, 29 de mayo de 2010

¿DE DÓNDE VIENE LA AUTORIDAD DE JESÚS?

¡Amor y paz!

Jesús responde hoy con otra pregunta a quienes detentan el poder. Los indaga sobre Juan. Es posible que el sentido de su interrogante sea algo como: "¿entendieron ustedes el mensaje de Juan?". Porque quien no entiende el mensaje del arrepentimiento no entiende el mensaje de la gracia. La gracia no significa nada para quien cree que no la necesita. El alimento no significa nada para quien dice estar satisfecho.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado de la 8a.
Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 11,27-33.

Y llegaron de nuevo a Jerusalén. Mientras Jesús caminaba por el Templo, los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos se acercaron a él y le dijeron: "¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿O quién te dio autoridad para hacerlo?". Jesús les respondió: "Yo también quiero hacerles una sola pregunta. Si me responden, les diré con qué autoridad hago estas cosas.
Díganme: el bautismo de Juan, ¿venía del cielo o de los hombres?". Ellos se hacían este razonamiento: "Si contestamos: 'Del cielo', él nos dirá: '¿Por qué no creyeron en él?'. ¿Diremos entonces: "De los hombres'?". Pero como temían al pueblo, porque todos consideraban que Juan había sido realmente un profeta, respondieron a Jesús: "No sabemos". Y él les respondió: "Yo tampoco les diré con qué autoridad hago estas cosas".


Comentario

Esta vez se acercan a Jesús representantes de los tres poderes: el religioso (sumos sacerdotes), el ideológico (letrados) y el económico (senadores, por lo común, saduceos que conformaban la aristocracia civil). Lo que van a preguntarle debe tener gran importancia, pues afecta a todos por igual. Están preocupados seriamente por saber con qué autoridad actúa Jesús y de quién proviene su autoridad, pues su modo de hablar y de actuar de Jesús cuestiona el de ellos y su autoridad.

Jesús, consciente de la mala voluntad de quienes le preguntan, les responde con una pregunta que desenmascara su manera de proceder ambigua: El bautismo de Juan, les pregunta, ¿era cosa de Dios o cosa humana? Contéstenme. Pero ellos no responden, porque si dicen que era cosa de Dios, serían responsables de no haberse convertido, y si cosa humana, la gente se les echaría encima porque consideraban a Juan un profeta.

Por eso, a quien se niega a dialogar dando la callada por respuesta, Jesús no dará respuesta alguna. Él sabe de sobra que lo único que les interesa es conservar su poder y continuar aprovechándose del pueblo. Y ellos intuyen que Jesús los conoce. Así que por el momento tendrán que seguir tolerando la enseñanza de Jesús hasta que encuentren el momento de entregarlo a traición y consigan condenarlo a muerte embaucando y engañando al pueblo. El poder tiene siempre una estrategia de ambigüedad pretendida con la única finalidad de perpetuarse a cualquier precio. ¿Somos conscientes de ello?

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)
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viernes, 28 de mayo de 2010

‘CUANDO OREN, PERDONEN LO QUE TENGAN CONTRA OTROS’

¡Amor y paz!

Marcos nos presenta el texto de la maldición de la higuera y la expulsión de los mercaderes del templo, inmediatamente después de la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén, centro del poder político y religioso del judaísmo.

Hay muchas enseñanzas en el Evangelio, entre las cuales destacamos el poder de la oración y la necesidad de perdonar a nuestros semejantes, para ser perdonados por el Padre.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Viernes de la Octava Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 11,11-26.

Jesús llegó a Jerusalén y fue al Templo; y después de observarlo todo, como ya era tarde, salió con los Doce hacia Betania. Al día siguiente, cuando salieron de Betania, Jesús sintió hambre. Al divisar de lejos una higuera cubierta de hojas, se acercó para ver si encontraba algún fruto, pero no había más que hojas; porque no era la época de los higos. Dirigiéndose a la higuera, le dijo: "Que nadie más coma de tus frutos". Y sus discípulos lo oyeron. Cuando llegaron a Jerusalén, Jesús entró en el Templo y comenzó a echar a los que vendían y compraban en él. Derribó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas, y prohibió que transportaran cargas por el Templo. Y les enseñaba: "¿Acaso no está escrito: Mi Casa será llamada Casa de oración para todas las naciones? Pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones". Cuando se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas, buscaban la forma de matarlo, porque le tenían miedo, ya que todo el pueblo estaba maravillado de su enseñanza.
Al caer la tarde, Jesús y sus discípulos salieron de la ciudad. A la mañana siguiente, al pasar otra vez, vieron que la higuera se había secado de raíz. Pedro, acordándose, dijo a Jesús: "Maestro, la higuera que has maldecido se ha secado". Jesús le respondió: "Tengan fe en Dios. Porque yo les aseguro que si alguien dice a esta montaña: 'Retírate de ahí y arrójate al mar', sin vacilar en su interior, sino creyendo que sucederá lo que dice, lo conseguirá. Por eso les digo: Cuando pidan algo en la oración, crean que ya lo tienen y lo conseguirán. Y cuando ustedes se pongan de pie para orar, si tienen algo en contra de alguien, perdónenlo, y el Padre que está en el cielo les perdonará también sus faltas". Pero si no perdonan, tampoco el Padre que está en el cielo los perdonará a ustedes.


Comentario

a) Jesús ya llega a Jerusalén. Saltándonos la escena de la entrada solemne -que leemos el Domingo de Ramos- escuchamos hoy la acción simbólica en torno a la higuera estéril y la otra acción, no menos simbólica y valiente, de Jesús arrojando a los mercaderes del Templo.

La higuera no tenía frutos. No era tiempo de higos o ya se le habían gastado. Jesús, con todo, se queja de esa esterilidad. Su lamento nos recuerda el poema de la viña estéril de Isaías 5: «Una viña tenía mi amigo... esperó que diese uvas, pero dio agraces». Jesús pronuncia unas palabras duras contra la higuera: «nunca jamás coma nadie de ti». En efecto, al día siguiente, la higuera se había secado. Si Jesús hizo este gesto es porque apuntaba a otra clase de esterilidad: es el pueblo de Israel, sobre todo sus dirigentes, el árbol que no da los frutos que Dios pedía. Israel ha fracasado. Israel es la higuera seca.

En medio del episodio de la higuera, entre su inicio y su conclusión al día siguiente, Marcos coloca la escena del Templo y el gesto violento de Jesús. También aquí no había motivo evidente para la ira de Jesús: los mercaderes que vendían animales para el sacrificio o cambiaban monedas, estaban en el atrio, contaban con todos los permisos de los responsables y no parecían estorbar el culto.

Lo que hace Jesús es, de nuevo, un gesto simbólico, tal vez no tanto contra los mercaderes, sino contra los responsables del Templo: lo que denuncia es la hipocresía del culto, hecho de cosas exteriores pero sin obras coherentes en la vida. Ya los profetas, como Jeremías, habían atacado la excesiva confianza que tenían los judíos en el Templo y en la realización -eso sí, meticulosa- de sus ritos. El culto tiene que ir acompañado de la fidelidad a la Alianza.

También quiere subrayar Jesús que el culto del Templo debería ser más universal, sin poner trabas a los extranjeros. Los mercaderes hacían que los que venían de fuera tuvieran que cambiar la moneda pagana -considerada impura- por la judía, para poderla ofrecer en el Templo. No sería extraño que en este comercio hubiera además abusos y trampas, aprovechándose de los forasteros. Jesús quiere que el Templo sea «casa de oración para todos los pueblos», lugar de oración auténtica. y no una «cueva de bandidos» y de ajetreo de cosas y comercio.

b) Hoy va de quejas por parte de Jesús. Y lo peor es que también podría estar defraudado de nosotros, por nuestra esterilidad o por el clima de nuestras celebraciones litúrgicas.
¿Se podría decir de nosotros, de cada uno y de la comunidad, que somos una higuera estéril'? Valdría la pena que hiciéramos un alto en nuestro camino y nos dejáramos interpelar por Cristo.

Porque sería triste defraudar a Dios, no dando frutos o dándolos de escasa calidad. El aviso lo
irá repitiendo Jesús en días sucesivos, por ejemplo con la parábola de los viñadores que no hacen producir el campo arrendado. No podemos contentarnos con pensar que los que se sientan en el banquillo de los acusados son los israelitas. Somos también nosotros, en la medida en que no demos los frutos que Dios esperaba.

Nuestro examen tendría que dirigirse también a nuestra manera de realizar el culto.
¿Mereceríamos nosotros un gesto profético parecido de Jesús, purificando nuestras iglesias de toda apariencia de mercantilismo o de acepción de personas? El quería que el Templo fuera «casa de oración para todos» y que no se contaminara con intereses y negocios, ni supusiera una barrera para otras culturas o nacionalidades.

El evangelio de hoy termina, no sólo invitando a la oración llena de fe, sino también a la caridad fraterna, sobre todo el perdón de las ofensas: «Cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas». Es lo que cada día decimos en el Padrenuestro: una de las peticiones más comprometedoras que nos enseñara Jesús.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 230-234
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jueves, 27 de mayo de 2010

SEÑOR JESÚS, HIJO DE DIOS, ¡TEN COMPASIÓN DE MÍ!

¡Amor y paz!

El relato evangélico nos muestra hoy cómo los discípulos no han llegado a la fe y por eso siguen ciegos, enredados pensando en las riquezas y en el poder; creen que ya lo tienen todo y se quieren aprovechar de Jesús para alcanzar poder en su Reino.

En cambio el ciego no tiene ninguna ambición; deja tirado al pie del camino lo poco que tiene, su manto. Sabe que su única necesidad es poder ver, superando así la seguridad, la ambición y el poder de los discípulos.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Jueves de la VIII Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 10,46-52.

Después llegaron a Jericó. Cuando Jesús salía de allí, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo -Bartimeo, un mendigo ciego- estaba sentado junto al camino.
Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: "¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!". Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: "¡Hijo de David, ten piedad de mí!". Jesús se detuvo y dijo: "Llámenlo". Entonces llamaron al ciego y le dijeron: "¡Animo, levántate! El te llama". Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia él. Jesús le preguntó: "¿Qué quieres que haga por ti?". El le respondió: "Maestro, que yo pueda ver". Jesús le dijo: "Vete, tu fe te ha salvado". En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino.

Comentario

La ceguera de este hombre es en el evangelio de Marcos el símbolo de otra ceguera espiritual e intelectual más grave. Sobre todo porque sitúa el episodio en medio de escenas en que aparece subrayada la incredulidad de los judíos y la torpeza de entendederas de los apóstoles.
Como cuando vamos al oculista a hacernos un chequeo de nuestra vista, hoy podemos reflexionar sobre cómo va nuestra vista espiritual. ¿No se podría decir de nosotros que estamos ciegos, porque no acabamos de ver lo que Dios quiere que veamos, o que nos conformamos con caminar por la vida entre penumbras, cuando tenemos cerca al médico, Jesús, la Luz del mundo? Hagamos nuestra la oración de Bartimeo: «Maestro, que pueda ver». Soltemos el manto y demos un salto hacia Él: será buen símbolo de la ruptura con el pasado y de la acogida de la luz nueva que es Él.

También podemos dejarnos interpelar por la escena del evangelio en el sentido de cómo tratamos a los ciegos que están a la vera del camino, buscando, gritando su deseo de ver. Jóvenes y mayores, muchas personas que no ven, que no encuentran sentido a la vida, pueden dirigirse a nosotros, los cristianos, por si les podemos dar una respuesta a sus preguntas. ¿Perdemos la paciencia como los discípulos, porque siempre resulta incómodo el que pide o formula preguntas? ¿O nos acercamos al ciego y le conducimos a Jesús, diciéndole amablemente: «ánimo, levántate, que te llama»?

Cristo es la Luz del mundo. Pero también nos encargó a nosotros que seamos luz y que la lámpara está para alumbrar a otros, para que no tropiecen y vean el camino. ¿A cuántos hemos ayudado a ver, a cuántos hemos podido decir en nuestra vida: «ánimo, levántate, que te llama»

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 226-230
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miércoles, 26 de mayo de 2010

‘EL QUE QUIERA SER GRANDE SEA EL SERVIDOR’

¡Amor y paz!

Para Jesús, el camino de la cruz no es ante todo "sufrir" sino "servir". Y es la regla constitutiva de la comunidad de los discípulos: cada uno debe ser servidor, siervo de todos. Muy distinto sería este mundo si todos nos esforzáramos en servir.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Miércoles de la VIII Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 10,32-45.

Mientras iban de camino para subir a Jerusalén, Jesús se adelantaba a sus discípulos; ellos estaban asombrados y los que lo seguían tenían miedo. Entonces reunió nuevamente a los Doce y comenzó a decirles lo que le iba a suceder: "Ahora subimos a Jerusalén; allí el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas. Lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos: ellos se burlarán de él, lo escupirán, lo azotarán y lo matarán. Y tres días después, resucitará". Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: "Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir". El les respondió: "¿Qué quieren que haga por ustedes?". Ellos le dijeron: "Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria". Jesús les dijo: "No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?". "Podemos", le respondieron. Entonces Jesús agregó: "Ustedes beberán el cáliz que yo beberé y recibirán el mismo bautismo que yo. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes han sido destinados". Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra ellos. Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud".

Comentario

Por si también nosotros ambicionamos, más o menos conscientemente, puestos de honor o intereses personales en nuestro seguimiento a Jesús, nos viene bien su lección.

La autoridad no la tenemos que entender como la de «los que son reconocidos como jefes de los pueblos», porque esos, según la dura descripción de Jesús «los tiranizan y los oprimen». Para nosotros, «nada de eso». Los cristianos tenemos que entender toda autoridad como servicio y entrega por los demás: «el que quiera ser primero, sea esclavo de todos». Cuando nos examinamos sinceramente sobre este punto, a veces descubrimos que tendemos a dominar y no a servir, que en el pequeño o grande territorio de nuestra autoridad nos comportamos como los que tiranizan y oprimen. Tendríamos que imitar a Jesús, que estaba en medio de los suyos como quien sirve.
Pero además, y yendo a la raíz de la lección, debemos preguntarnos si aceptamos el evangelio de Jesús con todo incluido, también con la cruz y la «subida» a Jerusalén, sólo en sus aspectos más fáciles. El mundo de hoy nos invita a rehuir el dolor y el sufrimiento.

Lo que cuenta es el placer inmediato. Pero un cristiano se entiende que tiene que asumir a Cristo con todas las consecuencias: «que cargue cada día con su cruz y me siga». Ser cristiano es seguir el camino de Cristo e ir teniendo los mismos sentimientos de Cristo. El va hacia Jerusalén. Nosotros no hemos de rehuir esa dirección.

Igual que el amor o la amistad verdadera, también el seguimiento de Cristo exige muchas veces renuncia, esfuerzo, sacrificio. Como tiene que sacrificarse el estudiante para aprobar, el atleta para ganar, el labrador para cosechar, los padres para sacar la familia adelante.
Depende del ideal que se tenga. Para un cristiano el ideal es colaborar con Cristo en la salvación del mundo. Por eso, en la vida de comunidad muchas veces debemos estar dispuestos al trabajo y a la renuncia por los demás, sin pasar factura. La filosofía de la cruz no se basa en la cruz misma, con una actitud masoquista, sino en la construcción de un mundo nuevo, que supone la cruz. Lo que parece una paradoja -buscar los últimos lugares, ser el esclavo de todos- sólo tiene sentido desde esta perspectiva y este ejemplo de Jesús.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 221-226
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martes, 25 de mayo de 2010

SIGAMOS A CRISTO: ÉL NOS PROMETE LA VIDA ETERNA

¡Amor y paz!

Ayer el joven rico se marchó triste, sin decidirse a seguir a Jesús. Hoy Pedro, que sí lo ha seguido, se lo recuerda: “Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido”. El resto ya se sobreentiende (y Mateo lo explícita en su evangelio): ¿qué recibiremos en cambio?

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Martes de la VIII Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 10,28-31.


Pedro le dijo: "Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido". Jesús respondió: "Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia, desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y, campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna. Muchos de los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros".

Comentario

La propuesta que Jesús hace frente a la riqueza (Mc 10, 23-27) escandaliza a los discípulos (…) Sin embargo, gracias a la solidaridad que surge de no entregar el corazón a las riquezas, muchos cristianos que salieron de Judea por las persecuciones de las autoridades religiosas, encontraron refugio en la generosidad de los cristianos de Galilea y Antioquía. La solidaridad de los cristianos con toda la gente en calamidad, perteneciente o no a la Iglesia, permitió que muchas familias no sólo encontraran comida y techo en tierras extranjeras, sino que también recibieran afecto, fraternidad y acogida.

Ahora bien, debemos tener en cuenta que esto lo hicieron personas humildes, de muy pocos recursos. Familias y comunidades que apenas tenían lo necesario para vivir. Sin embargo, "la casa" no resultó pequeña cuando se hizo necesario acoger a los desplazados. Y cuando les correspondió a ellos mismos emprender el éxodo, no temieron buscar a quienes consideraban sus "hermanos, hermanas, padres, madres e hijos".

Hoy, tenemos el mismo desafío. Nuestras iglesias, comunidades o grupos cristianos por más que sean pobres, pequeños y frágiles, pueden ayudar a aliviar el dolor de las personas que han dejado todo atrás. Y no para ofrecerlos un techo o un plato de comida. Esto es importante, pero es más importante ofrecerles afecto y fraternidad de modo que se sientan acogidos por una red de manos amigas.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)
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lunes, 24 de mayo de 2010

MEJOR SER QUE TENER; PERO, EN TODO CASO, NO APEGARNOS A LO QUE TENEMOS

¡Amor y paz!

Lo hemos dicho aquí muchas veces. La vida y la muerte, la humanización y la deshumanización, se definen en la relación con el Señor. El culto a las propias riquezas, al dinero, que es una idolatría, hace de la existencia humana una realidad egocéntrica e insolidaria. Cuando el centro de la vida no está puesto en Dios, cualquier cosa le puede pasar a los seres humanos.

Con Pentecostés ha concluido la Pascua, la celebración litúrgica de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Ha terminado, también, la lectura del Evangelio según San Juan y ahora retomamos el Evangelio según San Marcos.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el evangelio y el comentario, en este Lunes de la VIII Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 10,17-27.

Cuando se puso en camino, un hombre corrió hacia él y, arrodillándose, le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?". Jesús le dijo: "¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. Tú conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre". El hombre le respondió: "Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud". Jesús lo miró con amor y le dijo: "Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme". El, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes. Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: "¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!". Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó diciendo: "Hijos míos, ¡Qué difícil es entrar en el Reino de Dios!. Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios". Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: "Entonces, ¿quién podrá salvarse?". Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: "Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él todo es posible".

Comentario

a) Jesús se encuentra con un joven que quiere «heredar la vida eterna» y entabla con él un diálogo lleno de buena intención y de psicología.

El joven parece sincero. ¿Tal vez un poco demasiado seguro de su bondad: «todo eso lo he cumplido desde pequeño»? Jesús le mira con afecto, con esa mirada que tanto impresionó a sus discípulos: la mirada de afecto al joven de hoy o la de ira a los que no querían ayudar al enfermo en sábado, o la de perdón a Pedro después de su negación. Al joven le propone algo muy radical: «una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dalo a los pobres y sígueme». El joven se retira pesaroso. No se atreve a dar el paso.

Jesús saca la lección: los ricos, los que están demasiado apegados a sus bienes, no pueden acoger el Reino: «Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja...».

b) Es una escena simpática: un joven inquieto que busca caminos y quiere dar un sentido más pleno a su vida.

Pero el diálogo, que prometía mucho, acaba en un fracaso. Tampoco Jesús consigue todo lo que quiere en su predicación, porque respeta con delicadeza la libertad de las personas. Algunos le siguen a la primera, dejándolo todo. como los apóstoles. Otros se echan atrás. Jesús se debió quedar triste. Había puesto su cariño en aquel joven. Más tarde mirará con tristeza a la higuera estéril, que es Israel. Y a los que han convertido el Templo en cueva de ladrones. El joven se convirtió en símbolo del pueblo elegido de Dios que, llegado el momento, no quiso aceptar el mensaje del Mesías. No tuvo fácil su misión Jesús de Nazaret. Aunque tal vez así nos anima más a nosotros si tampoco tenemos resultados muy halagüeños en nuestra misión educativa o familiar o eclesial.

Es que Jesús no pide «cosas», sino que pide la entrega absoluta. No se trata de «tener» o no tener, sino de «ser» y «seguir» vitalmente: «que cargue con su cruz cada día y me siga», «el que quiera guardar su vida, la perderá». A todos nos cuesta renunciar a lo que estamos apegados: las riquezas o las ideas o la familia o los proyectos o la mentalidad.

Cuando estamos llenos de cosas, menos agilidad para avanzar por el camino. El atleta que quiera correr con una maleta a cuestas conseguirá pocas medallas. Es el ejemplo que nos dio el mismo Jesús: «el cual, siendo de condición divina, se despojó de sí mismo, tomando la condición de siervo, y se humilló hasta la muerte y muerte de cruz» (Fil 2,6-7). Era rico y se hizo pobre por nosotros.

Los que han abrazado la vida religiosa han decidido imitar a Jesús más de cerca: han vendido todo y le han seguido. Si han querido hacer los votos de pobreza, celibato y obediencia, ha sido para poder caminar más ágilmente por el camino de las bienaventuranzas, para poder amar más, para estar disponibles para los demás, para ser libres interiormente, como Jesús. Todo ello, fiados no en sus fuerzas, sino en las de Dios: «es imposible para los hombres, no para Dios».

Todo cristiano puede seguir el camino de las bienaventuranzas. No se trata de que el discípulo de Jesús no pueda tener nada propio, sino de que no se apegue a lo que posee. Que no intente servir a dos señores. Que lo relativice todo, para conseguir el tesoro y los valores que valen la pena, los que ofrece Cristo.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 212-216
www.mercaba.org

domingo, 23 de mayo de 2010

‘RECIBAN EL ESPÍRITU SANTO’

¡Amor y paz!

Con la fiesta de Pentecostés termina la solemne celebración de la cincuentena pascual. Después de haber celebrado a lo largo de estos 50 días la victoria de Jesús sobre la muerte, su manifestación a los discípulos y su exaltación a la derecha del Padre, hoy la contemplación y la alabanza de la Iglesia destaca la presencia del Espíritu de Dios y la entrega por el Resucitado de su Espíritu a los suyos para hacerles participar de su misma vida y constituir con ellos el nuevo Pueblo de Dios.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en esta día en que la Iglesia celebra la solemnidad de Pentecostés.

Dios los bendiga…

Lectura del santo Evangelio según San Juan 20,19-23.

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. En esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
-Paz a ustedes.
Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
-Paz a ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo.
Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
-Reciban el Espíritu Santo; a quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos.

Comentario

He oído que la experiencia de fe en las personas tiene cuatro etapas: La primera es la que viven los niños. Ellos creen lo que les dice su mamá, su papá o su profesor. Las personas mayores son las que les dan seguridad y sentido. Solos, no se sienten capaces de afrontar los peligros que constantemente los acechan. No se imaginan la vida sin tener estas personas a su lado.

Una segunda etapa en el camino de la fe es la que viven los jóvenes, que creen en lo que ven hacer a sus mayores y no en lo que les dicen. Exigen coherencia, resultados. No se fían de las palabras que se lleva el viento. Necesitan pruebas, al estilo de Tomás, que necesitaba ver las heridas en las manos, en los pies y en el costado del Señor.

La tercera etapa es la de los adultos, que creen solamente en lo que ellos mismos hacen y no en lo que les dicen los demás o en lo que ven hacer a los otros. Las personas adultas se van haciendo autónomas, se rigen por sus propios principios. Un adulto sabe que lo que él mismo no hace, nadie lo hará por él.

La cuarta etapa que vivimos en nuestro camino de fe, es la del anciano, que cree en Dios, sin más. Ha vivido muchas experiencias y se ha ido desengañando de infinidad de seguridades pasajeras que tuvo a lo largo de su existencia. Confió en sus estudios, en su trabajo, en sus amistades, en las posesiones que tuvo. Pero, poco a poco, se ha dado cuenta de que todo esto no era más que vanidades. Sabe que se acerca el momento definitivo del encuentro con el único Señor de su vida.

Lo que está detrás de todo esto es la experiencia del despojo que vamos viviendo cada día y que se acentúa a medida que pasan los años. Un anciano ya no tiene papá ni mamá. Ya no tiene profesores. Ya no tiene modelos de referencia en otros adultos. Ya no se tiene ni siquiera a sí mismo. Se siente sin fuerzas. No tiene otra alternativa que sentirse en las manos de Dios como el niño de pecho se siente en manos de su madre.

La vida nos va despojando, poco a poco, de nuestras seguridades, hasta que nos piden entregar la misma vida. Dicen que una vez en un velorio de un señor que había sido muy rico, los que acompañaban a la familia del difunto discutían sobre lo que había dejado este señor. Hacían cuentas y no lograban calcular la herencia que había dejado a sus descendientes. Hasta que vino un hombre sabio y le dijo a los que conversaban sobre esto: «Yo sé exactamente cuánto dejó este señor». «¿Cuánto dejó?» Preguntaron todos, intrigados de que tuviera el dato exacto. Y el hombre dijo: «Lo dejó todo. Nadie se lleva nada de este mundo».

Hay que reconocer que esta visión de las cosas es un poco pesimista. Según esto, sólo los ancianos llegan a tener una fe auténtica. Sin embargo, creo que tiene mucho de verdad. Vamos a tientas, poniendo nuestra fe en miles de cosas que no son Dios. Y muy lentamente, nos vamos abriendo a una confianza plena en la acción del Señor en nuestras vidas.

La celebración de hoy es un excelente momento para preguntarnos por nuestra fe. Para preguntarnos por aquello en que hemos puesto nuestra confianza. ¿Dónde están nuestras seguridades? El Resucitado sopló sobre sus discípulos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo”.

La pregunta que tenemos que hacernos hoy es si creemos, efectivamente, que hemos recibido el Espíritu Santo en nuestro bautismo y si lo seguimos recibiendo cada día a través de los sacramentos, como el regalo más precioso que nos dejó el Señor. No deberíamos esperar a estar ya al borde de la muerte para vivir una fe que sea capaz de soltarse de todo para dejarse llevar por Dios. Para creer en el Espíritu Santo que el Señor nos regaló.

Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*
* Sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá

sábado, 22 de mayo de 2010

JESÚS INVITA A SEGUIRLO Y A CONFIAR PLENAMENTE EN ÉL

¡Amor y paz!

Concluye hoy el Evangelio según San Juan y también el tiempo pascual, los cincuenta días de celebración gozosa de la resurrección del Señor. Pedro recibe de Jesús la invitación a seguirlo y éste se preocupa por la suerte que le espera a Juan. Una oportunidad para reflexionar sobre nuestro propio seguimiento y sobre la confianza que hay que depositar en el Señor, sin dejarnos angustiar por lo que nos deparará el futuro.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Sábado de la VII Semana de Pascua. Mañana es Pentecostés.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Juan 21,20-25.

Pedro, volviéndose, vio que lo seguía el discípulo al que Jesús amaba, el mismo que durante la Cena se había reclinado sobre Jesús y le había preguntado: "Señor, ¿quién es el que te va a entregar?". Cuando Pedro lo vio, preguntó a Jesús: "Señor, ¿y qué será de este?". Jesús le respondió: "Si yo quiero que él quede hasta mi venida, ¿qué te importa? Tú sígueme". Entonces se divulgó entre los hermanos el rumor de que aquel discípulo no moriría, pero Jesús no había dicho a Pedro: "El no morirá", sino: "Si yo quiero que él quede hasta mi venida, ¿qué te importa?". Este mismo discípulo es el que da testimonio de estas cosas y el que las ha escrito, y sabemos que su testimonio es verdadero. Jesús hizo también muchas otras cosas. Si se las relata detalladamente, pienso que no bastaría todo el mundo para contener los libros que se escribirían.

Comentario

En los versículos anteriores, Pedro había recibido una insinuación de Jesús sobre su futuro personal: sería, por el martirio, testigo de Jesús. A partir de esta insinuación de Jesús, Pedro entró en curiosidad para saber el futuro de Juan, su compañero. Con esto Pedro podía caer en la tentación de saber el futuro de los demás, descuidando así el papel que jugarán y las sorpresas que ofrecerán, a lo largo de la historia, la libertad y la gracia. Es grande la tentación que ordinariamente se tiene de creer en las premoniciones del futuro. Nos parece que una premonición de esta clase da seguridad y tranquilidad.

Pero se nos olvida también el gran daño que hace tener en la mente aferrado el futuro. ¿Y la libertad del ser humano qué papel juega entonces? ¿Y la gracia de Dios no nos podrá dar algunas sorpresas? El gran daño que hace el apoyarse en las lecturas del futuro es el de la pasividad que se crea en nuestro interior frente a la historia que, por haber sido ya establecida, nos parece que es intocable, incambiable. El gran daño que nos hacen los anuncios del futuro es el de pervertir nuestra espiritualidad, el de deformar la realidad de la libertad del ser humano, el de desfigurar la imagen de Dios, Señor de la historia y el de matar todas las energías de nuestro interior destinadas a nuevas propuestas más justas de sociedad.

Por eso lo respuesta de Jesús a Pedro, sobre el destino de Juan, es sabia. No se lo revela. De esta manera Pedro, frente a cualquier hermano, queda abierto al amor, al servicio, a la ayuda diaria que hay que prestar, sin saber el camino que tomará la historia. El determinar el futuro enfría o destruye al amor. Es mejor que el amor esté vivo, aunque se tenga que vivir en incertidumbre. La incertidumbre compromete más la libertad, le da mayores posibilidades a la gracia y le abre siempre nuevos caminos al amor.

Servicio Bíblico Latinoamericano
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viernes, 21 de mayo de 2010

‘SEÑOR, TÚ LO SABES TODO; SABES QUE TE QUIERO’

¡Amor y paz!

Pedro, quien negó tres veces a Jesús, hace en el Evangelio de hoy una triple confesión de su amor por Jesús, tras la cual éste le hace una triple petición de servir a sus hermanos. Quien entienda que su autoridad es compromiso con el servicio y es amor, no caerá en la tentación de convertir la autoridad en poder para someter.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Viernes de la VII Semana de Pascua.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Juan 21,15-19.


Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?". Él le respondió: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis corderos". Le volvió a decir por segunda vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". Él le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". Le preguntó por tercera vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?". Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: "Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas. Te aseguro que cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras". De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: "Sígueme".

Comentario

a) Hoy y mañana, los últimos días feriales de la Pascua, cambiamos de escenario. Lo que leemos no pertenece ya a la Ultima Cena, sino a la aparición del Resucitado a siete discípulos a orillas del lago de Genesaret.

Ya habíamos leído esta aparición en la primera semana de Pascua -por tanto el final de la Pascua conecta con su principio- pero hoy escuchamos el diálogo «de sobremesa» que tuvo lugar después de la pesca milagrosa y el encuentro de Jesús con los suyos, con el amable desayuno que les preparó.

El diálogo tiene como protagonista a Pedro, con las tres preguntas de Jesús y las tres respuestas del apóstol que le había negado. Y a continuación Jesús le anuncia «la clase de muerte con que iba a dar gloria a Dios».

b) La escena junto al lago de Tiberíades fue una gran lección para Pedro y para nosotros.
Él había afirmado en la Ultima Cena que, aunque todos abandonaran a Jesús, él no lo abandonaría. Pero luego lo negó tres veces, jurando que ni le conocía. Ahora, a la pregunta de Jesús: «Pedro, ¿me amas más que éstos?», tiene que contestar con mucha más humildad: «Señor, tú sabes que te quiero». Se cuida mucho de no añadir que «más que los demás».

Pedro, el apóstol impulsivo, que quería de veras a Jesús, aunque se había mostrado débil por miedo a la muerte, tiene aquí la ocasión de reparar su triple negación con una triple profesión de amor. Jesús le rehabilita delante de todos: «apacienta mis corderos... apacienta mis ovejas». A partir de aquí, como hemos visto en el libro de los Hechos, Pedro dará testimonio de Jesús ante el pueblo y ante los tribunales, en la cárcel y finalmente con su martirio en Roma.
Al final de la Pascua, cada uno de nosotros podemos reconocer que muchas veces hemos sido débiles, y que hemos callado por miedo o vergüenza, y no hemos sabido dar testimonio de Jesús, aunque tal vez no le hayamos negado tan solemnemente como Pedro.

Tenemos la ocasión hoy, y en los dos días que quedan de Pascua, para reafirmar ante Jesús nuestra fe y nuestro amor, y para sacar las consecuencias en nuestra vida, de modo que este testimonio no sólo sea de palabras, sino también de obras: un seguimiento más fiel del Evangelio de Jesús en nuestra existencia.

También a nosotros nos dice el Señor: «sígueme». Desde nuestra debilidad podemos contestar al Resucitado, con las palabras de Pedro: «Señor, tú sabes que te amo». Y también, imitando esta vez a Pablo, podemos reafirmar que «creemos que Jesús, ese a quien el mundo da por difunto, está vivo».

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 3
El Tiempo Pascual día tras día
Barcelona 1997. Págs. 155-157
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jueves, 20 de mayo de 2010

JESÚS CLAMA POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

¡Amor y paz!

En el mundo hay mucho dolor, mucha miseria, gran confusión y ausencia de sentido y no se entiende cómo mientras tanto quienes creemos y seguimos a Cristo andamos peleando entre nosotros por quién tiene el privilegio de la verdad.

Advirtiendo lo que pasaría, en su oración-testamento Jesús clama por la unidad de los cristianos, con el fin de que el mundo crea que Él fue enviado por Dios y que amó a sus discípulos como el Padre ama al Hijo.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Jueves de la VII Semana de Pascua.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Juan 17,20-26.

No ruego solamente por ellos, sino también por los que, gracias a su palabra, creerán en mí.
Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno -yo en ellos y tú en mí- para que sean perfectamente uno y el mundo conozca que tú me has enviado, y que yo los amé cómo tú me amaste. Padre, quiero que los que tú me diste estén conmigo donde yo esté, para que contemplen la gloria que me has dado, porque ya me amabas antes de la creación del mundo.Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te conocí, y ellos reconocieron que tú me enviaste. Les di a conocer tu Nombre, y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me amaste esté en ellos, y yo también esté en ellos".

Comentario

En el fragmento de la oración sacerdotal de Jesús que hemos leído hoy Jesús insiste rogando al Padre por la unidad de sus discípulos, unidad basada en la unidad entre el Padre y su Hijo; condición necesaria para que el mundo crea. Es como si Jesús presintiera las continuas y tristes divisiones a que nos entregaríamos sus discípulos a lo largo de los siglos, divisiones fundamentadas en cuestiones doctrinales, a veces tan sutiles que al cabo de unos años ya no las entienden ni los que las defendían.

Otras veces las divisiones se han debido a juegos de poder, a intereses de prestigio y de influencia ante los imperios del mundo, como la triste división entre las iglesias de Oriente y de Occidente, consumada hacia el año 1000 de nuestra era. O se ha tratado del juego de fuerzas innovadoras que, por una parte han tratado de mantener la fidelidad a los ideales más puros del evangelio y, por otra, de adecuar a la iglesia a los cambiantes ambientes del mundo y de la historia. Así ha pasado en el caso de tantas reformas intentadas por dentro o por fuera de la Iglesia, y que no han hecho más que destruir su frágil unidad. Por la que oró Jesús antes de padecer, como escuchamos hoy.

Sigamos el ejemplo de Jesús. Oremos juntos con nuestros hermanos separados, con los cristianos ortodoxos, con cualquiera que confiese que Jesús es el Señor. Si oramos juntos seremos capaces de servirnos, de amarnos, de dar al mundo el testimonio de nuestra fe común. Seremos capaces de realizar el ideal de Cristo: “Que todos sean uno como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado”.

¿Cómo no querer darle al mundo el testimonio de nuestra total fraternidad en estos tiempos de la globalización, de las telecomunicaciones y de tantas otras maravillas, que hacen más significativa la unidad de todos los seres humanos en una sola gran familia? Sin nuestra oración, tal unidad no se dará a pesar de que multipliquemos las iniciativas de diálogo, de acercamiento y cooperación. Esa unidad es un don que Dios quiere que humildemente le pidamos.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica).
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miércoles, 19 de mayo de 2010

JESÚS PIDE QUE SUS DISCÍPULOS SEAN PROTEGIDOS DEL MAL

¡Amor y paz!

Al continuar la ‘oración sacerdotal’, Jesús manifiesta su gran amor y misericordia; confiesa lo que ha hecho y cómo lo ha hecho; reconoce las dificultades que sobrevendrán a los discípulos; pide para ellos la protección divina y los envía al mundo, a evangelizarlo.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el evangelio y el comentario, en este Miércoles de la VII Semana de Pascua.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Juan 17,11-19.

Ya no estoy más en el mundo, pero ellos están en él; y yo vuelvo a ti. Padre santo, cuida en tu Nombre a aquellos que me diste, para que sean uno, como nosotros. Mientras estaba con ellos, cuidaba en tu Nombre a los que me diste; yo los protegía y no se perdió ninguno de ellos, excepto el que debía perderse, para que se cumpliera la Escritura. Pero ahora voy a ti, y digo esto estando en el mundo, para que mi gozo sea el de ellos y su gozo sea perfecto. Yo les comuniqué tu palabra, y el mundo los odió porque ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno.
Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad. Así como tú me enviaste al mundo, yo también los envío al mundo. Por ellos me consagro, para que también ellos sean consagrados en la verdad.

Comentario

El mundo, entendido como creación, es algo bueno y bendito por Dios. Es el escenario de la realización humana. Sin embargo, el mundo puede ser dominado por las fuerzas del mal y entonces se convierte en terreno abonado para el ejercicio de todo tipo de egoísmo. En este sentido, el mundo puede llegar a ser el Reino de los poderosos, para quienes el ser humano sólo vale por su rendimiento económico. En esta clase de mundo injusto se encuentran los discípulos, que van ser confrontados por las mismas fuerzas que están eliminando a Jesús. Aunque estos discípulos aún son débiles en el seguimiento del Reino, sin embargo no son del mundo, no están aún atrapados por él.

Jesús ruega, con toda su alma, para que el Padre los preserve del mundo y del Maligno. Esto significa que la tarea del discipulado es instaurar, como lo ha hecho Jesús, un modelo de convivencia humana alternativo al que el Maligno ha logrado establecer. Para esto los discípulos necesitan ser preservados de estas fuerzas negativas, que llevan a pensar la sociedad como un campo en el que son necesarias las clases sociales y la existencia de ricos y poderosos, para que los pobres tengan de qué vivir. Preservar del Maligno a estos discípulos es impedir que su conciencia sea atrapada por el poder del egoísmo.

Sin embargo, Jesús no se contenta con guardar una posición sólo preventiva frente al mundo injusto. Es necesario que a esta clase de mundo le llegue también el mensaje de salvación, la invitación a la conversión. En la medida en que se anuncie el Evangelio, la Buena Noticia de que de los pobres (y pobres de espíritu) es el Reino de los Cielos, el mundo sabrá que Dios no puede estar con su proyecto de injusticia, con un sistema que produzca pobreza y exclusión. Por eso Jesús habla de que así como él fue enviado al mundo, a dar la Buena Noticia a los pobres, así también él envía a sus discípulos a que hagan lo mismo. La manera de "ev-angelizar" al mundo es hacerle saber que Dios está con los pobres contra la injusticia.

Servicio Bíblico Latinoamericano
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martes, 18 de mayo de 2010

A LA HORA DE LA DESPEDIDA, JESÚS ORA POR SUS DISCÍPULOS

¡Amor y paz!

Hacia el final de su última reunión con sus discípulos, la tarde del Jueves Santo, el tono de Jesús cambia. Juan nos lo muestra rogando al Padre como a su único interlocutor. Pronunciará la ‘Oración sacerdotal’, en favor de sus discípulos. Se va, pero no los olvida….

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Martes de la Séptima Semana de Pascua.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Juan 17,1-11.

Después de hablar así, Jesús levantó los ojos al cielo, diciendo: "Padre, ha llegado la hora: glorifica a tu Hijo para que el Hijo te glorifique a ti, ya que le diste autoridad sobre todos los hombres, para que él diera Vida eterna a todos los que tú les has dado. Esta es la Vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu Enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste. Ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía contigo antes que el mundo existiera. Manifesté tu Nombre a los que separaste del mundo para confiármelos. Eran tuyos y me los diste, y ellos fueron fieles a tu palabra. Ahora saben que todo lo que me has dado viene de ti, porque les comuniqué las palabras que tú me diste: ellos han reconocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me enviaste. Yo ruego por ellos: no ruego por el mundo, sino por los que me diste, porque son tuyos. Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío, y en ellos he sido glorificado. Ya no estoy más en el mundo, pero ellos están en él; y yo vuelvo a ti. Padre santo, cuida en tu Nombre a aquellos que me diste, para que sean uno, como nosotros.

Comentario

Leemos hoy y en los dos próximos días, toda la oración-testamento de Jesús (Jn 17,1-26). En el uso litúrgico se llama oración sacerdotal, desde el siglo XVI. Y en el contexto ecuménico, oración por la unión de los cristianos. Tiene, pues, diferentes lecturas, según los contextos en que se use. En la Biblia es una síntesis de la teología joánica, escrita en el género literario “oracional”. A este género literario pertenecen los discursos-testamento que el AT pone en boca de personajes como Jacob (Gn 49) y Moisés (Dt 31-34).

Esta oración-testamento del evangelio de Juan, resume en boca de Jesús los temas importantes de su misión y su enseñanza, centrándolos en la unidad de amor y de vida de Jesús con el Padre. Unidad, por la que el Hijo participa de la gloria del Padre. La gloria de Dios se manifiesta en la actividad salvadora por la que Dios da nueva vida. De esa gloria participa Jesús como su enviado, porque, unido a Dios Padre, lo da a conocer dando nueva vida. Y los discípulos y discípulas, que han creído en Jesús y permanecen unidos a él, participan en Jesús de su unidad de vida con el Padre y de su misión y su gloria. Por eso Jesús ruega al Padre por ellos, para que sean uno entre sí y con Jesús, porque han de continuar su misión frente a la maldad y la injusticia que dominan el mundo. Hasta ahí leemos hoy (17,1-11).

Toda la oración tiene intención exhortativa. Y es más impactante porque en labios de Jesús se dirige a Dios Padre. Las insistencias, reflejan los problemas reales de asechanzas y divisiones que sufría la comunidad joánica.

Se cumple hoy la Palabra proclamada

Los contenidos teológicos y el clima del género literario de esos dos textos de despedida y testamento de Jesús y de Pablo, nos trasmiten emotivas cargas de responsabilidad en la vivencia testimonial de la fe cristiana. Hay personas que se han entregado totalmente por la Causa del Reino, y han traído así la fe hasta nuestras vidas. Sobre todo Jesús; y, luego, quienes han sido sus testigos para nosotros, desde aquellos primeros, hasta los que hoy conocemos personalmente. La fe se transmite así en la historia, de testimonio en testimonio. Y nuestras vidas alcanzadas por la fe, se han de entregar igualmente por la Causa del Reino de vida, según la justicia y la misericordia del Dios que da nueva vida, digna, justa, filial, fraterna y solidaria.

En la unión vital con Jesús, participamos nosotros de su unión íntima con el Padre. Y su gloria se manifestará en nosotros, en la medida en que colaboremos en hacer efectivo su Proyecto de vida “mejor”, más humana, justa y solidaria, en nuestros prójimos; ante todo, en quienes llevan una vida más inhumana o deshumanizada.

Servicio Bíblico Latinoamericano
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lunes, 17 de mayo de 2010

‘EN EL MUNDO TENDRÁN QUE SUFRIR; PERO TENGAN VALOR: YO HE VENCIDO AL MUNDO’

¡Amor y paz!

El Evangelio nos narra hoy el final del último discurso de Jesús después de la Cena. Luego de tantas incomprensiones y vacilaciones, parece que los apóstoles por fin creen. Pero el camino es largo aún y vendrán muchas pruebas. Y eso se los recuerda Jesús: cada uno se irá por su lado y dejarán solo a su Maestro.

¿Cuántas veces recitamos el Credo, pero dejamos solo a Jesús? Sin embargo, Él no está solo porque está con el Padre. Así nosotros, cuando llegan las pruebas y el mundo nos abandona, tampoco estamos solos. Jesús permanece a nuestro lado: Él ha vencido al mundo.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Lunes de la VII Semana de Pascua.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Juan 16,29-33.

Sus discípulos le dijeron: "Por fin hablas claro y sin parábolas. Ahora conocemos que tú lo sabes todo y no hace falta hacerte preguntas. Por eso creemos que tú has salido de Dios".
Jesús les respondió: "¿Ahora creen? Se acerca la hora, y ya ha llegado, en que ustedes se dispersarán cada uno por su lado, y me dejarán solo. Pero no, no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Les digo esto para que encuentren la paz en mí. En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo".

Comentario

Desde los orígenes del mundo, Cristo sigue sufriendo en los suyos. Él es «el principio y el fin» (Ap 1,8); escondido en la Ley, revelado en el Evangelio, es el Señor siempre admirable que sufre y triunfa «en sus santos» (Sl 67, 36). En Abel, fue asesinado por su hermano; en Noé, ridiculizado por su hijo; en Abrahán, conoció el exilio; en Isaac, fue ofrecido en sacrificio; en Jacob, reducido a servidumbre; vendido en José; abandonado y rechazado en Moisés; en los profetas, lapidado y despedazado; en los apóstoles, perseguido por tierra y mar; en sus numerosos mártires, torturado, asesinado. Es él quien, todavía ahora, lleva nuestras debilidades y enfermedades, porque él mismo es hombre, por nosotros expuesto a todos los males y capaz de cargar sobre sí la debilidad que nosotros, sin él, somos incapaces de asumir. Sí, es él, verdaderamente él quien lleva en nosotros y por nosotros todo el peso del mundo para librarnos a nosotros de ese peso; porque «cuando soy débil, entonces soy fuerte» (2C 12,9). Él es quien, en ti, soporta todo el desprecio, y es a él a quien el mundo odia en ti.

Demos gracias al Señor, porque si fue él quien se comprometió, suya es la victoria (cf Rm 3,4). Según esta frase de la Escritura él es quien triunfa en nosotros cuando, tomando la condición de esclavo, gana para sus siervos la gracia de la libertad.

San Paulino de Nola (335-431), obispo
Carta 38, 3-4 ; PL 61, 359-360
©Evangelizo.org 2001-2010

domingo, 16 de mayo de 2010

LA PROMESA DE UNA VIDA NUEVA NO ES SUEÑO NI UTOPÍA

¡Amor y paz!

Celebramos hoy la Ascensión del Señor. Esta solemnidad está dentro del tiempo pascual que consta de cincuenta días y concluye, dentro de ocho días, con la Venida del Espíritu Santo sobre la Iglesia. (Cf. Lc 24, 49-53; Hch 1, 3-11; 2, 1-41). Es una fecha en la que debemos recordar que la plenitud de vida se consigue solamente después de la existencia terrena, pero que mientras tanto nos corresponde aquí dar testimonio de nuestra fe en el Señor Jesús y continuar su obra.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario.

Dios los bendiga…

Final del santo Evangelio según San Lucas 24,46-53.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Y vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto.Después los sacó hacia Betania y, levantando las manos, los bendijo. Y mientras los bendecía, se separó de ellos (subiendo hacia el cielo). Ellos se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.

Comentario

El evangelio refiere la aparición pascual en Galilea. El mensaje de la fiesta se mueve en varias direcciones: indica el triunfo de Jesús sobre las peripecias y limitaciones terrenas; señala el retorno de Cristo a la gloria del Padre como antecedente y muestra del que ocurrirá para los creyentes; manifiesta su señorío sobre la historia y la creación; muestra el inicio de la nueva vida junto a Dios; e invita al cristiano a superar lo caduco y aspirar y buscar lo otro, lo definitivo y permanente del más allá desde el más acá.

Aunque la Iglesia celebra en secuencia los eventos de la muerte, resurrección y ascensión (glorificación) de Cristo, en realidad los propone simplemente como aspectos complementarios del único misterio pascual.

En este sentido, los evangelistas terminan sus respectivos evangelios asegurando a los apóstoles que Jesús los comisiona a continuar su obra y a repetir sus señales. Ahora toca a ellos cuidar los intereses de Dios y reflejar su fidelidad al Emmanuel, siendo activos en el mundo y seguros de su presencia (Mateo y Marcos). En cambio, Lucas describe lo indescriptible en forma de compromiso. Los seguidores de Jesús no tienen tiempo de ver cómo quedó el cielo después de la ascensión de Jesús, sino de volver a la ciudad humana, ser alegres, alabar a Dios y anunciar a todos los hombres que, gracias a Cristo, Dios concede la conversión y el perdón de los pecados para recibir la salvación.

Así pues, la ascensión de Jesús a la gloria recuerda dos cosas fundamentales a la comunidad cristiana: que la plenitud de vida se consigue solamente después de la existencia terrena; y que la promesa de esa vida nueva por alcanzar no es ilusión, ni sueño ni utopía, sino una realidad que ha iniciado ya en la persona de cada uno de los cristianos. En otras palabras, la ascensión se comprende a medida que el cristiano deja de mirar el espacio intentando hallar el agujero por donde Jesús entró al Cielo o por donde él mismo "podría treparse" a la gloria. La ascensión hace volver al cristiano al lugar en donde se encuentran los hombres; lo invita a trabajar entre ellos y lo convence de ser presencia activa de Cristo mientras no llegue su propio retorno al Padre.

La Ascensión inicia ahora como preparación del mañana. En su momento, Cristo se encargará de darnos la perfección e incluirnos en su vida eterna como nos ha prometido.
El hecho de la Ascensión es relatado no solamente en los pasajes de la Escritura citados arriba, sino también es predicho y mencionado en otros lugares como un hecho establecido. Por ejemplo en Juan 6:62, Cristo pregunta a los Judíos: "Pues que sería si vierais al Hijo del hombre subir ahí a donde estaba antes?" y en 20:17, dice a María Magdalena: "No me toques, porque aún no he subido al Padre, pero ve a mis hermanos y díles: Subo a mi padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios." Además en Efesios 4:8-10, y en Timoteo 3:16, se habla de la Ascensión de Cristo como un hecho aceptado.

El lenguaje empleado por los Evangelistas para describir la Ascensión debe ser interpretado de acuerdo al uso. Decir que fue elevado o que ascendió, no necesariamente implica que localizaran al cielo directamente encima de la tierra; de la misma manera que las palabras "sentado a la derecha del Padre" no significan que esa sea realmente su postura. Al desaparecer de su vista "Fue arrebatado a vista de ellos y una nube lo sustrajo de sus ojos" (Hechos1:9), y entrando en la gloria permanece con el Padre en el honor y poder denotado en la frase de la escritura.

*Notas de la Biblia Comentada J. Straubinger
www.aciprensa.com

sábado, 15 de mayo de 2010

‘SI PIDEN ALGO AL PADRE EN MI NOMBRE, SE LO DARÁ’

¡Amor y paz!

Hoy en el Evangelio, Jesús sigue profundizando tanto en su relación con el Padre como en las consecuencias que esta unión tiene para sus seguidores: esta vez respecto a la oración.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Sábado de la 6ª. semana de Pascua.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Juan 16,23-28.

Aquél día no me harán más preguntas. Les aseguro que todo lo que pidan al Padre, él se lo concederá en mi Nombre. Hasta ahora, no han pedido nada en mi Nombre. Pidan y recibirán, y tendrán una alegría que será perfecta. Les he dicho todo esto por medio de parábolas. Llega la hora en que ya no les hablaré por medio de parábolas, sino que les hablaré claramente del Padre. Aquel día ustedes pedirán en mi Nombre; y no será necesario que yo ruegue al Padre por ustedes, ya que él mismo los ama, porque ustedes me aman y han creído que yo vengo de Dios. Salí del Padre y vine al mundo. Ahora dejo el mundo y voy al Padre".

Comentario


A pesar de la autonomía que van a tener quienes ya estén comprometidos con el proyecto del Reino, van a necesitar recurrir a la oración sin que este hecho se tenga que constituir en una manifestación candorosa o exclusivamente piadosa. La oración servirá para encontrar iluminación del Padre en medio de las persecuciones, saber cómo superar la soledad, sobreponerse a las tentaciones, organizar la fundación de nuevas iniciativas en favor del Reino, etc.

Jesús deja aclarado a quienes se adhieran a su propuesta de salvación que es al Padre directamente a quien deben pedir la ayuda requerida. El pedido debe ir siempre en dirección a que el compromiso adquirido con la entrega de la vida por la causa del Reino sea cada vez permanente. Luego, quien así lo quiera va a empezar a experimentar cómo su vida se inserta cada vez más en el proyecto de Jesús que también es del Padre y del Espíritu, sintiendo cómo en los actos de su vida va día a día transparentando la Divinidad.

Las sugerencias de Jesús están encaminadas a puntualizar que la oración es un ir sumergiéndose en el ámbito de la influencia de la Divinidad hasta que alcancemos la necesaria claridad crítica frente a los actos de la vida. Cuando Jesús dice que "todavía no han pedido nada" significa que en el sentido profundo de su Causa no le han pedido a Dios nada de lo que Él quiere que le pidan; que es la instauración del Reino, incluso a expensas de la propia vida. Logrado esto ya no se tendrá que pedir nada, porque Dios sabrá exactamente qué es lo que cada uno necesitará para vivir; por ejemplo: qué cualidades desarrollar, qué camino a tomar o dejar.

Servicio Bíblico Latinoamericano
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viernes, 14 de mayo de 2010

‘COMO EL PADRE ME AMÓ, TAMBIÉN YO LOS HE AMADO A USTEDES’

¡Amor y paz!

Hoy, la Iglesia recuerda el día en el que los Apóstoles escogieron a aquel discípulo de Jesús que tenía que substituir a Judas Iscariote.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Viernes de la 6ª. Semana de Pascua, en que la Iglesia celebra la fiesta de San Matías apóstol.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Juan 15,9-17.

Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor.
Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto. Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre. No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá. Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.


Comentario

En el Evangelio, Juan nos recuerda cómo Jesús nos llama personalmente a su seguimiento: “Ustedes no me eligieron a mí, sino que yo los he escogido a ustedes”.

El llamado de Jesús no es un asunto exclusivo de religiosos o religiosas, presbíteros, diáconos o personas excesivamente piadosas. Su llamado es una oportunidad para entablar amistad con él. Una amistad exigente y comprometida con la causa de Dios: el Reino. De este modo, ninguno que se sienta interpelado por Jesús, ya sea en la intimidad de su corazón o en el rostro de la gente miserable, tiene excusa para no seguirle. Jesús llama a todo ser humano capaz de comprometerse por hacer de este mundo un lugar digno para vivir.

La fiesta de Matías nos recuerda cómo el llamado de Jesús lo puede hacer la comunidad de creyentes. Por eso después de la venida del Espíritu Santo los evangelizadores ya no serían exclusivamente los apóstoles. Muchos hombres y mujeres de las más diversas nacionalidades y culturas fueron constituidos como mensajeros de la buena nueva.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica).
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jueves, 13 de mayo de 2010

‘ESTARÁN TRISTES, PERO SU TRISTEZA SE CONVERTIRÁ EN GOZO’

¡Amor y paz!

Jesús utiliza palabras de ternura, delicadeza, con calor de despedida y, al mismo tiempo, de consuelo y animación para sus seguidores: me veis y no me veréis, estáis tristes y os alegraréis; estoy con vosotros y me voy al Padre; pero no os abandonaré nunca...

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Jueves de la 6ª. Semana de Pascua.

Dios los bendiga…

Juan 16: 16 - 20

16«Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver.»17Entonces algunos de sus discípulos comentaron entre sí: «¿Qué es eso que nos dice: "Dentro de poco ya no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver" y "Me voy al Padre"?»18Y decían: «¿Qué es ese "poco"? No sabemos lo que quiere decir.»19Se dio cuenta Jesús de que querían preguntarle y les dijo: «¿Andáis preguntándoos acerca de lo que he dicho: "Dentro de poco no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver?"20«En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo.

Comentario

a) Este jueves de la semana sexta de Pascua ha sido durante mucho tiempo el día en que celebrábamos la fiesta de la Ascensión, que ahora se ha trasladado al próximo domingo.
Con todo, el tono de la lectura evangélica está impregnado del mismo espíritu de despedida de Jesús, que, por otra parte, llena todo el discurso de la última cena.

Los apóstoles no entienden de momento las palabras de Jesús: «dentro de poco ya no me veréis», que luego ya se darían cuenta que se referían a su muerte inminente, «y dentro de otro poco me volveréis a ver», esta vez con un anuncio de su resurrección, que más tarde entenderían mejor.
Ante esta próxima despedida por la muerte, Jesús les dice que «vosotros lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará». Pero no será ésa la última palabra: Dios, una vez más, va a escribir recto con líneas que parecen torcidas y que conducen al fracaso. Y Jesús va a seguir estando presente, aunque de un modo más misterioso, en medio de los suyos.

b) Las ausencias de Jesús nos afectan también muchas veces a nosotros. Y provocan que nos sintamos como en la oscuridad de la noche y en el eclipse de sol.

Si supiéramos que «dentro de otro poquito» ya se terminará el túnel en el que nos parece encontrarnos, nos consolaríamos, pero no tenemos seguridades a corto plazo. Sólo la fe nos asegura que la ausencia de Jesús es presencia, misteriosa pero real.

También a nosotros, como a los apóstoles, nos resulta cuesta arriba entender por qué en el camino de una persona -sea Cristo mismo, o nosotros- tiene que entrar la muerte o la renuncia o el dolor. Nos gustaría una Pascua sólo de resurrección. Pero la Pascua la empezamos ya a celebrar el Viernes Santo, con su doble movimiento unitario: muerte y resurrección. Hay momentos en que «no vemos», y otros en que «volvemos a ver». Como el mismo Cristo, que también tuvo momentos en que no veía la presencia del Padre en su vida: «¿por qué me has abandonado?».

Celebrando la Pascua debemos crecer en la convicción de que Cristo y su Espíritu están presentes y activos, aunque no les veamos. La Eucaristía nos va recordando continuamente esta presencia. Y por tanto no podemos «desalentarnos», o sea, perder el aliento: «Espíritu» en griego («Pneuma») significa precisamente «Aliento».

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 3
El Tiempo Pascual día tras día
Barcelona 1997. Págs. 132-134
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miércoles, 12 de mayo de 2010

‘EL ESPÍRITU DE LA VERDAD OS GUIARÁ HASTA LA VERDAD PLENA’

¡Amor y paz!

Ayer meditamos el papel de "Defensor" que el Espíritu ejerce en el curso del "proceso de Jesús" que se desarrolló en Jerusalén en aquel tiempo... y que se desarrolla en el curso de toda la historia.

Hoy vamos a considerar otro rol del Espíritu, el de 'Pedagogo', el que hace comprender, el que hace crecer.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este Miércoles de la Sexta Semana de de Pascua.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Juan 16,12-15.

Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora.
Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo. Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes. Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: 'Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes'.

Comentario

«Nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios» (1C 2,11). Pues bien, su Espíritu que lo revela nos hace conocer a Cristo, su Verbo, su Palabra viva, pero no se revela a sí mismo. El que «habló por los profetas» (Credo) nos hace oír la Palabra del Padre. Pero a Él no le oímos. No le conocemos sino en la obra mediante la cual nos revela al Verbo, y nos dispone a recibir al Verbo en la fe. El Espíritu de verdad que nos «desvela» a Cristo «no habla de sí mismo» (Jn 16,13). Un ocultamiento tan discreto, propiamente divino, explica por qué «el mundo no puede recibirle, porque no le ve ni le conoce», mientras que los que creen en Cristo le conocen porque él mora en ellos (Jn 14,17).

La Iglesia, comunión viviente en la fe de los apóstoles que ella transmite, es el lugar de nuestro conocimiento del Espíritu Santo:

En las Escrituras que Él ha inspirado;

En la Tradición, de la cual los Padres de la Iglesia son testigos siempre actuales

En el Magisterio de la Iglesia, al que Él asiste;

En la liturgia sacramental, a través de sus palabras y sus símbolos, en donde el Espíritu Santo nos pone en comunión con Cristo;

En la oración en la cual Él intercede por nosotros;

En los carismas y ministerios mediante los que se edifica la Iglesia;

En los signos de vida apostólica y misionera;

En el testimonio de los santos, donde Él manifiesta su santidad y continúa la obra de la salvación.

Catecismo de la Iglesia Católica
§ 687-688
©Evangelizo.org 2001-2010

martes, 11 de mayo de 2010

‘SI NO ME VOY, NO VENDRÁ A VOSOTROS EL DEFENSOR’

¡Amor y paz!

En el capítulo 16 de Juan, comenzando por el versículo 5, encontramos la última instrucción de Jesús, que puede ser leída desde la perspectiva de la formación de la comunidad. El Señor les enseña ahora cómo construir una iglesia con vitalidad y fuerza pascual en el mundo.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Martes de la VI Semana de Pascua.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Juan 16,5-11.

Ahora me voy al que me envió, y ninguno de ustedes me pregunta: '¿A dónde vas?'. Pero al decirles esto, ustedes se han entristecido. Sin embargo, les digo la verdad: les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a ustedes. Pero si me voy, se lo enviaré.
Y cuando él venga, probará al mundo dónde está el pecado, dónde está la justicia y cuál es el juicio. El pecado está en no haber creído en mí. La justicia, en que yo me voy al Padre y ustedes ya no me verán. Y el juicio, en que el Príncipe de este mundo ya ha sido condenado.


Comentario

Hoy contemplamos otra despedida de Jesús, necesaria para el establecimiento de su Reino. Incluye, sin embargo, una promesa: «Si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré» (Jn 16,7).

Promesa hecha realidad de forma impetuosa en el día de Pentecostés, diez días después de la Ascensión de Jesús al cielo. Aquel día —además de sacar la tristeza del corazón de los Apóstoles y de los que estaban reunidos con María, la Madre de Jesús (cf. Hch 1,13-14)— los confirma y fortalece en la fe, de modo que, «todos se llenaron del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu Santo les impulsaba a expresarse» (Hch 2,4).

Hecho que se “hace presente” a lo largo de los siglos a través de la Iglesia, una, santa, católica y apostólica, ya que, por la acción del mismo Espíritu prometido, se anuncia a todos y en todas partes que Jesús de Nazaret —el Hijo de Dios, nacido de María Virgen, que fue crucificado, muerto y sepultado— verdaderamente resucitó, está sentado a la diestra de Dios Padre (cf. Credo) y vive entre nosotros. Su Espíritu está en nosotros por el Bautismo, constituyéndonos hijos en el Hijo, reafirmando su presencia en cada uno de nosotros el día de la Confirmación. Todo ello para llevar a término nuestra vocación a la santidad y reforzar la misión de llamar a otros a ser santos.

Así, gracias al querer del Padre, la redención del Hijo y la acción constante del Espíritu Santo, todos podemos responder con total fidelidad a la llamada, siendo santos; y, con una caridad apostólica audaz, sin exclusivismos, llevar a cabo la misión, proponiendo y ayudando a los otros a serlo.

Como los primeros —como los fieles de siempre— con María rogamos y, confiando que de nuevo vendrá el Defensor y que habrá un nuevo Pentecostés, digamos: «Ven, Espíritu Santo, llena el corazón de tus fieles y enciende en ellos la llama de tu amor» (Aleluya de Pentecostés).

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lunes, 10 de mayo de 2010

JESÚS PROMETE EL ESPÍRITU SANTO PARA ANIMAR A LOS DISCÍPULOS

¡Amor y paz!

El Evangelio que leemos hoy forma parte de la despedida de Jesús, de sus últimas y saludables recomendaciones, de la revelación de sus intimidades: revelación del misterio trinitario y de su providencia sobre nosotros. Cuando Jesús vuelva al Padre será el Espíritu quien anime a la Iglesia, a nuestra comunidad creyente.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Lunes de la Sexta Semana de Pascua.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Juan 15,26-27.16,1-4.

Cuando venga el Paráclito que yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad que proviene del Padre, él dará testimonio de mí. Y ustedes también dan testimonio, porque están conmigo desde el principio. Les he dicho esto para que no se escandalicen. Serán echados de las sinagogas, más aún, llegará la hora en que los mismos que les den muerte pensarán que tributan culto a Dios. Y los tratarán así porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Les he advertido esto para que cuando llegue esa hora, recuerden que ya lo había dicho. No les dije estas cosas desde el principio, porque yo estaba con ustedes.

Comentario

a) Ya el sábado pasado escuchábamos cómo Jesús, en su cena de despedida, avisaba a los suyos que serían odiados por el mundo, porque el mundo ama a los suyos, y los discípulos de Jesús, en principio, aunque «están en» el mundo, no «son del» mundo. Ahora les sigue anunciando dificultades: les excomulgarán de las sinagogas, y «llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios». Este sufrimiento de los cristianos se ve como una continuación del mismo de Cristo, a quien tampoco le aceptó el mundo. A ellos también les perseguirán: «el siervo no puede ser más que el señor». Lo que no quiere Jesús es que cuando llegue esa hora «se tambalee vuestra fe», sino que «os acordéis de que yo os lo había dicho».

El encargo fundamental para los cristianos es que den testimonio de Jesús. El día de la Ascensión les dijo: «seréis mis testigos en Jerusalén y en Samaría y en toda la tierra, hasta el fin del mundo».

Pero hay un factor muy importante para que esto sea posible: para esa hora del mal y del odio, les promete la fuerza de su Espíritu, que van a necesitar para poder dar ese testimonio. Al Espíritu -de quien desde ahora hasta Pentecostés las lecturas van a hablar con más frecuencia- le llama «Paráclito», palabra griega («para-cletos»), que significa defensor, abogado (la palabra latina que mejor traduce el «para-cletos» griego es «ad-vocatus»). Le llama también «Espíritu de la Verdad», que va a dar testimonio de Jesús. Con la ayuda de ese Abogado sí que podrán dar también ellos testimonio en este mundo.

b) Que como seguidores de Jesús iban a tener dificultades lo experimentaron los cristianos ya desde el principio. El libro de los Hechos, que hemos ido leyendo en el Tiempo Pascual, nos ha narrado una sucesión de persecuciones, detenciones, azotes, y hasta la muerte, como la de Esteban.

A lo largo de los dos mil años, ha seguido la misma tónica. Como al Señor le crucificaron, a sus fieles los han crucificado de mil maneras. Si la comunidad de Jesús, fiel al Evangelio de su Maestro, da testimonio de justicia o de amor, o defiende valores que no son los que la sociedad defiende, o denuncia situaciones que se dan contra la dignidad humana o contra la voluntad de Dios, es lógico que sea odiada, porque resulta incómoda. A veces será perseguida hasta la muerte, y otras, desprestigiada, ignorada, impedida en su misión. La palabra griega para decir «testigo, testimonio» es la de «mártir, martiría». Dar testimonio del Evangelio de Jesús comporta muchas veces sufrimiento y martirio. Pero también ahora tenemos la ayuda del Espíritu, el abogado, el defensor. Con su fuerza podemos librar la batalla entre el bien y el mal, y permanecer fieles a Cristo en medio de un mundo que a veces se muestra claramente contrario a su Evangelio, y dar testimonio de Cristo en nuestro ambiente, siendo de palabra y de obra fieles a su estilo de vida y a sus convicciones.

Si celebramos bien la Pascua -y estamos en su sexta semana- ése debe ser uno de los signos de que nos estamos dejando comunicar la vida nueva del Resucitado y de su Espíritu: la valentía en dar testimonio de Jesús.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 3
El Tiempo Pascual día tras día
Barcelona 1997. Págs. 122-124
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domingo, 9 de mayo de 2010

QUIEN OPTA POR JESÚS NO TIENE RAZONES PARA TEMER

¡Amor y paz!

Hoy, antes de celebrar la Ascensión y Pentecostés, se nos invita a amar a Dios y a dejarnos amar por Él, lo que nos lleva a ser fieles a su Palabra.

Así, quien tenga a Dios consigo mismo vivirá constantemente en paz, pues Dios estará siempre con Él, aun en los momentos más difíciles. Entonces, en el verdadero cristiano no debe haber espacio para el temor.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Domingo de la Sexta Semana de Pascua.

Dios los bendiga a todos, especialmente hoy a las madres en su Día.

Evangelio según San Juan 14,23-29.

Jesús le respondió: "El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él. El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió. Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho. Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡No se inquieten ni teman! Me han oído decir: 'Me voy y volveré a ustedes'. Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que yo. Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean.

Comentario

Hace algunos años escuché esta historia que me vino a la mente al leer las palabras de Jesús: “No se angustien ni tengan miedo”. Había una vez un niño que se llamaba Jesulín. Su padre era mago. Todas las mañanas, Jesulín se levantaba, se lavaba y se vestía a toda carrera, porque sus padres lo despedían en la puerta de la casa. El papá mago se acercaba a Jesulín y le decía al oído unas palabras mágicas que éste escuchaba lleno de emoción. Jesulín guardaba las palabras mágicas en el bolsillo de su camisa, muy cerca del corazón, y de vez en cuando, se detenía, sacaba sus palabras mágicas, las escuchaba de nuevo y seguía su camino lleno de alegría.

Jesulín tenía la costumbre de recoger a algunos amigos y amigas antes de llegar a la escuela; primero que todo iba a la casa de Miguelito, que era hijo de un policía de tránsito. El papá de Miguelito le decía a su hijo al despedirlo: «Ten cuidado al cruzar las calles... espera siempre a que el hombrecito del semáforo esté en verde. Cruza siempre las calles por el paso de cebra y no corras. Espera a que los carros se hayan detenido y ten cuidado con las bicicletas y las motos...» Y Miguelito salía siempre con una cara de 'semáforo en rojo'...; pero al encontrarse con Jesulín, se daban un abrazo, y entonces, lo que era malo, no parecía tan malo... Luego iban caminando a casa de Conchita, que era hija de una dentista. Su madre la despedía todos los días con estas palabras: «Hija mía, no comas chucherías, ni golosinas, ni chicles... Lávate los dientes cada vez que comas algo; no mastiques muy rápido y ten cuidado con las cosas duras...», y le daba un cepillo de dientes, seda dental y un tubo de crema. Y la pobre Conchita salía con una cara de 'dolor de muelas'...; pero al encontrarse con Jesulín, se daban un abrazo, y entonces, lo que era malo, no parecía tan malo...

Después los tres iban corriendo a casa de Campeón, que era hijo del dueño de un banco. A Campeón siempre lo despedía su papá en la puerta diciéndole: «Tienes que ser el primero, el mejor en todos los deportes y en todas las clases; a mi no me vengas con segundos puestos; siempre hay que ganar; ser el mejor de todos en todo... Ánimo; hay que vencer a los demás en todo». Y su padre le colocaba una medalla que decía por un lado "Soy el mejor" y por el otro decía "Soy el primero"... Y Campeón, salía siempre con una cara de 'partido perdido'...; pero al encontrarse con Jesulín, se daban un abrazo, y entonces, lo que era malo, no parecía tan malo... Por último, pasaban a recoger a Tesorito; una niña muy bonita y muy bien puesta, hija de una familia muy rica; tenían una casa enorme, con una gran escalera a la entrada y un jardín muy bonito; todas las mañanas los padres de Tesorito salían a la puerta y le decían a su hija: «Tienes todo lo que necesitas; llevas dinero, comida, libros, cuadernos, esferos, lápices, colores, plastilina... Llevas de todo y no te falta nada; te hemos dado todo para que no tengas problemas en tu vida... Por eso no hace falta que te digamos nada más». Y así la despedían sin decir más... Y la pobre Tesorito salía con una cara de 'felicidad fingida'...; pero al encontrarse con Jesulín, se daban un abrazo, y entonces, lo que era malo, no parecía tan malo...

Al llegar al colegio, sus amigos le preguntaron a Jesulín por las palabras mágicas; pero Jesulín no quiso revelarlas porque su padre se las decía sólo a él; y si las escuchaba otro, perderían su efecto mágico... De modo que los cuatro fueron una mañana, muy temprano, a la casa de Jesulín; esperaron escondidos, cerca de la puerta, a que llegara la hora en que salieran Jesulín y su papá mago; querían escuchar las palabras mágicas que le decían a Jesulín; pasó un rato y por fin salieron Jesulín y su papá mago... prestaron mucha atención y por fin escucharon las palabras mágicas: El papá mago le decía a Jesulín: «Hijo mío, te quiero mucho... ¡que tengas un día muy feliz!».

Cuando hemos sentido una experiencia de amor incondicional, no podemos tener miedo ante los problemas que nos presenta la vida. Sentirnos amados por Dios, como Jesulín se sintió amado por su papá mago, es lo que Jesús quiso comunicarnos desde la experiencia de su resurrección.

Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*
* Sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá

sábado, 8 de mayo de 2010

SEGUIR Y PROCLAMAR A CRISTO SUSCITA EL ODIO DEL MUNDO

¡Amor y paz!

Jesús ha hablado hasta ahora mucho del amor. Ahora aparece la palabra ‘odio’. Eso es lo que suscita en el mundo alguien que vive y proclama unos valores sustancialmente diferentes. El mundo está dedicado a 'honrar' al dinero y anda empeñado en la lucha por el poder, el tener y el placer. Los seguidores de Cristo proclaman la justicia, el amor y la paz y eso no le gusta al mundo.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Sábado de la Quinta Semana de Pascua.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Juan 15,18-21.

Si el mundo los odia, sepan que antes me ha odiado a mí. Si ustedes fueran del mundo, el mundo los amaría como cosa suya. Pero como no son del mundo, sino que yo los elegí y los saqué de él, el mundo los odia. Acuérdense de lo que les dije: el servidor no es más grande que su señor. Si me persiguieron a mí, también los perseguirán a ustedes; si fueron fieles a mi palabra, también serán fieles a la de ustedes. Pero los tratarán así a causa de mi Nombre, porque no conocen al que me envió.

Comentario

La lectura del evangelio de hoy describe la situación precaria de la comunidad cristiana en el mundo, que en concreto era la sociedad pagana y en parte también la judía de finales del siglo I y comienzos del siglo II. Una situación que se caracteriza por el rechazo y hasta por la persecución abiertas. La resistencia a la revelación no ha cesado con la cruz de Jesús; ahora se dirige contra la comunidad creyente que mantiene el testimonio de la revelación y que se presenta frente al mundo.

"Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros". La exhortación a la comunidad cristiana comienza con un recuerdo lapidario: la expresión "sabed" invita a los oyentes a reflexionar sobre su situación fundamental y a que piensen en aquel Jesús al que se
han unido mediante la fe.

El odio del mundo sale al paso a los discípulos, que probablemente no contaron con esta contingencia al abrazar la fe.

Que la fe suscite odio y no amor es algo que puede confundir a los cristianos sobre todo si se piensa que precisamente por la misma fe cristiana se está obligado al amor. A esto se añade el peligro, presente ya desde el comienzo, de que, frente a la amenaza de las persecuciones y dificultades, algunos cristianos se volvían atrás y apostataban. Por eso, en este texto empieza por ser tan apremiante el recuerdo de Jesús. Se les viene a decir a los cristianos: cuando os encontréis con el odio del mundo, debéis de tener presente que vuestra suerte y vuestro destino no pueden ser otros que los del propio Jesús. Antes que a vosotros me han odiado a mí.

Y a continuación se añade la razón teológica del hecho: los discípulos ya no pertenecen al mundo. "Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia".

Los discípulos "no son del mundo", han pasado ya "de la muerte a la vida", por lo cual se han despojado de su naturaleza mundana. Para el mundo ya no son "lo suyo", sino que ahora pertenecen a Jesús. El los ha hecho suyos mediante su elección. Porque ya no pertenecen al mundo, tampoco el mundo les demuestra su amor, habiendo perdido a sus ojos todo interés. Y por esta pertenencia a Jesús los cristianos han entrado lógicamente en esa oposición tensa y radical que hay entre Dios y el mundo. Pablo llegará a decir que "están crucificados con Jesús".

Sin embargo, han de vivir en el mundo aunque no pueden llegar a sentirse en el mundo como en su propia casa. El discípulo de Jesús no puede ya identificarse con el mundo. Y eso es justamente lo que el mundo no le puede perdonar "por eso el mundo os odia". "Y todo esto lo hará con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió".

Jesús es el testigo por excelencia del amor y de la fidelidad de Dios, pero el pueblo judío prefiere llamarle blasfemo antes que reconocerlo como Hijo de Dios.

Para creer en Jesús de Nazaret y aceptar el Reino inaugurado en su persona, el pueblo elegido tendría que haber renunciado a su orgullo, a su seguridad en sí mismo. Prefirió suprimir al testigo molesto.

La Iglesia es el cuerpo de Cristo y encarna la sabiduría de Dios. Por eso, tiene que sufrir inevitablemente los ataques del hombre que se cree dios de sí mismo y que no puede renunciar a ser él el autor de su propia salvación. Este hombre siempre buscará acusaciones contra la Iglesia, por los mismos motivos que las buscó contra Jesús. Entonces no se aceptó a Jesús como enviado de Dios. Ahora no se acepta a la Iglesia como enviada de Cristo.

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viernes, 7 de mayo de 2010

‘ÉSTE ES MI MANDAMIENTO: QUE OS AMÉIS UNOS A OTROS’

¡Amor y paz!

En su discurso de la Última Cena, Jesús ha insistido en que sus discípulos deben ‘permanecer en su amor, guardando sus mandamientos’.

Ahora pide un seguimiento más comprometido: “Éste es mi mandamiento, que os améis unos a otros como yo os he amado”.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este Viernes de la Quinta Semana de Pascua.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Juan 15,12-17.

Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre. No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá. Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.

Comentario

El Evangelio continúa las palabras de Jesús referentes al amor cristiano. Este es por excelencia un amor fraternal. No está fijado a los vínculos de sangre ni al "amor a la Patria". Ni siquiera es un amor que se centre exclusivamente en los integrantes de la propia congregación. Es un amor abierto a la humanidad, especialmente a la humillada, pobre y excluida. El amor cristiano manifiesta el amor del Padre en la medida en que vemos a los demás como personas dignas de nuestro afecto y respeto.

Un amor tan profundo sólo es posible si el discípulo opta por la propuesta de Jesús. Por esta razón, el texto insiste en la fidelidad a la Palabra de Jesús. Esta no es una más dentro de otras comunicaciones. Dios nos ha dado en Jesús su comunicación más personal. "Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les dará".
El discípulo no es un simple subalterno. Es ante todo un amigo personal de Jesús. Esta amistad es el ambiente donde el discípulo crece en diálogo constante y en atención permanente a su maestro.

El discípulo se siente llamado. Los discípulos y discípulas del Señor no están congregados en la comunidad por un asunto ocasional. Ellos son parte viva de la comunidad y están destinados a desarrollarse allí como personas autónomas, libres y maduras. "Esto es lo que les mando: que se amen unos a otros".

Servicio Bíblico Latinoamericano
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