¡Amor y paz!
Celebramos hoy la Ascensión del Señor. Esta solemnidad está dentro del tiempo pascual que consta de cincuenta días y concluye, dentro de ocho días, con la Venida del Espíritu Santo sobre la Iglesia. (Cf. Lc 24, 49-53; Hch 1, 3-11; 2, 1-41). Es una fecha en la que debemos recordar que la plenitud de vida se consigue solamente después de la existencia terrena, pero que mientras tanto nos corresponde aquí dar testimonio de nuestra fe en el Señor Jesús y continuar su obra.
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario.
Dios los bendiga…
Final del santo Evangelio según San Lucas 24,46-53.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Y vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto.Después los sacó hacia Betania y, levantando las manos, los bendijo. Y mientras los bendecía, se separó de ellos (subiendo hacia el cielo). Ellos se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.
Comentario
El evangelio refiere la aparición pascual en Galilea. El mensaje de la fiesta se mueve en varias direcciones: indica el triunfo de Jesús sobre las peripecias y limitaciones terrenas; señala el retorno de Cristo a la gloria del Padre como antecedente y muestra del que ocurrirá para los creyentes; manifiesta su señorío sobre la historia y la creación; muestra el inicio de la nueva vida junto a Dios; e invita al cristiano a superar lo caduco y aspirar y buscar lo otro, lo definitivo y permanente del más allá desde el más acá.
Aunque la Iglesia celebra en secuencia los eventos de la muerte, resurrección y ascensión (glorificación) de Cristo, en realidad los propone simplemente como aspectos complementarios del único misterio pascual.
En este sentido, los evangelistas terminan sus respectivos evangelios asegurando a los apóstoles que Jesús los comisiona a continuar su obra y a repetir sus señales. Ahora toca a ellos cuidar los intereses de Dios y reflejar su fidelidad al Emmanuel, siendo activos en el mundo y seguros de su presencia (Mateo y Marcos). En cambio, Lucas describe lo indescriptible en forma de compromiso. Los seguidores de Jesús no tienen tiempo de ver cómo quedó el cielo después de la ascensión de Jesús, sino de volver a la ciudad humana, ser alegres, alabar a Dios y anunciar a todos los hombres que, gracias a Cristo, Dios concede la conversión y el perdón de los pecados para recibir la salvación.
Así pues, la ascensión de Jesús a la gloria recuerda dos cosas fundamentales a la comunidad cristiana: que la plenitud de vida se consigue solamente después de la existencia terrena; y que la promesa de esa vida nueva por alcanzar no es ilusión, ni sueño ni utopía, sino una realidad que ha iniciado ya en la persona de cada uno de los cristianos. En otras palabras, la ascensión se comprende a medida que el cristiano deja de mirar el espacio intentando hallar el agujero por donde Jesús entró al Cielo o por donde él mismo "podría treparse" a la gloria. La ascensión hace volver al cristiano al lugar en donde se encuentran los hombres; lo invita a trabajar entre ellos y lo convence de ser presencia activa de Cristo mientras no llegue su propio retorno al Padre.
La Ascensión inicia ahora como preparación del mañana. En su momento, Cristo se encargará de darnos la perfección e incluirnos en su vida eterna como nos ha prometido.
El hecho de la Ascensión es relatado no solamente en los pasajes de la Escritura citados arriba, sino también es predicho y mencionado en otros lugares como un hecho establecido. Por ejemplo en Juan 6:62, Cristo pregunta a los Judíos: "Pues que sería si vierais al Hijo del hombre subir ahí a donde estaba antes?" y en 20:17, dice a María Magdalena: "No me toques, porque aún no he subido al Padre, pero ve a mis hermanos y díles: Subo a mi padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios." Además en Efesios 4:8-10, y en Timoteo 3:16, se habla de la Ascensión de Cristo como un hecho aceptado.
El lenguaje empleado por los Evangelistas para describir la Ascensión debe ser interpretado de acuerdo al uso. Decir que fue elevado o que ascendió, no necesariamente implica que localizaran al cielo directamente encima de la tierra; de la misma manera que las palabras "sentado a la derecha del Padre" no significan que esa sea realmente su postura. Al desaparecer de su vista "Fue arrebatado a vista de ellos y una nube lo sustrajo de sus ojos" (Hechos1:9), y entrando en la gloria permanece con el Padre en el honor y poder denotado en la frase de la escritura.
*Notas de la Biblia Comentada J. Straubinger
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