¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, a la
manera de la lectio divina, en este lunes de la 7ª semana del Tiempo Ordinario,
ciclo A.
Dios nos bendice...
Lectio
Divina: Marcos 9,14-29
Lunes,
24 de febrero de 2020
Tiempo
Ordinario
1)
Oración inicial
Dios todopoderoso y eterno: concede a tu pueblo que la
meditación asidua de tu doctrina le enseñe a cumplir de palabra y de obra, lo
que a ti te complace. Por nuestro Señor.
2)
Lectura
Del santo Evangelio según Marcos 9,14-29
Al llegar junto a los discípulos, vio a mucha gente que
les rodeaba y a unos escribas que discutían con ellos.
Toda la gente, al verle, quedó sorprendida y corrieron a
saludarle. Él les preguntó: «¿De qué discutís con ellos?» Uno de entre la gente
le respondió: «Maestro, te he traído a mi hijo que tiene un espíritu mudo y,
dondequiera que se apodera de él, le derriba, le hace echar espumarajos,
rechinar de dientes y le deja rígido. He dicho a tus discípulos que lo
expulsaran, pero no han podido.» Él les responde: «¡Oh generación incrédula!
¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros?
¡Traédmelo!» Y se lo trajeron. Apenas el espíritu vio a Jesús, agitó
violentamente al muchacho y, cayendo en tierra, se revolcaba echando
espumarajos. Entonces él preguntó a su padre: «¿Cuánto tiempo hace que le viene
sucediendo esto?» Le dijo: «Desde niño. Y muchas veces le ha arrojado al fuego
y al agua para acabar con él; pero, si algo puedes, ayúdanos, compadécete de
nosotros.» Jesús le dijo: «¡Qué es eso de si puedes! ¡Todo es posible para
quien cree!» Al instante gritó el padre del muchacho: «¡Creo, ayuda a mi poca
fe!» Viendo Jesús que se agolpaba la gente, increpó al espíritu inmundo,
diciéndole: «Espíritu sordo y mudo, yo te lo mando: sal de él y no entres más
en él.» Y el espíritu salió dando gritos y agitándole con violencia. El
muchacho quedó como muerto, hasta el punto de que muchos decían que había
muerto. Pero Jesús, tomándole de la mano, le levantó y él se puso en pie.
Cuando Jesús entró en casa, le preguntaban en privado sus discípulos: «¿Por qué
nosotros no pudimos expulsarle?» Les dijo: «Esta clase con nada puede ser
arrojada sino con la oración.»
3)
Reflexión
• El evangelio de hoy informa que los discípulos de Jesús
no fueron capaces de expulsar al demonio del cuerpo del niño. El poder del mal
fue mayor que su capacidad. Hoy también, hay muchos males que son mayores que
nuestra capacidad de enfrentarlos: violencia, drogas, guerra, dolores, falta de
empleo, terrorismo, etc. Hacemos un gran esfuerzo, pero parece que en vez de
mejorar el mundo queda peor aún. ¿De qué sirve luchar? Con esta pregunta en la
cabeza vamos a leer y a meditar el evangelio de hoy.
• Marcos 9,14-22: La situación de la gente: desesperación
sin solución. Al bajar del monte de la Transfiguración, Jesús encuentra mucha
gente alrededor de los discípulos. Un padre estaba desesperado, pues un
espíritu mudo se había apoderado de su hijo. Con muchos detalles, Marcos
describe la situación del muchacho poseído, la angustia del padre, la
incapacidad de los discípulos y la reacción de Jesús. Lo que más llama la
atención son dos cosas: por un lado, la confusión y la impotencia de la gente y
de los discípulos ante el fenómeno de la posesión y, por otro, el poder de
Jesús y el poder de la fe en Jesús ante la cual el demonio pierde toda su
influencia. El padre había pedido a los discípulos que expulsaran el demonio
del muchacho, pero ellos no fueron capaces. Jesús se impacientó y dijo: «¡Oh
generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de
soportaros? ¡Traédmelo!». Jesús pregunta respecto de la dolencia del muchacho.
Por la respuesta del padre, Jesús se entera de que el muchacho, “desde
pequeño”, tenía una enfermedad grave que lo ponía en peligro de vida. El padre
pide: “Si algo puedes, ayúdanos, compadécete de nosotros!” La frase del padre
expresa la situación bien real de la gente: (a) tiene fe, (b) está sin
condicione para resolver los problemas, pero (c) tiene mucha buena voluntad
para acertar.
• Marcos 9,23-27: La respuesta de Jesús: el camino de la
fe. El padre había dicho: “¡Si algo puedes,....!” A Jesús no le gustó esta
afirmación: “Si el señor pudiera...”. Esta condición no podía ponerse, pues
“¡todo es posible a aquel que tiene fe”. El padre responde: Yo creo, ¡Señor,
ayuda mi poca fe! La respuesta del padre ocupa un lugar central en este
episodio. Muestra cómo ha de ser la actitud del discípulo que, a pesar de sus
límites y dudas, quiere ser fiel. Viendo que venía mucha gente, Jesús actuó
rápidamente. Ordenó al espíritu que saliera del muchacho y no volviera “¡nunca
más!” Señal del poder de Jesús sobre el mal. Señal también de que Jesús no
quería propaganda populista.
• Marcos 9,28-29. Profundización con los discípulos. En
casa, los discípulos quieren saber por qué no fueron capaces de expulsar al
demonio. Jesús responde: Esta clase con nada puede ser arrojada sino con la
oración. Fe y oración andan juntas. Una sin la otra no existen. Los discípulos
habían empeorado. Antes ellos habían sido capaces de expulsar demonios (cf. Mc
6,7.13). Ahora, no lo consiguen más. ¿Qué les falta? ¿Fe u oración? ¿Por qué
faltaba? Son preguntas que se salen del texto y entran en nuestra cabeza para
que también nosotros hagamos una revisión de nuestra vida.
• La expulsión de los demonios en el evangelio de Marcos.
En el tiempo de Jesús, mucha gente hablaba de Satanás y de expulsión de demonios.
Había mucho miedo, y había personas que explotaban el miedo de la gente. El
poder del mal tiene muchos nombres. Demonio, Diablo, Belcebú, Príncipe de los
demonios, Satanás, Dragón, Dominaciones, Poderes, Potestades, Soberanías,
Bestia-fiera, Lucifer, etc. (cf. Mc 3,22.23; Mt 4,1; Ap 12,9; Rom 8,38; Ef
1,21). Hoy, entre nosotros, el poder del mal tiene también muchos nombres.
Basta consultar el diccionario y la palabra Diablo o Demonio. También hoy,
mucha gente deshonesta se enriquece, explorando el miedo que otros tienen del
demonio. Ahora bien, uno de los objetivos de la Buena Nueva de Jesús es,
precisamente, ayudar a la gente a liberarse de este miedo. La llegada del Reino
de Dios significa la llegada de un poder más fuerte. El hombre fuerte era una imagen
para designar el poder del mal que mantenía al pueblo dentro de la cárcel del
miedo (Mc 3,27). El poder del mal oprime a las personas y las aliena de sí.
Hace que vivan en el miedo y en la muerte (cf. Mc 5,2). Es un poder tan fuerte
que nadie consigue agarrarlo (cf. Mc 5,4). El imperio romano, con sus
“Legiones” (cf. Mc 5,9), esto es, con sus ejércitos, era un instrumento usado
para mantener esta situación de opresión. Pero Jesús es un hombre más fuerte
que vence, agarra y expulsa ¡el poder del mal! En la carta a los Romanos, el
apóstol Pablo hace una enumeración de todos los posibles poderes o demonios que
podría amenazarnos, y resume todo de la siguiente manera: “Ni la muerte, ni la
vida, ni los ángeles, ni los principados, ni el presente, ni el futuro, ni los
poderes, ni la altura, ni la profundidad, ni ninguna criatura alguna nos
separarán del amor de Dios que se ha manifestado ¡en Cristo Jesús, nuestro
Señor!” (Rom 8,38-39) ¡Nada! Y las primeras palabras de Jesús después de la
resurrección son éstas: “¡No temáis! ¡Alegraos! ¡No tengáis miedo! ¡La paz sea
con vosotros!” (Mc 16,6; Mt 28,9.10; Lc 24,36; Jn 20,21).
4)
Para la reflexión personal
• ¿Has vivido ya una experiencia de impotencia ante el
mal y la violencia? ¿Ha sido una experiencia sólo tuya o también de la
comunidad? ¿Cómo la venciste y te reencontraste a ti mismo/a?
• ¿Cuál es la clase de poder del mal que, hoy, puede ser
arrojada sólo con mucha oración?
5)
Oración final
La ley del Señor es perfecta,
hace revivir;
el dictamen del Señor es veraz,
instruye al ingenuo. (Sal 19,8)
hace revivir;
el dictamen del Señor es veraz,
instruye al ingenuo. (Sal 19,8)
Orden de los Carmelitas