¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este miércoles de la
33ª semana del Tiempo Ordinario, en que celebramos la Presentación de la
Santísima Virgen María.
Dios nos bendice...
LECTIO DIVINA: LUCAS
19,11-28
Lectio:
Miércoles, 21 noviembre,
2018
Tiempo Ordinario
1) Oración inicial
Señor, Dios nuestro,
concédenos vivir siempre alegres en tu servicio, porque en servirte a ti,
creador de todo bien, consiste el gozo pleno y verdadero. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del Evangelio según Lucas
19,11-28
Mientras la gente
escuchaba estas cosas, añadió una parábola, porque estaba él cerca de Jerusalén
y creían ellos que el Reino de Dios aparecería de un momento a otro. Dijo,
pues: «Un hombre noble marchó a un país lejano, para recibir la investidura
real y volverse. Llamó a diez siervos suyos, les dio diez minas y les dijo:
`Negociad hasta que vuelva.' Pero sus ciudadanos le odiaban y enviaron detrás
de él una embajada que dijese: `No queremos que ése reine sobre nosotros.'
«Cuando regresó, después de recibir la investidura real, mandó llamar a
aquellos siervos suyos a los que había dado el dinero, para saber lo que había
ganado cada uno. Se presentó el primero y dijo: `Señor, tu mina ha producido
diez minas.' Le respondió: ` ¡Muy bien, siervo bueno!; ya que has sido fiel en
lo insignificante, toma el gobierno de diez ciudades.' Vino el segundo y dijo:
`Tu mina, Señor, ha producido cinco minas.' Dijo a éste: `Ponte tú también al
mando de cinco ciudades. ' «Vino el otro y dijo: `Señor, aquí tienes tu mina,
que he tenido guardada en un lienzo; pues tenía miedo de ti, que eres un hombre
severo; que tomas lo que no pusiste y cosechas lo que no sembraste.' Dícele:
`Por tu propia boca te juzgo, siervo malo; sabías que yo soy un hombre severo,
que tomo lo que no puse y cosecho lo que no sembré; pues, ¿por qué no colocaste
mi dinero en el banco? Y así, al volver yo, lo habría cobrado con los
intereses.' Y dijo a los presentes: `Quitadle la mina y dádsela al que tiene
las diez minas.' Dijéronle: `Señor, tiene ya diez minas.' -`Os digo que a todo
el que tiene, se le dará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le
quitará.'
«`Y a esos enemigos míos, que no querían que yo reinara sobre ellos, traedlos aquí y matadlos delante de mí.'» Y dicho esto, marchaba por delante, subiendo a Jerusalén.
«`Y a esos enemigos míos, que no querían que yo reinara sobre ellos, traedlos aquí y matadlos delante de mí.'» Y dicho esto, marchaba por delante, subiendo a Jerusalén.
3) Reflexión
• El evangelio de hoy nos
trae la Parábola de los Talentos, en la que Jesús nos habla de los dones que
las personas reciben de Dios. Toda persona tiene alguna cualidad, recibe algún
don o sabe alguna cosa que puede enseñar a los otros. Nadie es sólo alumno,
nadie es sólo profesor. Aprendemos unos de otros.
• Lucas 19,11: La llave
para entender la historia de la parábola. Para introducir la parábola Lucas
dice lo que sigue: “Mientras la gente escuchaba estas cosas, añadió una
parábola, porque estaba él cerca de Jerusalén y creían ellos que el Reino de
Dios aparecería de un momento a otro”. En esta información inicial, Lucas
destaca tres motivaciones que llevan a Jesús a contar la parábola: (a) La
acogida que hay que dar a los excluidos, pues, diciendo “mientras la gente
escuchaba estas cosas”, se refiere al episodio de Zaqueo, el excluido que fue
acogido por Jesús (b) La proximidad de la pasión, de la muerte y de la
resurrección, pues decía que Jesús estaba cerca de Jerusalén donde iba a morir
en breve. (c) La llegada inminente del Reino de Dios, pues las personas que
acompañaban a Jesús pensaban que el Reino de Dios llegaría luego.
• Lucas 19,12-14: El
inicio de la Parábola. “Dijo, pues: Un hombre noble marchó a un país lejano,
para recibir la investidura real y volverse. Llamó a diez siervos suyos, les
dio diez minas y les dijo: `Negociad hasta que vuelva.' Pero sus ciudadanos le
odiaban y enviaron detrás de él una embajada que dijese: `No queremos que ése
reine sobre nosotros”. Algunos estudiosos piensan que en esta parábola Jesús se
refiere a Herodes quien setenta años antes (40 aC), había ido a Roma con el fin
de recibir el título y el poder de Rey de Palestina. A la gente no le gustaba
Herodes y no quería que fuera rey, pues la experiencia que habían tenido con él
como comandante para reprimir las rebeliones en la Galilea contra Roma fue una
experiencia trágica y dolorosa. Por esto decían: “No queremos que ése reine
sobre nosotros” A este mismo Herodes se aplicaría la frase final de la
parábola: “Y a esos enemigos míos, que no querían que yo reinara sobre ellos,
traedlos aquí y matadlos delante de mí.” De hecho, Herodes mató a mucha gente.
• Lucas 19,15-19:
Rendimiento de cuentas de los primeros empleados que recibieron cien monedas de
plata. La historia nos dice que Herodes recibió el título de rey y volvió a
Palestina para asumir el poder. En la parábola, el rey llama a los empleados a
los que había dado cien monedas de plata, para saber cuánto habían ganado. Se
presentó el primero y dijo: `Señor, tu mina ha producido diez minas.' Le
respondió: `¡Muy bien, siervo bueno!; ya que has sido fiel en lo
insignificante, toma el gobierno de diez ciudades. Vino el segundo y dijo: `Tu
mina, Señor, ha producido cinco minas.' Dijo a éste: `Ponte tú también al mando
de cinco ciudades.' Según la historia, tanto Herodes Magno como su hijo Herodes
Antipas, ambos sabían tratar con el dinero y promover a las personas que los
ayudaban. En la parábola, el rey da diez ciudades al empleado que multiplicó
por diez las cien monedas que había recibido, y cinco ciudades al empleado que
las multiplicó por cinco.
• Lucas 19,20-23: Rendimiento de cuentas del empleado que no ganó nada. El tercer empleado llegó y dijo: ''Señor, aquí tienes tu mina, que he tenido guardada en un lienzo; pues tenía miedo de ti, que eres un hombre severo; que tomas lo que no pusiste y cosechas lo que no sembraste”. En esta frase aflora una idea equivocada de Dios que es criticada por Jesús. El empleado ve a Dios como a un dueño severo. Ante un Dios así, el ser humano siente miedo y se esconde detrás de la observancia exacta y mezquina de la ley. Piensa que, al actuar así, no será castigado por la severidad del legislador. En realidad, una persona así no cree en Dios, sino que cree solamente en si misma, en su propia observancia de la ley. Ella se cierra en sí misma, se aleja de Dios y no consigue ocuparse y preocuparse de los otros. Se vuelve incapaz de crecer como persona libre. Esta imagen falsa de Dios aísla al ser humano, mata la comunidad, acaba con la alegría y empobrece la vida. “El rey responde: '`Por tu propia boca te juzgo, siervo malo; sabías que yo soy un hombre severo, que tomo lo que no puse y cosecho lo que no sembré; pues, ¿por qué no colocaste mi dinero en el banco? Y así, al volver yo, lo habría cobrado con los intereses.” El empleado no fue coherente con la imagen que tenía de Dios. Si imaginaba a un Dios tan severo, hubiera tenido que colocar, por lo menos, el dinero en el banco. Así que es condenado no por Dios, sino por la idea errada que tenía de Dios y que le vuelve temeroso e inmaduro. Una de las cosas que más influye en la vida de la gente es la idea que nos hacemos de Dios. Entre los judíos de la línea de los fariseos, algunos imaginaban a Dios como a un Juez severo que los trataba de acuerdo con el mérito conquistado por las observancias. Esto producía miedo e impedía a las personas el poder crecer. Sobretodo, impedía que las personas pudiesen abrir un espacio dentro de sí para acoger la nueva experiencia de Dios que Jesús comunicaba.
• Lucas 19,20-23: Rendimiento de cuentas del empleado que no ganó nada. El tercer empleado llegó y dijo: ''Señor, aquí tienes tu mina, que he tenido guardada en un lienzo; pues tenía miedo de ti, que eres un hombre severo; que tomas lo que no pusiste y cosechas lo que no sembraste”. En esta frase aflora una idea equivocada de Dios que es criticada por Jesús. El empleado ve a Dios como a un dueño severo. Ante un Dios así, el ser humano siente miedo y se esconde detrás de la observancia exacta y mezquina de la ley. Piensa que, al actuar así, no será castigado por la severidad del legislador. En realidad, una persona así no cree en Dios, sino que cree solamente en si misma, en su propia observancia de la ley. Ella se cierra en sí misma, se aleja de Dios y no consigue ocuparse y preocuparse de los otros. Se vuelve incapaz de crecer como persona libre. Esta imagen falsa de Dios aísla al ser humano, mata la comunidad, acaba con la alegría y empobrece la vida. “El rey responde: '`Por tu propia boca te juzgo, siervo malo; sabías que yo soy un hombre severo, que tomo lo que no puse y cosecho lo que no sembré; pues, ¿por qué no colocaste mi dinero en el banco? Y así, al volver yo, lo habría cobrado con los intereses.” El empleado no fue coherente con la imagen que tenía de Dios. Si imaginaba a un Dios tan severo, hubiera tenido que colocar, por lo menos, el dinero en el banco. Así que es condenado no por Dios, sino por la idea errada que tenía de Dios y que le vuelve temeroso e inmaduro. Una de las cosas que más influye en la vida de la gente es la idea que nos hacemos de Dios. Entre los judíos de la línea de los fariseos, algunos imaginaban a Dios como a un Juez severo que los trataba de acuerdo con el mérito conquistado por las observancias. Esto producía miedo e impedía a las personas el poder crecer. Sobretodo, impedía que las personas pudiesen abrir un espacio dentro de sí para acoger la nueva experiencia de Dios que Jesús comunicaba.
• Lucas 19,24-27:
Conclusión para todos. “Y dijo a los presentes: `Quitadle la mina y dádsela al
que tiene las diez minas.' Dijéronle: `Señor, tiene ya diez minas.' -`Os digo
que a todo el que tiene, se le dará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se
le quitará”. El señor manda quitarle las cien monedas y darlas a aquel que ya
tenía mil, porque “a todo el que tiene, se le dará, pero al que no tiene, aun
lo que tiene se le quitará. En esta frase final está la clave que aclara la
parábola. En el simbolismo de la parábola, las monedas de plata del rey son los
bienes del Reino de Dios, esto es, todo aquello que hace crecer a las persona y
revela la presencia de Dios: amor, servicio, compartir. Aquel que se cierra en
si mismo con miedo a perder lo poco que tiene, éste va a perder lo poco que ya
tiene. La persona, pues, que no piensa en sí, sino que se entrega a los otros,
ésta va a crecer y a recibir a su vez, de forma inesperada, todo lo que entregó
y mucho más: “cien veces más, con persecuciones” (Mc 10,30). “Pierde la vida
quien quiere salvarla, gana su vida quien tiene el valor de perderla” (Lc 9,24;
17,33; Mt 10,39;16,25;Mc 8,35). El tercer empleado tiene miedo y no hace nada.
No quiere perder nada y, por esto, no gana nada. Pierde hasta lo poco que
tiene. El Reino es riesgo. Aquel que no quiere correr riesgos, ¡pierde el
Reino!
• Lucas 19,28: Volviendo a
la triple llave inicial. Al final, Lucas concluye el asunto con esta
información: “Y dicho esto marchaba por delante, subiendo a Jerusalén”. Esta
información final evoca la triple llave dada al comienzo: acogida a los
excluidos, proximidad de la pasión, muerte y resurrección de Jesús en Jerusalén
y la idea de la inminente llegada del Reino. A los que pensaban que el Reino de
Dios estaba por llegar, la parábola manda mudar la mirada. El Reino de Dios
llega, sí, pero a través de la muerte y de la resurrección de Jesús que
acontece en breve en Jerusalén. Y el motivo de la muerte fue su acogida, la
acogida que Jesús daba a los excluidos como Zaqueo y a tantos otros. Molestaba
a los grandes y ellos lo eliminaron condenándolo a muerte y a una muerte de
cruz.
4) Para la reflexión
personal
• En nuestra comunidad,
¿tratamos de conocer y valorar los dones de cada persona? A veces los dones de
unos generan envidia y competitividad en otros. ¿Cómo reaccionamos?
• Nuestra comunidad ¿es un espacio donde las personas pueden explayar sus dones?
• Nuestra comunidad ¿es un espacio donde las personas pueden explayar sus dones?
5) Oración final
Alabad a Dios en su
santuario,
alabadlo en su poderoso firmamento,
alabadlo por sus grandes hazañas,
alabadlo por su inmensa grandeza. (Sal 150,1-2)
alabadlo en su poderoso firmamento,
alabadlo por sus grandes hazañas,
alabadlo por su inmensa grandeza. (Sal 150,1-2)
Orden de los Carmelitas