¡Amor y paz!
En esta época en que las
cosas pierden su sustancia o se desnaturalizan, como la leche deslactosada, el
café descafeinado, el dulce sin azúcar o las hamburguesas sin carne, algunos
quieren extender la tendencia y concebir y practicar un cristianismo sin
Cristo.
Son los mismos que
celebran una Navidad sin Jesús, y lo cambian por Santa Claus, o Papá Noel. Lo
peor es que con los enormes gastos que se dan por estas épocas, el verdadero homenajeado
pareciera ser más bien el ‘dios’ dinero.
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la 1ª.semana de Adviento.
Dios los bendiga,..
Evangelio según San Lucas 10,21-24.
En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar". Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: "¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven! ¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!".
Comentario
Ocasionalmente encontramos
formas de cristianismo que se pasan a Jesús por la faja. El centro de su
devoción no es el Jesús de los evangelios, sino un conjunto aficiones por
imágenes, santos y otras figuras interesantes de la fe cristiana. Pero, muchas
veces, sin querer, ignoran a quien es el centro de nuestra fe.
Lo que nos enseñan los
evangelios en su extensa catequesis es esto precisamente: para la cabal
comprensión y asimilación del cristianismo es insustituible conocer y
comprender al hombre Jesús de Nazaret. El pasaje que hoy leemos nos enfatiza
precisamente este asunto.
En boca de Jesús el
evangelista nos propone una reflexión sumamente interesante. Para nosotros los
cristianos, la relación con Dios está mediada por la historia concreta de una
persona concreta que es indispensable para nuestra fe. Y esta persona no es
otra que Jesús, el que venía de Galilea y murió en Jerusalén. El evangelista es
enfático en decirnos "Nadie sabe quién es el Hijo sino el Padre; ni quién
es el Padre sino el Hijo". Jesús y su historia son de este modo insustituibles
para la fe. Quien pretenda ser cristiano ignorando el significado de Jesús para
la fe, pierde el tiempo y se equivoca de camino.
Hoy asistimos al
nacimiento de muchos movimientos religiosos que se saltan olímpicamente la
relevancia de Jesús y lo reemplazan por espiritualismo de poco vuelo. Cambian
el núcleo de la fe por cualquier ideología, ilusión o engañifa creyendo que con
hacer más fácil la religión y ponerle estrategias publicitarias hacen un gran
aporte al cristianismo. El evangelio, por el contrario, nos invita a tomarnos a
Jesús en serio y a valorarlo como el tesoro hallado en el campo: por él damos
todo y vibramos de alegría.
Servicio Bíblico Latinoamericano