miércoles, 17 de febrero de 2016

Es hora de reconocer nuestros errores y hacer penitencia

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos,  a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la 1ª. Semana de Cuaresma.

Dios nos bendice...

Evangelio según San Lucas 11,29-32. 
Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir: "Esta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás. Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación. El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay alguien que es más que Salomón. El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay alguien que es más que Jonás.  
Comentario


Es humillante y doloroso darse cuenta de un error y por eso nuestro ego suele resistirse a reconocer sus fallas. A través de disculpas o de intentar echar la culpa a otros pretendemos ocultar nuestras equivocaciones. A menudo este proceder conduce a que sean maltratados inocentes y a que nosotros mismos multipliquemos nuevas fallas y desaciertos.

En realidad el camino más sencillo para librarse de los errores es reconocerlos. He leído que el empresario más rico del mundo actualmente, Bill Gates, tiene como estrategia difundir con rapidez y precisión de los errores que aparecen en los productos de Microsoft o en sus métodos de mercadeo.

La idea es que cuando algo sale mal todo el mundo en la empresa debe saber que eso salió mal y debe enterarse de por qué salió mal. Sin embargo, el énfasis nunca está en quién fue el "culpable" pues no se trata de un ejercicio de justicia sino de una política de entrenamiento continuo. Es como poner a todo Microsoft a aprender todos los días cómo hacer las cosas mejor por vía de reconocer con honesta sencillez qué salió mal.

El fruto de esta estrategia de Gates es notable: todo el mundo, también yo, tiene algo qué criticarle a Microsoft y sus productos, pero ello no exaspera a este genio de los sistemas, pues su actitud de mantenerse rectificando el camino SIEMPRE convierte cada crítica en una oportunidad.

Tal vez no sobre aclarar que mi admiración por este aspecto de la vida de Bill Gates no me hace menos crítico de muchas otras cosas de su modo de obrar y de enriquecerse. Pero nada nos impide aprender de aquellos con los que no estamos de acuerdo incluso en cosas esenciales.

2. Hacer penitencia

La cuaresma quiere que hagamos el ejercicio honesto de rectificar nuestros caminos reconociendo nuestros errores. Mas además del reconocimiento de errores hay algo que se nos invita a hacer: penitencia.

La penitencia es uno de los conceptos de más difícil comprensión para nuestra época. Habla tú de penitencia y la gente creerá que estás contando historias de mentes enfermizas, almas masoquistas o clérigos de oscuras tendencias sádicas. La morbosidad ronda al tema de la penitencia y crea una nube pegajosa que no nos deja reconocer la belleza que también tiene este aspecto de la vida cristiana.

Hacer penitencia es al alma lo que un gimnasio es para el cuerpo. ¿Has visto la cara que hace la gente mientras levanta pesas o estira durísimos resortes? No son rostros sonrientes y tranquilos, sino imágenes de un esfuerzo tenaz y a veces incluso de dolor. Pero ese dolor tiene un sentido, que es la reforma del cuerpo. Después de esas "torturas" repetidas durante días o semanas, van desapareciendo las formas indeseables y el cuerpo adquiere el perfil que se quería.

Algo así es la penitencia para el alma: a través del dominio de nosotros mismos nos volvemos escultores de nuestra vida y recuperamos posesión de nuestros sentidos y emociones. El ayuno, así como otras formas de penitencia, son un verdadero gimnasio en el que alcanzamos belleza no para este mundo sino para la eternidad.


http://fraynelson.com/homilias.html.