miércoles, 9 de julio de 2014

“Este mundo nuestro no logra ya elevar la mirada hacia Dios”

¡Amor y paz!

Ayer meditábamos con el Evangelio cómo la cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos, ante lo cual Jesús nos pedía orar para que Dios nos enviará más operarios: laicos, sacerdotes, religiosos…

Hoy, el texto evangélico está muy relacionado porque Jesús convoca a sus doce discípulos y les da poder para  expulsar espíritus, curar enfermedades y proclamar que el Reino de Dios está cerca.

Los bautizados de esta época somos los nuevos enviados a evangelizar un mundo que, como diría el Papa Francisco en el comentario, “no logra ya elevar la mirada hacia Dios”.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la 14ª. Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 10,1-7.
Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de curar cualquier enfermedad o dolencia. Los nombres de los doce Apóstoles son: en primer lugar, Simón, de sobrenombre Pedro, y su hermano Andrés; luego, Santiago, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó. A estos Doce, Jesús los envió con las siguientes instrucciones: "No vayan a regiones paganas, ni entren en ninguna ciudad de los samaritanos. Vayan, en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. 

Comentario

Debemos tener la valentía de la fe y no dejarnos guiar por la mentalidad que nos dice: «Dios no sirve, no es importante para ti», y así sucesivamente. Es precisamente lo contrario… ¡Dios es nuestra fuerza! ¡Dios es nuestra esperanza! Queridos hermanos y hermanas, debemos tener nosotros, en primer lugar, bien firme esta esperanza y debemos ser de ella un signo visible, claro, luminoso para todos… 

    Nuestra esperanza de cristianos es fuerte, segura, sólida en esta tierra, donde Dios nos ha llamado a caminar, y está abierta a la eternidad, porque está fundada en Dios, que es siempre fiel… Que haber resucitado con Cristo mediante el Bautismo, con el don de la fe, “para una herencia que no se corrompe” (Rm 6,4), nos lleve a buscar mayormente las cosas de Dios… Ser cristianos no se reduce a seguir los mandamientos, sino que quiere decir ser en Cristo, pensar como Él, actuar como Él, amar como Él; es dejar que Él tome posesión de nuestra vida y la cambie, la transforme, la libere de las tinieblas del mal y del pecado.

    Queridos hermanos y hermanas, a quien nos pida razón de la esperanza que está en nosotros (cf. 1 P 3,15), indiquemos al Cristo resucitado. Indiquémoslo con el anuncio de la Palabra, pero sobre todo con nuestra vida de resucitados. Mostremos la alegría de ser hijos de Dios, la libertad que nos da el vivir en Cristo, que es la verdadera libertad (Rm 8,21), la que nos salva de la esclavitud del mal, del pecado, de la muerte. Miremos a la Patria celestial: tendremos una nueva luz también en nuestro compromiso y en nuestras fatigas cotidianas. Es un valioso servicio que debemos dar a este mundo nuestro, que a menudo no logra ya elevar la mirada hacia lo alto, no logra ya elevar la mirada hacia Dios.

Papa Francisco
Audiencia general del 10/04/2013 (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana)
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