¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este miércoles 25 del Tiempo Ordinario, ciclo B.
Dios nos bendice…
1ª Lectura (Prov 30,5-9):
La palabra de Dios es acendrada, él es escudo para los que se refugian en él. No añadas nada a sus palabras, porque te replicará y quedarás por mentiroso. Dos cosas te he pedido; no me las niegues antes de morir: aleja de mí falsedad y mentira; no me des riqueza ni pobreza, concédeme mi ración de pan; no sea que me sacie y reniegue de ti, diciendo: «¿Quién es el Señor?»; no sea que, necesitando, robe y blasfeme el nombre de mi Dios.
Salmo responsorial: 118
R/. Lámpara es tu palabra para mis pasos, Señor.
Apártame del camino falso, y dame la gracia de tu
voluntad.
Más estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata.
Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.
Aparto mi pie de toda senda mala, para guardar tu palabra.
Considero tus decretos, y odio el camino de la mentira.
Detesto y aborrezco la mentira, y amo tu voluntad.
Versículo antes del Evangelio (Mc 1,5):
Aleluya. El Reino de Dios está cerca, dice el Señor; arrepentíos y creed en el Evangelio. Aleluya.
Texto del Evangelio (Lc 9,1-6):
En aquel tiempo, convocando Jesús a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades; y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar. Y les dijo: «No toméis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata; ni tengáis dos túnicas cada uno. Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de allí. En cuanto a los que no os reciban, saliendo de aquella ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos». Saliendo, pues, recorrían los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes.
Comentario
Hoy vivimos unos tiempos en que nuevas enfermedades
mentales alcanzan difusiones insospechadas, como nunca había habido en el curso
de la historia. El ritmo de vida actual impone estrés a las personas, carrera
para consumir y aparentar más que el vecino, todo ello aliñado con unas fuertes
dosis de individualismo, que construyen una persona aislada del resto de los
mortales. Esta soledad a la que muchos se ven obligados por conveniencias
sociales, por la presión laboral, por convenciones esclavizantes, hace que
muchos sucumban a la depresión, las neurosis, las histerias, las esquizofrenias
u otros desequilibrios que marcan profundamente el futuro de aquella persona.
«Convocando Jesús a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los
demonios, y para curar enfermedades» (Lc 9,1). Males, estos, que podemos
identificar en el mismo Evangelio como enfermedades mentales.
El encuentro con Cristo, que es la Persona completa y realizada, aporta un
equilibrio y una paz que son capaces de serenar los ánimos y de hacer
reencontrar a la persona con ella misma, aportándole claridad y luz en su vida,
bueno para instruir y enseñar, educar a los jóvenes y a los mayores, y
encaminar a las personas por el camino de la vida, aquella que nunca se ha de
marchitar.
Los Apóstoles «recorrían los pueblos, anunciando la Buena Nueva» (Lc 9,6). Es
ésta también nuestra misión: vivir y meditar el Evangelio, la misma palabra de
Jesús, a fin de dejarla penetrar en nuestro interior. Así, poco a poco,
podremos encontrar el camino a seguir y la libertad a realizar. Como escribió
san Juan Pablo II, «la paz ha de realizarse en la verdad (...); ha de hacerse
en la libertad».
Que sea el mismo Jesucristo, que nos ha llamado a la fe y a la felicidad
eterna, quien nos llene de su esperanza y amor, Él que nos ha dado una nueva
vida y un futuro inagotable.
Rev. D. Jordi CASTELLET i Sala (Vic, Barcelona, España)
Evangeli.net