domingo, 21 de junio de 2009

OREMOS POR....

Estimados hermanos en Cristo:

Unámonos a la hermana María Luisa Alzati, quien ora por los niños de la guardería en Hermosillo, Sonora, México.

Dios bendiga a esos niños.

¿QUÉ TAN FUERTE ES TU FE?

Amor y paz!

Hemos llegado al Duodécimo Domingo del Tiempo Ordinario y en su Evangelio el Señor Jesús nos llama la atención sobre la debilidad de nuestra fe, sobre todo en aquellos momentos críticos de la vida.

Es muy fácil decir: '¡Señor, creo!', cuando todo nos sale bien y los días pasan sin altibajos. La fe, sin embargo, debe ser probada, como la calidad de los marineros: éstos no muestran su oro o su cobre cuando su nave está segura en el puerto. Sólo en altamar, cuando las olas enfurecidas parecieran destruir la embarcación, es en esos momentos cuando se conoce el verdadero talente de los marineros. Así es la fe del cristiano.

Esta es una buena oportunidad para enviarles a todos los padres un afectuoso saludo en su Día y pedirle a Dios Nuestro Señor copiosas bendiciones para todos. Son ellos –con la ayuda del Altísimo y el concurso de las madres-- quienes deben saber llevar el navío de sus hogares a puerto seguro, en estos días difíciles que vive nuestra sociedad.

Les deseo todo bien,

Luis Felipe Salamanca C.
Movimiento FRATRES
Evangelio según San Marcos 4,35-41.
Al atardecer de ese mismo día, les dijo: "Crucemos a la otra orilla". Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya. Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal. Lo despertaron y le dijeron: "¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?". Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: "¡Silencio! ¡Cállate!". El viento se aplacó y sobrevino una gran calma. Después les dijo: "¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?".Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: "¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?".

COMENTARIO

“¡Maestro! ¿No te importa que nos estemos hundiendo?”

Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*

Recibí hace unos meses el siguiente texto: “Un profesor universitario retó a sus alumnos con esta pregunta. ¿Dios creó todo lo que existe? Un estudiante contestó valiente: Sí, lo hizo. ¿Dios creó todo?, preguntó nuevamente el profesor. Sí señor, respondió el joven. El profesor contestó, "Si Dios creó todo, entonces Dios hizo al mal, pues el mal existe, y bajo el precepto de que nuestras obras son un reflejo de nosotros mismos, entonces Dios es malo". El estudiante se quedó callado ante tal respuesta y el profesor, feliz, se jactaba de haber probado una vez más que la fe era un mito”.

Otro estudiante levantó su mano y dijo: ¿Puedo hacer una pregunta, profesor? Por supuesto, respondió el profesor. El joven se puso de pie y preguntó: ¿Profesor, existe el frío? ¿Qué pregunta es esa? Por supuesto que existe, ¿acaso usted no ha tenido frío? El muchacho respondió: De hecho, señor, el frío no existe. Según las leyes de la física, lo que consideramos frío, en realidad es la ausencia de calor. "Todo cuerpo u objeto es susceptible de estudio cuando tiene o transmite energía, el calor es lo que hace que dicho cuerpo tenga o transmita energía. El cero absoluto es la ausencia total y absoluta de calor, todos los cuerpos se vuelven inertes, incapaces de reaccionar, pero el frío no existe. Hemos creado ese término para describir cómo nos sentimos si no tenemos calor".

Y, ¿existe la oscuridad? Continuó el estudiante. El profesor respondió: Por supuesto. El estudiante contestó: Nuevamente se equivoca, señor, la oscuridad tampoco existe. La oscuridad es en realidad ausencia de luz. La luz se puede estudiar, la oscuridad no, incluso existe el prisma de Nichols para descomponer la luz blanca en los varios colores en que está compuesta, con sus diferentes longitudes de onda. La oscuridad no. Un simple rayo de luz rasga las tinieblas e ilumina la superficie donde termina el haz de luz. ¿Cómo puede saber cuan oscuro está un espacio determinado? Con base en la cantidad de luz presente en ese espacio, ¿no es así?. Oscuridad es un término que el hombre ha desarrollado para describir lo que sucede cuando no hay luz presente.

Finalmente, el joven preguntó al profesor: Señor, ¿existe el mal? El profesor respondió: Por supuesto que existe, como lo mencioné al principio, gracias a el vemos violaciones, crímenes y violencia en todo el mundo, esas cosas son del mal. A lo que el estudiante respondió: El mal no existe, señor, o al menos no existe por sí mismo. El mal es simplemente la ausencia de Dios, es, al igual que los casos anteriores un término que el hombre ha creado para describir esa ausencia de Dios. Dios no creó al mal. No es como la fe o el amor, que existen como existen el calor y la luz. El mal es el resultado de que la humanidad no tenga a Dios presente en sus corazones. Es como resulta el frío cuando no hay calor, o la oscuridad cuando no hay luz. Entonces el profesor, después de asentar con la cabeza, se quedó callado. El joven se llamaba Albert Einstein.

La pregunta por el mal está y estará presente frente a nuestra fe vacilante. Los discípulos, ante la tormenta que los amenaza, se acercan a Jesús que duerme en la parte de atrás de la barca, apoyado sobre una almohada y lo despiertan con esta pregunta: “¡Maestro! ¿No te importa que nos estemos hundiendo?” La respuesta de Jesús fue dar una orden al viento para que se calmara. Inmediatamente, confronta a sus discípulos y les pregunta: “¿Por qué tenían tanto miedo? ¿Todavía no tienen fe?”. Eso mismo sentimos que nos pregunta el Señor cuando nos sentimos atenazados por el mal. Pero éste no es más que ausencia de Dios y la mejor forma de atacarlo es dejándonos llenar por esa luz que no conoce ocaso y que nos calienta el corazón.

* Sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá