¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, a la manera de la lectio divina, este Domingo II del Tiempo Ordinario, ciclo B.
Dios nos bendice…
«Maestro, ¿dónde vives?»
PRIMERA LECTURA: 1 Samuel 3, 3b-10.19
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 39, 2 y 4ab. 7-8a. 8b-9. 10
SEGUNDA LECTURA: 1 Corintios 6, 13c-15a.17-20
Invocación al Espíritu Santo:
Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.
Amén
TEXTO BÍBLICO: Juan 1, 35-42
35 Al día siguiente, Juan estaba allí nuevamente con dos de sus seguidores, 36 y cuando vio pasar a Jesús, dijo: “¡Ahí está el Cordero de Dios!” 37 Cuando los dos discípulos de Juan oyeron esto, siguieron a Jesús. 38 Jesús, volteándose, vio que lo seguían y les preguntó: “¿Qué están buscando?” Ellos le dijeron: “Rabí, que significa ‘maestro’, ¿dónde vives?”.
39 Él les dijo: “vengan y vean”. Entonces ellos fueron, vieron dónde vivía Jesús y se quedaron con Él el resto del día. Esto sucedió alrededor de las cuatro de la tarde.
40 Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos hombres que habían escuchado a Juan hablar sobre Jesús y, por tanto, lo habían seguido. 41 Lo primero que hizo Andrés fue buscar a su hermano Simón y le dijo: “Encontramos al Mesías, que significa: el Cristo”.
42 Entonces Andrés llevó a su hermano a Jesús, y mirándolo, Jesús dijo: “Tú eres Simón, hijo de Jonás, pero de ahora en adelante tú serás llamado Cefas, que quiere decir Pedro”.
1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?
Estudio Bíblico.
El Evangelista Juan, habla de Juan el Bautista en varias ocasiones. Aquí nos recuerda que en primer lugar hubo un hecho histórico, un nuevo anuncio: “Ahí está el cordero de Dios”. Juan el Bautista tenía todas las cualidades para decir quién era Jesús. Por segunda vez les dice a todos quién es Jesús. Es el Testimonio el que provoca entonces que algunos discípulos de Juan comenzaran a seguir al Maestro.
El evangelista nos muestra un verdadero camino que nos permite entender qué significa ser discípulos del Señor:
Todo comienza con el anuncio pronunciado por un testigo cualificado, que es Juan el Bautista.
Luego viene el deseo de seguir al Señor en el interior, que se realiza en una acción concreta: ir detrás de él y preguntarle: “¿Maestro, donde vives?
Del seguimiento de Jesús se inicia el encuentro que está compuesto de experiencia personal y comunitaria. Una vivencia con el Señor. Experimentar significa salir de los propios límites para ir más allá y encontrarse con el otro. En este caso con el mismo Jesús. Es decir, se va descubriendo el misterio de Cristo, desde un encuentro con Él, mientras se va realizando la gran síntesis de la vida y de la fe. Fue tan importante esto, que hasta la hora en que encontraron a Jesús recordaron: “eran las cuatro de la tarde”.
Pero el encuentro con Jesús no queda sólo en la intimidad. El sentido existencial del Maestro, lo pone a revisar su propia identidad, en confrontación con su vida. Es tan fuerte esta emoción, que salen a buscar a otros y a contarles lo que ellos mismos han experimentado, pero lo hacen con una profesión de fe: “hemos encontrado al Mesías”. Esta fe expresada, es también el paso al apostolado. Es decir de discípulos a Misioneros.
Y Andrés, luego de haber vivido esta experiencia conduce a su hermano a Jesús, quien le cambia el nombre y de Simón, lo llama “Cefas” (que en español se dice Pedro). El nombre siempre indica la misión y aquí es la misión de ser la piedra donde se edificará la Iglesia.
Este texto tiene singular importancia porque nos muestra el origen de la fe y en su transmisión mediante el testimonio. Es un verdadero itinerario de fe y ante un descubrimiento del misterio de Jesús a través del conocimiento y la adhesión gradual de los discípulos, después de la primera manifestación de Jesús como Mesías.
Reconstruimos el texto:
1. ¿Cómo comienza este relato?
2. ¿Quién es el que señala a Jesús como “cordero de Dios”?
3. ¿Qué importancia tiene que haya sido Juan el Bautista el que lo diga?
4. ¿Qué hicieron los discípulos de Juan?
5. ¿Qué le preguntaron a Jesús?
6. ¿Qué contestó Jesús?
7. ¿Qué hicieron los discípulos entonces?
8. ¿Qué hora era? ¿Porqué importaba la hora?
9. ¿Qué sucedió al día después? ¿Qué decían estos seguidores de Jesús?
10. ¿Quién le presentó a Simón a Jesús?
11. ¿Qué hizo Jesús con Simón?
2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?
Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:
1. Aunque el texto parece breve es todo un itinerario de Fe. Si yo reviso mi fe ¿Recuerdo a aquellos que me enseñaron la fe cristiana? ¿Qué podría decir de estas personas? ¿Doy gracias a Dios por la vida de aquellos que me enseñaron la fe?
2. La fe es una cadena de transmisiones que viene desde estos primeros apóstoles. ¿Soy consciente que el acto de creer que yo profeso, es producto de una transmisión como en cadena y que hay cientos de eslabones que son personas concretas que muchos dieron su vida para que yo crea?
3. También yo estoy llamado a ser testimonio creíble del Señor ¿Cómo es mi testimonio? ¿Mi simpatía para con todos? ¿Mi estado de humor? ¿Mi vida cristiana?
4. ¿Hablo del Señor, lo señalo siempre en mi vida como salvador y redentor?
5. ¿También yo quiero seguir al Señor? ¿Lo busco, lo encuentro en la oración, me mantengo unido a Él?
6. También yo presento a Jesús ¿Busco a mis amigos más cercanos para llevarlos al encuentro con el Maestro?
7. Simón tenía sus planes, él era pescador. Jesús le cambió el nombre y la misión ¿Dejo que el Señor me vaya orientando hacia la misión que Él me tiene reservada? ¿O me mantengo en mis propias decisiones y objetivos sin abrirme a la gracia de nuevas opciones?
3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?
Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.
Te propongo que como oración tomemos de la segunda Lectura de la Primera carta a los Corintios el Capítulo 6, versículo 17 para ir presentando nuestras oraciones:
6,17: Pero el que se une al Señor, se hace un solo espíritu con él.
Por ejemplo, decimos:
“Jesús, maestro, que siempre te busquemos a Ti y no andemos errantes buscando en otros lugares o filosofías modernas verdades a medias. Queremos estar contigo” y respondemos:
Pero el que se une al Señor, se hace un solo espíritu con él.
Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Añadimos nuestras intenciones de oración y luego de cada una de ellas respondemos con el versículo de la carta de Pablo.
Que tu oración sea un frecuente dar gracias por creer y vivir en Jesús y en su Iglesia. Pídele la gracia de una conversión sincera y de esperar su venida.
Gracias Señor por tu Palabra Salvadora.
Permite que cada día sea consciente de que todo mi pensar, sentir, obrar, deba ir dirigido a la espera de tu llegada
Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Añadimos unas intenciones de oración.
Añadimos nuestras intenciones de oración.
Amén.
4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Como interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?
Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.
«Maestro, ¿dónde vives?»
(Versículos 38)
Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.
5.- ACCION: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?
Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.
En lo personal, vuelvo a leer detenidamente las lecturas. Es un proceso importante que yo debo seguir para crecer en la fe. No es cualquier cosa, estamos dejando que el Señor nos abra una nueva puerta. Voy a realizar una acción a favor de alguien que realmente me necesite. Algo humilde, sencillo en que yo me muestre servicial. Busco a la persona y realizo esta acción. Quiero evangelizar con mi ejemplo.
Con tu grupo, hacemos un repaso de todas las personas que nos evangelizaron a cada uno y pedimos por ellas, dando gracias por su vida y su ejemplo. Luego nos proponemos ser ejemplo para los demás y decimos una acción pública que haremos como grupo, para testimoniar que Jesús es el Cordero de Dios. Algo que manifieste también la alegría de ser cristianos, especialmente con los más necesitados.
Cristonautascom
Hno. Ricardo Grzona, frp