viernes, 27 de julio de 2012

El que lee la Palabra y la comprende produce fruto

¡Amor y paz!

Desde el comienzo del cristianismo, se han experimentado innumerables decepciones con personas que comienzan a seguir a Jesús con mucho entusiasmo y luego decaen hasta alejarse por completo para correr detrás de cualquier novelería.

La vida espiritual languidece o se fortalece según nuestra actitud frente a la Palabra de Dios. Esto lo plantea hoy el mismo Jesús al explicar la Parábola del Sembrador. La "buena semilla" se refiere a las personas y comunidades que se esfuerzan por comprender la Palabra, se entusiasman y ese entusiasmo permanece. Enfrentan la vida sin dejarse ahogar por el activismo y el afán de lucro.

Que la lectura de la Palabra no se convierta en una acción mecánica, sino en un proceso espiritual cada vez más comprometido, que reconozca en ella el riquísimo alimento que nos une más a Dios, nos alienta a superar los obstáculos, a asimilar los triunfos y, en fin, a entender y sortear las diferentes situaciones de la vida.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes de la XVI Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 13,18-23.
Escuchen, entonces, lo que significa la parábola del sembrador. Cuando alguien oye la Palabra del Reino y no la comprende, viene el Maligno y arrebata lo que había sido sembrado en su corazón: este es el que recibió la semilla al borde del camino. El que la recibe en terreno pedregoso es el hombre que, al escuchar la Palabra, la acepta en seguida con alegría, pero no la deja echar raíces, porque es inconstante: en cuanto sobreviene una tribulación o una persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumbe. El que recibe la semilla entre espinas es el hombre que escucha la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas la ahogan, y no puede dar fruto. Y el que la recibe en tierra fértil es el hombre que escucha la Palabra y la comprende. Este produce fruto, ya sea cien, ya sesenta, ya treinta por uno". 
Comentario

Jesús nos dará hoy un ejemplo de esa interpretación espiritual necesaria para entender el significado de las parábolas. Compara a los hombres con cuatro clases de terreno: la misma simiente, la misma Palabra divina, dan resultados más o menos profundos según la respuesta subjetiva que acordamos a la Palabra.

1º El que oye la palabra del reino y no la comprende...

Las palabras materiales del evangelio han sido oídas o leídas; pero a la manera de una "lectura ordinaria".

El evangelio es una palabra viva: el autor del evangelio, el que nos habla a través de las palabras, está vivo HOY... Se dirige a mí. No es pues ante todo una colección de ideas o de bonitos pensamientos, es el "encuentro con alguien".

En una meditación sobre el evangelio, hay que hacerse siempre esta pregunta: ¿qué descubro de ti, Señor, a través de este pasaje evangélico?

2º El que recibe el mensaje con alegría; pero no tiene raíces, es el hombre inconstante: cuando surge la dificultad o persecución, falla.

Algunos empiezan a meditar con entusiasmo, pues es verdad que al principio se suele encontrar mucha consolación en la oración. Pero es necesario perseverar. No basta seguir a Dios, cuando esto resulta agradable y fácil... también en la prueba y en la noche del espíritu es necesario perseverar.

Hay un conocimiento profundo de Dios que no se adquiere más que con una larga e incansable frecuencia con el evangelio, leído, meditado y vuelto a meditar. Jesús se nos revela en esta frase como un hombre perseverante, que no se contenta con nuestros fervores pasajeros: espera nuestras fidelidades.

3º El que escucha la palabra, pero el agobio de esta vida, y la seducción de la riqueza la ahogan y se queda estéril.

Hay que saber elegir. "No podéis servir a la vez a Dios y al dinero" (Mateo 6, 24). 

El descubrimiento de Dios es una maravillosa aventura que implica nuestra entrega y compromiso total: las preocupaciones mundanas, el agrado del placer, el afán de riqueza ¡pueden ahogar la Palabra de Dios! Hemos sido advertidos suficientemente y además tenemos de ello experiencia.

Sobre la riqueza, Jesús tiene una palabra reveladora: habla de la "ilusión de la riqueza"... "del engaño de la riqueza"...

La riqueza es un falso amigo: promete mucho y decepciona también mucho.

4º El que escucha el mensaje y lo entiende; ése sí da fruto y produce en un caso ciento, en otro sesenta, en otro treinta.

Jesús nos ha advertido: la cosecha es maravillosa... pero la siembra es difícil. No hay recolección sin trabajo. Los labradores de Palestina lo sabían bien por experiencia.

El Reino de Dios es semejante a esto.

Es una invitación a la esperanza y al optimismo: ¡un solo grano de trigo puede producir cien granos! Es una invitación al trabajo y a la oración y esto depende de nosotros.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 2
EVANG. DE PENTECOSTES A ADVIENTO
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 88 s.