¡Amor y paz!
Los
invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este sábado de la 5a semana
de Cuaresma. Ciclo C.
Dios nos
bendice...
Lectio Divina: Juan 11,45-56
Lectio
Sábado, 13 Abril ,
2019
Tiempo de
Cuaresma
1) Oración
inicial
Señor,
tú que nunca dejas de procurar nuestra salvación y en estos días de Cuaresma
nos otorgas gracias más abundantes, mira con amor a esta familia tuya y concede
tu auxilio protector a quienes se preparan para el bautismo y a quienes hemos
renacido ya a una vida nueva. Por nuestro Señor Jesucristo...
2) Lectura
Del Evangelio según Juan 11,45-56
Muchos
de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho,
creyeron en él. Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les contaron lo
que había hecho Jesús. Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron
consejo y decían: «¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchos signos. Si
le dejamos que siga así, todos creerán en él y vendrán los romanos y destruirán
nuestro Lugar Santo y nuestra nación.» Pero uno de ellos, Caifás, que era el
sumo sacerdote de aquel año, les dijo: «Vosotros no sabéis nada, ni caéis en la
cuenta que os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la
nación.» Esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que, como era sumo
sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación - y no sólo
por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban
dispersos. Desde este día, decidieron darle muerte. Por eso Jesús no andaba ya
en público entre los judíos, sino que se retiró de allí a la región cercana al
desierto, a una ciudad llamada Efraín, y allí residía con sus discípulos.
Estaba
cerca la Pascua de los judíos, y muchos del país habían subido a Jerusalén,
antes de la Pascua para purificarse. Buscaban a Jesús y se decían unos a otros
estando en el Templo: «¿Qué os parece? ¿Que no vendrá a la fiesta?» Los sumos
sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes de que, si alguno sabía dónde
estaba, lo notificara para detenerle.
3) Reflexión
•
El evangelio de hoy nos relata la parte final del largo episodio de la
resurrección de Lázaro en Betania, en la casa de Marta y María (Juan 11,1-56).
La resurrección de Lázaro es la séptima señal (milagro) de Jesús en el
evangelio de Juan y es también el punto álgido y decisivo de la revelación que
viene haciendo de Dios y de si mismo.
•
La pequeña comunidad de Betania, en la que a Jesús le gustaba hospedarse,
refleja la situación y el estilo de vida de las pequeñas comunidades del
Discípulo Amado al final del primer siglo en Asia Menor. Betania quiere decir
"Casa de los pobres". Eran comunidades pobres, de gente pobre. Marta
quiere decir "Señora" (coordenadora): una mujer coordinaba la
comunidad. Lázaro significa "Dios ayuda": la comunidad pobre esperaba
todo de Dios. María significa "amada de Javé": era la discípula
amada, imagen de la comunidad. El episodio de la resurrección de Lázaro
comunicaba esta certeza: Jesús trae vida para la comunidad de los pobres. Jesús
es fuente de vida para todos los que creen en él.
•
Juan 11,45-46: La repercusión de la séptima Señal en medio del pueblo. Después
de la resurrección de Lázaro (Jn 11,1-44), viene la descripción de la
repercusión de esta señal en medio de la gente. La gente estaba dividida.
“Muchos judíos, que habían ido a casa de María y que vieron lo que Jesús hizo,
creyeron en él”. Pero otros “fueron donde los fariseos y contaron lo que Jesús
había hecho.” Estos últimos le denunciaron. Para poder entender esta reacción
negativa de una parte de la población, es preciso tener en cuenta que la mitad
de la población de Jerusalén dependía en todo del Templo para poder vivir y
sobrevivir. Por ello, difícilmente irían a apoyar a un desconocido profeta de
Galilea que criticaba el Templo y las autoridades. Esto también explica el que
algunos se prestaran para informar a las autoridades.
•
Juan 11,47-53: La repercusión de la séptima Señal en medio de las autoridades.
La noticia de la resurrección de Lázaro hizo crecer la popularidad de Jesús.
Por esto, los líderes religiosos convocan el consejo, el sinedrio, la máxima
autoridad, para discernir qué hacer. Pues, “ este hombre realiza muchos signos.
Si le dejamos que siga así, todos creerán en él y vendrán los romanos y
destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra nación.” Ellos temían a los romanos.
De hecho, el pasado, desde la invasión romana en el 64 antes de Cristo hasta la
época de Jesús, había ya mostrado varias veces que los romanos reprimían con
toda la violencia cualquier intento de rebelión popular (cf Hechos 5,35-37). En
el caso de Jesús, la reacción romana podía llevar a la pérdida de todo,
inclusive del Templo y de la posición privilegiada de los sacerdotes. Por eso,
Caifás, el sumo sacerdote, decide: “Es mejor que un solo hombre muera por el
pueblo, y no que la nación entera perezca”. Y el evangelista hace un lindo
comentario: “Caifás no lo dijo por su propia cuenta, sino que, como era sumo
sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación - y no sólo
por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban
dispersos.” Así, a partir de este momento, los líderes, preocupados por el
crecimiento de la lideranza de Jesús, y motivados por el miedo a los romanos,
deciden matar a Jesús.
•
Juan 11,54-56: La repercusión de la séptima señal en la vida de Jesús. El
resultado final es que Jesús tenía que vivir como un clandestino. “Por eso
Jesús no andaba ya en público entre los judíos, sino que se retiró de allí a la
región cercana al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y allí residía con sus
discípulos”.
La
pascua estaba cerca. En esa época del año, la población de Jerusalén se
triplicaba por causa del gran número de peregrinos y romeros. Todos conversaban
sobre Jesús: "¿Qué piensa hacer? Será que no va para la fiesta?"
Asimismo, en la época en que fue escrito el evangelio, al final del primer
siglo, época de la persecución del emperador Domiciano (81 a 96), las
comunidades cristianas se veían obligadas a vivir en la clandestinidad.
•
Una llave para entender la séptima señal de Lázaro. Lázaro estaba enfermo. Las
hermanas Marta y María mandaron a llamar a Jesús: "¡Aquel a quien tú
quieres está enfermo!" (Jn 11,3.5). Jesús atiende la petición y explica a
los discípulos: "Esta enfermedad no es de muerte, es para la gloria de
Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.” (Jn 11,4) En el
evangelio de Juan, la glorificación de Jesús acontece a través de su muerte (Jn
12,23; 17,1). Una de las causas de su condena a muerte va a ser la resurrección
de Lázaro (Jn 11,50; 12,10). Muchos judíos estaban en la casa de Marta y María
para consolarlas de la pérdida del hermano. Los judíos, representantes de la
Antigua Alianza, sólo saben consolar. No saben traer vida nueva. Jesús es aquel
que trae vida nueva. Así, por un lado, la amenaza de muerte contra Jesús y, por
otro, ¡Jesús que llega para vencer la muerte! Y es en este contexto de
conflicto entre vida y muerte que se realiza la séptima señal de la
resurrección de Lázaro.
Marta
dice que cree en la resurrección. Los fariseos y la mayoría de la gente creen
en la Resurrección (Hechos 23,6-10; Mc 12,18). Creían, pero no la revelaban.
Era una fe en la resurrección al final de los tiempos y no en una resurrección
presente en la historia, aquí y ahora. Esta fe antigua no renovaba la vida.
Pues no basta creer en la resurrección que va a acontecer al final de los
tiempos, sino que hay que creer que la Resurrección que ya está presente aquí y
ahora en la persona de Jesús y en aquellos que creen en Jesús. Sobre éstos la
muerte ya no tiene ningún poder, porque Jesús es la "resurrección y la
vida". Sin ver la señal concreta de la resurrección de Lázaro, Marta
confiesa su fe: "Yo creo que tú eres el Cristo, el hijo de Dios, el que
iba a venir al mundo" (Jn 11,27).
Jesús
ordena quitar la piedra. Marta reacciona: "Señor, ya huele, ¡es el cuarto
día!"(Jn 11,39). De nuevo, Jesús la desafía haciendo referencia a la fe en
la resurrección, aquí y ahora, como una señal de la gloria de Dios: "¿No
te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?" (Jn 11,40). Retiraron
la piedra. Ante el sepulcro abierto y ante la incredulidad de las personas,
Jesús se dirige al Padre. En su oración, primero pronuncia una acción de
gracias: "«Padre, te doy gracias por haberme escuchado. Ya sabía yo que tú
siempre me escuchas" (Jn 11,41-42). Jesús conoce al Padre y confía en él.
Pero ahora pide una señal a causa de la multitud que le rodea, para que pueda
creer que él, Jesús, es el enviado del Padre. Luego grita en alto, grito
creador: "Lázaro, ¡sal a fuera!" Y Lázaro sale a fuera (Jn 11,43-44).
Es el triunfo de la vida sobre la muerte, de la fe sobre la incredulidad! Un
agricultor comentó: "¡A nosotros nos toca retirar la piedra! Y Dios resucita
la comunidad. Hay gente a la que no le gusta quitar la piedra, y por eso su
comunidad no tiene vida".
4) Para la reflexión
personal
•
¿Qué significa para mí, bien concretamente, creer en la resurrección?
•
Parte de la gente aceptaba a Jesús, parte no. Hoy, parte de la gente acepta la
renovación de la Iglesia, y parte no. ¿Y yo?
5) Oración final
Pues
tú eres mi esperanza, Señor,
mi
confianza desde joven, Señor.
En Ti busco apoyo desde el vientre,
eres
mi fuerza desde el seno materno.
¡A Ti dirijo siempre mi alabanza! (Sal 71,5-6)
Orden de los Carmelitas