¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este lunes de la 1ª
semana de Adviento, ciclo C, cuando celebramos la memoria de San Francisco
Javier.
Dios nos bendice...
LECTIO DIVINA: MATEO
8,5-11
Lectio:
Lunes, 3 diciembre,
2018
1) Oración inicial
Concédenos, Señor Dios
nuestro, permanecer alerta a la venida de tu Hijo, para que cuando llegue y
llame a la puerta nos encuentre velando en oración y cantando su alabanza. Por
nuestro Señor Jesucristo. Amen.
2) Lectura
Del santo Evangelio según
Mateo 8,5-11
Al entrar en Cafarnaún, se
le acercó un centurión y le rogó diciendo: «Señor, mi criado yace en casa
paralítico con terribles sufrimientos.» Dícele Jesús: «Yo iré a curarle.»
Replicó el centurión: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que
lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo, que soy un
subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: `Vete', y va; y a
otro: `Ven', y viene; y a mi siervo: `Haz esto', y lo hace.» Al oír esto Jesús
quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he
encontrado en nadie una fe tan grande. Y os digo que vendrán muchos de oriente
y occidente y se pondrán a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de
los Cielos,
3) Reflexión
El Evangelio de hoy es un
espejo. Evoca en nosotros las palabras que repetimos durante la Misa antes de
comulgar: “Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa, pero una
palabra tuya bastará para sanarme”. Mirando al espejo, este texto sugiere
lo siguiente:
• La persona que busca a Jesús es un pagano, un soldado del ejército romano, que dominaba y explotaba a la gente. No es la religión, ni el deseo de Dios, sino más bien el sufrimiento y la necesidad que le impulsan a buscar a Jesús. Jesús no tiene ideas preconcebidas. No exige nada antes, acoge y escucha la petición del oficial romano.
• La respuesta de Jesús
sorprende al centurión, ya que supera su expectativa. El centurión no esperaba
que Jesús fuera a su casa. Se siente indigno: “Yo no soy digno”. Quiere decir
que considera--ba a Jesús como a una persona muy superior.
• El centurión expresa su
fe en Jesús diciendo: “Di una sola palabra y mi siervo
sanará”. El cree que la palabra de Jesús es capaz de sanar.
¿De dónde le nace una fe tan grande? ¡De su experiencia profesional de
centurión! Porque cuando un centurión da órdenes, el soldado obedece. ¡Tiene
que obedecer! Y así se imagina que ocurra con Jesús: basta que Jesús diga una
palabra, y las cosas acontecen según la palabra. El cree que la palabra de
Jesús encierra una fuerza creadora.
• Jesús queda admirado y
elogia la fe del centurión. La fe no consiste en aceptar, repetir y declarar
una doctrina, sino en creer y confiar en la persona de Jesús.
4) Para la reflexión
personal
• Si me pongo en el lugar
de Jesús, ¿cómo acojo y escucho a las personas de otras religiones?
• Si me pongo en el lugar
del centurión: ¿cuál es la experiencia personal que me lleva a creer en Jesús?
5) Oración final
¡Acuérdate de mí, Señor,
hazlo por amor a tu pueblo,
ven a ofrecerme tu ayuda.
Para que vea la dicha de tus elegidos,
me alegre con la alegría de tu pueblo. (Sal 106,4-5)
hazlo por amor a tu pueblo,
ven a ofrecerme tu ayuda.
Para que vea la dicha de tus elegidos,
me alegre con la alegría de tu pueblo. (Sal 106,4-5)
Orden de los Carmelitas