martes, 26 de julio de 2011

Jesús sigue sembrando la semilla en el mundo

¡Amor y paz!

Jesús hace hoy la homilía sobre la parábola que leíamos el sábado, la de la cizaña que crece junto al trigo en el campo. Se nos insiste que el juicio no nos corresponde a nosotros. Le pertenece a Dios y lo hará al final. En otro aparte del Evangelio, Jesús nos ha advertido que podemos ser malos jueces: “¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo?” (Lc 6, 37-42)

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la XVII Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga...

Evangelio según San Mateo 13,36-43.
Entonces, dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: "Explícanos la parábola de la cizaña en el campo". El les respondió: "El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno, y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles. Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal, y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El que tenga oídos, que oiga! 
Comentario

En su casa, junto a sus discípulos, Jesús da unas claves simbólicas para comprender la parábola del "trigo y la maleza". La explicación muestra cómo en la obra de Dios se filtran fuerzas negativas, por lo que se hace necesario esperar y ver los frutos para saber quién es quién.

Con esta parábola Jesús nos muestra cómo las opciones humanas pueden estar a favor del proyecto de vida o en favor del proyecto de muerte. Los que han optado por la solidaridad, la justicia y el servicio darán los frutos correspondientes. Ellos serán verdaderos hijos de Dios y manifestación del Reino entre las personas. Los que han caído en la tentación de la codicia desmedida, del poder a cualquier precio... ostentarán con sus obras la propia maldad. Equivocado camino que los ha conducido a torcer el camino ajeno con escándalos y a utilizar sus dones exclusivamente en provecho propio.

Cada día vemos en nuestras organizaciones eclesiales, familiares y sociales personas que han crecido entre la buena semilla pero que, pasado el tiempo, dan malos frutos.

Personas que utilizan empresas humanitarias para escalar posiciones de prestigio y de poder, causando de paso múltiples escándalos y contradicciones. Su conducta hace titubear la fe de la gente sencilla que ha creído en ellos y les ha brindado su confianza. Es deber de la comunidad ponerlos en evidencia, descubrir sus manipulaciones y denunciar con voz profética sus escándalos y maldades. Con esto la comunidad hace lo que Dios le ha encomendado pero queda reservado a Dios el juicio sobre ellos.

Servicio Bíblico Latinoamericano