jueves, 14 de abril de 2011

“El que es fiel a mi palabra, no morirá jamás"

¡Amor y paz!

Para san Juan, mantenerse fiel a la Palabra de Jesús da la Vida, tal como Jesús recibe la plenitud de la vida gloriosa del Padre, porque se mantiene obediente y guarda su Palabra.

Las autoridades judías, que eran las que habían de reconocer al Mesías y lo habían de presentar al pueblo, traman lo contrario, el complot que condenará a muerte al que es la Vida. (Misa Dominical 1990/07).

Los invito, hermanos, a leer y meditar el evangelio y el comentario, en este Jueves de la V Semana de Cuaresma.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Juan 8,51-59.
“Les aseguro que el que es fiel a mi palabra, no morirá jamás".  Los judíos le dijeron: "Ahora sí estamos seguros de que estás endemoniado. Abraham murió, los profetas también, y tú dices: 'El que es fiel a mi palabra, no morirá jamás'. ¿Acaso eres más grande que nuestro padre Abraham, el cual murió? Los profetas también murieron. ¿Quién pretendes ser tú?". Jesús respondió: "Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. Es mi Padre el que me glorifica, el mismo al que ustedes llaman 'nuestro Dios', y al que, sin embargo, no conocen. Yo lo conozco y si dijera: 'No lo conozco', sería, como ustedes, un mentiroso. Pero yo lo conozco y soy fiel a su palabra. Abraham, el padre de ustedes, se estremeció de gozo, esperando ver mi Día: lo vio y se llenó de alegría". Los judíos le dijeron: "Todavía no tienes cincuenta años ¿y has visto a Abraham?". Jesús respondió: "Les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy". Entonces tomaron piedras para apedrearlo, pero Jesús se escondió y salió del Templo. 
Comentario

El Evangelio de hoy, que mantiene la referencia a Abrahán y Jesús, añade un nuevo tema al largo discurso de Jesús: la vida y la muerte en relación a la aceptación de la Palabra: "En verdad les digo: el que guarda mi palabra no probará la muerte jamás". Jesús ofrece la vida eterna a quienes acogen (escuchar y poner en práctica) su Palabra, tal como se la había ofrecido a Nicodemo (3,16); a la samaritana (4,14); a los judíos de Jerusalén (5,24), a los galileos (6,40.47). 

La promesa hecha a Abrahán pasa ahora por la Palabra de Jesús, pues si con el patriarca se aseguró un linaje, con Jesús se asegura la vida eterna. Los judíos, que no aceptan que Jesús pueda rescatarlos de la muerte, entienden sus palabras en forma literal, tildando de loco a quien pretende ser más que Abrahán y los profetas.

A la pregunta sobre su identidad, Jesús vuelve a responder presentándose en relación al Padre, a quien él conoce y por quien es enviado a anunciar la palabra. Abrahán mismo vio y se alegró por Jesús. Ellos siguen sin entender. Y Jesús, en la última respuesta de este discurso, hace una nueva y contundente revelación al proclamarse Dios, preexistente y viviente: "En verdad les digo que antes que Abrahán existiera, Yo Soy". 

Los judíos intentan apedrearlo, pero Jesús se escabulle porque no ha llegado la hora. La luz ha sido rechazada y el lugar con sus habitantes han perdido la oportunidad de encontrar la luz y la vida. Después de escuchar a Jesús durante este largo discurso, intentando convencer a los judíos de su divinidad, de su Palabra, de ser fuente de vida... uno queda con la preocupación de hasta dónde llega mi conocimiento de Jesús, hasta dónde mi fe, hasta dónde mi fidelidad, hasta dónde mi capacidad de ligar mi vida a la de Jesús para contribuir a rescatar la vida de los proyecto de muerte, económicos, políticos y religiosos, que llenan de oscuridad, tristeza y muerte los hogares del mundo ¿Hasta dónde?

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica).