¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este lunes de la XXV Semana del Tiempo Ordinario, ciclo A.
Dios nos bendice..
PRIMERA LECTURA
Principio del libro de Esdras 1, 1-6
En el primer año de Ciro, rey de Persia, para que se cumpliera la palabra del Señor pronunciada por Jeremías, el Señor despertó el espíritu de Ciro, rey de Persia, y este mandó proclamar de viva voz y por escrito en todo su reino:
«Así habla Ciro, rey de Persia: El Señor, el Dios del cielo, ha puesto en mis manos todos los reinos de la tierra, y me ha encargado que le edifique una Casa en Jerusalén, de Judá. Si alguno de ustedes pertenece a ese pueblo, que su Dios lo acompañe y suba a Jerusalén, de Judá, para reconstruir la Casa del Señor, el Dios de Israel, el Dios que está en Jerusalén. Que la población de cada lugar ayude a todos los que queden de ese pueblo, en cualquier parte donde residan, proporcionándoles plata, oro, bienes y ganado, como así también otras ofrendas voluntarias para la Casa del Dios que está en Jerusalén.»
Entonces los jefes de familia de Judá y de Benjamín, los sacerdotes y los levitas, y todos los que se sintieron movidos por Dios, se pusieron en camino para ir a reconstruir la Casa del Señor que está en Jerusalén. Sus vecinos les proporcionaron toda clase de ayuda: plata, oro, bienes, ganado y gran cantidad de objetos preciosos, además de toda clase de ofrendas voluntarias.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 125, 1-2b. 2c-3. 4-5. 6 (R.: 3a)
R. ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros!
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía que soñábamos:
nuestra boca se llenó de risas
y nuestros labios, de canciones. R.
Hasta los mismos paganos decían:
«¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!»
¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros
y estamos rebosantes de alegría! R.
¡Cambia, Señor, nuestra suerte
como los torrentes del Négueb!
Los que siembran entre lágrimas
cosecharán entre canciones. R.
El sembrador va llorando
cuando esparce la semilla,
pero vuelve cantando
cuando trae las gavillas. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 8, 16-18
Jesús dijo a la gente:
«No se enciende una lámpara para cubrirla con un recipiente o para ponerla debajo de la cama, sino que se la coloca sobre un candelero, para que los que entren vean la luz. Porque no hay nada oculto que no se descubra algún día, ni nada secreto que no deba ser conocido y divulgado.
Presten atención y oigan bien, porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que cree tener.»
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
- Dios se sirve de Ciro, rey de Persia, para liberar a Israel de la cautividad de Babilonia. Un pagano, un extranjero, agente de la salvación del Dios de Israel. Él mismo se reconoce siervo del Dios de Israel escuchando sus mandatos y poniéndolos en práctica. El Rey es comparado con David y Salomón, que construyeron el Templo al Señor.
- Es una novedad escandalosa para la mentalidad israelita y, sin embargo, provocada por Dios en orden a continuar la historia de salvación. El Templo reconstruido será el lugar de encuentro del pueblo con su fe. Los que han regresado de Babilonia se enfrentan con la cruda realidad: la tierra empobrecida, la cosecha menguada, la lluvia escasa.
- El país recuperado no es el paraíso soñado. A estas dificultades naturales se agregan, las que aparecen por la reconstrucción del templo. A persas y a babilonios se les pide que ayuden a los judíos a reconstruir su Templo. Ese edicto provoca la yuxtaposición de culturas y de religiones que se soportan ignorándose mutuamente.
- Los descendientes de aquellos inmigrantes que los asirios habían fusionado con la población autóctona, practican un sincretismo religioso en el que también había un lugar para Yahvé, el Dios de Israel. Son los conocidos con el nombre de samaritanos.
- El pueblo recobra la confianza y entusiasmado, reanuda la reconstrucción del templo. El plan de Dios no se detiene. La historia de salvación no se interrumpe. No se puede vivir en el recuerdo y en la nostalgia, sino que se ha de vivir el hoy de Dios, el Dios que suscita a los profetas, y que en las horas oscuras derrama una corriente de gracia y proyecta sobre el camino un haz de luz.
***
- Jesús aprovechaba el enorme y rico caudal de la sabiduría popular de su pueblo para convertirlo en parte fundamental de su enseñanza. Esta lámpara que aparece en esta parábola ilumina toda la habitación, lo mismo que la palabra de Dios que nos es dada como semilla en la tierra de nuestra vida, tiene iluminar hasta los últimos rincones del corazón.
- La luz simboliza en general todo lo referido al bien en contraste con las tinieblas que representan al ámbito del mal. El templo, Jerusalén y el ser humano mismo pueden ser luz, pero la luz por antonomasia es Dios y aquel a quien ha constituido “luz de las naciones y gloria de su pueblo”… a quien seguimos para “alcanzar la luz de la vida”.
- Lucas subraya que la comunidad debe ser luz. Dios en Jesús ilumina a todo hombre que viene a este mundo, pero no sólo a los individuos sino también a la comunidad. Las comunidades cristianas necesitan dejarse iluminar para hacer brillar el proyecto de Dios
- La comunidad cristiana se forma no para ocultarse sino para que todos la vean y pueda dar testimonio del proyecto de Dios en medio de los hermanos.
- Una comunidad cristiana tampoco se constituye para ser un círculo cerrado impenetrable, un gheto de elegidos y salvados. La buena noticia no puede estar cautiva en las limitaciones de nuestras instituciones, sino que debe ser parte de la vida diaria del creyente. La vida de la fe es un don para dar, para entregar gratuita y generosamente. No hay comunidad cristiana sino es misionera.
- La comunidad no se constituye sólo para mirarse a sí misma sino sobre todo para crecer internamente pensando en los demás. La responsabilidad de la comunidad es permitir que con sus buenas obras el mundo conozca el Dios de Jesús, un Dios amor, vida, justicia, libertad… esto no se hace con imposiciones o agresividad, sino con la sencillez de una vela puesta en el candelero, que sin mucho alboroto, pero con seguridad, alumbra a todos los que estén en la casa.
- El discípulo de Jesús es invitado a ser luz en nuestro mundo y nuestro tiempo, oscurecido por el odio y la violencia sin sentido, por la falta de armonía y paz, por la injusticia y la insensibilidad de muchos hombres cegados por la ambición y la sed de poder.
- Ser luz es una invitación a vivir con la impronta de la vida de Jesús en nuestro corazón, en nuestro ojos, en nuestras palabras, en nuestro propio sentir, allí donde cada día debemos vivir, trabajar, crear, cantar, reír y llorar, soñar…
PARA DISCERNIR
- ¿Me dejo iluminar e iluminar mis distintas realidades por la palabra de Jesús?
- ¿Soy consciente de la responsabilidad que se me ha confiado de ser luz?
- ¿Qué zonas de mi vida me cuesta más iluminar?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Grandes cosas hizo el Señor por nosotros
ARZOBISPADO DE BUENOS AIRES
Vicaría de Pastoral