sábado, 5 de septiembre de 2015

El ser humano está por encima del sábado

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado de la XXII Semana del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Lucas 6,1-5 
Un sábado, en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas entre las manos, las comían. Algunos fariseos les dijeron: "¿Por qué ustedes hacen lo que no está permitido en sábado?". Jesús les respondió: "¿Ni siquiera han leído lo que hizo David cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios y, tomando los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes, comió él y dio de comer a sus compañeros?". Después les dijo: "El hijo del hombre es dueño del sábado".  
Comentario

En la religión judía del tiempo de Jesús, el sábado (en hebreo Shabbat o “descanso”) era el séptimo día de la semana, el día de reposo. Consagrado por el mismo Dios, era día de plegaria, de solemne celebración en el templo, en las sinagogas, y en las casas; tan venerado que, en algunas circunstancias, los judíos prefirieron morir antes que empuñar las armas para defenderse durante ese día (1Mc 2, 29-41). El descanso sabático estaba vinculado a la fe en el poder creador del único Dios (Gn 2, 1-3) y era el tercero de los diez mandamientos dados a Moisés, motivado precisamente en el acto creador (Ex 20, 8-11); el sábado evocaba también la alianza entre Dios y su pueblo (Ex 31,12-17); y la exigencia del descanso y la prohibición del trabajo estaban sancionadas con la pena de muerte (Ex 35, 1-2; Nm 15,32-36); hasta encender el fuego estaba prohibido ese día (Ex 35,3). La casuística de los escribas y fariseos había sistematizado todas las posibles variantes de las severas normas del descanso sabático, habían elaborado una lista de treinta y nueve clases de trabajos que eran prohibidos en sábado. Se llegó hasta extremos ridículos como el de preguntarse si era lícito o no comer el huevo de una gallina puesto (por la gallina) en sábado …

Entre las prohibiciones del sábado estaba arrancar espigas y desgranarlas. Que los discípulos de Jesús cortaran espigas significaba que los discípulos habían “segado” el trigo, lo cual estaba prohibido en sábado, y frotar el grano para arrancarle la cáscara era “aventar”, otra forma de trabajo que también estaba prohibida en sábado.

Los discípulos de Jesús no son criticados por los fariseos por el hecho de arrancar las espigas y comérselas, pues comer las espigas del trigo o la cebada del campo de otro no era un delito, esto lo permitía la ley a los caminantes pobres (Dt 23, 26); lo que critican los fariseos es que los discípulos de Jesús no guarden la ley del descanso sabático.

Jesús defendió a sus discípulos apelando a la historia que cuenta una acción del rey David que entró al templo y se comió con su tropa los panes de la ofrenda que sólo estaba permitido que los comieran los sacerdotes (1 Sam 21, 1-6). Con esta respuesta Jesús confronta a los fariseos. Si lo que hicieron sus discípulos estaba mal hecho, entonces qué opinión les merecía lo que hizo el rey David. Los fariseos no podían condenar al rey David y por lo tanto se tuvieron que callar. Pero Jesús continuó hablando: “El Hijo del hombre es Señor y tiene autoridad sobre el sábado”. Con estas palabras Jesús se estaba reafirmando a sí mismo como alguien que estaba por encima del rey David y que estaba dando comienzo a los tiempos mesiánicos, tiempos de vida y salvación.

Para Jesús, ninguna Ley es clave absoluta de conducta, ni siquiera la sagrada ley del Sábado; y el fundamento de esa relativización es Dios mismo porque, como les dijo Jesús, “Dios hizo el sábado para servicio del ser humano, y no al ser humano para servir al sábado; y por eso el ser humano es señor del Sábado”.

Servicio Bíblico Latinoamericano