¡Amor y paz!
Los invito a leer y meditar el Evangelio, a la manera de
la lectio divina, en este Domingo de Pascua de Resurrección. Ciclo A.
Dios nos bendice....
Lectio
Divina: Pascua de la Resurrección del Señor (A)
Lectio
Domingo,
12 Abril , 2020
Juan 20,1-9
Ver en la noche y creer por el amor
Ver en la noche y creer por el amor
1. Pidamos el Espíritu Santo
¡Señr Jesucristo, hoy tu luz resplandece en nosotros,
fuente de vida y de gozo! Danos tu Espíritu de amor y de verdad para que, como
María Magdalena, Pedro y Juan, sepamos también nosotros descubrir e interpretar
a la luz de la Palabra los signos de tu vida divina presente en nuestro mundo y
acogerlos con fe para vivir siempre en el gozo de tu presencia junto a
nosotros, aun cuando todo parezca rodeado de las tinieblas de la tristeza y del
mal.
2. El Evangelio
a) Una clave de lectura:
Para el evangelista Juan, la resurrección de Jesús es el
momento decisivo del proceso de su glorificación, con un nexo indisoluble con
la primera fase de tal glorificación, a saber, con la pasión y muerte.
El acontecimiento de la resurrección no se describe con las formas espectaculares y apocalípticas de los evangelios sinópticos: para Juan la vida del Resucitado es una realidad que se impone sin ruido y se realiza en silencio, en la potencia discreta e irresistible del Espíritu.
El hecho de la fe de los discípulos se anuncia "cuando todavía estaba oscuro" y se inicia mediante la visión de los signos materiales que los remiten a la Palabra de Dios.
Jesús es el gran protagonista de la narración, pero no aparece ya como persona.
El acontecimiento de la resurrección no se describe con las formas espectaculares y apocalípticas de los evangelios sinópticos: para Juan la vida del Resucitado es una realidad que se impone sin ruido y se realiza en silencio, en la potencia discreta e irresistible del Espíritu.
El hecho de la fe de los discípulos se anuncia "cuando todavía estaba oscuro" y se inicia mediante la visión de los signos materiales que los remiten a la Palabra de Dios.
Jesús es el gran protagonista de la narración, pero no aparece ya como persona.
b) El texto:
1 El primer día de la semana va María Magdalena de
madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del
sepulcro.
2 Echa a correr y llega a Simón Pedro y al otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.»
3 Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. 4 Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. 5 Se inclinó y vio los lienzos en el suelo; pero no entró.
6 Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve los lienzos en el suelo, 7 y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a los lienzos, sino plegado en un lugar aparte.
8 Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, 9 pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos.
2 Echa a correr y llega a Simón Pedro y al otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.»
3 Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. 4 Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. 5 Se inclinó y vio los lienzos en el suelo; pero no entró.
6 Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve los lienzos en el suelo, 7 y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a los lienzos, sino plegado en un lugar aparte.
8 Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, 9 pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos.
c) Subdivisión del texto, para su mejor comprensión:
vers. 1: la introducción, un hecho previo que delinea la
situación;
vers. 2: la reacción de María y el primer anuncio del hecho apenas descubierto;
vers. 3-5: la reacción inmediata de los discípulos y la relación que transcurre entre ellos;
vers. 6-7: constatación del hecho anunciado por María;
vers. 8-9: la fe del otro discípulo y su relación con la Sagrada Escritura.
vers. 2: la reacción de María y el primer anuncio del hecho apenas descubierto;
vers. 3-5: la reacción inmediata de los discípulos y la relación que transcurre entre ellos;
vers. 6-7: constatación del hecho anunciado por María;
vers. 8-9: la fe del otro discípulo y su relación con la Sagrada Escritura.
3. Un espacio de silencio interno y externo
para abrir el corazón y dar lugar dentro de mí a la
Palabra de Dios:
- Vuelvo a leer lentamente todo el pasaje;
- También estoy yo en el jardín: el sepulcro vacío está delante de mis ojos;
- Dejo que resuene en mi las palabras de María Magdalena;
- Corro yo también con ella, Pedro y el otro discípulo;
- Me dejo sumergir en el estupor gozoso de la fe en Jesús resucitado, aunque, como ellos, no lo veo con mis ojos de carne.
- También estoy yo en el jardín: el sepulcro vacío está delante de mis ojos;
- Dejo que resuene en mi las palabras de María Magdalena;
- Corro yo también con ella, Pedro y el otro discípulo;
- Me dejo sumergir en el estupor gozoso de la fe en Jesús resucitado, aunque, como ellos, no lo veo con mis ojos de carne.
4. La Palabra que se nos da
* El capítulo 20 de Juan: es un texto bastante
fragmentado, en el que resulta evidente que el redactor ha intervenido muchas
veces para poner de relieve algunos temas y para unir los varios textos
recibidos de las fuentes precedentes, al menos tres relatos.
* En el día después del sábado: es "el primer día de
la semana" y hereda en el ámbito sagrado la gran sacralidad del sábado
hebraico. Para los cristianos es el primer día de la nueva semana, el inicio de
un tiempo nuevo, el día memorial de la resurrección, llamado "día del
Señor" (dies Domini, dominica, domingo).
El evangelista adopta aquí y en el vers. 19, una expresión que ya es tradicional para los Cristianos (ejem: Mc 16, 2 y 9; Act. 20, 7) y es más antigua de la que aparece enseguida como característica de la primera evangelización: " el tercer día" (ejem. Lc 24, 7 y 46; Act 10, 40; 1Cor 15,4).
El evangelista adopta aquí y en el vers. 19, una expresión que ya es tradicional para los Cristianos (ejem: Mc 16, 2 y 9; Act. 20, 7) y es más antigua de la que aparece enseguida como característica de la primera evangelización: " el tercer día" (ejem. Lc 24, 7 y 46; Act 10, 40; 1Cor 15,4).
* María Magdalena: es la misma mujer que estuvo presente
a los pies de la cruz con otras (19, 25). Aquí parece que estuviera sola, pero
la frase del vers. 2 ("no sabemos") revela que la narración original,
sobre la que el evangelista ha trabajado, contaba con más mujeres, igual que
los otros evangelios (cfr Mc 16, 1-3; Mt 28, 1; Lc 23, 55-24, 1).
De manera diversa con respecto a los sinópticos (cfr Mc 16,1; Lc 24,1), además, no se especifica el motivo de su visita al sepulcro, puesto que ha sido referido que las operaciones de la sepultura estaban ya completadas (19,40); quizás, la única cosa que falta es el lamento fúnebre (cfr Mc 5, 38). Sea como sea, el cuarto evangelista reduce al mínimo la narración del descubrimiento del sepulcro vacío, para enfocar la atención de sus lectores al resto.
De manera diversa con respecto a los sinópticos (cfr Mc 16,1; Lc 24,1), además, no se especifica el motivo de su visita al sepulcro, puesto que ha sido referido que las operaciones de la sepultura estaban ya completadas (19,40); quizás, la única cosa que falta es el lamento fúnebre (cfr Mc 5, 38). Sea como sea, el cuarto evangelista reduce al mínimo la narración del descubrimiento del sepulcro vacío, para enfocar la atención de sus lectores al resto.
* De madrugada cuando estaba todavía oscuro: Marcos (16,
2) habla de modo diverso, pero de ambos se deduce que se trata de las
primerísimas horas de la mañana, cuando la luz todavía es tenue y pálida.
Quizás Juan subraya la falta de luz para poner de relieve el contraste simbólico
entre tinieblas = falta de de fe y luz = acogida del evangelio de la
resurrección.
* Ve la piedra quitada del sepulcro: la palabra griega es
genérica: la piedra estaba "quitada" o " removida"
(diversamente: Mc 16, 3-4).
El verbo "quitar" nos remite a Jn 1,29: el Bautista señala a Jesús como el "Cordero que quita el pecado del mundo". ¿Quiere quizás el evangelista llamar la atención de que esta piedra "quitada", arrojada lejos del sepulcro, es el signo material de que la muerte y el pecado han sido "quitados" de la resurrección de Jesús?
El verbo "quitar" nos remite a Jn 1,29: el Bautista señala a Jesús como el "Cordero que quita el pecado del mundo". ¿Quiere quizás el evangelista llamar la atención de que esta piedra "quitada", arrojada lejos del sepulcro, es el signo material de que la muerte y el pecado han sido "quitados" de la resurrección de Jesús?
* Echa a correr y llega a Simón Pedro y al otro
discípulo: La Magdalena corre a ellos que comparten con ella el amor por Jesús
y el sufrimiento por su muerte atroz, aumentada ahora con este descubrimiento.
Se llega a ellos, quizás porque eran los únicos que no habían huido con los
otros y estaban en contacto entre ellos (cfr 19, 15 y 26-27). Quiere al menos
compartir con ellos el último dolor por el ultraje hecho al cadáver.
Notamos como Pedro, el "discípulo amado" y la Magdalena se caracterizan por su amor especial que los une a Jesús: es precisamente el amor, especialmente si es renovado, el que los vuelve capaces de intuir la presencia de la persona amada.
Notamos como Pedro, el "discípulo amado" y la Magdalena se caracterizan por su amor especial que los une a Jesús: es precisamente el amor, especialmente si es renovado, el que los vuelve capaces de intuir la presencia de la persona amada.
* El otro discípulo a quien Jesús quería: es un personaje
que aparece sólo en este evangelio y sólo a partir del capítulo 13, cuando
muestra una gran intimidad con Jesús y también un gran acuerdo con Pedro (13,
23-25). Aparece en todos los momentos decisivos de la pasión y de la
resurrección de Jesús, pero permanece anónimo y sobre su identidad se han dado
hipótesis bastantes diferentes. Probablemente se trata del discípulo anónimo
del Bautista que sigue a Jesús junto con Andrés (1, 23-25). Puesto que el
cuarto evangelio no habla nunca del apóstol Juan y considerando que este
evangelio a menudo narra cosas particulares propias de un testigo ocular, el
"discípulo" ha sido identificado con el apóstol Juan. El cuarto
evangelio siempre se le ha atribuido a Juan, aunque él no lo haya compuesto
materialmente, si bien es en el origen de la tradición particular al que se
remonta este evangelio y otros escritos atribuidos a Juan. Esto explica también
como él sea un personaje un tanto idealizado.
A quien Jesús quería: es evidentemente un añadido debido, no al apóstol, que no hubiera osado presumir de tanta confianza con el Señor, sino de sus discípulos, que han escrito materialmente el evangelio y han acuñado esta expresión reflexionando sobre el evidente amor privilegiado que concurre entre Jesús y este discípulo (cfr 13,25; 21, 4.7). Allí donde se usa la expresión más sencilla, "el otro discípulo" o "el discípulo", es que ha faltado, por tanto, el añadido de los redactores.
A quien Jesús quería: es evidentemente un añadido debido, no al apóstol, que no hubiera osado presumir de tanta confianza con el Señor, sino de sus discípulos, que han escrito materialmente el evangelio y han acuñado esta expresión reflexionando sobre el evidente amor privilegiado que concurre entre Jesús y este discípulo (cfr 13,25; 21, 4.7). Allí donde se usa la expresión más sencilla, "el otro discípulo" o "el discípulo", es que ha faltado, por tanto, el añadido de los redactores.
* Se han llevado del sepulcro al Señor: estas palabras,
que se repiten también a continuación: vers. 13 y 15, revelan que María teme
uno de los robos de cadáveres que sucedían a menudo en la época, de tal manera
que obligó al emperador romano a dictar severos decretos para acabar con el
fenómeno. A esta posibilidad recurre, en Mateo (28, 11-15), los jefes de los
sacerdotes para difundir el descrédito sobre el acontecimiento de la
resurrección de Jesús y ocasionalmente, justificar la falta de intervención de
los soldados puestos de guardias en el sepulcro.
* El Señor: el título de "Señor" implica el
reconocimiento de la divinidad y evoca la omnipotencia divina. Por esto, era
utilizado por los Cristianos con referencia a Jesús Resucitado. El cuarto
evangelista, de hecho, lo reserva sólo para sus relatos pascuales (también en
20-13).
No sabemos dónde lo han puesto: la frase recuerda cuanto sucedió a Moisés, cuyo lugar de sepultura era desconocido (Dt 34, 10). Otra probable referencia es a las mismas palabras de Jesús sobre la imposibilidad de conocer el lugar donde hubiera sido llevado.(7, 11.22; 8,14.28.42; 13, 33; 14, 1-5; 16,5).
No sabemos dónde lo han puesto: la frase recuerda cuanto sucedió a Moisés, cuyo lugar de sepultura era desconocido (Dt 34, 10). Otra probable referencia es a las mismas palabras de Jesús sobre la imposibilidad de conocer el lugar donde hubiera sido llevado.(7, 11.22; 8,14.28.42; 13, 33; 14, 1-5; 16,5).
* Corrían los dos juntos…pero el otro…llegó primero…pero
no entró: La carrera revela el ansia que viven estos discípulos.
El pararse del "otro discípulo", es mucho más que un gesto de cortesía o de respeto hacia un anciano: es el reconocimiento tácito y pacífico, en su sencillez, de la preeminencia de Pedro dentro del grupo apostólico, aunque esta preeminencia no se subraye. Es, por tanto, un signo de comunión. Este gesto podría también ser un artificio literario para trasladar el acontecimiento de la fe en la resurrección al momento sucesivo y culminante de la narración.
El pararse del "otro discípulo", es mucho más que un gesto de cortesía o de respeto hacia un anciano: es el reconocimiento tácito y pacífico, en su sencillez, de la preeminencia de Pedro dentro del grupo apostólico, aunque esta preeminencia no se subraye. Es, por tanto, un signo de comunión. Este gesto podría también ser un artificio literario para trasladar el acontecimiento de la fe en la resurrección al momento sucesivo y culminante de la narración.
* Los lienzos en el suelo y el sudario…plegado en un
lugar aparte: ya el otro discípulo, sin siquiera entrar, había visto algo.
Pedro, pasando la entrada del sepulcro, descubre la prueba de que no había
habido ningún robo del cadáver: ¡ningún ladrón hubiera perdido el tiempo en
desvendar el cadáver, extender ordenadamente los lienzos y las fajas (por
tierra pudiera haber sido traducido mejor por "extendidas" o
"colocadas en el suelo") y plegar aparte el sudario! La operación se
hubiera complicado por el hecho de que los óleos con los que había sido ungido
aquel cuerpo (especialmente la mirra) operaban como un pegamento, haciendo que
se adhiriera perfecta y seguramente el lienzo al cuerpo, casi como sucedía con
las momias. El sudario, además está plegado; la palabra griega puede decir
también "enrollado", o más bien indicar que aquel paño de tejido
ligero había conservado en gran parte las formas del rostro sobre el cual había
estado puesto, casi como una máscara mortuoria. Las vendas son las mismas
citadas en Jn 19, 40.
En el sepulcro, todo resulta en orden, aunque falta el cuerpo de Jesús y Pedro consigue ver bien en el interior, porque el día está clareando.
En el sepulcro, todo resulta en orden, aunque falta el cuerpo de Jesús y Pedro consigue ver bien en el interior, porque el día está clareando.
A diferencia de Lázaro (11,44), por tanto, Cristo ha
resucitado abandonando todo los arreos funerarios: los comentadores antiguos
hacen notar que, de hecho, Lázaro guardaría sus vendas para la definitiva
sepultura, mientras que Cristo no tenía ya más necesidad de ellas, no debiendo
ya jamás morir (cfr Rm 6,9).
* Pedro…vio…el otro discípulo…vio y creyó: también María,
al comienzo de la narración, había "visto". Aunque la versión
española traduzca todo con el mismo verbo, el texto original usa tres diversos
(theorein para Pedro; blepein para el otro discípulo y la Magdalena; idein,
aquí, para el otro discípulo), dejándonos entender un crecimiento de
profundidad espiritual de este "ver" que, de hecho, culmina con la fe
del otro discípulo.
El discípulo anónimo, ciertamente, no ha visto nada diverso de lo que ya había visto Pedro: quizás, él interpreta lo que ve de manera diversa de los otros, también por la especial sintonía de amor que había tenido con Jesús (la experiencia de Tomás es emblemática: 29, 24-29). Sin embargo, como se indica por el tiempo del verbo griego, su fe es todavía una fe inicial, tanto que él no encuentra el modo de compartirla con María o Pedro o cualquiera de los otros.
Para el cuarto evangelista, sin embargo, el binomio
"ver y creer" es muy significativo y está referido exclusivamente a
la fe en la resurrección del Señor (cfr 20, 29), porque era imposible creer
verdaderamente antes que el Señor hubiese muerto y resucitado (cfr 14, 25-26;
16, 12-15). El binomio visión – fe, por tanto, caracteriza a todo este capítulo
y " el discípulo amado" se presenta como un modelo de fe que consigue
comprender la verdad de Dios a través de los acontecimientos materiales (cfr
también 21, 7).
* No habían comprendido todavía la Escritura: se refiere
evidentemente a todos los otros discípulos. También para aquéllos que habían
vivido junto a Jesús, por tanto, ha sido difícil creer en Él y para ellos, como
para nosotros, la única puerta que nos permite pasar el dintel de la fe
auténtica es el conocimiento de la Escritura (cfr. Lc 24, 26-27; 1Cor 15, 34;
Act 2, 27-31) a la luz de los hechos de la resurrección.
5. Algunas preguntas para orientar la reflexión y la
actuación
a) ¿Qué quiere decir concretamente, para nosotros,
"creer en Jesús Resucitado"? ¿Qué dificultades encontramos? ¿La
resurrección es sólo propia de Jesús o es verdaderamente el fundamento de
nuestra fe?
b) La relación que vemos entre Pedro, el otro discípulo y María Magdalena es evidentemente de gran comunión en torno a Jesús. ¿En qué personas, realidades, instituciones encontramos hoy la misma alianza de amor y la misma "común unión" fundada en Jesús? ¿Dónde conseguimos leer los signos concretos del gran amor por el Señor y por los "suyos" que mueve a todos los discípulos?
c) Cuando observamos nuestra vida y la realidad que nos circunda de cerca o de lejos ¿tenemos la mirada de Pedro (ve los hechos, pero permanece firme en ellos: a la muerte y a la sepultura de Jesús), o más bien, la del otro discípulo (ve los hechos y descubre en ellos los signos de una vida nueva)?
b) La relación que vemos entre Pedro, el otro discípulo y María Magdalena es evidentemente de gran comunión en torno a Jesús. ¿En qué personas, realidades, instituciones encontramos hoy la misma alianza de amor y la misma "común unión" fundada en Jesús? ¿Dónde conseguimos leer los signos concretos del gran amor por el Señor y por los "suyos" que mueve a todos los discípulos?
c) Cuando observamos nuestra vida y la realidad que nos circunda de cerca o de lejos ¿tenemos la mirada de Pedro (ve los hechos, pero permanece firme en ellos: a la muerte y a la sepultura de Jesús), o más bien, la del otro discípulo (ve los hechos y descubre en ellos los signos de una vida nueva)?
6. Oremos invocando gracia y alabando a Dios
con un himno extraído de la carta de Pablo a los Efesios
(paráfrasis 1, 17-23)
El Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la
gloria,
os conceda espíritu de sabiduría y de revelación
para conocerle perfectamente;
iluminando los ojos de vuestro corazón
para que conozcáis cuál es la esperanza a que habéis sido llamados por él;
cuál la riqueza de la gloria otorgada por él en herencia a los santos,
y cuál la soberana grandeza de su poder
para con nosotros, los creyentes, conforme a la eficacia de su fuerza poderosa,
que desplegó en Cristo, resucitándole de entre los muertos
y sentándole a su diestra en los cielos,
por encima de todo principado, potestad,
virtud, dominación
y de todo cuanto tiene nombre
no sólo en este mundo sino también en el venidero.
Sometió todo bajo sus pies
y le constituyó cabeza suprema de la Iglesia,
que es su cuerpo,
la plenitud del que lo llena todo en todo.
os conceda espíritu de sabiduría y de revelación
para conocerle perfectamente;
iluminando los ojos de vuestro corazón
para que conozcáis cuál es la esperanza a que habéis sido llamados por él;
cuál la riqueza de la gloria otorgada por él en herencia a los santos,
y cuál la soberana grandeza de su poder
para con nosotros, los creyentes, conforme a la eficacia de su fuerza poderosa,
que desplegó en Cristo, resucitándole de entre los muertos
y sentándole a su diestra en los cielos,
por encima de todo principado, potestad,
virtud, dominación
y de todo cuanto tiene nombre
no sólo en este mundo sino también en el venidero.
Sometió todo bajo sus pies
y le constituyó cabeza suprema de la Iglesia,
que es su cuerpo,
la plenitud del que lo llena todo en todo.
7. Oración final
El contexto litúrgico no es indiferente para orar este
evangelio y el acontecimiento de la resurrección de Jesús, en torno al cual
gira nuestra fe y vida cristiana. La secuencia que caracteriza la liturgia eucarística
de este día y de la semana que sigue (la octava) nos guía en la alabanza al
Padre y al Señor Jesús:
Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza
Lucharon vida y muerte
en singular batalla
y, muerto el que es Vida,
triunfante se levanta.
¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?
- A mi Señor glorioso
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza
Lucharon vida y muerte
en singular batalla
y, muerto el que es Vida,
triunfante se levanta.
¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?
- A mi Señor glorioso
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa
Nuestra oración puede también concluirse con esta
vibrante invocación de un poeta contemporáneo, Marco Guzzi:
¡Amor, Amor, Amor!
Quiero sentir, vivir y expresar todo este Amor
que es empeño gozoso en el mundo
y contacto feliz con los otros.
Sólo tú me libras, sólo tu me sueltas.
Y los hielos descienden para regar
el valle más verde de la creación.
Quiero sentir, vivir y expresar todo este Amor
que es empeño gozoso en el mundo
y contacto feliz con los otros.
Sólo tú me libras, sólo tu me sueltas.
Y los hielos descienden para regar
el valle más verde de la creación.
Orden de los Carmelitas