¡Amor
y paz!
Los
invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este martes de la 34ª semana del Tiempo Ordinario,
ciclo C.
Dios
nos bendice...
Lectio Divina: Lucas
21,5-11
Lectio
Martes, 26 noviembre de 2019
Tiempo
Ordinario
1) Oración inicial
Mueve,
Señor, los corazones de tus hijos, para que, correspondiendo generosamente a tu
gracia, reciban con mayor abundancia la ayuda de tu bondad. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del
Evangelio según Lucas 21,5-11
Como
algunos hablaban del Templo, de cómo estaba adornado de bellas piedras y ofrendas
votivas, él dijo: «De esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra
sobre piedra que no sea derruida.» Le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo sucederá
eso? Y ¿cuál será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?» Él
dijo: «Mirad, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y
diciendo: `Yo soy' y `el tiempo está cerca'. No les sigáis. Cuando oigáis
hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que
sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato.» Entonces les dijo:
«Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes
terremotos, peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas y
grandes señales del cielo.
3) Reflexión
• En el
evangelio de hoy empieza el último discurso de Jesús, llamado Discurso
Apocalíptico. Es un largo discurso, que será el asunto de los evangelios de los
próximos días hasta el final de esta última semana del año litúrgico. Para
nosotros del Siglo XXI, el lenguaje apocalíptico es extraño y confuso. Pero
para la gente pobre y perseguida de las comunidades cristianas de aquel tiempo
era la manera que todos entendían y cuyo objetivo principal era animar la fe y
la esperanza de los pobres y oprimidos. El lenguaje apocalíptico es fruto del
testimonio de fe de estos pobres que, a pesar de las persecuciones y a pesar de
lo que veían, seguían creyendo en que Dios estaba con ellos y que seguían
siendo el Señor de la historia.
• Lucas
21,5-7: Introducción al Discurso Apocalíptico. En los días anteriores al
Discurso Apocalíptico, Jesús había roto con el Templo (Lc 19,45-48), con los
sacerdotes y con los ancianos (Lc 20,1-26), con los saduceos (Lc 20,27-40), con
los escribas que explotaban a las viudas (Lc 20,41-47) y al final vemos en el
evangelio de ayer que teje el elogio de la viuda que dio en limosna todo
aquello que poseía (Lc 21,1-4). Ahora, en el evangelio de hoy, al oír como
“algunas personas hablaban del Templo, de cómo estaba adornado de bellas
piedras y ofrendas votivas”, Jesús responde anunciando la destrucción total del
Templo: "De esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre
piedra que no sea derruida." Al oír este comentario de Jesús, los
discípulos preguntan: "Maestro, ¿cuándo sucederá esto? ¿Y cuál será la señal
de que todas estas cosas están para ocurrir?"
Ellos quieren más
información. El Discurso Apocalíptico que sigue es la respuesta de Jesús a esta
pregunta de los discípulos sobre el cuándo y el cómo de la destrucción del
Templo. El evangelio de Marcos informa lo siguiente sobre el contexto en que
Jesús pronunció este discurso. Dice que Jesús había salido de la ciudad y
estaba sentado en el Monte de los Olivares (Mc 13,2-4). Allí, desde lo alto del
Monte, tenía una vista majestuosa del Templo. Marcos nos dice que eran sólo
cuatro los discípulos que fueron a escuchar el último discurso. Al comienzo de
su predicación, tres años antes, allí en Galilea, las multitudes iban detrás de
Jesús para escuchar sus palabras. Ahora, en el último discurso, hay apenas
cuatro oyentes: Pedro, Santiago, Juan y Andrea (Mc 13,3). ¡Eficiencia y buen
resultado no siempre se miden por la cantidad!
• Lucas
21,8: Objetivo del discurso: "¡Mirad, no os dejéis
engañar!" Los discípulos habían preguntado:
"Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será la señal de que todas estas
cosas están para ocurrir?” Jesús empieza su respuesta con una advertencia:
"Mirad, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y
diciendo: `Yo soy' y `el tiempo está cerca'. No les sigáis”. En época de mudanzas
y de confusión siempre aparecen personas que quieren sacar provecho de la
situación engañando a los demás.
Esto acontece hoy y estaba ocurriendo en los
años 80, época en que Lucas escribe su evangelio. Ante los desastres y guerras
de aquellos años, ante la destrucción de Jerusalén del año 70 y ante la
destrucción de la persecución de los cristianos por el imperio romano, muchos
pensaban que el fin de los tiempos estuviera llegando. Y hasta había gente que
decía: “Dios ya no controla los hechos. ¡Estamos perdidos!
”Por esto, la
preocupación principal de los discursos apocalípticos es siempre la misma:
ayudar a las comunidades a discernir mejor los signos de los tiempos para no
dejarse engañar por las conversaciones de la gente sobre el fin del mundo: "Mirad,
¡no os dejéis engañar!". Luego viene el discurso que ofrece señales para
ayudarlos en el discernimiento y, así, aumentar en ellos la esperanza.
• Lucas
21,9-11: Señales para ayudar a leer los hechos. Después de esta breve
introducción, empieza el discurso propiamente dicho: “Cuando oigáis hablar de
guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero
estas cosas, pero el fin no es inmediato.» Entonces les dijo: «Se levantará
nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos, peste y
hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas y grandes señales del
cielo.”
Para entender bien estas palabras, es bueno recordar lo siguiente.
Jesús vivía y hablaba en el año 33. Los lectores de Lucas vivían y escuchaban
en el año 85. Ahora, en los años cincuenta, entre el año 33 y el año 85, la
mayoría de las cosas mencionadas por Jesús habían acontecido ya y todos las
conocían. Por ejemplo, en varias partes del mundo había guerras, aparecían
falsos mesías, surgían enfermedades y pestes y, en Asia Menor, los terremotos
eran frecuentes. En un estilo bien apocalíptico, el discurso enumera todos
estos acontecimientos, uno después de otro, como señales o como etapas del
proyecto de Dios en la andadura de la historia del Pueblo de Dios, desde la
época de Jesús hasta el fin de los tiempos:
1a señal: los falsos mesías (Lc 21,8);
2a señal: guerras y revoluciones (Lc 21,9);
3a señal: nación contra otra nación, un reino contra otro reino, (Lc 21,10);
4a señal: terremotos en varios lugares (Lc 21,11);
5a señal: hambre, peste y señales en el cielo (Lc 21,11);
2a señal: guerras y revoluciones (Lc 21,9);
3a señal: nación contra otra nación, un reino contra otro reino, (Lc 21,10);
4a señal: terremotos en varios lugares (Lc 21,11);
5a señal: hambre, peste y señales en el cielo (Lc 21,11);
Hasta aquí el evangelio de hoy. El evangelio de mañana trae una señal más: la
persecución de las comunidades cristianas (Lc 21,12). El evangelio de pasado
mañana trae dos señales más: la destrucción de Jerusalén y el inicio de la
desintegración de la creación. Así, por medio de estas señales del Discurso
Apocalíptico, las comunidades de los años ochenta, época en la que Lucas
escribe su evangelio, podían calcular a qué altura se encontraba la ejecución
del plan de Dios, y descubrir que la historia no se había escapado de la mano
de Dios. Todo era conforme con lo que Jesús había previsto y anunciado en el
Discurso Apocalíptico.
4) Para la reflexión personal
• ¿Qué
sentimiento te habitaba durante la lectura de este evangelio de hoy?
¿Sentimiento de miedo o de paz?
• ¿Piensas
que el fin del mundo está cerca? ¿Qué responder a los que dicen que el fin del
mundo está cerca? ¿Qué es lo que hoy anima a la gente a resistir y tener
esperanza?
5) Oración final
Exulte
delante del Señor, que ya viene,
viene, sí, a juzgar la tierra.
Juzgará al mundo con justicia,
a los pueblos con su lealtad. (Sal 96,13)
viene, sí, a juzgar la tierra.
Juzgará al mundo con justicia,
a los pueblos con su lealtad. (Sal 96,13)
Orden
de los Carmelitas