lunes, 29 de mayo de 2023

Vende lo que tienes, dáselo a los pobres, y luego ven y sígueme

¡Amor y paz!

 

Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este lunes de la 8ª semana del Tiempo Ordinario, ciclo A.

 

Dios nos bendice...

 

Primera lectura

 

Lectura del libro del Eclesiástico (17,20-28):

A los que se arrepienten Dios les permite volver,
y consuela a los que han perdido la esperanza,
y los hace partícipes de la suerte de los justos.
Retorna al Señor y abandona el pecado,
reza ante su rostro y elimina los obstáculos.
Vuélvete al Altísimo y apártate de la injusticia
y detesta con toda el alma la abominación.
Reconoce los justos juicios de Dios,
permanece en la suerte que te ha asignado
y en la oración al Dios altísimo.
En el abismo ¿quién alabará al Altísimo
como lo hacen los vivos y quienes le dan gracias?
Para el muerto, como quien no existe, desaparece la alabanza,
solo el que está vivo y sano alaba al Señor.
¡Qué grande es la misericordia del Señor
y su perdón para los que retornan a él!

Palabra de Dios

 

Salmo

 

Sal 31,1-2.5.6.7

R/.
Alegraos, justos, y gozad con el Señor

V/. Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito
y en cuyo espíritu no hay engaño. R/.

V/. Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R/.

V/. Por eso, que todo fiel te suplique
en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas
no lo alcanzará. R/.

V/. Tú eres mi refugio,
me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación. R/.

 

Evangelio de hoy

 

Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,17-27):

EN aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló ante él y le preguntó:
«Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?».
Jesús le contestó:
«Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre».
Él replicó:
«Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud».
Jesús se quedó mirándolo, lo amó y le dijo:
«Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dáselo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego ven y sígueme».
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó triste porque era muy rico.
Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos:
«¿Qué difícil les será entrar en el reino de Dios a los que tienen riquezas!».
Los discípulos quedaron sorprendidos de estas palabras. Pero Jesús añadió:
«Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios».
Ellos se espantaron y comentaban:
«Entonces, ¿quién puede salvarse?».
Jesús se les quedó mirando y les dijo:
«Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo».

Palabra del Señor

 

Comentario

 

El Evangelio nos trae a colación ese famoso relato del Joven Rico. Un joven se acerca a Jesús y le pregunta qué tiene que hacer para heredar la Vida Eterna. La respuesta de Jesús es sencilla: “cumple los mandamientos”.. pero el joven quiere más, le parece que esto no es bastante. Es Jesús el que detecta esa búsqueda en el interior del joven y le hace una propuesta más exigente aún: “vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, y luego ven y sígueme”. Ante la propuesta de Jesús el joven se marcha cabizbajo, derrotado antes de emprender el camino, atado por sus riquezas, comodidades y seguridades, incapaz de dar rienda suelta a lo que su corazón le pide y que Jesús expresa en su propuesta.

Vivimos en una grave crisis vocacional a la Vida Religiosa y al sacerdocio. Vocaciones de servicio y seguimiento exigente de Jesús. En esa búsqueda de razones para la sequía pensamos que la razón más importante era nuestra falta de exigencia a la hora de vivir la radicalidad de la consagración religiosa o la entrega al ministerio, y en parte creo que hay algo de eso, aunque en muchos países de África y de Asia las vocaciones son abundantes y vigorosas. Jesús en el evangelio nos ofrece otra razón y es que, en este mundo rico en el que vivimos, los oídos se cierran a la escandalosa propuesta de Jesús. ¿Quién va aceptar esta invitación, por muy divina que sea, que nos hace una propuesta tan escandalosa, abandonarlo todo, renunciar a todo, para tener un tesoro en el cielo…?

Pero Dios sigue llamando, no se cansa de tocar el corazón de las personas y esperar una respuesta no de cumplimiento sino de radicalidad generosa con el anuncio del Reino de Dios.

Quizá también nosotros, que creemos que hemos respondido a la propuesta, debamos también volver a sentir de nuevo la mirada cálida de Jesús y recuperar ese corazón inquieto que no se conforma con la vida tranquila y sosegada en una parroquia, o en un colegio, o en otros ministerios tan importantes. Quizá debamos de nuevo escuchar la voz que nos llamó a quemar las naves y no buscar otra seguridad que la compañía del Maestro, siguiendo sus pasos hacia la cruz. y volver a entusiasmarnos con la novedad constante de Reino que nos invita a caminar hacia el horizonte.

Ciudad Redonda