¡Amor y paz!
El mensaje del Evangelio
hoy se puede sintetizar así: Si quieres
que se te perdone mucho, ama mucho. El amor conlleva el reconocimiento de la propia
valía y la del ser amado. Tal dimensión del amor incluye, también, tener
conciencia de que se ha caído, de que se ha ofendido, pero de que hay posibilidad de levantarse y ser perdonado.
Los invito, hermanos, a leer
y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves de la XXIV Semana del Tiempo
Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 7,36-50.
Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: "Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!". Pero Jesús le dijo: "Simón, tengo algo que decirte". "Di, Maestro!", respondió él. "Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?". Simón contestó: "Pienso que aquel a quien perdonó más". Jesús le dijo: "Has juzgado bien". Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: "¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies. Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor". Después dijo a la mujer: "Tus pecados te son perdonados". Los invitados pensaron: "¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?". Pero Jesús dijo a la mujer: "Tu fe te ha salvado, vete en paz".
Comentario
Muchos de los
contemporáneos de Jesús querían alcanzar la salvación por medio del estricto
cumplimiento de la ley. Por eso, evitaban todo contacto con las personas que
eran consideradas impuras: extranjeros, enfermos y pecadores; llevaban
rigurosamente el descanso del sábado: no cocinaban, no comerciaban, no
caminaban. Esta manera de actuar les creaba la falsa seguridad de que ya
estaban salvados.
Jesús permanentemente
cuestionaba esta forma de vivir la experiencia de Dios. Para él, lo más
importante era el amor al hermano, al pecador e, incluso, al enemigo. Las
verdaderas personas de Dios eran aquellas personas capaces de convertirse en
fuente de vida para los demás.
En la casa del fariseo
«Simón» se le presentó una ocasión propicia para mostrar el modo de actuar de
Dios. Simón menosprecia a Jesús porque lo considera incapaz de rechazar a la
mujer impura que le acaricia los pies. Jesús, descubriendo sus pensamientos le
propone una parábola.
La parábola describe la
generosidad de un hombre que perdona a sus deudores. El que le debía más es
quién debe manifestar mayor agradecimiento. Con esto pone en evidencia el
engreimiento en que había caído Simón. Los radicales se consideraban a sí
mismos los hombres justos y negaban con su actitud el perdón de Dios a los
demás.
Jesús lo llama a la
conversión, al cambio de mentalidad. Le señala cómo lo más importante no es la
rígida disciplina religiosa, sino el amor y el agradecimiento. Por esto, Jesús
anuncia el perdón de Dios a la mujer. Ella no había escogido el camino de la
autojustificación, sino el camino de la humildad y el reconocimiento del propio
pecado.
Servicio Bíblico Latinoamericano