¡Amor y paz!
Lucas sigue describiendo
el camino del cristiano, que es el de Cristo. El domingo pasado era la
vigilancia su característica. Hoy es la fortaleza, la opción clara que exige,
la decisión firme de seguir o no a Cristo. Ser cristianos en medio del mundo en
que vivimos no es fácil.
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en reste XX Domingo del Tiempo
Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 12,49-53.
Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente! ¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división. De ahora en adelante, cinco miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra".
Comentario
Un viejo cacique de una
tribu estaba teniendo una charla, con sus nietos, acerca de la vida. Los niños
querían saber sobre muchas cosas; cómo ser buenas personas, por qué había
personas malas, por qué tenían intenciones no muy buenas, etc. Él les dijo:
"Una gran pelea esta ocurriendo dentro de mi; es entre dos lobos. Uno de
los lobos es maldad, temor, ira, envidia, dolor, rencor, avaricia, arrogancia,
culpa, resentimiento, inferioridad, mentiras, orgullo, competencia, superioridad,
egolatría. El otro es bondad, alegría, paz, amor, esperanza, serenidad,
humildad, dulzura, generosidad, benevolencia, amistad, empatía, verdad,
compasión, y fe. Esta misma pelea está ocurriendo dentro de ustedes también, y
dentro de casi todos los seres de la tierra." Lo pensaron por un minuto, y
uno de los niños le preguntó a su abuelo: "¿Cuál de los lobos
ganará?" Y el viejo cacique respondió, “simplemente... el que
alimentes".
Esta historia del
viejo cacique revela la lucha que existe en nuestro propio interior y en el
mundo entero. Hay dos fuerzas enfrentadas entre sí, que se disputan nuestras
decisiones. Una de ellas tiene origen en Dios y la otra en el pecado. Jesús nos
dice que no ha venido a traer paz a la tierra entre estas dos fuerzas, él ha
venido a traer fuego. “Porque de hoy en adelante, cinco en una familia estarán
divididos, tres contra dos y dos contra tres. El padre estará contra su hijo y
el hijo contra su padre; la madre contra su hija y la hija contra su madre; la
suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra”.
Jesús no está hablando
aquí de castigos o maldiciones a la humanidad. Está hablando de esta lucha que
nos atraviesa interiormente y que atraviesa todas nuestras relaciones. Jesús no
quiere una paz mal entendida entre estas fuerzas que se disputan nuestras
decisiones y que lo hacían tambalear a él mismo: “Tengo que pasar por una
terrible prueba, y ¡cómo sufro hasta que se lleve a cabo!” Una paz a cualquier
precio es un error descomunal. Ya sea entre grupos sociales, entre nuestras
propias tendencias interiores, o en la relación de una pareja. Esa paz a
cualquier precio ha hecho que muchas veces nos hayamos hecho cómplices del mal
en el mundo. No podemos ser neutrales ante cualquier conflicto. Seguir a Jesús,
supone tomar partido por la justicia, el amor, la comunión…
Por esto, la pregunta de
los nietos del cacique también la podríamos hacer nosotros hoy al Señor: “¿Cuál
de los dos lobos ganará? Y la sabia respuesta del abuelo, será la que
recibiremos: “Ganará el lobo que tu mismo alimentes en tu interior”. Cuál es el
lobo que tú estás alimentando…
Hermann
Rodríguez Osorio, S.J
Decano
académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana –
Bogotá