¡Amor y paz!
El domingo pasado, cuando
celebrábamos la solemnidad de Cristo Rey, el predicador insistía en la Eucaristía
en que el Señor había dicho que su Reino no es de este mundo y que, por tanto,
había que entender su reinado de manera muy diferente al que nos ‘vende’ la
cultura actual.
El Reino de Cristo no sólo
no es de este mundo sino que va en contracorriente de los ‘valores’ o disvalores
que nos propone este mundo. Jesús no es, por tanto, un hombre rico, ataviado de
corona y cetro ni viviendo en un palacio rodeado de pajes y doncellas. Y, mucho
menos, el Señor es un soberano a quien la encante el poder o ame el dinero, los
lujos o el placer. No. Ni tampoco es egoísta ni vengativo, ni prepotente, ni le
gusta el lenguaje de las armas. Muy por el contrario, Él nos ha dado ejemplo de
fraternidad, de perdón, de humildad y de paz.
¿Qué por qué estoy
recordando lo que meditábamos el domingo? Porque Jesús anuncia hoy a sus
discípulos que, debido a que predican su tipo de reinado serán perseguidos, encarcelados
y hasta asesinados. No es si no ver la prensa para reconocer que a muchos los
odian porque se atreven a defender la causa de Cristo y los valores del
Evangelio. No se puede condescender con el mal en aras de quedar bien. El mal
sigue siendo mal, aunque se disfrace de bien. Y hay que denunciarlo.
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la XXXIV
Semana del Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio
según San Lucas 21,12-19.
Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí. Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir. Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas.
Comentario
El anuncio del mensaje cristiano
siempre suscita fuerte animosidad en una sociedad construída sobre valores
directamente en oposición a los anunciados por Jesús. Componente fundamental de
la vida del Mesías ha sido el "es necesario que el Mesías padezca"; esa
situación es fruto de una agresividad de los que que ven amenazada la
estructura injusta construída a partir de sus egoísmos.
La magnitud de esta resistencia
que puede llegar hasta poner en riesgo la propia vida, proviene desde lo
externo y aun desde las personas más cercanas. Todo se combina para conducir a
situaciones amenazantes: cárcel, juicios, traición de los familiares, un odio
general hacia el mensaje, trasladado a la persona de los mensajeros.
En esa situación no es
inexplicable la tentación de desaliento. Jesús advierte sobre ella, pero junto
a esa advertencia pronuncia una palabra de promesa que renueva la confianza
necesaria para continuar en la tarea.
En cada juicio, motivado por la animosidad, el cristiano sabe que puede contar con la presencia de Jesús que concede un lenguaje y una sabiduría a la que no pueden oponerse los adversarios.
En cada juicio, motivado por la animosidad, el cristiano sabe que puede contar con la presencia de Jesús que concede un lenguaje y una sabiduría a la que no pueden oponerse los adversarios.
Y aunque la muerte pueda acabar
con algunos mensajeros, otros seguirán proclamando la Buena Noticia de la
fraternidad universal entre los hombres. El poder de los enemigos no puede
superar la bondad de Dios, incapaz de soportar la mínima pérdida de sus
enviados.
Para ello se requieren una firmeza y un coraje a toda prueba, capaces de asegurar la ganancia de la propia vida.
Para ello se requieren una firmeza y un coraje a toda prueba, capaces de asegurar la ganancia de la propia vida.
Diario Bíblico. Cicla
(Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)