¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios y el comentario,
en este jueves en que celebramos la fiesta de la Cátedra del apóstol San Pedro.
Dios nos bendice...
Primera lectura
Lectura de la primera
carta del apóstol san Pedro (5,1-4):
A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a manifestarse, os exhorto: Sed pastores del rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, gobernándolo no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con generosidad; no como déspotas sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño. Y cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita.
Palabra de Dios
A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a manifestarse, os exhorto: Sed pastores del rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, gobernándolo no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con generosidad; no como déspotas sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño. Y cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 22,1-3.4.5.6
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara, mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre. R/.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R/.
Tu bondad y tu misericordia
me acompañan todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara, mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre. R/.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R/.
Tu bondad y tu misericordia
me acompañan todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.
Evangelio
Lectura del santo
evangelio según san Mateo (16,13-19):
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, ¡Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»
Palabra del Señor
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, ¡Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»
Palabra del Señor
Comentario
1.1 A
quien lea sin prejuicios el Evangelio le llamará la atención el modo como Jesús
forma a Pedro, las palabras que sólo a él dirige, las oraciones que por él
hace.
1.2 No se
trata de que Pedro tenga cualidades humanas únicas, o lo que hoy llamaríamos un
"perfil" de líder irreprochable con una personalidad arrolladora. La
Biblia es tan sincera y descarnada en presentar las fallas de Pedro como suele
serlo con todos los demás: Moisés, David, Zacarías, Pablo...
1.3 Pedro
ha sido elegido por amor y en el misterio de esa elección nace otro misterio,
que es el don de una fe singularmente robusta. Si algo construyó Cristo en
Pedro fue el regalo de esa fe maravillosa, bella e inquebrantable, sobre la que
es posible sostener y alimentar la fe de los demás discípulos, y en realidad de
la Iglesia entera.
2.
Racionalismo superado
2.1 El
racionalismo nos hizo creer que cada persona podía sostenerse sin otra fuerza
que la de sus propias certezas, adquiridas en la soledad de una inteligencia
capaz de mantenerse distante, objetiva y lúcida frente al mundo. Este ser
inteligente y solitario se supone que podía revisar con su linterna de razón a
todo y a todos, de modo que sus decisiones eran tomadas en un ámbito de
libertad e independencia totales.
2.2 Luego
que descubrimos que esta racionalidad, o más bien, racionalismo, tenía muchos
errores en su formulación y muchas consecuencias desastrosas en su aplicación.
El conocimiento científico, supuesto paladín de la objetividad, nos enseñó a
cuestionar esa idea de independencia y distancia entre sujeto y objeto, incluso
para el caso de la ciencia natural. Estudiar el mundo es interactuar con él, y
esto implica cambiarlo en el acto mismo de observarlo. Los problemas técnicos y
teóricos que de esta sencilla anotación se derivan apenas empiezan a
desgranarse.
2.3 Y si
miramos al sujeto que conoce, ¿seguiremos diciendo que es desinteresado,
aséptico y lúcido? Estudios sociales muestran las tremendas presiones que
marcan a la investigación científica. Y el fruto del conocimiento, ¿es neutro?
De ningún modo. Conocimiento y poder se han ligado de tal modo en la modernidad
que parece poco probable adelantar proceso de divorcio entre ellos en el mediano
plazo.
3. El
poder de la Palabra
3.1
Redescubrir nuestra responsabilidad como creyentes es encontrarnos con la
estructura misma del ser humano que no existe sino abrigado y amamantado por la
palabra de sus hermanos. Es aquí donde entendemos las grandeza de esa frase con
la que Cristo entrega a Pedro un ministerio tan alto y extenso: "lo que
ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra
quedará desatado en el cielo".
3.2
Sencillamente estas palabras son la expresión de la sublime responsabilidad que
tenemos por el hecho de existir como seres humanos. Pronunciadas hacia Pedro no
resuenan sólo en Pedro, sino en todo aquel que tome en serio que estamos
conectados a un misterio que se llama "humanidad"; algo que nos
precede y nos sucede, algo inmenso, lo único en que podemos pretender entender
nuestro propio ser y a la vez aquello que nos recuerda que ninguna decisión o
palabra nuestra puede apoderarse de la vida de nadie.
3.3 El racionalismo parecía exaltar al hombre mientras lo abandonaba
en un peñasco helado y fantasmal. De esa soledad enrarecida brotaron las
tormentas de la crueldad y los remolinos de un existencialismo trastornado y
voraz. Frente a ese nevado de inclemencias, la mano encallecida y robusta de
Pedro, su mirada humilde y firme a la vez, y sobre todo su voz clara y
penetrante son un regalo inmenso de Dios.
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