domingo, 31 de enero de 2010

DEBEMOS SER PROFETAS PARA ANUNCIAR Y DENUNCIAR

¡Amor y paz!

En continuidad con el evangelio del pasado domingo, Jesús se presenta como profeta: y por ello lo contradicen, lo sacan de la sinagoga, casi lo despeñan desde la montaña. Sus oponentes lo critican, piensan que es un hombre cualquiera (el hijo del carpintero) y otros se sienten ofendidos por unas palabras nada halagadoras pronunciadas por el nuevo profeta.

Una Iglesia no profética es la que se acomoda a los valores del mundo, la que no inquieta, la que no molesta, la que halaga (sobre todo a los poderosos); en definitiva, la que no es sal (que produce escozor) ni luz (que puede convertirse en fuego para quemar). No es esta Iglesia instalada, la Iglesia de Jesús. El creyente es arriesgado, combate en la lucha de la fe y del Evangelio, y lo hace a sabiendas de que va contracorriente en una sociedad que desea bienestar, poder, placeres, que no son los valores del Reino, del Evangelio.

Sin embargo, el profeta cristiano no es un denunciador amargado y resentido, sino alguien que sabe y practica que "el amor es lo más grande" (P. LLabrés, 1980).

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este 4º.
Domingo del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 4,21-30.

Entonces comenzó a decirles: "Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír". Todos daban testimonio a favor de él y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: "¿No es este el hijo de José?". Pero él les respondió: "Sin duda ustedes me citarán el refrán: 'Médico, cúrate a ti mismo'. Realiza también aquí, en tu patria, todo lo que hemos oído que sucedió en Cafarnaúm". Después agregó: "Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra. Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país. Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón. También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio". Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.

Comentario


Dicen que una vez llegó un profeta a un pueblo y comenzó a predicar en medio de la plaza central. Al comienzo, mucha gente escuchaba con atención sus llamados a la conversión y se sentían impulsados a volverse a Dios por la voz de este profeta. Pero pasaron los días y el profeta seguía anunciando su mensaje con la misma fuerza, aunque el público había ido disminuyendo poco a poco. Cuando había pasado algo más de un mes, el profeta seguía saliendo todos los días a la plaza del pueblo a predicar su mensaje, aunque todos los habitantes del pueblo estaban ocupados en otras cosas y nadie se detenía a escuchar su palabra. Por fin alguien se acercó al profeta y le preguntó por qué seguía predicando si nadie le hacía caso. Entonces el hombre respondió: “Al principio, predicaba porque tenía la esperanza de que algunos de los habitantes de este pueblo llegaran a cambiar; esa esperanza ya la he perdido. Pero ahora sigo predicando para que ellos no me cambien a mi”.

En abierto contraste con lo que el texto de san Lucas dice al comienzo de este pasaje: “Todos hablaban bien de Jesús y estaban admirados de las cosas tan bellas que decía”, la narración da un vuelco repentino y comienza a mostrar la agresividad de la gente hacia la predicación de Jesús: “Se preguntaban: –¿No es este el hijo de José?”. Tanto que Jesús mismo toma la iniciativa y expresa las reservas que el pueblo tiene frente a su palabra: “Seguramente ustedes me dirán este refrán: ‘Médico, cúrate a ti mismo’. Y además me dirán: ‘lo que oímos que hiciste en Cafarnaúm, hazlo también aquí en tu propia tierra’. Y siguió diciendo: –Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su propia tierra”. Después, hizo referencia a dos casos muy conocidos en el Antiguo Testamento en los que aparece una preferencia de parte de Dios por manifestarse a los hijos de pueblos distintos a Israel: El primer caso es el de Elías, que fue enviado a una viuda de Sarepta, cerca de la ciudad de Sidón, es decir, territorio extranjero (1 Reyes 17, 1-24); y el segundo caso es del profeta Eliseo, que no curó a ningún leproso israelita, habiendo tantos en su tiempo, sino a Naamán, el sirio, también un extranjero (2 Reyes 5, 1-19).

Esto provocó una reacción violenta de la población que estaba reunida en la sinagoga para el culto de los sábados. “Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se enojaron mucho. Se levantaron y echaron del pueblo a Jesús, llevándolo a lo alto del monte sobre el cual el pueblo estaba construido, para arrojarlo abajo desde allí. Pero Jesús pasó por en medio de ellos y se fue”. Desde luego, eso de que ‘pasó por en medio de ellos’ no debió ser como cuando le hacen una calle de honor al obispo que llega a un pueblo perdido de nuestra geografía. Sencillamente, no dejó que lo arrojaran por el barranco abajo y, seguramente, sacudiéndose el polvo de sus pies, se fue del pueblo, como más tarde enseñó a sus discípulos: “Y si en algún pueblo no los quieren recibir, salgan de él y sacúdanse el polvo de los pies, para que les sirva a ellos de advertencia” (Lucas 9, 5).

Como Jesús, nosotros también tenemos el peligro de ser rechazados por predicar lo que nos propone el evangelio. Pero no podemos claudicar frente al rechazo. Como el profeta con el que comenzábamos, habrá que seguir anunciando el perdón, el amor y la paz, aunque todos nos vuelvan la espalda. Si no es para que los demás cambien, por lo menos para que ellos y sus costumbres, no terminen por cambiarnos a nosotros.

Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*
* Sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá

sábado, 30 de enero de 2010

‘¿POR QUÉ TIENEN MIEDO? ¿ACASO NO TIENEN FE?’

¡Amor y paz!

Después de las parábolas, empieza aquí una serie de cuatro milagros de Jesús, para demostrar que de veras el Reino de Dios ya ha llegado en medio de nosotros y está actuando.

El relato de hoy nos hace ver que en los momentos de normalidad, cuando todo en nuestra vida va muy bien, es muy fácil decir que tenemos fe. Sin embargo, la calidad de nuestra confianza en el Señor se prueba cuando de repente surgen los problemas y estos ponen en jaque nuestra existencia y parecieran ahogarnos. Ante la enfermedad, la crisis económica, las rupturas amorosas, en fin, los problemas, a veces nos volvemos cobardes, nos acosa el miedo y ya no creemos tanto.

Es una oportunidad para examinar la calidad y fortaleza de nuestra fe y para decidirnos cultivarla porque, en fin de cuentas, esta es un don y una tarea: un regalo de Dios, pero una tarea que implica cultivar ese don y fortalecerlo con la oración, la meditación y la práctica de los sacramentos.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario (de San Agustín), en este 3er sábado del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga..

Evangelio según San Marcos 4,35-41.

Al atardecer de ese mismo día, les dijo: "Crucemos a la otra orilla". Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya. Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal. Lo despertaron y le dijeron: "¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?". Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: "¡Silencio! ¡Cállate!". El viento se aplacó y sobrevino una gran calma. Después les dijo: "¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?". Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: "¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?".

Comentario

También nosotros navegamos en un lago en el que no faltan ni viento ni tempestades; las cotidianas tentaciones de este mundo casi hunden nuestra barca. ¿De dónde viene esta situación sino de que Jesús duerme? Si Jesús no durmiera en ti no sufrirías estas tempestades, sino que gozarías de una gran tranquilidad interior porque Jesús estaría velando contigo.

¿Qué quiere decir: Jesús duerme? Quiere decir que tu fe en Jesús está dormida. Se levantan los huracanes en el lago: ves prosperar a los malvados y sufrir a los buenos; hay una tentación, un choque de las olas. Y en el interior de tu alma dirás: «Dios mío, ¿dónde está tu justicia si los malos prosperan y los buenos se sienten abandonados al sufrimiento?» Sí, tú dices a Dios: «¿Es ésta tu justicia?» Y Dios te contesta: «¿Es ésta tu fe? ¿Qué es lo que, en efecto, te he prometido? ¿Es que te has hecho cristiano para tener éxito en este mundo? ¿Te has atormentado por la suerte de los malos aquí abajo siendo así que no conoces su suerte en el otro mundo?»

¿De dónde proviene que hables así y te veas sacudido por las olas del lago y por el huracán? Es porque Jesús duerme, es decir, que tu fe en Jesús se ha adormecido en tu corazón. ¿Qué harás para ser liberado de esta situación? Despierta a Jesús y dile: « Maestro, ¿no te importa que nos hundamos? Las incertidumbres de nuestra travesía por el lago nos perturban; nos hundimos. Pero él se despertará, es decir, volverás a tener fe, y con la ayuda de Jesús, reflexionarás en tu corazón y te caerás en la cuenta de que los bienes concedidos hoy a los malos, no durarán. Sus bienes, o bien se les acaban en esta vida, o bien deberán abandonarlos en el momento de su muerte. Pero para ti, por el contrario, lo que se te ha prometido durará por toda la eternidad... Da pues, la espalda a lo que acaba en ruina, y vuelve tu rostro hacia lo que permanece. Cuando Cristo se despierte, el huracán ya no sacudirá más tu corazón, las olas no hundirán tu barca, porque tu fe mandará a los vientos y a las olas, y el peligro desaparecerá.

San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte) y doctor de la Iglesia
Reflexión sobre los salmos, Salmo 25, nº2
©Evangelizo.org 2001-2009

viernes, 29 de enero de 2010

LA EVANGELIZACIÓN, UN TRABAJO ESPERANZADOR

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este 3er viernes del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga..

Evangelio según San Marcos 4,26-34.

Y decía: "El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga. Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha". También decía: "¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo? Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra, pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra". Y con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender. No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo.

Comentario

a) Otras dos parábolas tomadas de la vida del campo y, de nuevo, con el protagonismo de la semilla, que es el Reino de Dios.

La primera es la de la semilla que crece sola, sin que el labrador sepa cómo. El Reino de Dios, su Palabra, tiene dentro una fuerza misteriosa, que a pesar de los obstáculos que pueda encontrar, logra germinar y dar fruto. Se supone que el campesino realiza todos los trabajos que se esperan de él, arando, limpiando, regando. Pero aquí Jesús quiere subrayar la fuerza intrínseca de la gracia y de la intervención de Dios. El protagonista de la parábola no es el labrador ni el terreno bueno o malo, sino la semilla.

La otra comparación es la de la mostaza, la más pequeña de las simientes, pero que llega a ser un arbusto notable. De nuevo, la desproporción entre los medios humanos y la fuerza de Dios.

b) El evangelio de hoy nos ayuda a entender cómo conduce Dios nuestra historia. Si olvidamos su protagonismo y la fuerza intrínseca que tienen su Evangelio, sus Sacramentos y su Gracia, nos pueden pasar dos cosas: si nos va bien, pensamos que es mérito nuestro, y si mal, nos hundimos.

No tendríamos que enorgullecernos nunca, como si el mundo se salvara por nuestras técnicas y esfuerzos. San Pablo dijo que él sembraba, que Apolo regaba, pero era Dios el que hacia crecer. Dios a veces se dedica a darnos la lección de que los medios más pequeños producen frutos inesperados, no proporcionados ni a nuestra organización ni a nuestros métodos e instrumentos. La semilla no germina porque lo digan los sabios botánicos, ni la primavera espera a que los calendarios señalen su inicio. Así, la fuerza de la Palabra de Dios viene del mismo Dios, no de nuestras técnicas.

Por otra parte, tampoco tendríamos que desanimarnos cuando no conseguimos a corto plazo los efectos que deseábamos. El protagonismo lo tiene Dios. Por malas que nos parezcan las circunstancias de la vida de la Iglesia o de la sociedad o de una comunidad, la semilla de Dios se abrirá paso y producirá su fruto. Aunque no sepamos cómo ni cuándo. La semilla tiene su ritmo. Hay que tener paciencia, como la tiene el labrador.

Cuando en nuestra vida hay una fuerza interior (el amor, la ilusión, el interés), la eficacia del trabajo crece notablemente. Pero cuando esa fuerza interior es el amor que Dios nos tiene, o su Espíritu, o la gracia salvadora de Cristo Resucitado,
entonces el Reino germina y crece poderosamente.

Nosotros lo que debemos hacer es colaborar con nuestra libertad. Pero el protagonista es Dios. El Reino crece desde dentro, por la energía del Espíritu.
No es que seamos invitados a no hacer nada, pero si a trabajar con la mirada puesta en Dios, sin impaciencia, sin exigir frutos a corto plazo, sin absolutizar nuestros méritos y sin demasiado miedo al fracaso. Cristo nos dijo: «Sin mí no podéis hacer nada». Sí, tenemos que trabajar. Pero nuestro trabajo no es lo principal.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4.
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 87-90
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jueves, 28 de enero de 2010

CON NUESTRA MEDIDA DEL AMOR SEREMOS MEDIDOS

¡Amor y paz!

Jesús se vale hoy de otras dos parábolas para ayudarnos a entender cómo es el Reino que él quiere instaurar. La del candil, que está pensado para que ilumine, no para que quede escondido. Es él, Cristo Jesús, y su Reino, lo primero que no quedará oculto, sino aparecerá como manifestación de Dios. El que dijo «yo soy la Luz». La de la medida: la misma que utilicemos será usada para nosotros.

Los que acojan en sí mismos la semilla de la Palabra se verán llenos, generosamente llenos, de los dones de Dios. Sobre todo al final de los tiempos experimentarán cómo Dios recompensa con el ciento por uno lo que hayan hecho.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este 3er jueves del Tiempo Ordinario. Hoy se celebra la memoria de San Tomás de Aquino.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 4,21-25.

Jesús les decía: "¿Acaso se trae una lámpara para ponerla debajo de un cajón o debajo de la cama? ¿No es más bien para colocarla sobre el candelero? Porque no hay nada oculto que no deba ser revelado y nada secreto que no deba manifestarse. ¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!". Y les decía: "¡Presten atención a lo que oyen! La medida con que midan se usará para ustedes, y les darán más todavía. Porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene".

Comentario

El evangelista Marcos nos ha conservado algunas palabras de la predicación de Jesús, como las que escuchamos hoy. Jesús, a veces, hablaba enigmáticamente, para que lo que decía se quedará grabado más firmemente en la memoria de sus oyentes, que tenían que hacer entonces un esfuerzo de comprensión. ¿Qué significa por ejemplo eso de "quien tenga oídos para oír que oiga"? ¿Acaso no es lo normal? Pero es que no se trata sólo de oír con los oídos; hay que estar disponibles para comprender y asimilar lo que se escucha.

Los enigmáticos dichos de Jesús nos hablan hoy de ocultar y descubrir, de esconder y encontrar. Como la lámpara que no se mete debajo de la cama sino que se pone en un lugar donde pueda esparcir su luz. Hay muchas cosas malas ocultas, en nuestro mundo, que deben ser descubiertas, denunciadas: injusticias, atropellos, desapariciones, torturas, acaparamientos... Nuestra voz de cristianos debe revelarlas, la comunidad, la Iglesia, debe denunciarlas.

También hay muchas cosas buenas ocultas, que brillarán por sí mismas como una lámpara sobre el candelabro: la solidaridad entre los pobres, el cuidado de los más débiles: los niños, los enfermos, los ancianos; la ternura y la fidelidad de los esposos, la abnegación de los padres, la educación de los que no saben... Tantas cosas buenas ocultas que brillarán en medio de las tinieblas de nuestro mundo.

Es fácil aceptar y comprender el dicho de Jesús: "la medida que ustedes usen la usarán con ustedes"; así funciona a veces nuestra sociedad. Es como decir: "ojo por ojo y diente por diente" o "el que la hace, la paga". Pero lo que enseguida añade Jesús es desconcertante. ¿Cómo es eso de que "al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará aún lo que tiene"? ¿No es eso injusto? Pero es que hay formas de tener: si uno tiene, por ejemplo, esperanza y solidaridad, capacidad de compartir, sentido comunitario, anhelo de justicia y de paz, misericordia y capacidad de perdonar, todo eso mismo Dios le dará con creces.

Pero si uno está lleno de egoísmo y de codicia, de malignidad y de orgullo, de indiferencia y dureza de corazón, cosechará en su vida de esa maldad acumulada y de sus consecuencias. Por eso a todos nos llama Jesús a la conversión: "¡atención a lo que están oyendo!".

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO
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miércoles, 27 de enero de 2010

¿CUÁL ES NUESTRA ACTITUD FRENTE A LA PALABRA DE DIOS?

¡Amor y paz!

Jesús sube hoy a una barca y comienza a enseñar. Propone una parábola, que es el reflejo de su experiencia cotidiana de misión. El sembrador es Jesús y los oyentes están representados por cuatro terrenos diferentes. ¿En dónde estamos cada uno de nosotros?

Los invito, hermanos, a que lean y mediten el Evangelio de este miércoles de la 3ª.
semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 4,1-20.

Jesús comenzó a enseñar de nuevo a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a él, de manera que debió subir a una barca dentro del mar, y sentarse en ella. Mientras tanto, la multitud estaba en la orilla. El les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas, y esto era lo que les enseñaba: "¡Escuchen! El sembrador salió a sembrar. Mientras sembraba, parte de la semilla cayó al borde del camino, y vinieron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno rocoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida porque la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemó y, por falta de raíz, se secó. Otra cayó entre las espinas; estas crecieron, la sofocaron, y no dio fruto. Otros granos cayeron en buena tierra y dieron fruto: fueron creciendo y desarrollándose, y rindieron ya el treinta, ya el sesenta, ya el ciento por uno". Y decía: "¡El que tenga oídos para oír, que oiga!". Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor de él junto con los Doce, le preguntaban por el sentido de las parábolas. Y Jesús les decía: "A ustedes se les ha confiado el misterio del Reino de Dios; en cambio, para los de afuera, todo es parábola, a fin de que miren y no vean, oigan y no entiendan, no sea que se conviertan y alcancen el perdón". Jesús les dijo: "¿No entienden esta parábola? ¿Cómo comprenderán entonces todas las demás? El sembrador siembra la Palabra. Los que están al borde del camino, son aquellos en quienes se siembra la Palabra; pero, apenas la escuchan, viene Satanás y se lleva la semilla sembrada en ellos. Igualmente, los que reciben la semilla en terreno rocoso son los que, al escuchar la Palabra, la acogen en seguida con alegría; pero no tienen raíces, sino que son inconstantes y, en cuanto sobreviene la tribulación o la persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumben. Hay otros que reciben la semilla entre espinas: son los que han escuchado la Palabra, pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y los demás deseos penetran en ellos y ahogan la Palabra, y esta resulta infructuosa. Y los que reciben la semilla en tierra buena, son los que escuchan la Palabra, la aceptan y dan fruto al treinta, al sesenta y al ciento por uno".

Comentario

a) En el evangelio de Marcos empieza otra sección, el capitulo 4, con cinco parábolas que describen algunas de las características del Reino que Jesús predica.
La primera es la del sembrador, que el mismo Jesús luego explica a los discípulos: por tanto, él mismo hace la homilía aplicándola a la situación de sus oyentes.
Se podría mirar esta página desde el punto de vista de los que ponen dificultades a la Palabra: el pueblo superficial, los adversarios ciegos, los demasiado preocupados de las cosas materiales. Pero también se puede mirar desde el lado positivo: a pesar de todas las dificultades, la Palabra de Dios, su Reino, logra dar fruto, y a veces abundante. Al final de los tiempos y también ahora; en nuestra historia.

b) Podemos aplicarnos la parábola en ambos sentidos.
Ante todo, preguntémonos qué tanto por ciento de fruto produce en nosotros la gracia que Dios nos comunica, la semilla de su Reino, sus sacramentos y en concreto la Palabra que escuchamos en la Eucaristía: ¿un 30%, un 60%, un 100%?

¿Qué es lo que impide a la Palabra de Dios producir todo su fruto en nosotros: las preocupaciones, la superficialidad, las tentaciones del ambiente? ¿Qué clase de campo somos para esa semilla que, por parte de Dios, es siempre eficaz y llena de fuerza? A veces la culpa puede ser de fuera, con piedras y espinas. A veces, de nosotros mismos, porque somos mala tierra y no abrimos del todo nuestro corazón a la Palabra que Dios nos dirige, a la semilla que él siembra lleno de ilusión en nuestro campo.

También haremos bien en darnos por enterados de la otra lección: Jesús nos asegura que la semilla sí dará fruto. Que a pesar de que este mundo nos parece terreno estéril -la juventud de hoy, la sociedad distraída, la falta de vocaciones, los defectos que descubrimos en la Iglesia-, Dios ha dado fuerza a su Palabra y germinará, contra toda apariencia. No tenemos que perder la esperanza y la confianza en Dios. Es él quien, en definitiva, hace fructificar el Reino. No nosotros. Nosotros somos invitados a colaborar con él. Pero el que da el incremento y el que salva es Dios.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4.
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 80-83
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martes, 26 de enero de 2010

NUESTRO NORTE: CUMPLIR LA VOLUNTAD DE DIOS

¡Amor y paz!

Lo ha dicho Jesús de muchas maneras: “No todo el que me dice “¡Señor, Señor!” entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mt 7, 21. 24-27) o "En esto conocerán todos que sois mis discípulos, en que os amáis unos a otros." (Jn 13, 35)o también: "Por sus obras los conoceréis" (Mt 7, 16).

De la misma manera como se pueden descubrir lo profetas verdaderos de los falsos, se pueden desentrañar los cristianos verdaderos de los aparentes, porque no es suficiente saber o creer lo que Cristo enseña, sino que es necesario llevarlo a la práctica.

Jesús nos insiste en eso hoy, 3er martes del Tiempo Ordinario, en el Evangelio según San Marcos que los invito a leer, meditar y poner en práctica.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 3,31-35.

Entonces llegaron su madre y sus hermanos y, quedándose afuera, lo mandaron llamar. La multitud estaba sentada alrededor de Jesús, y le dijeron: "Tu madre y tus hermanos te buscan ahí afuera". El les respondió: "¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?". Y dirigiendo su mirada sobre los que estaban sentados alrededor de él, dijo: "Estos son mi madre y mis hermanos. Porque el que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre".

Comentario

a) Acaba el capítulo tercero de Marcos con este breve episodio que tiene como protagonistas, esta vez en un contexto diferente del anterior, a sus familiares. Los «hermanos» en el lenguaje hebreo son también los primos y tíos y demás familiares. Esta vez sí se dice que estaba su madre.

Las palabras de Jesús, que parecen como una respuesta a las dificultades de sus familiares que leíamos anteayer, nos suenan algo duras. Pero ciertamente no desautorizan a su madre ni a sus parientes. Lo que hace es aprovechar la ocasión para decir cuál es su visión de la nueva comunidad que se está reuniendo en torno a él. La nueva familia no va a tener como valores determinantes ni los lazos de sangre ni los de la raza. No serán tanto los descendientes raciales de Abraham, sino los que imitan su fe: «El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre».

b) Nosotros, como personas que creemos y seguimos a Cristo, pertenecemos a su familia. Esto nos llena de alegría. Por eso podemos decir con confianza la oración que Jesús nos enseñó: «Padre nuestro». Somos hijos y somos hermanos. Hemos entrado en la comunidad nueva del Reino.

En ella nos alegramos también de que esté la Virgen María, la Madre de Jesús. Si de alguien se puede decir que «ha cumplido la voluntad de Dios» es de ella, la que respondió al ángel enviado de Dios: «Hágase en mi según tu Palabra». Ella es la mujer creyente, la totalmente disponible ante Dios.

Incluso antes que su maternidad física, tuvo María de Nazaret este otro parentesco que aquí anuncia Cristo, el de la fe. Como decían los Santos Padres, ella acogió antes al Hijo de Dios en su mente por medio de la fe que en su seno por su maternidad.

Por eso es María para nosotros buena maestra, porque fue la mejor discípula en la escuela de Jesús. Y nos señala el camino de la vida cristiana: escuchar la Palabra, meditarla en el corazón y llevarla a la práctica.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4.
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 76-80
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lunes, 25 de enero de 2010

EN LA MISIÓN DE EVANGELIZAR NO ESTAMOS SOLOS

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio hoy lunes cuando la Iglesia celebra la fiesta de la conversión de San Pablo.

Dios los bendiga…

Marcos 16, 15-18

En aquel tiempo se apareció Jesús a los Once y les dijo: Id por todo el mundo y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien.

Comentario

Hoy, la Iglesia celebra la fiesta de la Conversión de san Pablo, apóstol. El breve fragmento del Evangelio según san Marcos recoge una parte del discurso acerca de la misión que confiere el Señor resucitado. Con la exhortación a predicar por todo el mundo va unida la tesis de que la fe y el bautismo son requisitos necesarios para la salvación: «El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará» (Mc 16,16).

Además, Cristo garantiza que a los predicadores se les dará la facultad de hacer prodigios o milagros que habrán de apoyar y confirmar su predicación misionera (cf. Mc 17,18). La misión es grande —«Id por todo el mundo»—, pero no faltará el acompañamiento del Señor: «Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).

La oración colecta de hoy, propia de la fiesta, nos dice: «Oh Dios, que con la predicación del Apóstol san Pablo llevaste a todos los pueblos al conocimiento de la verdad, concédenos, al celebrar hoy su conversión, que, siguiendo su ejemplo, caminemos hacia Ti como testigos de tu verdad». Una verdad que Dios nos ha concedido conocer y que tantas y tantas almas desearían poseer: tenemos la responsabilidad de transmitir hasta donde podamos este maravilloso patrimonio.

La Conversión de san Pablo es un gran acontecimiento: él pasa de perseguidor a convertido, es decir, a servidor y defensor de la causa de Cristo. Muchas veces, quizá, también nosotros mismos hacemos de “perseguidores”: como a san Pablo, tenemos que convertirnos de “perseguidores” a servidores y defensores de Jesucristo.

Con Santa María, reconozcamos que el Altísimo también se ha fijado en nosotros y nos ha escogido para participar de la misión sacerdotal y redentora de su Hijo divino: Regina apostolorum, Reina de los apóstoles, ¡ruega por nosotros!; haznos valientes para dar testimonio de nuestra fe cristiana en el mundo que nos toca vivir.

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domingo, 24 de enero de 2010

HEMOS SIDO CONSAGRADOS PARA LLEVAR LA BUENA NOTICIA A LOS POBRES

¡Amor y paz!
Los invito a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este 3er Domingo del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 1,1-4.4,14-21.

Muchos han tratado de relatar ordenadamente los acontecimientos que se cumplieron entre nosotros, tal como nos fueron transmitidos por aquellos que han sido desde el comienzo testigos oculares y servidores de la Palabra. Por eso, después de informarme cuidadosamente de todo desde los orígenes, yo también he decidido escribir para ti, excelentísimo Teófilo, un relato ordenado, a fin de que conozcas bien la solidez de las enseñanzas que has recibido. Jesús volvió a Galilea con del poder el Espíritu y su fama se extendió en toda la región. Enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan. Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. El me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos
y proclamar un año de gracia del Señor. Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él. Entonces comenzó a decirles: "Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír".


Comentario

Después de una pequeña escala por el evangelio de san Juan, que hicimos el domingo pasado, el Ciclo C de la liturgia dominical nos invita a recorrer el tercer evangelio, escrito muy probablemente por un médico, compañero de Pablo de Tarso (Cfr. Colosenses 4, 14; 2 Timoteo 4, 11; y Filemón 24), que se dio a la tarea de investigar sobre la vida de Jesús, para ofrecer a la comunidad cristiana de origen no judío, “la historia de los hechos que Dios ha llevado a cabo entre nosotros, según nos los transmitieron quienes desde el comienzo fueron testigos presenciales y después recibieron el encargo de anunciar el mensaje”. Para ello, dice el autor de este evangelio, dirigiéndose a un tal Teófilo, “lo he investigado todo con cuidado desde el principio, y me ha parecido conveniente escribirte estas cosas ordenadamente, para que conozcas bien la verdad de lo que te han enseñado”.

Junto con esta sencilla introducción al texto que vamos a leer en los próximos domingos, el evangelio nos presenta la primera actuación pública de Jesús en Nazaret. Volver a la tierra natal y hacer la lectura del profeta Isaías delante de toda la comunidad que lo conocía desde pequeño, no debió ser fácil para Jesús. Sobre todo, porque el texto que tuvo que leer anuncia una acción muy particular del Espíritu en medio de su pueblo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado para llevar la buena noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar libertad a los presos y dar vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a anunciar el año favorable del Señor”.

Esa acción del Espíritu, no fue sólo la que vivió y sintió el profeta Isaías al escribir estas palabras, sino también la acción que Jesús sentía que estaba aconteciendo en su propia vida en ese mismo momento. Por eso, al terminar la lectura y percatando la mirada inquisidora de sus coetáneos, se atrevió a decir: “Hoy mismo se ha cumplido la Escritura que ustedes acaban de oír”, aunque sabía que esta afirmación podría causarle los primeros problemas y rechazos entre sus mismos amigos y conocidos.

Pero no podemos detener ahí la obra creadora y salvadora de Dios en medio de su pueblo. Tenemos que reconocer que esa misma acción creadora y salvadora de Dios sigue aconteciendo hoy en medio de nosotros, en cada uno de los seres humanos, llamados, como Jesús, a llevar una buena noticia a este mundo, tan lleno de las mismas esclavitudes y miserias que Isaías experimentó y que Jesús descubría en medio de su pueblo. Hoy también se está cumpliendo esta Escritura que acabamos de escuchar. Nuestra responsabilidad está en preguntarnos, constantemente, por las llamadas del Espíritu en nuestra propia realidad. En estos días, por ejemplo, no puede haber nadie que no se haya dejado interpelar por la dramática situación que está viviendo nuestros hermanos y hermanas de Haití… Esas son las llamadas del Espíritu a las que Jesús supo responder con su oración y su acción.

Vine a mi memoria en este momento, la historia del niño que iba a rezar todos los días a la misma hora a una Iglesia. El sacerdote, viendo que el niño venía todos los días y pasaba algunos minutos arrodillado delante del Santísimo Sacramento, le preguntó un día: “¿Qué le pides a Dios todos los días? ¿Cuál es tu problema? A lo que el niño respondió: “No le pido nada. No tengo grandes problemas. Lo único que le pregunto a Dios es en qué le puedo ayudar”. No dejemos de preguntarle al Señor cómo ayudarle en Haití y en los dolores que tenemos cerca…

Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*

* Sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá

sábado, 23 de enero de 2010

JESÚS ES INCOMPRENDIDO HASTA POR LOS SUYOS

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado de la 2ª. semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 3,20-21.

Jesús regresó a la casa, y de nuevo se juntó tanta gente que ni siquiera podían comer. Cuando sus parientes se enteraron, salieron para llevárselo, porque decían: "Es un exaltado".

Comentario

Los santos a veces parece que no están en sus cabales
Todas las frases del fragmento tomado del Evangelio de Marcos en este día están llenas de contenido realista y aleccionador.

Jesús, cansado en su cuerpo por las correrías apostólicas, necesita descanso, y lo busca. Pero nunca cierra del todo la puerta de su retiro, por si la caridad le llama y le urge.

El pueblo, por su parte, trata de premiar a Jesús cargando sobre sus hombros mayor fatiga, aunque parezca cansado. Es lección de vida: Al que ama se le pide más amor; al caritativo, más caridad; al buen servidor, más servicios. Esa es la realidad humana, que sólo Dios sabrá premiar de verdad.

Y los familiares, que no vislumbran la grandeza escondida en el amor de Jesús, lo miran con desprecio, como a un loco que los deshonra con su palabra, mensajes, viajes, milagros, enfrentamiento con los sacerdotes, escribas, fariseos...

Haznos, Señor, fuertes en la lucha de la verdad, del bien, del amor. Danos entrañas de misericordia, aunque a veces parezcamos ilusos, locos, enfermos de amor. Al final, sólo Tú serás el fiel premiador de nuestra voluntad de servicio.

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viernes, 22 de enero de 2010

JESÚS LLAMA A LOS QUE QUIERE Y LOS ENVÍA

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes de la 2ª. semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 3,13-19.

Después subió a la montaña y llamó a su lado a los que quiso. Ellos fueron hacia él, y Jesús instituyó a doce para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con el poder de expulsar a los demonios. Así instituyó a los Doce: Simón, al que puso el sobrenombre de Pedro; Santiago, hijo de Zebedeo, y Juan, hermano de Santiago, a los que dio el nombre de Boanerges, es decir, hijos del trueno; luego, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Tadeo, Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.

Comentario

a) Marcos nos cuenta la elección de los doce apóstoles.

Por una parte está la multitud que oye con gusto la predicación de Jesús y se aprovecha de sus milagros. Por otra, los discípulos, que creen en él y le van reconociendo como el Mesías esperado. Ahora, finalmente, él elige a doce, que a partir de ahora le seguirán y estarán con él en todas partes.

Apóstol, en griego, significa «enviado». Estos doce van a convivir con él y los enviará luego a predicar la Buena Noticia, con poder para expulsar demonios, como ha hecho él. O sea, van a compartir su misión mesiánica y serán la base de la comunidad eclesial para todos los siglos.

El número de doce no es casual: es evidente su simbolismo, que apunta a las doce tribus de Israel. La Iglesia va a ser desde ahora el nuevo Israel, unificado en torno a Cristo Jesús.

b) «Llamó a los que quiso». Es una elección gratuita. También a nosotros nos ha elegido gratuitamente para la fe cristiana o para la vocación religiosa o para el ministerio sacerdotal.

En línea con esa lista de los doce, estamos también nosotros. No somos sucesores de los Apóstoles -como los obispos- pero sí miembros de una comunidad que forma la Iglesia «apostólica».

No nos elige por nuestros méritos, porque somos los más santos ni los más sabios o porque estamos llenos de cualidades humanas.

Probablemente también entre nosotros hay personas débiles, como en aquellos primeros doce: uno resultó traidor, otros le abandonaron en el momento de crisis, y el que él puso como jefe le negó cobardemente. Nosotros seguro que también tenemos momentos de debilidad, de cobardía o hasta de traición. Pero siempre deberíamos confiar en su perdón y renovar nuestra entrega y nuestro seguimiento, aprovechando todos los medios que él nos da para ir madurando en nuestra fe y en nuestra vida cristiana.
Como los doce, que «se fueron con él» y luego «los envió a predicar», también nosotros, cuando celebramos la Eucaristía, «estamos con él» y al final de la misa, cuando se nos dice que «podemos ir en paz», en realidad «somos enviados» para testimoniar con nuestra vida la Buena Noticia que acabamos de celebrar y comulgar.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4.
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 62-65
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jueves, 21 de enero de 2010

JESÚS NO NOS LIBERA CON LA FUERZA SINO CON EL AMOR

¡Amor y paz!

Después de las controversias de Jesús con los fariseos, a propósito del sábado y del ayuno, hoy nos presenta el Evangelio una escena diferente: Jesús va con sus discípulos a la orilla del lago y le sigue mucha gente.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves de la 2ª semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 3,7-12.

Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, y lo siguió mucha gente de Galilea. Al enterarse de lo que hacía, también fue a su encuentro una gran multitud de Judea, de Jerusalén, de Idumea, de la Transjordania y de la región de Tiro y Sidón. Entonces mandó a sus discípulos que le prepararan una barca, para que la muchedumbre no lo apretujara. Porque, como curaba a muchos, todos los que padecían algún mal se arrojaban sobre él para tocarlo. Y los espíritus impuros, apenas lo veían, se tiraban a sus pies, gritando: "¡Tú eres el Hijo de Dios!". Pero Jesús les ordenaba terminantemente que no lo pusieran de manifiesto.

Comentario

Tras la confrontación con los fariseos, Jesús se retira en dirección al mar. Éste representa la frontera con los pueblos paganos, frontera que Él ha venido a abolir. Rechazado por los suyos, Jesús se abrirá a to¬dos. De hecho, la acción liberadora de Jesús crea unas inmensas expectativas en el pueblo oprimido que acude a El de todas partes. Todos, judíos y paganos, podrán entrar a formar parte de su reino, un reino con vocación universal...

Jesús toma precauciones con esta multitud que «se le echa encima para tocarlo» y arrebatarle de este modo la liberación, como si ésta fuese algo que se consigue por arte de magia, con un leve contacto y no como resultado de un largo proceso de fe, de adhe¬sión a su persona y estilo de vida.

También los espíritus inmundos, es decir, toda aquella gente imbuida de falsas ideas mesiánicas, quie¬ren ver en Jesús ese Mesías davídico que liberaría al pueblo mediante el poder y la fuerza. Pero Jesús no se identifica con ese tipo de Mesías, que se impone por la fuerza, y manda callar... La verdadera liberación del pueblo se conseguirá no mediante la fuerza, la domi-nación o la opresión de los demás, sino mediante la práctica individual y comunitaria de un amor capaz de dar la vida para dar vida. La liberación se basa en el desarrollo del ser humano en libertad, autonomía y amor solidario. ¿Estarán dispuestas las multitudes a seguir este camino? Parece que no, pues al final tam-bién dejarán solo a un maestro que despertó tantas expectativas. ¿Y nosotros?

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica
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miércoles, 20 de enero de 2010

HAGAMOS TODO PARA LA GLORIA DE DIOS Y EL BIEN DEL HOMBRE

¡Amor y paz!

Jesús insiste y pregunta: ¿Qué está permitido en sábado: hacer bien o hacer daño; salvar una vida o matar? Los fariseos responden con su silencio. Ellos están por la ley y no por el bien del ser humano.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este 2º miércoles del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 3,1-6.

Jesús entró nuevamente en una sinagoga, y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si lo curaba en sábado, con el fin de acusarlo. Jesús dijo al hombre de la mano paralizada: "Ven y colócate aquí delante". Y les dijo: "¿Está permitido en sábado hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?". Pero ellos callaron. Entonces, dirigiendo sobre ellos una mirada llena de indignación y apenado por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: "Extiende tu mano". El la extendió y su mano quedó curada. Los fariseos salieron y se confabularon con los herodianos para buscar la forma de acabar con él.

Comentario

a) De nuevo Jesús quiere manifestar su idea de que la ley del sábado está al servicio del hombre y no al revés.

Delante de sus enemigos que espían todas sus actuaciones, cura al hombre del brazo paralítico. Lo hace provocativamente en la sinagoga y en sábado.
Pero antes pone a prueba a los presentes: ¿se puede curar a un hombre en sábado? Y ante el silencio de todos, dice Marcos que Jesús les dirigió «una mirada de ira», «dolido de su obstinación».

Algunos, al encontrarse con frases de este tipo en el evangelio, tienden a hablar de la «santa ira» de Jesús. Pero aquí no aparece lo de «santa». Sencillamente, Jesús se enfada, se indigna y se pone triste. Porque estas personas, encerradas en su interpretación estricta y exagerada de una ley, son capaces de quedarse mano sobre mano y no ayudar al que lo necesita, con la excusa de que es sábado. ¿Cómo puede querer eso Dios?

Al verse puestos en evidencia, los fariseos «se pusieran a planear el modo de acabar con él».

b) ¿Es la ley el valor supremo? ¿O lo es el bien del hombre y la gloria de Dios? En su lucha contra la mentalidad legalista de los fariseos, ayer nos decía Jesús que «el sábado es para el hombre» y no al revés. Hoy aplica el principio a un caso concreto, contra la interpretación que hacían algunos, más preocupados por una ley minuciosa que del bien de las personas, sobre todo de las que sufren. Cuando Marcos escribe este evangelio, tal vez está en plena discusión en la comunidad primitiva la cuestión de los judaizantes, con su empeño en conservar unas leyes meticulosas de la ley de Moisés.

La ley, sí El legalismo, no. La ley es un valor y una necesidad. Pero detrás de cada ley hay una intención que debe respirar amor y respeto al hombre concreto. Es interesante que el Código de Derecho Canónico, el libro que señala las normas para la vida de la comunidad cristiana, en su último número (1752), hablando del «procedimiento en los recursos administrativos y en la remoción o el traslado de los párrocos», que parece un tema árido, a resolver más bien con leyes canónicas exactas afirme que se haga todo «teniendo en cuenta la salvación de las almas, que debe ser siempre la ley suprema en la Iglesia». Estas son las últimas palabras de nuestro Código. Detrás de la letra está el espíritu, y el espíritu debe prevalecer sobre la letra. La ley suprema de la Iglesia de Cristo son las personas, la salvación de las personas.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4.
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 53-57
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martes, 19 de enero de 2010

LA LEY ESTÁ AL SERVICIO DEL HOMBRE, NO A LA INVERSA

¡Amor y paz!

Ayer el motivo del altercado fue el ayuno. Hoy, una institución intocable del pueblo de Israel: el sábado.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este 2º martes del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 2,23-28.

Un sábado en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar. Entonces los fariseos le dijeron: "¡Mira! ¿Por qué hacen en sábado lo que no está permitido?". El les respondió: "¿Ustedes no han leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus compañeros se vieron obligados por el hambre, cómo entró en la Casa de Dios, en el tiempo del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió y dio a sus compañeros los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes?". Y agregó: "El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado. De manera que el Hijo del hombre es dueño también del sábado".


Comentario


... conflicto con los fariseos (continuación)

1º Jesús y sus discípulos perdonan los pecados...
2º Jesús y sus discípulos no ayunan...
3º Jesús y sus discípulos tienen un espíritu muy amplio respecto al día del sábado.

-En el día del sábado, caminando Jesús con sus discípulos a través de las mieses, estos comenzaron a arrancar espigas...
Empiezo por contemplar la escena... humanamente.
Jesús "camina a través de los campos de trigo", con sus cinco discípulos.
Los discípulos arrancan espigas y mordisquean granos de trigo. ¿Tenían hambre? ¿O bien era sólo un gesto maquinal, natural? ¿O bien una pequeña golosina? Es agradable en verano hacer crujir entre los dientes un grano bien maduro.
Un suave sabor a harina fresca nos llena la boca.

-Los fariseos le decían "¡Mira lo que están haciendo en sábado!"
¡Los sempiternos aguafiestas estaban allá! Ellos, los que están siempre a punto de escandalizarse al menor gesto algo espontáneo: en la vida de estos hombres, todo está previsto, regulado, todo es afectado.

¡Los guardianes oficiales de la Ley están aquí! Son los propietarios de la Ley de Moisés, y los únicos intérpretes auténticos: se han atribuido el papel de velar sobre todas las desviaciones.

-¡No está permitido!

El gran criterio legalista y formalista ya está lanzado: "permitido"... "prohibido"... A menudo, yo también soy un fariseo, en mi vida personal, o en el juicio que formo de los demás... Siempre que mi sola referencia es la Ley, tomada en sí misma: ¿tengo derecho de hacer esto o aquello?
¿Hasta dónde puedo llegar sin que sea pecado? Por ejemplo: "no he robado"... pero "¿no he privado a alguien de lo que de mí esperaba? O también, "no he matado, ni asesinado"... pero, "a menudo, ¿no le he dado a alguien motivo de sufrimiento con mis palabras o mi silencio, con mis críticas o mi indiferencia? Señor Jesús, tú me recuerdas hoy que más allá de lo permitido o de lo prohibido, está el amor, que es mucho más exigente que todas las interdicciones.

-Jesús les responde: "David, cuando tuvo necesidad y sintió hambre... entró en la casa de Dios y comió los panes de la ofrenda, que no es lícito comer sino a los sacerdotes, y los dio asimismo a sus compañeros..."

¡Cuán sorprendente es esta palabra de Jesús, Señor! Eres Tú, Dios, quien sale en defensa del "hombre necesitado" tú destacas que la vida del hombre va por delante de las prescripciones cultuales. Los más elementales detalles de la ley natural -el que tiene hambre debe poder comer-... deben ser observados antes que las prácticas estrictamente religiosas.

¡Qué inversión de valores! ¡Qué novedad! El compartir simplemente humano, la vida del hombre... son más apreciados a tus ojos que las observancias legales.
Revisando los diferentes actos de mi jornada, me pregunto, a la luz de tu Palabra, Señor, lo que es más importante para ti...

-Y Jesús añade: "El sábado ha sido hecho para el hombre y no el hombre para el sábado."

La Ley está hecha para el hombre, y no a la inversa.
Veremos su aplicación en la lectura de mañana.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 1
EVANG. DE ADVIENTO A PENTECOSTÉS
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 276 s.
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lunes, 18 de enero de 2010

AYUNOS QUE LIBERAN Y AMOR QUE HACE MADURAR

¡Amor y paz!

Nos encontramos con un tercer motivo de enfrentamiento de Jesús con los fariseos: después del perdón de los pecados y la elección de un publicano, ahora murmuran porque los discípulos de Jesús no ayunan.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el evangelio y el comentario, en este lunes de la segunda semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 2,18-22.

Un día en que los discípulos de Juan y los fariseos ayunaban, fueron a decirle a Jesús: "¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacen los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos?". Jesús les respondió: "¿Acaso los amigos del esposo pueden ayunar cuando el esposo está con ellos? Es natural que no ayunen, mientras tienen consigo al esposo. Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán. Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido viejo y la rotura se hace más grande. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres, y ya no servirán más ni el vino ni los odres. ¡A vino nuevo, odres nuevos!".

Comentario

Siguiendo la "lectura continua" del evangelio, según san Marcos, no olvidemos que estamos ante la predicación de san Pedro, de quien Marcos es como el secretario. Es importante leer este evangelio por sí mismo; olvidando momentáneamente los otros tres evangelios... Como conocemos mejor el evangelio según san Mateo, nos sentimos tentados de "proyectar" sobre una página de Marcos, otros detalles de la misma escena, que Mateo nos ha relatado.

La pasada semana vimos el comienzo de la predicación y de la acción de Jesús. Vimos que había escogido ya cinco discípulos y que impone silencio a los que le reconocen como Hijo de Dios.

Esta semana, en cada página, encontraremos a "Jesús y sus discípulos" que forman un grupo absolutamente solidario, frente a sus adversarios...
En lo que Pedro nos aporta, es capital recordar esto: Jesús como diríamos hoy contesta y es contestado...

-Los discípulos de Juan y los fariseos ayunaban; vienen pues a Jesús y le dicen: ¿Por qué tus discípulos no ayunan, como los discípulos de Juan y los fariseos?"
La solidaridad es pues total.

Hemos visto, viernes último, que se hacía a los discípulos una pregunta sobre el comportamiento de Jesús: "¿Por qué habla así este hombre? ¡Blasfema!" Hoy vemos a los mismos adversarios hacer a Jesús una pregunta sobre el comportamiento de sus discípulos: "¿Por qué tus discípulos no ayunan?" Todo el evangelio de san Pedro presentará este conflicto: sólo estamos en el segundo capítulo, pero ya se está preparando el "complot" que conducirá a la Pasión.

"Jesús y sus discípulos"... también es la Iglesia que se prepara.
Jesús y sus discípulos forman un grupo que nos interpela... por su comportamiento no habitual. ¿Es esto verdad hoy?

-Jesús contesta: "¿Acaso pueden los invitados a la boda ayunar mientras está con ellos el esposo?"

El segundo conflicto que provoca el grupo -siendo el primero la "remisión de los pecados"- es pues una especie de alegría inusitada: gentes que no "ayunan", gentes que "comen y beben" normalmente en lugar de ayunar, ¡gentes con aire de fiesta! Hasta aquí, los piadosos, los espirituales, se distinguían siempre por su austeridad, sus sacrificios.

¡Pues, sí! Es realmente la fiesta, responde Jesús. Mis discípulos son "los invitados a una boda"... tienen al "esposo" con ellos... son gentes felices, alegres. Si estos adversarios hubieran estado disponibles, habrían comprendido la alusión: toda la Biblia, que ellos creían conocer tan bien habla de Dios como de un Esposo que había hecho Alianza con la humanidad. He aquí llegado el tiempo de la nueva Alianza, he aquí llegado el tiempo de la Boda de Dios con el hombre, es pues el tiempo de la alegría. ¿Tengo yo el mismo espíritu? ¿Soy un discípulo de este hombre?

-Nadie remienda un vestido viejo con una pieza de tela nueva... Nadie echa vino nuevo en odres viejos... A vino "nuevo", odres "nuevos".

¡Pues, sí! Será preciso escoger.
O bien se queda uno con lo "viejo", los viejos usos, las viejas costumbres.
O bien uno entra en la "novedad", en la renovación, en la juventud. Jesús no teme afirmar, desde el comienzo, la novedad radical de su mensaje. El evangelio no es un "remiendo", ¡es "algo nuevo"! ¿Tengo yo este espíritu? ¿Soy un discípulo de este hombre?

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 1
EVANG. DE ADVIENTO A PENTECOSTÉS
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 274 s.
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domingo, 17 de enero de 2010

MARÍA INTERCEDE Y JESÚS ES MUY GENEROSO

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este 2º. domingo del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Juan 2,1-11.

Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: "No tienen vino". Jesús le respondió: "Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía". Pero su madre dijo a los sirvientes: "Hagan todo lo que él les diga". Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una. Jesús dijo a los sirvientes: "Llenen de agua estas tinajas". Y las llenaron hasta el borde. "Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete". Así lo hicieron. El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo y le dijo: "Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento". Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él.

Comentario

La vida de Jesús está llena de momentos como el que nos relata san Juan en su Evangelio de hoy y que podríamos caracterizar con dos palabras: Generosidad desproporcionada. Jesús no podía ver a una persona humana necesitada sin volcar toda su vida hacia esa criatura sacudida por el dolor o el sufrimiento. Se le removían las entrañas en presencia de la pasión de su pueblo con rostros e historias muy concretas. Ya fuera un niño enfermo, una viuda que había perdido a su hijo, una multitud hambrienta o un hombre enfermo de lepra, siempre su reacción fue devolver la salud, la vida, el entusiasmo.

Sin embargo, el milagro que nos presenta hoy san Juan no responde a una necesidad o a un sufrimiento que uno pudiera decir que era irresistible. Con toda seguridad los invitados a la boda de Caná de Galilea ya habían bebido lo suficiente como para no quejarse mucho. No obstante, la Virgen María nota que se ha acabado el vino y toma la iniciativa de informar a su hijo del problema que tienen los anfitriones de la fiesta. La reacción de Jesús es sorprendente: “Mujer, ¿por qué me dices esto? Mi hora no ha llegado todavía”. Jesús, que gozaba también de la fiesta con sus discípulos, que también habían sido invitados, siente que no es hora de hacer señales milagrosas y menos en esas circunstancias.

Con todo, María, como buena madre, le dejó la inquietud a su hijo y, haciendo caso omiso del reclamo de Jesús, le dijo a los que estaban sirviendo: “Hagan todo lo que él les diga”. El Señor no tuvo otro cosa que hacer sino mandar a los sirvientes: “–Llenen de agua estas tinajas. Las llenaron hasta arriba, y Jesús les dijo: –Ahora saquen un poco y llévenselo al encargado de la fiesta. Así lo hicieron. El encargado de la fiesta probó el agua convertida en vino, sin saber de dónde había salido; solo los sirvientes lo sabían, pues ellos habían sacado el agua. Así que el encargado llamó al novio y le dijo: –Todo el mundo sirve primero el mejor vino, y cuando los invitados ya han bebido bastante, entonces se sirve el vino corriente. Pero tú has guardado el mejor vino hasta ahora”. Cuando se da lo necesario es caridad, pero cuando se da lo que estrictamente no se necesita, se llama generosidad; esta es la primera característica del milagro de Jesús que nos cuenta hoy san Juan.

Pero eso no es todo. La cantidad de vino que el Señor aporta a esta celebración de las bodas de Caná de Galilea, es francamente admirable: “Había allí seis tinajas de piedra, para el agua que usan los judíos en sus ceremonias de purificación. En cada tinaja cabían de cincuenta a setenta litros de agua”. Es decir, que fueron entre trescientos y cuatrocientos veinte litros del vino del mejor, lo suficiente como para emborrachar a toda la población de Caná y sus alrededores. Cuando la ayuda desborda y supera con creces la necesidad, se habla de desproporción, la segunda característica de esta señal milagrosa de Jesús.

¿Hace cuánto no hacemos nosotros una acción generosa y menos una acción generosa desproporcionada? Ojalá que nuestra generosidad no se quede sólo para atender los dolores y sufrimientos de nuestros hermanos y hermanas. Pidamos para que también nosotros sepamos llevar nuestra generosidad a los momentos de alegría de nuestra gente y que sea una generosidad desproporcionada, como la del Señor.

Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*

* Sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá

sábado, 16 de enero de 2010

JESÚS NO HA VENIDO A LLAMAR A JUSTOS SINO A PECADORES

¡Amor y paz!

La llamada que hace Jesús a Mateo (a quien Marcos llama Leví) para ser su discípulo, ocasiona la segunda confrontación con los fariseos. Antes le habían atacado porque se atrevía a perdonar pecados. Ahora, porque llama a publicanos y además come con ellos.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado de la 1ª. semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 2,13-17.

Jesús salió nuevamente a la orilla del mar; toda la gente acudía allí, y él les enseñaba. Al pasar vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". El se levantó y lo siguió. Mientras Jesús estaba comiendo en su casa, muchos publicanos y pecadores se sentaron a comer con él y sus discípulos; porque eran muchos los que lo seguían. Los escribas del grupo de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a los discípulos: "¿Por qué come con publicanos y pecadores?". Jesús, que había oído, les dijo: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores".

Comentario

Cada vocación es un acontecimiento personal y original, pero también un hecho comunitario y eclesial. Nadie es llamado a ir solo. Cada vocación es suscitada por el Señor como un don para la comunidad cristiana, de la que poder sacar un provecho...

Es sobre todo a vosotros, los jóvenes, a quienes me quiero dirigir: ¡Cristo tiene necesidad de vosotros para llevar a cabo su proyecto de salvación! ¡Cristo tiene necesidad de vuestra juventud, de vuestro entusiasmo generoso para el anuncio del Evangelio! Responded a esta llamada con el don de vuestra vida a Dios y a los hermanos. Confiad en Cristo que nunca va a decepcionar vuestros deseos y vuestros proyectos, sino que los llenará de sentido y de gozo. Él mismo dijo: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14,6).

¡Abrid confiadamente vuestro corazón a Cristo! Dejad que, a través de la escucha cotidiana y llena de adoración de las Escrituras que es el libro de la vida y de las vocaciones llevadas a término, se refuerce en vosotros su presencia.

Juan Pablo II
Trad. L’Osservatore Romano
©Evangelizo.org 2001-2009

viernes, 15 de enero de 2010

JESÚS NOS CURA DEL MAL CORPORAL Y ESPIRITUAL

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes de la 1ª. semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga..

Evangelio según San Marcos 2,1-12.

Unos días después, Jesús volvió a Cafarnaún y se difundió la noticia de que estaba en la casa. Se reunió tanta gente, que no había más lugar ni siquiera delante de la puerta, y él les anunciaba la Palabra. Le trajeron entonces a un paralítico, llevándolo entre cuatro hombres. Y como no podían acercarlo a él, a causa de la multitud, levantaron el techo sobre el lugar donde Jesús estaba, y haciendo un agujero descolgaron la camilla con el paralítico. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: "Hijo, tus pecados te son perdonados". Unos escribas que estaban sentados allí pensaban en su interior: "¿Qué está diciendo este hombre? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?" Jesús, advirtiendo en seguida que pensaban así, les dijo: "¿Qué están pensando? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: 'Tus pecados te son perdonados', o 'Levántate, toma tu camilla y camina'? Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico- yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa". El se levantó en seguida, tomó su camilla y salió a la vista de todos. La gente quedó asombrada y glorificaba a Dios, diciendo: "Nunca hemos visto nada igual".

Comentario

a) Es simpático y lleno de intención teológica el episodio del paralítico a quien le bajan por un boquete en el tejado y a quien Jesús cura y perdona.

Es de admirar, ante todo, la fe y la amabilidad de los que echan una mano al enfermo y le llevan ante Jesús, sin desanimarse ante la dificultad de la empresa.
A esta fe responde la acogida de Jesús y su prontitud en curarle y también en perdonarle. Le da una doble salud: la corporal y la espiritual. Así aparece como el que cura el mal en su manifestación exterior y también en su raíz interior. A eso ha venido el Mestas: a perdonar. Cristo ataca el mal en sus propias raíces.

La reacción de los presentes es variada. Unos quedan atónitos y dan gloria a Dios.
Otros no: ya empiezan las contradicciones. Es la primera vez, en el evangelio de Marcos, que los letrados se oponen a Jesús. Se escandalizan de que alguien diga que puede perdonar los pecados, si no es Dios. Y como no pueden aceptar la divinidad de Jesús, en cierto modo es lógica su oposición.

Marcos va a contarnos a partir de hoy cinco escenas de controversia de Jesús con los fariseos: no tanto porque sucedieran seguidas, sino agrupadas por él con una intención catequética.

b) Lo primero que tendríamos que aplicarnos es la iniciativa de los que llevaron al enfermo ante Jesús. ¿A quién ayudamos nosotros? ¿A quién llevamos para que se encuentre con Jesús y le libere de su enfermedad, sea cual sea? ¿O nos desentendemos, con la excusa de que no es nuestro problema, o que es difícil de resolver?

Además, nos tenemos que alegrar de que también a nosotros Cristo nos quiere curar de todos nuestros males, sobre todo del pecado, que está en la raíz de todo mal. La afirmación categórica de que «el Hijo del Hombre tiene poder para perdonar pecados» tiene ahora su continuidad y su expresión sacramental en el sacramento de la Reconciliación. Por mediación de la Iglesia, a la que él ha encomendado este perdón, es él mismo, Cristo, lleno de misericordia, como en el caso del paralítico, quien sigue ejercitando su misión de perdonar. Tendríamos que mirar a este sacramento con alegría. No nos gusta confesar nuestras culpas. En el fondo, no nos gusta convertirnos. Pero aquí tenemos el más gozoso de los dones de Dios, su perdón y su paz.

¿En qué personaje de la escena nos sentimos retratados? ¿En el enfermo que acude confiado a Jesús, el perdonador? ¿En las buenas personas que saben ayudar a los demás? ¿En los escribas que, cómodamente sentados, sin echar una mano para colaborar, sí son rápidos en criticar a Jesús por todo lo que hace y dice? ¿O en el mismo Jesús, que tiene buen corazón y libera del mal al que lo necesita?

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 33-37
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jueves, 14 de enero de 2010

JESÚS SE CONMUEVE Y AYUDA A LOS MÁS NECESITADOS

¡Amor y paz!

Hoy, un leproso se acerca a Jesús y le pide confiadamente que lo sane. Jesús lo hace, ¡tocándolo!, reincorporándolo a la sociedad que lo rechaza.

El Evangelio nos recuerda que también hay leprosos en nuestro tiempo, como en los de Cristo. Y como en su época, también en la nuestra los marginamos, no queremos ni verlos, está prohibido tocarlos, hablarles, los dejamos solos con su enfermedad y en su miseria.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves de la 1ª. semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 1,40-45.

Entonces se le acercó un leproso para pedirle ayuda y, cayendo de rodillas, le dijo: "Si quieres, puedes purificarme". Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: "Lo quiero, queda purificado". En seguida la lepra desapareció y quedó purificado. Jesús lo despidió, advirtiéndole severamente: "No le digas nada a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio". Sin embargo, apenas se fue, empezó a proclamarlo a todo el mundo, divulgando lo sucedido, de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que debía quedarse afuera, en lugares desiertos. Y acudían a él de todas partes.


Comentario


a) Se van sucediendo, en el primer capítulo de Marcos, los diversos episodios de curaciones y milagros de Jesús. Hoy, la del leproso: «sintiendo lástima, extendió la mano» y lo curó. La lepra era la peor enfermedad de su tiempo. Nadie podía tocar ni acercarse a los leprosos. Jesús sí lo hace, como protestando contra las leyes de esta marginación.

El evangelista presenta, por una parte, cómo Jesús siente compasión de todas las personas que sufren. Y por otra, cómo es el salvador, el que vence toda manifestación del mal: enfermedad, posesión diabólica, muerte. La salvación de Dios ha llegado a nosotros.

El que Jesús no quiera que propalen la noticia -el «secreto mesiánico»- se debe a que la reacción de la gente ante estas curaciones la ve demasiado superficial. Él quisiera que, ante el signo milagroso, profundizaran en el mensaje y llegaran a captar la presencia del Reino de Dios. A esa madurez llegarán más tarde.

b) Para cada uno de nosotros Jesús sigue siendo el liberador total de alma y cuerpo. El que nos quiere comunicar su salud pascual, la plenitud de su vida.
Cada Eucaristía la empezamos con un acto penitencial, pidiéndole al Señor su ayuda en nuestra lucha contra el mal. En el Padre nuestro suplicamos: «Líbranos del mal». Cuando comulgamos recordamos las palabras de Cristo: «El que me come tiene vida».

Pero hay también otro sacramento, el de la Penitencia o Reconciliación, en que el mismo Señor Resucitado, a través de su ministro, nos sale al encuentro y nos hace participes, cuando nos ve preparados y convertidos, de su victoria contra el mal y el pecado.

Nuestra actitud ante el Señor de la vida no puede ser otra que la de aquel leproso, con su oración breve y llena de confianza: «Señor, si quieres, puedes curarme». Y oiremos, a través de la mediación de la Iglesia, la palabra eficaz: «quiero, queda limpio», «yo te absuelvo de tus pecados».

La lectura de hoy nos invita también a examinarnos sobre cómo tratamos nosotros a los marginados, a los «leprosos» de nuestra sociedad, sea en el sentido que sea. El ejemplo de Jesús es claro. Como dice una de las plegarias Eucarísticas: «Él manifestó su amor para con los pobres y los enfermos, para con los pequeños y los pecadores. El nunca permaneció indiferente ante el sufrimiento humano» (plegaria eucarística V/c). Nosotros deberíamos imitarle: «que nos preocupemos de compartir en la caridad las angustias y las tristezas, las alegrías y las esperanzas de los hombres, y así les mostremos el camino de la salvación» (ibídem).

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4.
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 28-32
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miércoles, 13 de enero de 2010

JESÚS ORA Y NOS INVITA A ORAR

¡Amor y paz!

El Evangelio nos relata lo que un periodista titularía: ‘Un día en la vida de Jesús’. En efecto, Jesús sana, entra en la casa, sana, ora, predica, sana... Son las acciones de Jesús en su jornada. Su predicación se hace realidad en la salud que restablece a muchos enfermos. Todo, a partir de su intensa relación con Dios, por medio de la oración. La de Jesús, es una agenda para cada uno de nosotros.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la 1ª. semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 1,29-39.

Cuando salió de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron de inmediato. El se acercó, la tomó de la mano y la hizo levantar. Entonces ella no tuvo más fiebre y se puso a servirlos. Al atardecer, después de ponerse el sol, le llevaron a todos los enfermos y endemoniados, y la ciudad entera se reunió delante de la puerta. Jesús curó a muchos enfermos, que sufrían de diversos males, y expulsó a muchos demonios; pero a estos no los dejaba hablar, porque sabían quién era él. Por la mañana, antes que amaneciera, Jesús se levantó, salió y fue a un lugar desierto; allí estuvo orando. Simón salió a buscarlo con sus compañeros, y cuando lo encontraron, le dijeron: "Todos te andan buscando". El les respondió: "Vayamos a otra parte, a predicar también en las poblaciones vecinas, porque para eso he salido". Y fue predicando en las sinagogas de toda la Galilea y expulsando demonios.

Comentario

¿Por qué en la oración nos preocupamos de tantas cosas y nos preguntamos cómo hemos de orar, temiendo que nuestras plegarias no procedan con rectitud? Limitémonos a decir con el salmo: «Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando su templo» (Sl 26,4). En aquella morada los días no consisten en el empezar y en el pasar uno después de otro, ni el comienzo de un día significa el fin del anterior; todos los días se dan simultáneamente, y ninguno se termina allí donde ni la vida ni sus días tienen fin.

Para que lográramos esta Vida verdadera y dichosa nos enseñó a orar; pero no quiso que lo hiciéramos con muchas palabras, como si nos escuchara mejor cuanto más locuaces nos mostráramos, pues, como el mismo Señor dijo, oramos a aquel que conoce nuestras necesidades aun antes de que se las expongamos (Mt 6,8)...

¿Sabe él lo que nos es necesario antes de que se lo pidamos? Entonces, ¿por qué nos exhorta a la oración continua? (Lc 18,1) Esto nos podría resultar extraño si no comprendemos que nuestro Dios y Señor no pretende que le descubramos nuestros deseos, pues él, ciertamente, no puede desconocerlos, sino que pretende que, por la oración, se acreciente nuestra capacidad de desear, para que así nos hagamos más capaces de recibir los dones que nos prepara. Sus dones, en efecto, son muy grandes, y nuestra capacidad de recibir es pequeña e insignificante. Por eso nos dice: «Ensanchaos; no os unzáis al mismo yugo con los infieles» (2C 6,13). Se trata de un don realmente inmenso...: cuanto más fielmente creemos, más firmemente esperamos y más ardientemente deseamos este don, más capaces somos de recibirlo. Así, pues, constantemente oramos por medio de la fe, de la esperanza y de la caridad, con un deseo ininterrumpido.

San Agustín (354-430), obispo de Hipona, (África del Norte) y doctor de la Iglesia
Carta a Proba sobre la oración 8-9; CSEL 44,56s
©Evangelizo.org 2001-2009

martes, 12 de enero de 2010

JESÚS ENSEÑA DE MANERA NUEVA: CON AUTORIDAD

¡Amor y paz!

Jesús ora... Expulsa a los demonios y sana a los enfermos...Y predica en la sinagoga…

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la 1ª. semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 1,21-28.

Entraron en Cafarnaún, y cuando llegó el sábado, Jesús fue a la sinagoga y comenzó a enseñar. Todos estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas. Y había en la sinagoga un hombre poseído de un espíritu impuro, que comenzó a gritar: "¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios". Pero Jesús lo increpó, diciendo: "Cállate y sal de este hombre". El espíritu impuro lo sacudió violentamente y, dando un gran alarido, salió de ese hombre. Todos quedaron asombrados y se preguntaban unos a otros: "¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva, llena de autoridad; da órdenes a los espíritus impuros, y estos le obedecen!".

Comentario

a) Todos estaban asombrados de lo que decía y hacía Jesús. Son todavía las primeras páginas del evangelio, llenas de éxitos y de admiración. Luego vendrán otras más conflictivas, hasta llegar progresivamente a la oposición abierta y la muerte.

Jesús enseña como ninguno ha enseñado, con autoridad. Además hace obras inexplicables: libera a los posesos de los espíritus malignos. Su fama va creciendo en Galilea, que es donde actúa de momento. Es que no sólo predica, sino que actúa. Enseña y cura. Hasta los espíritus del mal tienen que reconocer que es el Santo de Dios, el Mesías.

Fuera cual fuera el mal de los llamados posesos, el evangelio lo interpreta como efecto del maligno y por tanto subraya, además de la amable cercanía de Jesús, su poder contra las fuerzas del mal.

b) Nos conviene recordar que Jesús sigue siendo el vencedor del mal. O del maligno. Lo que pedimos en el Padrenuestro, «líbranos del mal», que también podría traducirse «líbranos del maligno», lo cumple en plenitud Dios a través de su Hijo.

Cuando iba por los caminos de Galilea atendiendo a los enfermos y a los posesos, y también ahora, cuando desde su existencia de Resucitado nos sale al paso a los que seguimos siendo débiles, pecadores, esclavos. Y nos quiere liberar. Cuando se nos invita a comulgar se nos dice que Jesús es «el Cordero que quita el pecado del mundo». A eso ha venido, a liberarnos de toda esclavitud y de todo mal.

Por otra parte, Jesús nos da una lección a sus seguidores. ¿Qué relación hay entre nuestras palabras y nuestros hechos? ¿Nos contentamos sólo con anunciar la Buena Noticia, o en verdad nuestras palabras van acompañadas -y por tanto se hacen creíbles- por los hechos, porque atendemos a los enfermos y ayudamos a los otros a liberarse de sus esclavitudes? ¿De qué clase de demonios contribuimos a que se liberen los que conviven con nosotros? ¿Repartimos esperanza y acogida a nuestro alrededor?

El cuadro de entonces sigue actual: Cristo luchando contra el mal. Nosotros, sus seguidores, luchando también contra el mal que hay en nosotros mismos y en nuestro mundo.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4.
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 19-23
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lunes, 11 de enero de 2010

‘CONVIÉRTANSE Y CREAN EN EL EVANGELIO’

¡Amor y paz!

Estamos comenzando la primera semana del tiempo ordinario. La Liturgia de la Palabra, en la celebración de la Eucaristía, nos trae una ‘lectura continuada’ de dos textos: una carta del Nuevo Testamento y un evangelio sinóptico, el de Marcos.
Nosotros aquí sólo leemos y meditamos el Evangelio, pero nos ceñimos a los textos que a lo largo de tres años leen (escuchan) y meditan todos los cristianos católicos en todo el mundo.

La intención es que esa labor diaria, de la lectura y meditación de la Palabra de Dios, nos transforme en mejores cristianos, en mejores personas. La frase con la que titulo este texto es la misma que pronuncia quien el Miércoles de Ceniza nos impone la señal de la cruz en la frente. Es lo que nos pide hoy Jesús en el comienzo de su ministerio: “Conviértanse y crean en la Buena Nueva”.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este lunes de la 1ª. semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Marcos 1, 14-20

Después de que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: Decía: -El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva. Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: -Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres. Al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan; estaban también en la barca arreglando las redes; y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras él.

Comentario

a) Estamos de inicio de libros. Durante las primeras nueve semanas del Tiempo Ordinario proclamamos el evangelio de Marcos, que se lee en primer lugar entre los tres sinópticos, haciendo caso a los estudiosos actuales que sitúan a Marcos como el evangelio más antiguo, del que dependen en buena parte los otros dos, Mateo y Lucas. Se podría decir, por tanto, que Marcos es el inventor de ese género literario tan provechoso que se llama «evangelio»: no es tanto historia, ni novela, sino «buena noticia». Pudo ser escrito en los años 60, o, si hacemos caso de los papiros descubiertos en el Qumran, incluso antes.

Con un estilo sencillo, concreto y popular, Marcos va a ir haciendo pasar ante nuestros ojos los hechos y palabras de Jesús: con más relieve los hechos que las palabras. Marcos no nos aporta, por ejemplo, tantos discursos de Jesús como Mateo o tantas parábolas como Lucas. Le interesa más la persona que la doctrina. En sus páginas está presente Jesús, con su historia palpitante, sus reacciones, sus miradas, sus sentimientos de afecto o de ira. Lo que quiere Marcos, y lo dice desde el principio, es presentarnos «el evangelio de Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios» (Mc 1,1). Hacia el final del libro pondrá en labios del centurión las mismas palabras: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios» (Mc 15,39).

Además de leer cada año el evangelio de Marcos en los días feriales de estas nueve semanas, también lo proclamamos en los domingos de cada tres años: 2009…2012…
La página que escuchamos (leemos) hoy nos narra el comienzo del ministerio de Jesús en Galilea, que ocupará varios capítulos. En los versículos anteriores (Mc 1,1-13) nos hablaba de Juan el Precursor y del bautismo de Jesús en el Jordán. Son pasajes que leímos en el tiempo de Adviento y Navidad.

El mensaje que Marcos pone en labios de Jesús es sencillo pero lleno de consecuencias: ha llegado la hora (en griego, «kairós»), las promesas del AT se empiezan a cumplir, está cerca el Reino de Dios, convertíos y creed la Buena Noticia: la Buena Noticia que tiene que cambiar nuestra actitud ante la vida.
En seguida empieza ya a llamar a discípulos: hoy a cuatro, dos parejas de hermanos. El relato es bien escueto. Sólo aporta dos detalles: que es Jesús el que llama y que los llamados le siguen inmediatamente, formando ya un grupo en torno suyo.

b) Somos invitados a escuchar a Jesús, nuestro auténtico Maestro, a lo largo de todo el año, y a seguirle en su camino. Nuestro primer «evangelio de cabecera» en los días entre semana será Marcos. Es la escuela de Jesús, el Evangelizador verdadero.
Somos invitados a «convertirnos», o sea, a ir aceptando en nuestras vidas la mentalidad de Jesús. Si creyéramos de veras, como aquellos cuatro discípulos, la Buena Noticia que Jesús nos anuncia también a nosotros, ¿no tendría que cambiar más nuestro estilo de vida? ¿no se nos tendría que notar que hemos encontrado al Maestro auténtico?

«Convertíos y creed en la Buena Noticia». Convertirse significa cambiar, abandonar un camino y seguir el que debe ser, el de Jesús. El Miércoles de Ceniza escuchamos, mientras se nos impone la ceniza, la doble consigna de la conversión (porque somos polvo) y de la fe (creer en el evangelio de Jesús). El mensaje de Jesús es radical: no nos puede dejar indiferentes.

«Lo dejaron todo y le siguieron». Buena disposición la de aquellos pescadores. A veces los lazos de parentesco (son hermanos) o sociales (los cuatro son pescadores) tienen también su influencia en la vocación y en el seguimiento. Luego irán madurando, pero ya desde ahora manifiestan una fe y una entrega muy meritorias.
«Lo dejaron todo y le siguieron». No es un maestro que enseña sentado en su cátedra. Es un maestro que camina por delante. Sus discípulos no son tanto los que aprenden cosas de él, sino los que le siguen, los que caminan con él. Es más importante la persona que la doctrina. Marcos no nos revela tanto qué es lo que enseñaba Jesús -aunque también lo dirá- sino quién es Jesús y qué significa seguirle.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4.
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997.Pág. 14-19
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domingo, 10 de enero de 2010

JESÚS RECIBE EL ESPÍRITU SANTO Y EMPRENDE SU MISIÓN

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Domingo en que celebramos la fiesta del Bautismo del Señor.

Es éste un domingo de transición: el Bautismo del Señor cierra el ciclo de Navidad e inaugura a la vez la primera semana del tiempo ordinario. Con la escena del bautismo culmina la manifestación de Jesús como Hijo de Dios que hemos celebrado a lo largo de toda la Navidad, pero a la vez se nos presenta a un Jesús ya adulto, dispuesto a iniciar su ministerio público.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 3,15-16.21-22.

Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si Juan no sería el Mesías, él tomó la palabra y les dijo: "Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. Todo el pueblo se hacía bautizar, y también fue bautizado Jesús. Y mientras estaba orando, se abrió el cielo y el Espíritu Santo descendió sobre él en forma corporal, como una paloma. Se oyó entonces una voz del cielo: "Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección".

Comentario

Hoy es el último día del tiempo de Navidad. La "manifestación" de Dios y su acercamiento a nuestra historia han tenido etapas sucesivas: la espera del Adviento, el gozo del Nacimiento, la fiesta de la Madre, la invitación a los pueblos paganos en los Magos... Ahora, con el Bautismo de Jesús en el Jordán, se completa esta manifestación y se proclama su misión de Mesías ante todo el pueblo.

El bautismo de Jesús es una escena importante en el evangelio: en él se nos anuncia claramente que Jesús es el predilecto de Dios, su Mesías y Enviado, lleno de su Espíritu, dispuesto a iniciar su misión de Maestro y Salvador.

Isaías ha hecho como un retrato profético en el "canto del Siervo" que hemos leído: "mirad a mi Siervo, mi Elegido, a quien prefiero: sobre él he puesto mi Espíritu, para que traiga el derecho a las naciones....".

Lucas en el evangelio nos ha dicho cómo se cumple este retrato de Jesús de Nazaret. Se abre el cielo (¿no ha sido todo el tiempo de Navidad la celebración de cómo se ha abierto el cielo y cómo Dios ha querido hacerse de nuestra historia?), se oye la voz de Dios: "tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto" (la misma descripción de Isaías) y baja el Espíritu sobre él (también el profeta decía que sobre el Siervo descendía el Espíritu de Dios).

El que es llamado por Dios y enviado a una misión recibe, en la Biblia, para que pueda cumplir bien esta misión, la fuerza y el Espíritu de Dios. Aquí, Jesús inaugura el ejercicio oficial de su vocación mesiánica: su Bautismo es una verdadera teofanía y epifanía de Jesús como Mesías, Profeta y Salvador.

Pasó haciendo el bien

Después del tiempo de Navidad, la fiesta del Bautismo de Jesús es como un puente de unión, como el programa para todos los domingos del nuevo año. Escucharemos la voz del Enviado de Dios, no de un profeta cualquiera. El Jesús que se nos ha manifestado en la Navidad o en Epifanía, va a ser nuestro Maestro, de parte de Dios. Hoy comienza su misión.

Isaías describe el estilo de actuación del futuro Siervo: "no gritará, no voceará por las calles...." El elegido de Dios trabajará a favor de la justicia y el derecho. Pero lo hará con un estilo propio: no con la violencia, no a gritos, sino con suavidad. La caña que está a punto de romperse, no la acabará de quebrar. Al contrario, la ayudará a mantenerse. Abrirá los ojos de los ciegos, libertará a los cautivos...

Es exactamente el retrato que nos hace Pedro en la segunda lectura y el que aparece a lo largo del evangelio: Jesús "pasó haciendo el bien". Siempre comprensivo y servicial, cercano a los débiles y los marginados. La misión mesiánica, de parte de Dios, y lleno de su Espíritu, la cumple Jesús curando a los enfermos, consolando a los atribulados, perdonando a los pecadores, resucitando a los muertos, enseñando y proclamando a todos la buena noticia de la salvación.

En el evangelio de hoy, Lucas nos dice cómo Jesús, aun sin tener pecado, se pone en fila con los que acuden a recibir el Bautismo de la conversión en el Jordán: es la solidaridad con los pecadores y con toda la humanidad que empezó ya en su Nacimiento, que sigue en esta escena, y que culminará con su Muerte en la Cruz.

Jesús es ungido

Un primer aspecto de la interpretación y aplicación es la presentación cristológica: concluimos la Navidad mirando a ese Jesús que a lo largo del año va a ser nuestro Maestro, nuestro Salvador. El Mesías que Dios nos ha enviado, lleno de su fuerza y su Espíritu.

Pero todos participamos de su misión mesiánica de alguna manera: por los sacramentos de iniciación hemos renacido como hijos de Dios y hemos sido incorporados a Cristo como pueblo sacerdotal (bautismo), hemos recibido el don y la fuerza del Espíritu para cumplir nuestra misión en el mundo (confirmación) y nos hemos incorporado a la comunidad eucarística (primera comunión). Si Él era el Ungido (Cristo y Mesías significan lo mismo: el Ungido, o sea, el que ha sido lleno del Espíritu de Dios), nosotros también somos ungidos, "cristianos", y Dios nos ha encomendado una misión.

La iglesia en Pentecostés, y nosotros en la Confirmación, hemos recibido el Espíritu de Dios para esa misión. Como Cristo la cumplió radicalmente, nosotros también somos invitados a ser consecuentes con nuestro Bautismo y Confirmación, testigos de Dios y su Buena Noticia en el mundo de hoy. La Eucaristía dominical (o la diaria, para algunos) son nuestro alimento y nuestra continua reorientación a la escuela y a la mesa de Cristo.

Es bueno que nos miremos también al espejo de Cristo en el estilo de vida con que El cumplió su vocación. También nosotros, en medio de este mundo, somos ungidos a trabajar por la justicia y la verdad, para hacer triunfar los valores de Dios: pero no con la violencia o la impaciencia, sino con la comprensión, la servicialidad, y con la entrega total de nosotros mismos. De modo que se pueda decir también del seguidor del Mesías: "pasó haciendo el bien, curando, enseñando... porque Dios estaba con él".

J. ALDAZABAL
MISA DOMINICAL 1989, 1
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sábado, 9 de enero de 2010

“ÁNIMO, SOY YO, NO TENGAN MIEDO”, NOS DICE JESÚS

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este sábado del tiempo de Navidad.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 6,45-52.

En seguida, Jesús obligó a sus discípulos a que subieran a la barca y lo precedieran en la otra orilla, hacia Betsaida, mientras él despedía a la multitud. Una vez que los despidió, se retiró a la montaña para orar. Al caer la tarde, la barca estaba en medio del mar y él permanecía solo en tierra. Al ver que remaban muy penosamente, porque tenían viento en contra, cerca de la madrugada fue hacia ellos caminando sobre el mar, e hizo como si pasara de largo. Ellos, al verlo caminar sobre el mar, pensaron que era un fantasma y se pusieron a gritar, porque todos lo habían visto y estaban sobresaltados. Pero él les habló enseguida y les dijo: "Tranquilícense, soy yo; no teman". Luego subió a la barca con ellos y el viento se calmó. Así llegaron al colmo de su estupor, porque no habían comprendido el milagro de los panes y su mente estaba enceguecida.

Comentario

Después de la multiplicación de los panes Jesús sube a una montaña, a orar. Sus discípulos se fueron en barca, al otro lado del lago. Esa noche sobrevino en la zona un viento tempestuoso que impedía que los discípulos avanzaran. Estar en el lago de madrugada, con tempestad, era peligroso. Jesús se percató de ello y quiso estar junto a sus discípulos en ese momento de dificultad. ¿Cómo lo hizo? Esto no importa tanto como el contenido de lo que hizo.

La narración tiene elementos simbólicos que nos revelan lo que el evangelista quiso que recordáramos de esa noche de tempestad. Por una parte, la oscuridad de la madrugada y la obnubilación espiritual de los discípulos que no terminaban de conocer a su Maestro como él quería que lo conocieran... Y por otra, la solidaridad del Maestro, y su empeño en que sus discípulos no lo vieran como un ser con poderes extraños que los beneficiara y al mismo tiempo los asustara. Un Jesús así, no sería el Jesús del Reino. Este debía ser reconocido en su divinidad encarnada en una humanidad que debía hacer el recorrido de los oprimidos: pasando por el dolor y el camino de cruz, llegar hasta la resurrección.

Esto era lo que les ocurría a los discípulos: seguían mirando a Jesús como un fantasma lleno de poderes extraños, sin aceptar los límites de su encarnación, que lo asemejaban a los pobres. El gran milagro de esa madrugada, más que el viento tempestuoso que se amainó, fue haber recibido el mensaje de un Jesús solidario con ellos. Cuando más tarde, después de su muerte y su resurrección, ellos lleguen a conocer a Jesús como él quería, se darán cuenta que ya las bases estaban puestas: Jesús era y seguirá siendo el Dios encarnado, cercano y solidario con todo el que tiene su vida en peligro.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO
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viernes, 8 de enero de 2010

JESÚS NOS PIDE DAR DE COMER A LOS HAMBRIENTOS

¡Amor y paz!

Con el pasaje de hoy inaugura Marcos una nueva sección de su Evangelio. No se trata ya de los primeros pasos apostólicos de Jesús, ni de sus victorias sobre la enfermedad y los demonios, sino de una sección particular, unificada en torno al tema del pan: dos multiplicaciones de panes (Mc 6, 30-44; 8, 1-10), discusiones sobre el sentido de las abluciones antes de comer el pan y sobre la falsa levadura (Mc 7, 1-23; 8, 11-20), discusión con una pagana a propósito de las migajas de pan que solicita, etc. (Mc 7, 24-20).

Se trata de una serie de relatos, reunidos ya en su mayor parte antes de la redacción de los Evangelios, con el fin de iniciar en el misterio de Cristo y en las dimensiones originales de su religión.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes del Tiempo de Navidad.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 6,34-44.

Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato. Como se había hecho tarde, sus discípulos se acercaron y le dijeron: "Este es un lugar desierto, y ya es muy tarde. Despide a la gente, para que vaya a las poblaciones cercanas a comprar algo para comer". El respondió: "Denles de comer ustedes mismos". Ellos le dijeron: "Habría que comprar pan por valor de doscientos denarios para dar de comer a todos". Jesús preguntó: "¿Cuántos panes tienen ustedes? Vayan a ver". Después de averiguarlo, dijeron: "Cinco panes y dos pescados". El les ordenó que hicieran sentar a todos en grupos, sobre la hierba verde, y la gente se sentó en grupos de cien y de cincuenta. Entonces él tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran. También repartió los dos pescados entre la gente. Todos comieron hasta saciarse, y se recogieron doce canastas llenas de sobras de pan y de restos de pescado. Los que comieron eran cinco mil hombres.

Comentario

Continuamos recibiendo los "signos" que Jesús nos da.

-Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre, y se compadeció de ellos, porque
eran como ovejas sin pastor.

Se compadeció.

Me detengo a contemplar esto en tu corazón, Señor. Tú te dejas emocionar, conmover. Estás impresionado. Los fenómenos de las muchedumbres no te dejan indiferente. Uno no escapa al gentío. Una masa humana estacionada en algún lugar significa algo... una espera.

-Y se puso a enseñarles pausadamente.

Instruir. Educar. Promocionar. Aportar nuevos valores.

Despacio, sin prisas. Despacio porque la instrucción es importante, requiere tiempo. Es la llave para otras muchas cosas. La cultura profana, la cultura religiosa. Saber un oficio, ser competente en las cosas humanas. Y saber las cosas de Dios: tarea capital de la catequesis. Jesús fue primero un catequista: el que enseña, el que "abre los oídos a las cosas de Dios.

-"Dadles, vosotros, de comer".

El primer lugar lo ocupa el alimento del espíritu y del corazón.

Y la Palabra de Dios es "alimento".

Pero el alimento del cuerpo es condición de toda actividad espiritual. Cuidar el cuerpo: la humilde ocupación de tantas gentes sobre la superficie de la tierra. Tantos oficios manuales ordenados al bienestar temporal de los hombres. Trabajo del campesino. Trabajo del ama de casa. Trabajo de los innumerables oficios que directa o indirectamente "dan de comer", permiten "ganar el pan" de una familia.

Esta inmensa colmena humana que trabaja sobre nuestro planeta para poder comer, Dios la bendice, Dios quiere que logre lo que espera, que viva. Jesús nos pide que participemos en esta tarea: "Dadles de comer".

Bendito eres Dios del universo, Tú que nos das el pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre. Yo te ofrezco mi trabajo y el de todos los hombres.
-Les mandó que les hicieran recostarse por grupos sobre la hierba verde. Se recostaron formando un círculo por grupos de ciento y de cincuenta.

Jesús toma de la mano un "rebaño sin pastor" una masa informe que inspira piedad. Esta multitud ha pasado a ser ahora "un pueblo ordenado", un grupo organizado, una comunidad.

Marcos de modo manifiesto insiste sobre esta organización de la comunidad. Esta es hoy todavía una de las tareas de los ministros de la Iglesia.

Te ruego, Señor, por los ministros de Tu Iglesia. Te ruego para que los cristianos comprendan más y más que no deben quedarse en el anonimato informe de la masa demasiado pasiva, sino que han de llegar a ser participantes activos de un pueblo vivo donde se establezcan relaciones de hombre a hombre.

Todavía hoy, es este el esquema esencial de la reunión eucarística: liturgia de la palabra: Jesús les instruye detenidamente ; y liturgia del pan... alrededor del único Pastor.

Sí, este milagro es un signo, un símbolo de la Iglesia que continúa hoy lo que hizo Jesús.

-Jesús, tomando los cinco panes... alzando los ojos al cielo pronunció la bendición, partió los panes y se los dio.

La alusión a la eucaristía es evidente. Es casi la misma serie de gestos que Jesús hizo en la Cena.

"Pronunciar la bendición" ("eulogein" en griego = "decir bien"). "Bendito sea Dios que nos da este pan". Era el rito judío de la santificación de la comida en la mesa: como buen judío, Jesús santifica cada uno de sus gestos con una bendición, una plegaria.

Mi vida toda ¿es también para mí ocasión de alabar y bendecir a Dios?

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 1
EVANG. DE ADVIENTO A PENTECOSTÉS
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 88 s.
www.mercaba.org