¡Amor y paz!
El evangelio de hoy, en su
brevedad, trae dos temas: primero, el carácter de la enseñanza de Cristo;
segundo, una advertencia sobre nuestro modo de medir a los demás.
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el
comentario, en este jueves de la 3ª. Semana del Tiempo Ordinario.
Dios los bendigas…
Evangelio
según San Marcos 4,21-25.
Jesús les decía: "¿Acaso se trae una lámpara para ponerla debajo de un cajón o debajo de la cama? ¿No es más bien para colocarla sobre el candelero? Porque no hay nada oculto que no deba ser revelado y nada secreto que no deba manifestarse. ¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!". Y les decía: "¡Presten atención a lo que oyen! La medida con que midan se usará para ustedes, y les darán más todavía. Porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene".
Comentario
Lo oculto saldrá a luz.
Nuestra religión no es ocultista ni se goza en lo oculto. Esto viene bien
recordarlo en una época en que los saberes escondidos, esotéricos y ocultos
gozan de lamentable popularidad. Aunque el mundo entero busque enseñanzas
"milenarias", ritos.
Alguien podrá objetar
diciendo que son muchos los misterios inescrutables de la fe cristiana. Mas
hemos de entender que un misterio no es algo que no puede ser pensado sino algo
que es inagotable para nuestro pensamiento. No es, por ejemplo, que uno no
pueda reflexionar en la grandeza del misterio de Cristo en la Santísima
Eucaristía, sino que entendemos que hay ahí una fuente infinita de sabiduría y
de amor que se hunde en el infinito mar de luz que es Dios mismo. No hay aquí
nada esotérico, pues el Dios que ha querido revelarse no ha cambiado su opinión
pretendiendo ahora que no le conozcamos.
Te medirán con tu medida
El segundo tema del
evangelio es aquello de la medida. Seremos medidos con nuestras mismas medidas.
Una advertencia seria, si pensamos en lo duros que solemos ser para juzgar de
los otros.
Puede iluminarnos en este
sentido lo que dice el apóstol Santiago en otro lugar: "Hermanos, no
habléis mal los unos de los otros. El que habla mal de un hermano o juzga a su
hermano, habla mal de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no
eres cumplidor de la ley, sino juez de ella" (St 4,11). El razonamiento
del apóstol nos puede sonar extraño pero quizá podemos entenderlo mejor si
miramos las cosas de esta manera: cuando haces lo que se te ha dicho que no
hagas te sitúas por encima de la autoridad de quien te mandó que no lo
hicieras. Esto es lo que él llama "juzgar la ley", cosa que en
últimas significa conculcar la potestad del Autor de la ley.
Algo así podemos aprender
del evangelio de hoy: al juzgar al hermano tomo el lugar de Dios o por lo menos
pretendo que Dios piense y obre como yo. Cuando hago a Dios a mi medida lo
menos que puedo esperar es que ese nuevo "dios" obre también conmigo
como yo pretendo que obre con los demás. Por eso Jesús nos advierte que tal
proceder es inicuo y sólo acarrea nuestra propia ruina.
http://fraynelson.com/homilias.html.