¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este sábado de la
18ª semana del Tiempo Ordinario. Recordamos hoy a Santa Clara, virgen.
Dios nos bendice...
LECTIO DIVINA: MATEO
17,14-20
Lectio:
Sábado, 11 agosto, 2018
Tiempo Ordinario
1) Oración
inicial
Ven, Señor, en ayuda de
tus hijos; derrama tu bondad inagotable sobre los que te suplican, y renueva y
protege la obra de tus manos en favor de los que te alaban como creador y como
guía. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del santo Evangelio según
Mateo 17,14-20
Cuando llegaron donde la
gente, se acercó a él un hombre que, arrodillándose ante él, le dijo: «Señor,
ten piedad de mi hijo, porque es lunático y sufre mucho; pues muchas veces cae
en el fuego y muchas en el agua. Se lo he presentado a tus discípulos, pero
ellos no han podido curarle.» Jesús respondió: «¡Oh generación incrédula y
perversa! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros?
¡Traédmelo acá!» Jesús le increpó y el demonio salió de él; y quedó sano el
niño desde aquel momento.
Entonces los discípulos se acercaron a Jesús, en privado, y le dijeron: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarle?» Díceles: «Por vuestra poca fe. Porque yo os aseguro: si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: `Desplázate de aquí allá', y se desplazará, y nada os será imposible.»
Entonces los discípulos se acercaron a Jesús, en privado, y le dijeron: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarle?» Díceles: «Por vuestra poca fe. Porque yo os aseguro: si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: `Desplázate de aquí allá', y se desplazará, y nada os será imposible.»
3) Reflexión
• Contexto. Nuestro pasaje
presenta a Jesús en su actividad de curar. Después de su permanencia con los
discípulos en la región de Cesaréa de Felipe (16,13-28), Jesús sube a una
montaña alta y se transfigura ante tres de sus discípulos (17,1-10); después
alcanza a la gente (17,14.21) y de nuevo se acerca a Galilea para recuperarla
(17,22) ¿Qué pensar de estos desplazamientos geográficos de Jesús? No se puede
excluir que hayan sido de contenido geográfico, pero Mateo quiere expresar su
función en un itinerario espiritual.
En su camino de fe, la
comunidad está siempre llamada a recorrer el itinerario espiritual que ha
trazado la vida de Jesús: partiendo de la Galilea de su actividad pública y
desde ésta hasta su resurrección, atravesando el camino de la cruz. Un
itinerario espiritual en el que la fuerza de la fe juega un papel esencial.
• La fuerza de la fe.
Después de su transfiguración, Jesús y la pequeña comunidad de sus discípulos
vuelven con la gente antes de regresar a Galilea (v.22) y alcanzan Cafarnaúm
(v.24). Mientras Jesús se encuentra entre la gente, se acerca a él un hombre y
le ruega con insistencia que intervenga ante el mal que tiene aprisionado a su
hijo. La descripción que precede a la intervención de Jesús es verdaderamente
precisa: se trata de un caso de epilepsia con todas sus consecuencias
patológicas a nivel psíquico. En tiempo de Jesús, este tipo de enfermedad se
atribuía a fuerzas malignas, y precisamente a la acción de Satanás, enemigo de
Dios y del hombre y, por tanto, origen del mal y de todos los males.
Ante este caso en el que
emergen persistentemente las fuerzas malignas superiores a la capacidad humana,
los discípulos se sienten impotentes para curar al joven (vv.16-19) por razón
de su poca fe (v.20). Para el evangelista, este joven epiléptico es símbolo de
los que desprecian el poder de la fe (v.20), los que no están atentos a la
presencia de Dios en medio de ellos (v.17). La presencia de Dios en Jesús, que
es el Emmanuel, no es reconocida; es más, no basta entender alguna cosa sobre
Jesús, es necesaria la verdadera fe. Jesús, después de haber reprender a la
gente, manda traer al joven: “Traédmelo acá” (v.17); lo cura y lo libera en el
momento en el que el demonio grita. No basta el milagro de la curación de una
sola persona, es también necesario curar la fe incierta y débil de los
discípulos. Jesús se acerca a ellos que están confundidos a aturdidos por su
impotencia: “¿Por qué nosotros no pudimos expulsarle?” (v.20). La respuesta de
Jesús es clara: “Por vuestra poca fe”. Jesús pide una fe capaz de trasladar las
montañas del propio corazón para poder identificarse con su persona, con su
misión, con su fuerza divina. Es verdad que los discípulos lo han abandonado
todo para seguir a Jesús, pero no han podido curar al joven epiléptico debido a
su “poca fe”.
No se trata de falta de
fe, sino de fe débil, vacilante a causa de las dudas, del predominio de la
desconfianza y de la duda. Es una fe que no arraiga totalmente en la relación
con Cristo. Jesús se excede en el lenguaje cuando dice: “si tenéis fe como un
grano de mostaza” podréis trasladar las montañas; es una exhortación a dejase
conducir, en el obrar, por la fuerza de la fe que se hace fuerte sobre todo en
los momentos de prueba y de sufrimiento y que alcanza la madurez cuando no se
escandaliza ante el escándalo de la cruz. La fe lo puede todo y, con tal de que
se renuncie a fiarse de las propias capacidades humanas, puede trasladar las
montañas. Los discípulos y la primitiva comunidad han experimentado que la
incredulidad no se vence sólo con la oración y el ayuno, sino que es necesario
unirse a la muerte y a la resurrección de Jesús.
4) Para la reflexión
personal
• En la meditación de este
pasaje hemos observado cómo se sitúan los discípulos ante el epiléptico y ante
Jesús mismo. ¿Descubres tu camino de relación con Jesús y con los demás
recurriendo a la fuerza de la fe?
• Jesús, desde la cruz, da
testimonio del Padre y lo revela totalmente. La palabra de Jesús que has
meditado te pide una adhesión total: ¿Te sientes comprometido cada día en
trasladar las montañas de tu corazón que se interponen entre tu egoísmo y la
voluntad de Dios?
5) Oración final
¡Sea el Señor baluarte del
oprimido,
baluarte en tiempos de angustia!
Confíen en ti los que conocen tu nombre,
pues no abandonas a los que te buscan, Señor. (Sal 9,10-11)
baluarte en tiempos de angustia!
Confíen en ti los que conocen tu nombre,
pues no abandonas a los que te buscan, Señor. (Sal 9,10-11)
Orden de los Carmelitas