¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, de este lunes de la 33ª
semana del Tiempo Ordinario, ciclo B.
Dios nos bendice...
LECTIO DIVINA: LUCAS
18,35-43
Lectio:
Lunes, 19 noviembre,
2018
Tiempo Ordinario
1) Oración inicial
Señor, Dios nuestro,
concédenos vivir siempre alegres en tu servicio, porque en servirte a ti,
creador de todo bien, consiste el gozo pleno y verdadero. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del evangelio de Lucas
18,35-43
Cuando se acercaba a
Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo limosna; al oír que
pasaba gente, preguntó qué era aquello. Le informaron que pasaba Jesús el
Nazareno y empezó a gritar, diciendo: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de
mí!» Los que iban delante le increpaban para que se callara, pero él gritaba
mucho más: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!» Jesús se detuvo, y mandó que
se lo trajeran. Cuando se acercó, le preguntó: «¿Qué quieres que te haga?» Él
dijo: «¡Señor, que vea!» Jesús le dijo: «Recobra la vista. Tu fe te ha
salvado.» Y al instante recobró la vista y le seguía glorificando a Dios. Y
todo el pueblo, al verlo, alabó a Dios.
3) Reflexión
• El evangelio de hoy
describe la llegada de Jesús a Jericó. Es la última parada antes de la subida a
Jerusalén, donde se realiza el “éxodo” de Jesús según había anunciado en su
Transfiguración (Lc 9,31) y a lo largo de la caminada hasta Jerusalén (Lc 9,44;
18,31-33).
• Lucas 18,35-37: El ciego
sentado junto al camino. “Cuando se acercaba a Jericó, estaba un ciego sentado
junto al camino pidiendo limosna; al oír que pasaba gente, preguntó qué era
aquello. Le informaron que pasaba Jesús”. En el evangelio de Marcos, el ciego
se llama Bartimeo (Mc 10,46). Al ser ciego, no podía participar en la procesión
que acompañaba a Jesús. En aquel tiempo, había muchos ciegos en Palestina, pues
el sol fuerte golpeando contra la tierra pedregosa emblanquecida hacía mucho
daño a los ojos sin protección.
• Lucas 18,38-39: El grito
del ciego y la reacción de la gente. “Entonces el ciego gritó: "Jesús,
hijo de David, ¡ten piedad de mí!" E invoca a Jesús usando el título de
“Hijo de David”. El catecismo de aquella época enseñaba que el mesías sería de
la descendencia de David, “hijo de David”, mesías glorioso. A Jesús no le
gustaba este título. Citando el salmo mesiánico, él llegó a preguntar: “¿Cómo
es que el Mesías puede ser hijo de David si hasta el mismo David le llama “mi
Señor” (Lc 20,41-44)? El grito del ciego incomodaba a la gente que acompañaba a
Jesús. Por esto, “Los que iban delante le increpaban para que se callara”.
Ellos trataban de acallar el grito, pero él gritaba mucho más fuerte: “¡Hijo de
David, ten compasión de mí!” Hoy también, el grito de los pobres incomoda la
sociedad establecida: migrantes, enfermos de sida, mendigos, refugiados,
¡tantos!
• Lucas 18,40-41: La
reacción de Jesús ante el grito del ciego. Y Jesús ¿qué hace? “Jesús se detuvo
y mandó que se lo trajeran”. Los que querían acallar el grito del pobre, ahora,
a petición de Jesús, se ven obligados a ayudar al pobre a que llegue hasta
Jesús. El evangelio de Marcos añade que el ciego dejó todo y se fue hasta
Jesús. No tenía mucho. Apenas un manto. Pero era lo que tenía para cubrir su
cuerpo (cf. Es 22,25-26). Era su seguridad, ¡su tierra firme! Hoy también
Jesús escucha el grito de los pobres que a veces nosotros no queremos escuchar.
Cuando se acercó, le preguntó: “¿Qué quieres que te haga?” No basta gritar.
¡Hay que saber porqué se grita! Él dijo: “¡Señor, que vea!”.
• Lucas 18,42-43: “Recobra
tu vista.” Jesús dice: "Recobra tu vista Tu fe te ha salvado. Y al
instante recobró la vista y le seguía glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al
verlo, alabó a Dios”. El ciego había invocado a Jesús con ideas no totalmente
correctas, pues el título de “Hijo de David” no era muy exacto. Pero él tiene
más fe en Jesús que en sus ideas sobre Jesús. Dio en el blanco. No expresa
exigencias como Pedro (Mc 8,32-33). Sabe entregar su vida aceptando a Jesús sin
imponer condiciones. La curación es el fruto de su fe en Jesús.
Curado, sigue a Jesús y
sube con él a Jerusalén. De este modo, se vuelve discípulo, modelo para todos
nosotros que queremos “seguir a Jesús por el camino” hacia Jerusalén: creer más
en Jesús que en nuestras ideas sobre Jesús. En esta decisión de caminar con
Jesús está la fuente de valor y la semilla de la victoria sobre la cruz. Pues
la cruz no es una fatalidad, ni una exigencia de Dios. Es la consecuencia del
compromiso de Jesús, en obediencia al Padre, de servir a los hermanos y no aceptar
privilegios.
• La fe es una fuerza que
transforma a las personas. La Buena Nueva del Reino estaba escondida entre la
gente, escondida como el fuego bajo las cenizas de las observancias sin vida.
Jesús sopla sobre las cenizas y el fuego se enciende, el Reino aparece y la
gente se alegra. La condición es siempre la misma: creer en Jesús. La curación
del ciego aclara un aspecto muy importante de nuestra fe. A pesar de invocar a
Jesús con ideas no del todo correctas, el ciego tuvo fe y fue curado. Se convirtió,
lo dejó todo y siguió a Jesús por el camino del Calvario. La comprensión total
del seguimiento de Jesús no se obtiene por la instrucción teórica, sino por el
compromiso práctico, caminando con él por el camino del servicio, desde Galilea
hasta Jerusalén. Aquel que insiste en mantener la idea de Pedro, esto es, del
Mesías glorioso sin la cruz, no va a entender nada de Jesús y no llegará nunca
a tomar la actitud del verdadero discípulo. Aquel que sabe creer en Jesús y se
entrega (Lc 9,23-24), que acepta ser el último (Lc 22,26), beber el cáliz y
cargar con su cruz (Mt 20,22; Mc 10,38), éste, al igual que el ciego, aun
teniendo las ideas no enteramente justas, “seguirá a Jesús por el camino” (Lc
18,43). En esta certeza de caminar con Jesús está la fuente de la audacia y la
semilla de la victoria sobre la cruz.
4) Para la reflexión
personal
• ¿Cómo veo y siento el
grito de los pobres: migrantes, negros, enfermos de sida, mendigos, refugiados,
tantos?
• ¿Cómo es mi fe: me fijo más en las ideas sobre Jesús o en Jesús?
• ¿Cómo es mi fe: me fijo más en las ideas sobre Jesús o en Jesús?
5) Oración final
Feliz quien no sigue
consejos de malvados
ni anda mezclado con pecadores
ni en grupos de necios toma asiento,
sino que se recrea en la ley del Señor,
susurrando su ley día y noche. (Sal 1,1-2)
ni anda mezclado con pecadores
ni en grupos de necios toma asiento,
sino que se recrea en la ley del Señor,
susurrando su ley día y noche. (Sal 1,1-2)
Orden de los Carmelitas