¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, a la
manera de la lectio divina, en este lunes de la segunda semana de Pascua, ciclo
A.
Dios nos bendice...
Constituciones
Carmelitas (n. 82)
Lectio
Divina: Juan 3,1-8
Lectio
Lunes,
20 Abril , 2020
Tiempo de Pascua
1) Oración inicial
Dios
todopoderoso y eterno, a quien confiadamente podemos llamar ya Padre nuestro,
haz crecer en nuestros corazones el espíritu de hijos adoptivos tuyos, para que
merezcamos gozar, un día, de la herencia que nos has prometido. Por nuestro
Señor Jesucristo.
2) Lectura
Del
Evangelio según Juan 3,1-8
Había
entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, magistrado judío. Fue éste a
Jesús de noche y le dijo: «Rabbí, sabemos que has venido de Dios como maestro,
porque nadie puede realizar los signos que tú realizas si Dios no está con él.»
Jesús le respondió:
«En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios.» Dícele Nicodemo: «¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?» Respondió Jesús: «En verdad, en verdad te digo:
El que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu. No te asombres de que te haya dicho: Tenéis que nacer de nuevo. El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu.»
«En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios.» Dícele Nicodemo: «¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?» Respondió Jesús: «En verdad, en verdad te digo:
El que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu. No te asombres de que te haya dicho: Tenéis que nacer de nuevo. El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu.»
3) Reflexión
•
El evangelio de hoy nos trae una parte de la conversación de Jesús con
Nicodemo. Nicodemo aparece varias veces en el evangelio de Juan (Jn 3,1-13;
7,50-52; 19,39). Era una persona que tenía una cierta posición social. Tenía
lideranza entre los judíos y formaba parte del supremo tribunal llamado
Sinedrio. En el evangelio de Juan, él representa al grupo de los judíos que
eran piadosos y sinceros, pero que no llegaban a entender todo lo que Jesús
hacía y hablaba. Nicodemo había oído hablar de señales, de las cosas
maravillosas que Jesús hacía y quedó impresionado. El quiere conversar con
Jesús para poder entender mejor. Era una persona cultivada que pensaba entender
las cosas de Dios. Esperaba al Mesías con un librito de la ley en la mano para
verificar si lo nuevo anunciado por Jesús estaba de acuerdo. Jesús hace
percibir a Nicodemo que la única manera que alguien tiene para poder entender
las cosas de Dios es ¡nacer de nuevo! Hoy acontece lo mismo. Algunos son como
Nicodemo: aceptan como nuevo sólo aquello que está de acuerdo con sus propias
ideas. Aquello con lo que uno no está de acuerdo se rechaza como contrario a la
tradición. Otros se dejan sorprender por los hechos y no tienen miedo a decir:
"¡Nací de nuevo!"
•
Juan 3,1: Un hombre, llamado Nicodemo. Poco antes del encuentro de Jesús con
Nicodemo, el evangelista hablaba de la fe imperfecta de ciertas personas que se
interesan sólo en los milagros de Jesús (Jn 2,23-25). Nicodemo era una de estas
personas. Tenía buena voluntad pero su fe era aún imperfecta. La conversación
con Jesús le va a ayudar a percibir que debe dar un paso más para poder
profundizar en su fe en
Jesús
y en Dios.
•
Juan 3,2: 1ª pregunta de Nicodemo: tensión entre lo viejo y lo nuevo. Nicodemo
era un fariseo, persona conocida entre los judíos y con un buen raciocinio. Se
fue a encontrar a Jesús de noche y le dice: "Rabbí, sabemos que has venido
de Dios como maestro, porque nadie puede realizar los signos que tú realizas si
Dios no está con él." Nicodemo opina sobre Jesús desde los argumentos que
él, Nicodemo, lleva dentro de sí. Esto es un paso importante, pero no basta
para conocer a Jesús. Las señales que Jesús hace pueden despertar a la persona
e interesarle. Pueden engendrar curiosidad, pero no engendran la entrega, en la
fe. No hacen ver el Reino de Dios presente en Jesús. Por esto es necesario dar
un paso más. ¿Cuál es este paso?
•
Juan 3,3: Respuesta de Jesús: "Tienes que nacer de nuevo!" Para que
Nicodemo pueda percibir el Reino presente en Jesús, el tendrá que percibir el
Reino presente en Jesús, tendrá que nacer de nuevo, de lo alto. Aquel que trata
de comprender a Jesús sólo a partir de sus propios argumentos, no consigue
entenderlo. Jesús es más grande. Si Nicodemo se queda sólo con el catecismo del
pasado en la mano, no va a poder entender a Jesús. Tendrá que abrir del todo su
mano. Tendrá que dejar de lado sus propias certezas y seguridades y entregarse
totalmente. Tendrá que escoger entre, de un lado, guardar la seguridad que le
viene de la religión organizada con sus leyes y tradiciones y, de otro,
lanzarse a la aventura del Espíritu que Jesús le propone.
•
Juan 3,4: 2ª pregunta de Nicodemo: ¿Cómo es posible nacer de nuevo? Nicodemo no
quiere dar su brazo a torcer y pregunta con una cierta ironía: "¿Cómo una
persona puede nacer de nuevo siendo vieja? Podrá entrar una segunda vez en el
vientre de su madre y nacer?" Nicodemo se tomó las palabras de Jesús al
pie de la letra y, por esto, no entendió nada. El hubiera tenido que percibir
que las palabras de Jesús tenían un sentido simbólico.
•
Juan 3,5-8: Respuesta de Jesús: Nacer de lo alto, nacer del espíritu. Jesús
explica lo que quiere decir nacer de lo alto, o nacer de nuevo. y "nacer
del agua y del Espíritu". Aquí tenemos una alusión muy clara al bautismo.
A través de la conversación de Jesús con Nicodemo, el evangelista nos convida a
hacer una revisión de nuestro bautismo. Relata las siguientes palabras de
Jesús: "Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es
Espíritu". Carne significa aquello que nace sólo de nuestras ideas. Lo que
nace de nosotros tiene nuestra medida. Nacer del Espíritu ¡es otra cosa! El
Espíritu es como el viento. "El viento sopla donde quiere, y oyes su voz,
pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del
Espíritu.»
El viento tiene, dentro de sí, un rumbo, una dirección.
Percibimos la dirección del viento, por ejemplo, el viento del Norte o el
viento del Sur, pero no conocemos ni controlamos la causa a partir de la cual
el viento se mueve en esta u otra dirección. Así es el Espíritu. "Nadie es
señor del Espíritu" (Ecl 8,8). Lo que más caracteriza al viento, al
Espíritu, es la libertad. El viento, el espíritu, es libre, no puede ser
controlado. El actúa sobre los otros y nadie consigue actuar sobre él. Su
origen es el misterio, su destino es el misterio. El barquero tiene que
describir, en primer lugar, el rumbo del viento. Después tiene que colocar las
velas según ese rumbo. Es lo que Nicodemo y todos nosotros debemos hacer.
• Una llave para entender mejor las palabras de Jesús
sobre el Espíritu Santo. La lengua hebraica usa la misma palabra para decir
viento y espíritu. Como ya dicho, el viento tiene, dentro de sí, un rumbo, una
dirección: viento del Norte, viento del Sur. El Espíritu de Dios tiene un
rumbo, un proyecto, que ya se manifestaba en la creación bajo la forma de una
paloma que aleteaba sobre el caos (Gn 1,2). Año tras año, él renueva la faz de
la tierra y coloca en movimiento la naturaleza a través de la secuencia de las
estaciones (Sl 104,30; 147,18). Este mismo Espíritu está presente en la
historia. Hace secar el Mar Rojo (Ex 14,21) hace pasar las codornices y las
deja caer sobre el campamento (Nm 11,31). Está con Moisés y, a partir de él, se
distribuye entre los líderes de la gente (Núm 11,24-25). Estaba en los líderes
y los llevaba a realizar acciones libertadoras: Otoniel (Jz 3,10), Gedeón (Jue
6,34), Jefté (Jue 11,29), Sansón (Jue 13,25; 14,6.19; 15,14), Saúl (1Sm 11,6),
y Débora, la profetisa (Jz 4,4). Estuve presente no grupo dos profetas e agia
neles con fuerza contagiosa (1Sm 10,5-6.10). Su acción en los profeta produce
envidia en los demás, pero Moisés reacciona: "¡Ojalá que Dios comunicara
su Espíritu a todo el pueblo y profetizara!" (Núm 11,29).
• A lo largo de los siglos, creció la esperanza de que el
Espíritu de Dios orientara al Mesías en la realización del proyecto de Dios (Is
11,1-9) y bajara sobre todo el pueblo de Dios (Ez 36,27; 39,29; Is 32,15;
44,3). La gran promesa del Espíritu se manifiesta de muchas formas en los
profetas del exilio: la visión de los huesos secos, resucitados por la fuerza
del Espíritu de Dios (Ez 37,1-14); la efusión del Espíritu de Dios sobre todo
el pueblo (Jl 3,1-5); la visión del Mesías-Siervo que será ungido por el
Espíritu para establecer el derecho en la tierra y anunciar la Buena Nueva a
los pobres (Is 42,1; 44,1-3; 61,1-3). Ellos vislumbran un futuro, en que la
gente, cada vez de nuevo, renace por la efusión del Espíritu (Ez 36,26-27; Sl
51,12; cf Is 32,15-20).
• El evangelio de Juan usa muchas imágenes y símbolos
para significar la acción del Espíritu. Como en la creación (Gén 1,1), así el
Espíritu desciende sobre Jesús "como una paloma, venida del cielo” (Jn
1,32). ¡Es el comienzo de la nueva creación! Jesús habla las palabras de Dios y
nos comunica al Espíritu sin medida (Jn 3,34). Sus palabras son Espíritu y vida
(Jn 6,63). Cuando Jesús se despide, dice que enviará a otro consolador, a otro
defensor, para que quede con nosotros. Es el Espíritu Santo (Jn 14,16-17). A
través de su pasión, muerte y resurrección, Jesús conquistó el don del Espíritu
para nosotros. A través del bautismo todos nosotros recibimos este mismo Espíritu
de Jesús (Jn 1,33). Cuando apareció a los apóstoles, sopló sobre ellos y dijo:
"¡Recibid al Espíritu Santo!" (Jn 20,22). El Espíritu es como el agua
que brota desde el interior de las personas que creen en Jesús (Jo 7,37-39;
4,14). El primer efecto de la acción del Espíritu en nosotros es la
reconciliación: " A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados;
a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.” (Jn 20,23). El Espíritu se
nos da para que podamos recordar y entender el significado pleno de las
palabras de Jesús (Jn 14,26; 16,12-13). Animados por el Espíritu de Jesús,
podemos adorar a Dios en cualquier lugar (Jn 4,23-24). Aquí se realiza la
libertad del Espíritu del que nos habla San Pablo: "Donde está el Espíritu
del Señor, allí hay libertad" (2Cor 3,17).
4) Para la reflexión personal
•
¿Cómo acostumbras reaccionar ante las novedades que se presentan?
¿Cómo
Nicodemo que acepta la sorpresa de Dios?
•
¿Jesús compara la acción del Espíritu Santo con el viento (Jn 3,8). ¿Que nos
revela esta comparación sobre la acción del Espíritu de Dios en mi vida? ¿Has
pasado por alguna experiencia que te dio la sensación de nacer de nuevo?
5) Oración final
Bendeciré
en todo tiempo al Señor,
sin cesar en mi boca su alabanza;
en el Señor se gloría mi ser,
¡que lo oigan los humildes y se alegren! (Sal 34,2-3)
sin cesar en mi boca su alabanza;
en el Señor se gloría mi ser,
¡que lo oigan los humildes y se alegren! (Sal 34,2-3)
Orden de los Carmelitas