¡Amor y paz!
Jesús exhorta a la
vigilancia, especialmente a los pastores de la Iglesia, a los responsables de
la comunidad (v.41). Ellos tienen el encargo especial de velar por el rebaño (1
P 5. 1-4). La tentación típica del ministerio, al tardar el Señor, es la de
olvidarse de que sólo se es administrador, actuar como si fuera el dueño, a su
capricho, en su propio provecho. La tentación de explotar al rebaño, de
apacentarse a sí mismos.
La fidelidad al Señor, que
es el amo, y a la comunidad, a cuyo servicio ha sido destinado, define la
actitud radical de todo administrador (cf. 1 Co 4. 2). No debe olvidar que ha
de rendir cuentas. Sólo si se ha mostrado fiel será el siervo asociado al
reinado de Cristo. El siervo infiel, en cambio, no tiene parte en su Reino. No
cabe excusa. El administrador ha recibido encargos de mayor responsabilidad.
Pero ha recibido también dones correspondientes (Comentario Bíblicos-5 V/Pág. 544).
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la XIX Semana
del Tiempo Ordinario.
Dios lo bendiga…
Evangelio según San Lucas 12,39-48.
Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada". Pedro preguntó entonces: "Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?". El Señor le dijo: "¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno? ¡Feliz aquel a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo! Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes. Pero si este servidor piensa: 'Mi señor tardará en llegar', y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse, su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles. El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo. Pero aquel que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos severamente. Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más.
Comentario
a) A la comparación de
ayer -los criados deben estar preparados para la vuelta de su señor- añade
Jesús otra: debemos estar dispuestos a la venida del Señor como solemos estar
alerta para que no entre un ladrón en casa. La comparación no está, claro está,
en lo del ladrón, sino en lo de "a qué hora viene el ladrón".
Pedro quiere saber si esta
llamada a la vigilancia se refiere a todos, o a ellos, los apóstoles. Jesús le
toma la palabra y les dice otra parábola, en la que los protagonistas son los
administradores, los responsables de los otros criados. La lección se condensa
en la afirmación final: "al que mucho se le confió, más se le exigirá".
b) Todos tenemos el
peligro de la pereza en nuestra vida de fe. O del amodorramiento, acuciados
como por tantas preocupaciones.
Hoy nos recuerdan que
debemos estar vigilantes. Las comparaciones del ladrón que puede venir en
cualquier momento, o el amo que puede presentarse improvisamente, nos invitan a
que tengamos siempre las cosas preparadas. No a que vivamos con angustia, pero
sí con una cierta tensión, con sentido de responsabilidad, sin descuidar ni la
defensa de la casa ni el arreglo y el buen orden en las cosas que dependen de
nosotros.
Si se nos ha confiado
alguna clase de responsabilidad, todavía más: no podemos caer en la fácil
tentación de aprovecharnos de nuestra situación para ejercer esos modos
tiránicos que Jesús describe tan vivamente.
La "venida del Hijo
del Hombre" puede significar, también aquí, tanto el día del juicio final
como la muerte de cada uno, como también esas pequeñas pero irrepetibles
ocasiones diarias en que Dios nos manifiesta su cercanía, y que sólo
aprovechamos si estamos "despiertos", si no nos hemos quedado
dormidos en las cosas de aquí abajo. El Señor no sólo nos "visita" en
la hora de la muerte, sino cada día, a lo largo del camino, si sabemos verle.
En el Apocalipsis, el
ángel les dice a los cristianos que vivan atentos, porque podrían desperdiciar
el momento de la visita del Señor: "mira que estoy a la puerta y llamo: si
alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él
conmigo" (Ap 3,20). Sería una lástima que no le abriéramos al Señor y nos
perdiéramos la cena con él.
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 200-203
www.mercaba.org
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 200-203