¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio
y el comentario, en este sábado de la 23ª semana del tiempo ordinario.
Dios nos bendice...
Evangelio según San
Lucas 6,43-49.
Jesús decía a sus discípulos: «No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos: cada árbol se reconoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas. El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de su maldad, porque de la abundancia del corazón habla la boca. ¿Por qué ustedes me llaman: 'Señor, Señor', y no hacen lo que les digo? Yo les diré a quién se parece todo aquel que viene a mí, escucha mis palabras y las practica. Se parece a un hombre que, queriendo construir una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre la roca. Cuando vino la creciente, las aguas se precipitaron con fuerza contra esa casa, pero no pudieron derribarla, porque estaba bien construida. En cambio, el que escucha la Palabra y no la pone en práctica, se parece a un hombre que construyó su casa sobre tierra, sin cimientos. Cuando las aguas se precipitaron contra ella, en seguida se derrumbó, y el desastre que sobrevino a esa casa fue grande.»
Comentario
Con dos nuevas comparaciones Lucas concluye las
enseñanzas de Jesús en la llanura, luego de la elección de los Doce. El ejemplo
de los árboles y sus frutos ofrece una analogía en orden a discernir cómo es el
seguimiento de Jesús que profesamos.
El criterio consiste en prestar atención a las
obras que producimos y a las palabras que hablamos. Tanto unas como otras son
el reflejo de nuestro mundo interior y manifiestan los verdaderos intereses que
nos mueven.
Del mismo modo que advertía acerca de la ceguera,
Jesús habla hoy de corrupción y podredumbre. Es posible percibir un paralelismo
entre ambas enseñanzas. Difícilmente un corrupto podría orientar y acompañar a
otras personas sin pretender contaminarlas. Numerosos escándalos y casos de
inmoralidad en la Iglesia nos muestran la certeza de sus palabras y la vigencia
de sus enseñanzas.
Aparentar un seguimiento de Jesús que es un fraude
o falsear la propia vida para mantener una imagen que no refleja la verdad de
nuestro discipulado, no es algo que suceda únicamente en estos tiempos.
Si fuera sólo un problema actual, Jesús no habría
advertido acerca de estas situaciones, ni Lucas las hubiera presentado como
importantes para su comunidad. ¿Está mi vida cimentada en las enseñanzas de
Jesús?
Servicio Bíblico Latinoamericano