¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer
y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado de la 1ª. Semana del
Tiempo Ordinario.
Dios nos bendice…
Evangelio
según San Mateo 9,35-38.10, 1.6-8.
Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias. Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha." Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de curar cualquier enfermedad o dolencia. "Vayan, en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente."
Comentario
a) Dios, que sana
corazones destrozados, Cristo, que se apiada de los que sufren, hoy nos invita
a nosotros a tener y a repartir esperanza.
La humanidad sigue igual,
hambrienta, desorientada, desilusionada. Si estamos desanimados, o más o menos
hundidos en una situación de pecado o de tibieza, la llamada del Adviento, o
sea, el anuncio de la venida de Jesús a nuestra historia, va dirigida
preferentemente a nosotros. Son nuestras lágrimas las que quiere enjugar, y
nuestras heridas las que quiere vendar con solicitud.
Eso es Adviento y eso es
Navidad. Que se repite año tras año. Si Isaías podía decir que Dios está cerca,
ahora, con Cristo, esta cercanía es mucho mayor.
b) Esto, en primer lugar,
nos da confianza a nosotros. Pero a la vez que buscadores de Dios, se nos
invita a ser anunciadores de Dios, a comunicar nuestra esperanza a los demás.
¿Haremos el papel de Isaías en medio de nuestra sociedad? ¿Anunciaremos a
alguien, cerca de nosotros, la Buena Noticia de la salvación a través de
nuestra cercanía y de la esperanza que le contagiamos? ¿Seremos «adviento» para
alguien, porque comunicamos alegría, porque cuidamos de los enfermos o de los
abandonados, porque nos acercamos al que sufre o está solo? Y eso no sólo a los
que son de trato agradable, sino también a los que han sido menos agraciados
por la vida, menos simpáticos y cultos, menos fáciles de tratar.
c) Dios quiere vendar
nuestras heridas. Pero a la vez nos encarga que nosotros también vendemos
heridas a nuestro alrededor. Ahora Cristo no va por las calles curando y
liberando a los posesos. Pero sí vamos los cristianos, con el encargo de que
seamos adviento y profeta Isaías en nuestra familia, en nuestra comunidad, en
la parroquia, en la sociedad. Y eso lo cumpliremos si a nuestro alrededor crece
un poco más la esperanza, y las personas que conviven con nosotros se sienten
amadas y ven cómo se les curan las heridas y se va remediando su desencanto. Si
inspiramos serenidad con nuestra actitud, y sabemos quitar hierro a las
tensiones, y aliviar el dolor de tantas personas, cerca de nosotros, que sufren
de mil maneras.
Eso es lo que hacía Cristo
Jesús hace dos mil años. Y será Adviento y Navidad si vuelve a suceder lo
mismo, ahora por medio de los cristianos que estamos en el mundo.
d) La Virgen María también
nos da ejemplo, en las páginas del evangelio, de saber mostrarse cercana a los
que la necesitan. Está contenta con el anuncio del ángel, pero corre a ayudar a
su prima en los trabajos de su casa. En Caná está al quite del apuro de los novios
e intercede ante su Hijo para que les proporcione vino. La Virgen creyente, y a
la vez, la Virgen servicial.
J. ALDÁZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 1
Adviento y Navidad día tras día
Barcelona 1995. Págs. 30-32
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 1
Adviento y Navidad día tras día
Barcelona 1995. Págs. 30-32