¡Amor y paz!
La escena del evangelio es también continuación de
la de ayer. Los discípulos de Emaús cuentan a la comunidad lo que han
experimentado en el encuentro con el Resucitado, al que han reconocido al
partir el pan. Y en ese mismo momento se aparece Jesús, saludándoles con el
deseo de la paz.
La duda y el miedo de los discípulos son evidentes.
Jesús les tiene que calmar: «¿por qué os alarmáis? ¿por qué surgen dudas en
vuestro interior?». Y les convence de su realidad comiendo con ellos.
El fruto de esta aparición es que «les abrió el
entendimiento», explicándoles las Escrituras. En el AT ya Moisés, los profetas
y los salmos habían anunciado lo que ahora estaba pasando. Como a los
discípulos de Emaús en el camino, ahora Jesús les hace ver a todo el grupo la
unidad del plan salvador de Dios. Las promesas se han cumplido. Y la muerte y
resurrección del Mesías son el punto crucial de la historia de la salvación.
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio
y el comentario, en este jueves de la Octava de Pascua.
Dios nos bendice,…
Evangelio según San Lucas 24,35-48.
Los discípulos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Todavía estaban hablando de esto, cuando Jesús se apareció en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu, pero Jesús les preguntó: "¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas? Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo". Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies. Era tal la alegría y la admiración de los discípulos, que se resistían a creer. Pero Jesús les preguntó: "¿Tienen aquí algo para comer?". Ellos le presentaron un trozo de pescado asado; él lo tomó y lo comió delante de todos. Después les dijo: "Cuando todavía estaba con ustedes, yo les decía: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos". Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras, y añadió: "Así estaba escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de todo esto."
Comentario
También nosotros podemos reconocer a Cristo en la
fracción del pan eucarístico, en la Palabra bíblica y en la comunidad reunida.
En las circunstancias más adversas y oscuras que se puedan dar -también
nosotros muchas veces andamos desconcertados como aquellos discípulos- el Señor
se nos hace compañero de camino y nos está cerca. Aunque no le reconozcamos
fácilmente. En más de una ocasión nos tendrá que decir: «¿por qué te alarmas?
¿por qué surgen dudas en tu interior?».
Tal vez también necesitemos como la primera
comunidad una catequesis especial, y que se nos abra el entendimiento, para
captar que en el camino mesiánico de Jesús, y también en el nuestro cristiano,
entra la muerte y la resurrección, para la redención de todos. Ojalá cada
Eucaristía sea una «aparición» del Resucitado a nuestra comunidad y a cada uno
de nosotros, y después de haberle reconocido con los ojos de la fe en la
Fracción del Pan y en la fuerza de su Palabra, salgamos de la celebración a dar
testimonio de Cristo en la vida. A los apóstoles, la última palabra que les
dirige es: «vosotros sois testigos de esto». Ya desde el principio se les dijo
que eso de ser apóstoles era ser «testigos de la resurrección de Cristo» (Hch
1,22). Entonces lo fueron los apóstoles, o los quinientos discípulos. Ahora, lo
seguimos siendo nosotros en el mundo de hoy. Tal vez el anuncio de la
resurrección de Cristo no nos llevará a la cárcel. Pero sí puede resultar
incómodo en un mundo distraído y frío. Depende un poco de nosotros: si nuestro
testimonio es vivencial y creíble, podemos influir a nuestro alrededor.
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 3
El Tiempo Pascual día tras día
Barcelona 1997. Págs. 30-33
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 3
El Tiempo Pascual día tras día
Barcelona 1997. Págs. 30-33