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¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios y el comentario, en
este Domingo 30º del Tiempo Ordinario-
Ciclo A.
Dios nos bendice...
Primera lectura
Lectura del libro del
Éxodo (22,20-26):
Así dice el Señor: «No oprimirás ni vejarás al forastero, porque forasteros fuisteis vosotros en Egipto. No explotarás a viudas ni a huérfanos, porque, si los explotas y ellos gritan a mí, yo los escucharé. Se encenderá mi ira y os haré morir a espada, dejando a vuestras mujeres viudas y a vuestros hijos huérfanos. Si prestas dinero a uno de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero, cargándole intereses. Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol, porque no tiene otro vestido para cubrir su cuerpo, ¿y dónde, si no, se va a acostar? Si grita a mí, yo lo escucharé, porque yo soy compasivo.»
Palabra de Dios
Así dice el Señor: «No oprimirás ni vejarás al forastero, porque forasteros fuisteis vosotros en Egipto. No explotarás a viudas ni a huérfanos, porque, si los explotas y ellos gritan a mí, yo los escucharé. Se encenderá mi ira y os haré morir a espada, dejando a vuestras mujeres viudas y a vuestros hijos huérfanos. Si prestas dinero a uno de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero, cargándole intereses. Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol, porque no tiene otro vestido para cubrir su cuerpo, ¿y dónde, si no, se va a acostar? Si grita a mí, yo lo escucharé, porque yo soy compasivo.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal
17,2-3a.3bc-4.47.51ab
R/. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza
Yo te amo, Señor;
tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca,
mi alcázar, mi libertador. R/.
Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío,
mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos. R/.
Viva el Señor, bendita sea mi Roca,
sea ensalzado mi Dios y Salvador.
Tú diste gran victoria a tu rey,
tuviste misericordia de tu Ungido. R/.
R/. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza
Yo te amo, Señor;
tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca,
mi alcázar, mi libertador. R/.
Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío,
mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos. R/.
Viva el Señor, bendita sea mi Roca,
sea ensalzado mi Dios y Salvador.
Tú diste gran victoria a tu rey,
tuviste misericordia de tu Ungido. R/.
Segunda lectura
Lectura de la primera
carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (1,5c-10):
Sabéis cuál fue nuestra actuación entre vosotros para vuestro bien. Y vosotros seguisteis nuestro ejemplo y el del Señor, acogiendo la palabra entre tanta lucha con la alegría del Espíritu Santo. Así llegasteis a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya. Desde vuestra Iglesia, la palabra del Señor ha resonado no sólo en Macedonia y en Acaya, sino en todas partes. Vuestra fe en Dios había corrido de boca en boca, de modo que nosotros no teníamos necesidad de explicar nada, ya que ellos mismos cuentan los detalles de la acogida que nos hicisteis: cómo, abandonando los ídolos, os volvisteis a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y que nos libra del castigo futuro.
Palabra de Dios
Sabéis cuál fue nuestra actuación entre vosotros para vuestro bien. Y vosotros seguisteis nuestro ejemplo y el del Señor, acogiendo la palabra entre tanta lucha con la alegría del Espíritu Santo. Así llegasteis a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya. Desde vuestra Iglesia, la palabra del Señor ha resonado no sólo en Macedonia y en Acaya, sino en todas partes. Vuestra fe en Dios había corrido de boca en boca, de modo que nosotros no teníamos necesidad de explicar nada, ya que ellos mismos cuentan los detalles de la acogida que nos hicisteis: cómo, abandonando los ídolos, os volvisteis a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y que nos libra del castigo futuro.
Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo
evangelio según san Mateo (22,34-40):
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?»
Él le dijo: «"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser." Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.»
Palabra del Señor
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?»
Él le dijo: «"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser." Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.»
Palabra del Señor
Comentario
Iª Lectura: Éxodo 22,
21-27: La religión defiende a los pobres
I.1. Esta lectura del Éxodo no es homogénea, entre
otras razones, porque se trata de un conjunto de prescripciones del famoso
Código de la Alianza (Ex 20,22-23,19), que, con el Decálogo (Ex 20,1-17),
pretende dar una identidad propia al pueblo que ha salido de Egipto. En ese
código podemos rastrear leyes antiguas en las que todavía se perfilan las
costumbre y tradiciones de los clanes y familias, probablemente del tiempo de
los Jueces (s. XII), como la de los pueblos circunvecinos y otras mucho más
recientes. La preocupación social es manifiesta. En el caso de la lectura de
este domingo podemos subrayar un denominador común: el cuidado de los más
necesitados: huérfanos, viudas y pobres. Aparecen, pues, las exigencias de un
Dios misericordioso.
I.2. El mundo de las leyes es muy complicado,
tanto por su origen, como por su significación. Así, el problema del préstamo y
la usura obliga a promulgar leyes como las de nuestra lectura. Son leyes éticas
que todos los pueblos y culturas se han dado para poder convivir. En el caso
del Antiguo Testamento, de la ética veterotestamentaria se pretende que el
hombre actúe en presencia de Dios. El hecho de que estas prescripciones se
hayan establecido en el contexto de la Alianza de Dios con su pueblo le dan una
dimensión religiosa y teológica incuestionable: se nos muestra cómo puede
realizarse la comunión con Dios en la existencia de los humildes y con el
prójimo necesitado.
IIª Lectura:
Tesalonicenses (1,5-10): Dios es nuestra vida, no un ídolo
II.1. Se prosigue con la carta a los Tesalonicenses la
lectura continua de la misma, que comenzaba el domingo pasado. El pasaje está
lleno de afirmaciones teológicas que muestran, sin duda, lo que Pablo ha
trasmitido a esta comunidad con alma, corazón y vida. Muestra una seguridad
asombrosa en la fe de esta comunidad nueva, ejemplo para las provincias romanas
de Macedonia y Acaya, cuando han debido llevar a cabo una «catarsis» que no es
otra que abandonar a los ídolos por el Dios vivo y verdadero. Esto, dicho así,
es como el día y la noche, como el ser y la nada, pero para ello hay que cerrar
los ojos y no caer en el abismo. Esta es la fe cristiana en su esencia que hace
crecer la palabra de Dios como lo que es, nada de palabras vacías, sino palabra
de vida, de luz, de profundidad que tiene su tono más alto en aceptar la
resurrección de Jesucristo y la nuestra.
II.2. Hoy, que tanto se tiene en cuenta la
"interculturalidad" o más todavía la interculturalidad religiosa, no
deberíamos avergonzarnos de estas afirmaciones de "abandonar" los
ídolos y los dioses paganos. Porque todo aquello que no ofrece vida verdadera a
cualquier persona no puede ampararse en el diálogo "intercultural".
El cristianismo paulino es un reto, una llamada a la esperanza. Pronto serían
acusados los cristianos de creer en "una depravada superstición llevada
hasta el exceso"; el exceso era el amor por los hombres que fundamentaban
en un "crucificado" (¡inaudito!) que vive una vida nueva y está
presente con los suyos para transformar el mundo. Los ídolos, se quiera o no,
los fabrican los hombres y no tienen corazón, no acompañan, ni se inmutan. Los
cristianos no fabricaron un ídolo, sino que dieron un salto a la vida nueva en
ese crucificado que es el Señor. En eso consiste la acusación de "superstitio"
que los "aristócratas" romanos combatieron con su pluma.
III. Evangelio: Mateo
(22,34-40): La ética del amor
III.1. El evangelio de Mateo de este domingo nos
ofrece la disputa sobre el mandamiento más importante. Sabemos que se unen o se
juntan dos textos Dt 6,5 y Lv 19,18 que eran citados frecuentemente en
discusiones éticas rabínicas, pero la idea de unirlos tan estrechamente a
manera de resumen de toda la Ley y los Profetas fue una idea creativa no
solamente brillante, sino, de nuevo, profética, como sucede en todas estas
disputas concluyentes en Jerusalén. Lo que asombra en el texto evangélico es la
seguridad soberana con que afirma que no hay preceptos como estos, porque en
ellos se apoya toda la ley y los profetas. El texto dice que el amor al prójimo
es "semejante" (homoía) al primero, dando a entender un orden lógico,
pero sin disminuir su importancia. Es más, aquí Jesús nos está llevando a la
conclusión de que aunque Dios no es el hombre, lo que podemos llamar la
experiencia del amor no es distinta, aunque sean distintos los objetos o las
personas amadas. Lo que le da gloria a Dios, precisamente, es que amemos al
hombre como lo amamos a Él; tendríamos que decir que no es posible amar a Dios
más que al hombre.
III.2. Todo lo que no sea eso, evangélicamente
hablando, es una falacia. Ya lo veía así el autor de la 1ª Jn 4 donde plantea
con una radicalidad teológica inigualable lo que es la identidad cristiana del
amor. Si Dios nos ha amado, entonces, entre otras cosas, no se dice que debemos
amarlo a Él, sino que debemos amarnos los unos a los otros. Es verdad que Dios
quiere ser amado, necesita ser amado, como lo necesitamos cada uno de nosotros.
Y es desde esa dimensión religiosa desde la que hablaba Jesús, quien con su
predicación y con su praxis se empeñó tanto en descubrir a Dios como Abba,
porque él y nosotros lo necesitamos así.
III.3. Por lo tanto, la praxis evangelizadora de Jesús nos
descubre un Dios nuevo y a la vez, y por ello mismo, nos descubre un hombre
nuevo. Es verdad que Jesús de Nazaret lo descubrió desde Dios. Esto es
absolutamente irrefutable. Esta fontalidad nos expresa pues, que evangelizar es
humanizar en todos los órdenes y desde todas las perspectivas. Jesús hizo
coincidir con su evangelización la gloria de Dios y la del hombre. El hecho,
pues, de que hoy se insista tanto en la humanización no depende de que vivimos
en el siglo en el que el hombre está enamorado de sí mismo, de lo que ha hecho
y de lo que tiene que hacer, sino que la misma esencia de la fe y de la
identidad cristiana, en el Nuevo Testamento como totalidad, son todavía mucho
más humanizantes y humanizadoras que lo que hoy se nos propone.
Fray Miguel de Burgos
Núñez
Maestro y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura
Maestro y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura
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