¡Amor y paz!
En el camino de Jesús a
Jerusalén, también se va describiendo el camino de sus seguidores en su vida de
fe. Si ayer era la escucha de la palabra de Dios lo que recomendaba Jesús, hoy
y mañana nos enseña la importancia de la oración.
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la 27ª.
semana del Tiempo Ordinario.
Dios nos bendice…
Evangelio
según San Lucas 11,1-4.
Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: "Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos". Él les dijo entonces: "Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino; danos cada día nuestro pan cotidiano; perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a aquellos que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación".
Comentario
El Padrenuestro del
evangelio de Lucas es menos desarrollado que el de Mateo: contiene dos
peticiones referentes a Dios: "santificado sea tu nombre, venga tu
reino" (Mateo añade "hágase tu voluntad") y tres para nosotros:
"danos el pan", "perdona nuestros pecados" y "no nos
dejes caer en la tentación" (Mateo añade "mas líbranos del
mal"). Los especialistas dicen que es más fácil pensar que Mateo haya añadido
matices que no que Lucas los haya suprimido, y por tanto la versión de Lucas
podría considerarse más cercana a lo que dijo Jesús. Todavía hay otra versión
del primer siglo, la de la Didaché, que añade una doxología final: "tuyo
es el reino ", que nosotros también decimos en la Misa como conclusión del
Padrenuestro.
No importan mucho estas
diferencias en el texto. Nosotros rezamos la forma eclesial, la que la Iglesia
ha creído más conveniente poner en labios de sus fieles, teniendo en cuenta la
de las otras confesiones cristianas y también la traducción que más ayude a
rezar en común a todos los que utilizan la misma lengua, como en el caso del
castellano, que desde 1988 se ha unificado para los veintitantos países de
habla hispana.
A Jesús le pidieron que
les enseñara a rezar porque le vieron rezando a él. Él es el mejor modelo: él,
que se dedicaba continuamente a evangelizar y atender a las personas, pero que
también oraba, con una actitud filial de comunión con el Padre.
Rezamos muchas veces el Padrenuestro,
y por eso tiene el peligro de que la rutina no nos permita sacarle todo el
gusto espiritual que merece. Es la más importante de las oraciones que decimos,
la que nos enseñó el mismo Jesús.
El Padrenuestro es una
oración entrañable, que nos ayuda a situarnos en la relación justa ante Dios,
pidiendo ante todo que su nombre sea glorificado y que se apresure la venida de
su Reino. El centro de nuestra vida es Dios. Luego pedimos por nosotros: que
nos dé el pan de nuestra subsistencia, nos perdone las culpas y nos dé fuerza
para no caer en la tentación.
Es nuestra oración de
hijos. Lucas trae como invocación inicial una sola palabra: "Padre",
que la comunidad primera conservó cariñosamente, recordando que Jesús llamaba a
Dios "Abbá, Papá". Mateo añade lo de "nuestro, que estás en los
cielos".
Hoy haríamos bien en decir
el Padrenuestro por nuestra cuenta, despacio, saboreándolo, por ejemplo después
de la comunión, creyendo lo que decimos. Además, tendríamos que enseñar a otros
a rezarlo con fe y con amor de hijos. Las demás oraciones son glosas,
comentarios, no tan importantes como ésta. A los hijos de una familia, a los
niños de la catequesis, les tenemos que iniciar en la oración sobre todo "orando
con ellos", no tanto "mandándoles que recen", y precisamente con
estas palabras que nos enseñó Jesús.
Si tenemos la sana
costumbre de hacer alguna lectura de tipo espiritual a lo largo del día,
podemos hoy leer los comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica a las
peticiones del Padrenuestro, en sus números 2759-2865, en los que presenta esta
oración como "corazón de las sagradas Escrituras", "la oración
del Señor y oración de la Iglesia" y "resumen de todo el evangelio".
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 149-154
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 149-154