¡Amor y paz!
Para san Juan, mantenerse
fiel a la Palabra de Jesús da la Vida, tal como Jesús recibe la plenitud de la
vida gloriosa del Padre, porque se mantiene obediente y guarda su Palabra.
Las autoridades judías,
que eran las que habían de reconocer al Mesías y lo habían de presentar al
pueblo, traman lo contrario, el complot que condenará a muerte al que es la
Vida (Misa Dominical 1990/07).
Los invito, hermanos, a leer
y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves de la V Semana de Cuaresma.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Juan 8,51-59.
Jesús dijo a los judíos: “Les aseguro que el que es fiel a mi palabra, no morirá jamás". Los judíos le dijeron: "Ahora sí estamos seguros de que estás endemoniado. Abraham murió, los profetas también, y tú dices: 'El que es fiel a mi palabra, no morirá jamás'. ¿Acaso eres más grande que nuestro padre Abraham, el cual murió? Los profetas también murieron. ¿Quién pretendes ser tú?". Jesús respondió: "Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. Es mi Padre el que me glorifica, el mismo al que ustedes llaman 'nuestro Dios', y al que, sin embargo, no conocen. Yo lo conozco y si dijera: 'No lo conozco', sería, como ustedes, un mentiroso. Pero yo lo conozco y soy fiel a su palabra. Abraham, el padre de ustedes, se estremeció de gozo, esperando ver mi Día: lo vio y se llenó de alegría". Los judíos le dijeron: "Todavía no tienes cincuenta años ¿y has visto a Abraham?". Jesús respondió: "Les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy". Entonces tomaron piedras para apedrearlo, pero Jesús se escondió y salió del Templo.
Comentario
Uno
de los grandes problemas de nuestro mundo moderno es la falta de fidelidad. Con
una facilidad asombrosa nos cambiamos de marca, de automóvil, de trabajo, etc. Esto
se extiende a la vida matrimonial en donde, muchas parejas (incluso cristianas)
desde el momento de sus matrimonios ya consideran la posibilidad del divorcio
olvidándose de las promesas ante al altar.
Igualmente,
muchos hermanos, con facilidad se dejan conducir por doctrinas extrañas
olvidándose de las promesas bautismales y del credo que durante años han
recitado en la Eucaristía.
Y es que ser fiel no es fácil, implica en
ocasiones arriesgarlo todo. Ser fiel a la palabra de Dios, sobre todo en
cuestiones sociales, en nuestro testimonio diario, o en la vida matrimonial puede
implicarlo todo… incluso la misma vida, como en el caso de Jesús.
Si
algo se valora de un servidor es que éste sea “fiel”, que sea capaz de sostener
la palabra dada aun a costa de la propia vida. Para ellos, para los que han
sido fieles, Jesús promete la vida que no acaba Jamás. Preparémonos para
reafirmar nuestras promesas bautismales en la vigilia de Pascua.
Que el Señor sea luz y lámpara para tu camino.
Como María, todo por Jesús y para Jesús
Pbro. Ernesto María Caro