¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este lunes en que celebramos la Fiesta del Nacimiento de la Santísima Virgen María, ciclo C.
Dios nos bendice
1ª Lectura (Miq 5,1-4a):
Así dice el Señor: «Pero tú, Belén de Efrata, pequeña
entre las aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel. Su origen es desde lo
antiguo, de tiempo inmemorial. Por eso, el Señor abandonará a Israel, mientras
no dé a luz la que ha de dar a luz. Entonces el resto de sus hermanos se unirá
a los hijos de Israel. Él se levantará para pastorear a su pueblo con la fuerza
y la majestad del Señor, su Dios. Ellos habitarán tranquilos, porque la
grandeza del que ha de nacer llenará la tierra y él mismo será la paz».
O bien (Rom 8,28-30): Hermanos: Ya sabemos que todo contribuye para bien de los
que aman a Dios, de aquellos que han sido llamados por él, según su designio
salvador. En efecto, a quienes conoce de antemano, los predestina para que
reproduzcan en sí mismos la imagen de su propio Hijo, a fin de que él sea el
primogénito entre muchos hermanos. A quienes predestina, los llama; a quienes
llama, los justifica; y a quienes justifica, los glorifica.
Salmo responsorial: 12
R/. Desbordo de gozo con el Señor.
Porque yo confío en tu misericordia: alegra mi corazón
con tu auxilio.
Y cantaré al Señor por el bien que me ha hecho.
Versículo antes del Evangelio (---):
Aleluya. Dichosa tú, Santísima Virgen María, y digna de toda alabanza, porque de ti nació el sol de justicia, Jesucristo, nuestro Dios. Aleluya.
Texto del Evangelio (Mt 1,1-16.18-23):
Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo
de Abraham: Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a
Judá y a sus hermanos, Judá engendró, de Tamar, a Fares y a Zara, Fares
engendró a Esrom, Esrom engendró a Aram, Aram engendró a Aminadab, Aminadab
engendró a Naassón, Naassón engendró a Salmón, Salmón engendró, de Rahab, a
Booz, Booz engendró, de Rut, a Obed, Obed engendró a Jesé, Jesé engendró al rey
David.
David engendró, de la que fue mujer de Urías, a Salomón, Salomón engendró a
Roboam, Roboam engendró a Abiá, Abiá engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat,
Josafat engendró a Joram, Joram engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatam,
Joatam engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés,
Manasés engendró a Amón, Amón engendró a Josías, Josías engendró a Jeconías y a
sus hermanos, cuando la deportación a Babilonia.
Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel
engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliakim,
Eliakim engendró a Azor, Azor engendró a Sadoq, Sadoq engendró a Aquim, Aquim
engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Mattán, Mattán
engendró a Jacob, y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació
Jesús, llamado Cristo. Así que el total de las generaciones son: desde Abraham
hasta David, catorce generaciones; desde David hasta la deportación a
Babilonia, catorce generaciones; desde la deportación a Babilonia hasta Cristo,
catorce generaciones.
La generación de Jesucristo fue de esta manera: su madre, María, estaba
desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró
encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería
ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado,
cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de
David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en Ella es
del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús,
porque Él salvará a su pueblo de sus pecados». Todo esto sucedió para que se
cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: «He aquí que la virgen
concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel», que
traducido significa: "Dios con nosotros".
Comentario
Hoy, la genealogía de Jesús, el Salvador que tenía que
venir y nacer de María, nos muestra cómo la obra de Dios está entretejida en la
historia humana, y cómo Dios actúa en el secreto y en el silencio de cada día.
Al mismo tiempo, vemos su seriedad en cumplir sus promesas. Incluso Rut y Rahab
(cf. Mt 1,5), extranjeras convertidas a la fe en el único Dios (¡y Rahab era
una prostituta!), son antepasados del Salvador.
El Espíritu Santo, que había de realizar en María la encarnación del Hijo,
penetró, pues, en nuestra historia desde muy lejos, desde muy pronto, y trazó
una ruta hasta llegar a María de Nazaret y, a través de Ella, a su hijo Jesús.
«He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre
Emmanuel» (Mt 1,23). ¡Cuán espiritualmente delicadas debían ser las entrañas de
María, su corazón y su voluntad, hasta el punto de atraer la atención del Padre
y convertirla en madre del “Dios-con-los-hombres”!, Él que tenía que llevar la
luz y la gracia sobrenaturales para la salvación de todos. Todo, en esta obra,
nos lleva a contemplar, admirar y adorar, en la oración, la grandeza, la
generosidad y la sencillez de la acción divina, que enaltece y rescatará
nuestra estirpe humana implicándose de una manera personal.
Más allá, en el Evangelio de hoy, vemos cómo fue notificado a María que traería
a Dios, el Salvador del Pueblo. Y pensemos que esta mujer, virgen y madre de
Jesús, tenía que ser a la vez nuestra madre. Esta especial elección de María
—«bendita entre todas las mujeres» (Lc 1,42)— hace que nos admiremos de la
ternura de Dios en su manera de proceder; porque no nos redimió —por así
decirlo— “a distancia”, sino vinculándose personalmente con nuestra familia y
nuestra historia. ¿Quién podía imaginar que Dios iba a ser al mismo tiempo tan
grande y tan condescendiente, acercándose íntimamente a nosotros?
Fray Agustí ALTISENT i Altisent Monje de Santa Mª de Poblet (Tarragona, España
Evangeli.net