¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la VI Semana
de Pascua.
Hoy celebra la Iglesia la
fiesta de Nuestra Señora de Fátima, quien se apareció en un día como hoy
de 1917 a tres pastorcitos. Rogamos a la Madre de
Dios que interceda por
nosotros.
Dios nos bendice…
Evangelio
según San Juan 16,12-15.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora. Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo. El me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes. Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: 'Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes'."
Comentario
Día a día, texto a texto,
Jesús nos va enseñando en su Evangelio quién es y qué puede en nosotros el Divino
Espíritu.
Hoy nos habla de cómo el
Espíritu “nos conduce hacia la verdad completa”, “nos anuncia las cosas
venideras” y “glorifica a Jesucristo”. ¡Dios Santo, cuántas maravillas!
Aprendamos algo de cada
una de estas frases destacadas. Si el Espíritu nos conduce hacia la verdad
completa quiere decir que hay un desarrollo o crecimiento en la verdad gracias
a la acción del Espíritu en medio de la comunidad cristiana. Esta idea no es
bien recibida por todos los cristianos. Hay quienes quisieran que todas las
verdades estuvieran en algún versículo de la Biblia, porque predican la “Sola
Scriptura”, de modo que no quieren admitir como cierta una cosa si no está en
algún versículo bíblico, con lo cual, según vemos, contradicen a la misma
Biblia. Esto no quiere decir que cualquier cosa pueda ser admitida como parte
de nuestra fe, sino que indica que Dios, que obra en la Iglesia, no nos
revelará la verdad completa sino en la Iglesia.
Si el Espíritu nos anuncia
las cosas venideras, debemos entender que nuestra esperanza no se sostiene
solamente en las palabras que hemos escuchado ni solamente en el testimonio del
pasado. La Iglesia es un organismo vivo y necesita alimento vivo para avanzar
hacia su meta, que es el encuentro definitivo con Cristo Esposo. Esta idea no
es bien recibida por todos los católicos. Hay algunos que piensan que cualquier
palabra inspirada que parezca provenir del Cielo es alucinación, manipulación,
histeria o sugestión. Y se olvidan del importante lugar que Pablo otorga al
ministerio de los profetas en el Nuevo Testamento.
Si el Espíritu glorifica a
Jesucristo, es porque la Iglesia necesita crecer en adoración. Esta idea no es
bien recibida por todos los creyentes. Hay quienes ven o quieren ver en la
Iglesia sólo una institución humana que debe cambiar el rostro de la
distribución de la riqueza o del potencial laboral. Hay quienes ven o quieren
ver en la Iglesia sólo un modo de mantener el nivel moral en la familia o en la
sociedad. Hoy aprendemos que la Iglesia tiene entre sus deberes, y no es el
menor, glorificar a Jesucristo, alabar su misericordia, ponderar sus
maravillas, cantar sus grandezas, elogiar su hermosura, gozarse en su Palabra,
anhelar, en fin, la felicidad infinita de contemplar su Rostro por la
eternidad.
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