¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio
y el comentario, en este sábado en que celebremos la fiesta de la Transfiguración
del Señor.
Dios nos bendice...
Evangelio según San Lucas 9,28b-36.
Unos ocho días después de decir esto, Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante. Y dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén. Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, pero permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él. Mientras estos se alejaban, Pedro dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". Él no sabía lo que decía. Mientras hablaba, una nube los cubrió con su sombra y al entrar en ella, los discípulos se llenaron de temor. Desde la nube se oyó entonces una voz que decía: "Este es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo". Y cuando se oyó la voz, Jesús estaba solo. Los discípulos callaron y durante todo ese tiempo no dijeron a nadie lo que habían visto.
Comentario
1.1 Escribe el Papa Juan Pablo II en su Carta sobre la Vida
Consagrada, n. 15 : "El episodio de la Transfiguración marca un momento
decisivo en el ministerio de Jesús. Es un acontecimiento de revelación que
consolida la fe en el corazón de los discípulos, les prepara al drama de la
Cruz y anticipa la gloria de la resurrección."
1.2 "Este misterio es vivido continuamente por la Iglesia,
pueblo en camino hacia el encuentro escatológico con su Señor. Como los tres
apóstoles escogidos, la Iglesia contempla el rostro transfigurado de Cristo,
para confirmarse en la fe y no desfallecer ante su rostro desfigurado en la
Cruz.
1.3 "En un caso y en otro, ella es la Esposa ante el Esposo,
partícipe de su misterio y envuelta por su luz."
2. Resonancia de la Transfiguración en la Vida Litúrgica
2.1 Y en Orientale Lumen, n. 11, nos dice: "En la acción
sagrada también la corporeidad está convocada a la alabanza, y la belleza, que
en Oriente es uno de los nombres con que más frecuentemente se suele expresar
la divina armonía y el modelo de la humanidad transfigurada, se muestra por
doquier: en las formas del templo, en los sonidos, en los colores, en las luces
y en los perfumes. La larga duración de las celebraciones, las continuas
invocaciones, todo expresa un progresivo ensimismarse en el misterio celebrado
con toda la persona. Y así la plegaria de la Iglesia se transforma ya en
participación en la liturgia celeste, anticipo de la bienaventuranza final.
2.2 "Esta valorización integral de la persona en sus
componentes racionales y emotivos, en el éxtasis y en la inmanencia, es de gran
actualidad, y constituye una admirable escuela para comprender el significado
de las realidades creadas: no son ni un absoluto ni un nido de pecado e
iniquidad. En la liturgia las cosas revelan su naturaleza de don que el Creador
regala a la humanidad: Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien (Gn
1, 31). Aunque todo ello está marcado por el drama del pecado, que hace pesada
la materia e impide su transparencia, ésta es redimida en la Encarnación y
hecha plenamente teofórica, es decir, capaz de ponernos en relación con el
Padre: esta propiedad queda de manifiesto sobre todo en los santos misterios,
los Sacramentos de la Iglesia.
2.3 "El Cristianismo no rechaza
la materia, la corporeidad; al contrario, la valoriza plenamente en el acto
litúrgico, en el que el cuerpo humano muestra su naturaleza íntima de templo
del Espíritu y llega a unirse al Señor Jesús, hecho también él cuerpo para la
salvación del mundo. Y esto no implica una exaltación absoluta de todo lo que
es físico, porque conocemos bien qué desorden introdujo el pecado en la armonía
del ser humano. La liturgia revela que el cuerpo, atravesando el misterio de la
cruz, está en camino hacia la transfiguración, hacia la pneumatización: en el
monte Tabor Cristo lo mostró resplandeciente, como el Padre quiere que vuelva a
estar".
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