¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la 1ª
lectura, el Evangelio y el comentario, en esta Feria de Adviento: Semana antes de Navidad
Dios nos bendice...
Libro de Génesis 49,2.8-10.
Reúnanse y escuchen, hijos de Jacob, oigan a Israel, su padre. A ti, Judá, te alabarán tus hermanos, tomarás a tus enemigos por la nuca y los hijos de tu padre se postrarán ante ti. Judá es un cachorro de león, - ¡Has vuelto de la matanza, hijo mío!- Se recuesta, se tiende como un león, como una leona: ¿quién lo hará levantar? El cetro no se apartará de Judá ni el bastón de mando de entre sus piernas, hasta que llegue aquel a quien le pertenece y a quien los pueblos deben obediencia."
Evangelio según San Mateo 1,1-17.
Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham fue padre de Isaac; Isaac, padre de Jacob; Jacob, padre de Judá y de sus hermanos. Judá fue padre de Fares y de Zará, y la madre de estos fue Tamar. Fares fue padre de Esrón; Esrón, padre de Arám; Arám, padre de Aminadab; Aminadab, padre de Naasón; Naasón, padre de Salmón. Salmón fue padre de Booz, y la madre de este fue Rahab. Booz fue padre de Obed, y la madre de este fue Rut. Obed fue padre de Jesé; Jesé, padre del rey David. David fue padre de Salomón, y la madre de este fue la que había sido mujer de Urías. Salomón fue padre de Roboám; Roboám, padre de Abías; Abías, padre de Asá; Asá, padre de Josafat; Josafat, padre de Jorám; Jorám, padre de Ozías. Ozías fue padre de Joatám; Joatám, padre de Acaz; Acaz, padre de Ezequías; Ezequías, padre de Manasés. Manasés fue padre de Amón; Amón, padre de Josías; Josías, padre de Jeconías y de sus hermanos, durante el destierro en Babilonia. Después del destierro en Babilonia: Jeconías fue padre de Salatiel; Salatiel, padre de Zorobabel; Zorobabel, padre de Abiud; Abiud, padre de Eliacím; Eliacím, padre de Azor. Azor fue padre de Sadoc; Sadoc, padre de Aquím; Aquím, padre de Eliud; Eliud, padre de Eleazar; Eleazar, padre de Matán; Matán, padre de Jacob. Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo. El total de las generaciones es, por lo tanto: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta el destierro en Babilonia, catorce generaciones; desde el destierro en Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.
Comentario
Quedan siete días para la Navidad y hay que dar un
último empujón al Adviento. Hoy escuchamos en el evangelio la genealogía de
Jesucristo, esa lectura tan graciosa llena de nombres complicadísimos, que casi
se nos atascan entre los dientes y los labios (aunque también es verdad que me
ha tocado a veces celebrar algunos bautizos en que el nombre del niño hacía
pensar que Aminadab era natural de Toledo). Dios que se introduce en la
historia de los hombres para redimirnos del pecado y de la muerte, historia que
llega a su plenitud cuando la segunda persona de la Trinidad se encarna en las
entrañas purísimas de María y nace en Belén.
Esta semana vamos a acompañar a María y a José en
su viaje a Belén para cumplir con el edicto del censo. Puede ser quizás un
viaje fatigoso y duro, pero, en tan divina compañía, llegará al gozoso día del
nacimiento de Cristo. Hoy José estaría hablando con María de sus ancestros:
Abraham, Farés, Naason, David, Roboam, Abías, Acaz, Salatiel, Aquim, Eleazar…,
detrás de cada nombre una historia, distinta una de otra, pero todas
encaminadas a preparar el gran día del Señor. José de la casa de David se
presentaría orgulloso como el marido de María.
Hoy parece que Europa quiere ocultar sus raíces, no
quiere tener genealogía, se quiere reconocer como bastarda, sin padre ni madre
reconocida, haciendo de la Constitución europea la “prostitución europea”.
Parece que quisiera vender veinte siglos de historia por menos de treinta
monedas, ocultando el cristianismo como si fuesen sus vergüenzas, nacer sin
genealogía como quien para ocultar su turbio pasado se alista a la legión
extranjera y se convierte en mercenario de la historia. ¡Una barbaridad!
También a nosotros nos puede pasar algo parecido:
podemos querer renegar de nuestro pasado, no querer descubrir las acciones de
Dios en nuestra vida y creer que todo es obra de nuestro esfuerzo, de nuestro
bien hacer y de nuestra lucha constante, sin reparar en que -si eres realmente
sincero-, todo es obra de la Gracia de Dios cuando has sabido permanecer fiel.
No reniegues de tu pasado, da gracias a Dios por todos los dones que te ha
dado, da gracias a Dios cuando has reconocido tu pecado y has sabido pedir
perdón, da gracias a Dios por todo y siéntete orgulloso de tu historia, de la
historia de Dios contigo.
Prepara el equipaje para acompañar a María
embarazada, deja atrás todo lo que te pueda retrasar en el viaje, no sea que no
llegues a Belén a tiempo para el nacimiento y acuérdate del destino de tu
viaje: la ciudad de Belén, la ciudad de David, el pueblo de tus orígenes, de tu
historia. A caminar.
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